Manuales de la Primaria y del Tiempo para compartir
Lorenzo Snow recibe una revelación con respecto al diezmo


Lección 45

Lorenzo Snow recibe una revelación con respecto al diezmo

Objetivo

Que los niños tengan el deseo de pagar un diezmo completo.

Preparación

  1. Estudie, con oración, los relatos de los acontecimientos históricos que se dan en esta lección; Malaquías 3:8–12; y Doctrina y Convenios 64:23, 119:4. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos y los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. VI–VIII y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X.)

  2. Lectura complementaria: Gospel Principles (31110 002), capítulo 32.

  3. Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que mejor promuevan la participación de los niños y que mejor los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.

  4. Haga para cada niño un boceto de una caja de regalos con papel de color (véase la ilustración) o dibuje varias cajas de regalo en la pizarra antes de comenzar la clase.

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  5. Materiales necesarios:

    1. Un ejemplar de la Biblia y uno de Doctrina y Convenios para cada niño.

    2. Un lápiz para cada niño.

    3. La lámina 5–58, Lorenzo Snow.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.

Actividad para despertar el interés

Entregue un boceto de una caja de regalo a cada niño (o señale las cajas de regalo que dibujó en la pizarra). Pida a la clase que se imagine que dentro de cada una de ellas hay una bendición de nuestro Padre Celestial.

• ¿Qué bendiciones podríamos encontrar dentro de las cajas?

Entregue un lápiz a cada uno de los niños y pídales que escriban en la caja de regalo una bendición que nuestro Padre Celestial nos ha dado. Permita que los niños comenten sus respuestas y que coloquen sus cajas en la pizarra, sobre la mesa o en el piso. (Si usted ha dibujado las cajas de regalo en la pizarra, pida a los niños que digan en voz alta las bendiciones y escríbalas dentro de las cajas.)

• ¿Qué tenemos que hacer para recibir las bendiciones de nuestro Padre Celestial?

Acepte las respuestas de los niños y luego explique que en Malaquías 3:10 se menciona una cosa que también debemos hacer. Pida a uno de los niños que lea en voz alta la primera frase de Malaquías 3:10 (hasta alfolí) mientras los demás siguen la lectura en sus propios ejemplares de la Biblia (es posible que tenga que explicar a los niños que “alfolí” es un granero o depósito). Dígales que en esta lección aprenderán más acerca del diezmo y las bendiciones que se reciben al pagar un diezmo completo.

Acontecimientos históricos y de las Escrituras

Enseñe a los niños sobre la colonización del territorio de Utah bajo la dirección del presidente Brigham Young, tal como se describe en los siguientes acontecimientos históricos. Después, trate de que los niños comprendan cómo el pago de los diezmos bendijo a la gente en Saint George durante una grave sequía y la forma en que el pago de los diezmos permite a la Iglesia llevar a cabo la obra del Señor. Ponga de relieve la manera en que los miembros de la Iglesia son bendecidos en forma individual y colectiva cuando pagan un diezmo íntegro.

Se organizan nuevas poblaciones

Durante los diez primeros años que los santos estuvieron en Utah, el presidente Brigham Young organizó aproximadamente cien colonias (nuevas poblaciones) en el territorio de Utah. Miles de miembros de la Iglesia llegaban cada año y todos necesitaban lugares en donde vivir. El presidente Young envió personas al norte, al sur, al este y al oeste de Salt Lake City con el fin de buscar nuevos lugares donde establecerse en los que hubiera suficiente agua, tierra fértil y otros recursos necesarios y, a la vez, donde los pobladores estuvieran protegidos de los ataques de los indios hostiles.

El presidente Brigham Young eligió hermanos prudentes y capaces para guiar esas colonias. Obispos, élderes presidentes y presidentes de estaca supervisaban la construcción de los pueblos así como también el desarrollo de barrios y ramas. Cuando se iba a fundar una nueva colonia, por lo general las familias llamadas a establecer esas poblaciones se enteraban de sus llamamientos cuando el presidente Young anunciaba sus nombres en la conferencia general. En ocasiones, el presidente Young elegía los líderes para la colonia y éstos buscaban otras familias que estuvieran dispuestas a mudarse con ellos a esa nueva población. Muchas veces se les asignaba el lugar dónde vivir de acuerdo con las habilidades que poseían, ya que cada población necesitaba varios tipos de trabajadores, tales como agricultores, carpinteros, ladrilleros y albañiles, carniceros, panaderos y maestros.

No todos se sentían felices de mudarse a una nueva población pero, por lo general, los miembros eran obedientes y hacían lo que el profeta les indicaba. Una vez, todos los colonos de Nephi, Utah, se juntaron para darle la bienvenida al presidente Young y a otros líderes de la Iglesia a su pueblo con bandas, banderas e hicieron un sendero con ramas de pinos y flores. Todas las jovencitas del pueblo se habían vestido de blanco para recibir al profeta. Una de esas jóvenes era Elizabeth Claridge, de quince años de edad.

Después de haber cenado en casa de algunos de los residentes locales, el presidente Young y los demás líderes llevaron a cabo una reunión vespertina para todos los habitantes de Nephi. Cuando estaba ya por terminar la reunión, el presidente Young leyó los nombres de los hermanos que habían sido llamados para mudarse con sus familias más hacia el sur y poblar una zona conocida como “Barrosa”. La gente no sabía quiénes serían llamados hasta que el presidente Young leyó los nombres. El padre de Elizabeth, Samuel Claridge, fue uno de los llamados. Cuando Elizabeth escuchó el nombre de su padre, comenzó a llorar; ella no quería mudarse de su casa. El padre de la jovencita que estaba sentada a su lado también había sido llamado; y ésta le dijo: “¿Por qué estás llorando? A mí papá también lo llamaron, pero yo no tengo por qué llorar porque sé que él no irá”.

“¡Esa es la diferencia!”, le contestó Elizabeth. “Yo sé que mi padre irá y no habrá nada que lo haga cambiar de idea. Él nunca deja de hacer lo que se le pide y a pesar de sentirme mal con la idea de mudarnos, me sentiría avergonzada si él no fuera.” Aun cuando fue muy difícil para Elizabeth dejar su casa y sus amigos, ella sabía que su familia sería bendecida si su papá obedecía al Señor y aceptaba el llamamiento que se le había hecho de establecer una nueva población. (Véase S. George Ellsworth, Samuel Claridge: Pioneering the Outpost of Zion, págs. 80–81.)

Los miembros de la Iglesia construyen depósitos para guardar los diezmos

El presiente Young deseaba que los miembros de la Iglesia en cada una de las colonias pudiera hacerse cargo de sus propias necesidades; por tanto, les pidió que construyeran depósitos para guardar los diezmos, o almacenes del obispo, en cada una de las colonias. Los miembros necesitaban depósitos para guardar los diezmos porque en esa época la mayoría de éstos se pagaban “en especie”. Eso quiere decir que en lugar de pagar con dinero, la gente pagaba sus diezmos con productos; por ejemplo, cada diez huevos que un granjero recogía de sus gallinas, llevaba uno al almacén del obispo como diezmo. Los miembros llevaban a los depósitos de diezmos alimentos que cosechaban, animales que criaban y cosas hechas en casa. Muchas personas pagaban sus diezmos con trabajo, trabajaban un día de cada diez en diferentes proyectos de la Iglesia, en lugar de hacerlo para sí. Una tercera parte de los diezmos que se recolectaban en cada comunidad se utilizaba para suplir las necesidades de los miembros en ese lugar y el resto se enviaba a la oficina general de diezmos en Salt Lake con el fin de utilizarlos para las necesidades generales de la Iglesia.

Un día Mary Fielding Smith, viuda de Hyrum Smith, fue a la oficina de diezmos en Salt Lake City con una carga de las mejores papas (patatas) que ella había cosechado con el fin de pagar sus diezmos. Uno de los secretarios de la oficina regañó a la hermana diciéndole:

—Hermana Smith, es una vergüenza que usted tenga que pagar diezmos, — pero ella le contestó:

—Williams, ¿no le da vergüenza? ¿Es que quiere negarme una bendición? Si no pagara mis diezmos, yo tendría que esperar que el Señor retuviera Sus bendiciones. Pago mis diezmos, no sólo porque es la ley de Dios, sino porque espero una bendición de ello. Guardando ésta y otras leyes espero prosperar y poder sostener a mi familia.

El hijo de la hermana Smith, Joseph F. Smith, dijo que ella había prosperado al obedecer los mandamientos de Dios. La familia siempre tuvo suficiente comida y desarrollaron fuertes testimonios. Joseph F. relató lo siguiente:

“Cuando William Thompson le dijo a mi madre que no debía pagar diezmos, pensé que él era una de las mejores personas del mundo… Yo era el que tenía que trabajar y cavar y afanarme, el que tenía que ayudar a arar el terreno, plantar papas, azadonar papas, escarbar papas y demás faenas de esa índole; y entonces tener que llenar un carro con lo mejor que teníamos, dejando atrás las de calidad inferior, y luego llevar la carga a la oficina de diezmos, me parecía un poco duro, según mi modo de pensar de niño, especialmente cuando veía a ciertos de mis compañeros de juego… jugando, montando a caballo y divirtiéndose, y quienes muy raras veces desempeñaban trabajo alguno en su vida… Pues bien, después de algunos años de experiencia quedé convertido; descubrí que mi madre tenía razón y que William Thompson estaba equivocado… [El pago de los diezmos] es una bendición que disfruto, y no es mi intención que persona alguna me prive de esa satisfacción” (Doctrina del Evangelio, págs. 223–224).

La revelación de Lorenzo Snow sobre los diezmos

Con el correr de los años, las colonias en Utah continuaron progresando. Se inventó el telégrafo, lo que facilitó la comunicación entre personas que se encontraban en lugares distantes; se colocaron vías del ferrocarril a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos, haciendo que fuera más fácil para la gente viajar y para el pueblo de Utah obtener provisiones de lugares más desarrollados. La Iglesia tuvo problemas con el gobierno de los Estados Unidos y con los indios norteamericanos en la zona de Utah, pero todo ello se resolvió finalmente. Después de la muerte de Brigham Young, el presidente John Taylor ocupó la presidencia de la Iglesia, luego lo siguió el presidente Wilford Woodruff y al fallecer éste, el presidente Lorenzo Snow (ponga a la vista la lámina del presidente Lorenzo Snow).

Cuando al hermano Lorenzo Snow se le sostuvo como quinto Presidente de la Iglesia, ésta se encontraba sumamente endeudada. Se necesitó mucho dinero para resolver los problemas con el gobierno y la Iglesia ya no tenía lo suficiente para solventar todo lo que necesitaba. El presidente Snow oró fervientemente para saber qué debía hacer para resolver ese serio problema. Su oración no fue contestada de inmediato, pero en cambio recibió la inspiración de que debía ir a Saint George y a otros pueblos del sur de Utah. Él no sabía por qué debía hacerlo, pero lo que sí sabía era que debía obedecer la inspiración del Espíritu Santo. Y fue así que junto con otros líderes viajaron a Saint George por tren y en carruaje tirado por caballos.

Durante la época en que el presidente Snow visitó el sur de Utah, no había llovido por muchos meses en ese lugar. A medida que las Autoridades Generales se dirigían hacia el sur, el presidente Snow notó cuán seca estaba la tierra y cuán sedientos estaban los animales y las plantas. Si no llovía, la gente del sur de Utah no podría producir los alimentos que necesitarían para sobrevivir.

El 17 de mayo de 1899, el presidente Snow habló en una conferencia en Saint George, Utah. Durante el discurso, hizo una pausa y se hizo un silencio absoluto en el salón. Cuando comenzó hablar otra vez, la firmeza de su voz hizo que todos se dieran cuenta de que estaba recibiendo inspiración de Dios. Él dijo: “La palabra del Señor es: ha llegado la hora en que cada santo de los últimos días… cumpla con la voluntad del Señor y pague un diezmo completo. Esta es la palabra del Señor para vosotros, y será la palabra del Señor para todas las poblaciones en la tierra de Sión” (véase Mi reino se extenderá, pág. 71).

El presidente Snow les dijo que el Señor se sentía disgustado con ellos porque no habían pagado el diezmo y les prometió que si lo hacían, llovería y podrían entonces sembrar y obtener una buena cosecha.

Después del discurso que pronunció en Saint George, el presidente Snow deseó que toda la Iglesia supiera la revelación que había tenido, y en su viaje de regreso a Salt Lake City se detuvo en muchas de las poblaciones para predicar a la gente la ley de los diezmos. Una vez que hubo llegado a Salt Lake City, convocó a los líderes del sacerdocio a una importante reunión en el templo para hablarles sobre los diezmos. En uno de sus discursos dijo: “El más pobre de los pobres puede pagar diezmos; eso es lo que el Señor requiere de nosotros… Todos deben pagar el diezmo… Se debe cumplir la ley… y de esa forma pagaremos nuestras deudas… Dios los bendiga” (citado en Carter E. Grant, The Kingdom of God Restored, pág. 546). Los miembros de la Iglesia en todos lados aceptaron lo que el presidente Snow dijo y comenzaron a pagar el diezmo.

El presidente Snow esperaba con ansiedad las noticias sobre el clima en el sur de Utah, pero pasó un mes, después dos y la lluvia seguía sin caer. Los miembros de Saint George no solamente pagaban un diezmo íntegro sino que aún daban más de lo que les correspondía como ofrenda al Señor. El profeta mientras tanto oraba aún más fervientemente pidiendo que el Señor bendijera a la gente porque él había prometido que llovería si los miembros pagaban el diezmo. Por fin, el dos de agosto de 1899, recibió un telegrama que decía: “Llueve en Saint George”. Los santos fueron bendecidos y pudieron cosechar ese otoño.

Durante el año que siguió a la revelación que recibió el presidente Snow, se recaudó, en calidad de diezmo, el doble de lo que habían recaudado durante los dos años anteriores. No sólo la gente de Saint George fue bendecida con lluvia, sino que en ocho años la Iglesia pagó todas sus deudas. Desde ese día, debido a que los miembros fieles pagan diezmos, la Iglesia continúa teniendo dinero suficiente para llevar adelante la obra del Señor.

Preguntas para analizar y aplicar

Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes con los niños en clase les ayudará a que entiendan mejor las Escrituras.

• ¿Cómo se enteraban los miembros de la Iglesia que habían sido llamados para poblar nuevas colonias en el territorio de Utah? ¿Cómo demostraron su fe al instalarse en esos nuevos poblados?

• ¿Por qué pagó diezmos Mary Fielding Smith aun cuando no tenía mucho dinero ni posesiones? Pida a los niños que hablen sobre algunas bendiciones que hayan recibido ellos o sus familias como consecuencia del pago de los diezmos.

• ¿Por qué el presidente Snow viajó a Saint George? (El Espíritu Santo lo inspiró a hacerlo.) ¿De qué manera fue bendecido el presidente Snow por haber seguido la inspiración del Espíritu Santo? ¿En qué forma somos bendecidos cuando seguimos la inspiración del Espíritu Santo?

• ¿Qué preocupación tenía el presidente Snow cuando fue a Saint George? (Las deudas de la Iglesia.) ¿Qué problema preocupaba a los miembros de Saint George? (La sequía.) ¿Cómo dijo el Señor que los miembros podrían solucionar ambos problemas?

• ¿Por qué pagamos el diezmo? ¿Qué falta cometemos si no pagamos un diezmo íntegro? (Malaquías 3:8.) ¿Por qué es el diezmo dinero que le pertenece al Señor? Recuerde a los niños que todo lo que hay en la tierra fue creado por Jesucristo bajo la dirección de nuestro Padre Celestial. Todo lo que ganamos o recibimos sobre la tierra es un don que proviene de Ellos.

• ¿Qué prometió el Señor a quienes pagaran un diezmo íntegro? (Malaquías 3:10–12; D. y C. 64:23.) ¿Qué es un diezmo íntegro? (D. y C. 119:4; véase la actividad complementaria Nº 1.) Explique que pagar un diezmo íntegro significa pagar al Señor un diez por ciento de nuestra ganancia o de lo que recibimos.

• ¿En qué forma fueron bendecidos los miembros de la Iglesia de Saint George por haber pagado los diezmos? ¿Cuánto tuvieron que esperar para que lloviera? ¿De qué manera demostraron los miembros su fe mientras esperaban que lloviera?

• ¿Cómo fue bendecida la Iglesia cuando los miembros comenzaron a pagar un diezmo íntegro? Al continuar los miembros pagando el diezmo, ¿en qué forma continúa siendo bendicida la Iglesia en la actualidad? ¿Para qué se utiliza el dinero de los diezmos? (Véase la actividad complementaria Nº 3.)

Actividades complementarias

En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido utilice una o más de las siguientes actividades:

  1. Recuerde a los niños que un diezmo completo es un diez por ciento de lo que ganamos. Escriba varias cantidades de dinero en la pizarra y muestre a los niños cómo saber cuánto es el diez por ciento de cada una de ellas. Entregue una hoja de papel y un lápiz a cada uno de los niños y pídales que calculen el diezmo que deberían pagar en diferentes cantidades de dinero (para los niños más pequeños puede llevar objetos, tales como monedas o trozos de fruta y ayude a los niños a calcular el diezmo que deben pagar utilizando esos objetos). Haga hincapié en la importancia de pagar un diez por ciento íntegro de las ganancias como diezmo. El pagar menos no es ser honrado con el Señor.

    Si lo desea, puede dar a cada uno de los niños un formulario de Diezmos y otros donativos (31592 002) y mostrarles cómo llenarlo correctamente.

  2. Para que los niños comprendan que las bendiciones que recibimos cuando pagamos el diezmo no son siempre económicas, escriba las siguientes bendiciones en hojas de papel y colóquelas en un recipiente (si lo desea, puede utilizar hojas de papel con la forma de cajas de regalo, como en la actividad para despertar el interés):

    • Una mayor comprensión del Evangelio de Jesucristo.

    • Un fuerte testimonio.

    • Un sentimiento de cercanía con nuestro Padre Celestial.

    • La fortaleza necesaria para vivir el Evangelio.

    • La capacidad para ser un buen ejemplo para nuestra familia.

    • Paz y gozo.

    • La capacidad para prestar servicio a los demás sin egoísmo.

    • La vida eterna.

    • Dinero suficiente para suplir nuestras necesidades.

    Lea o pida a uno de los niños que lea la siguiente cita del élder Melvin J. Ballard, quien fuera miembro del Quórum de los Doce Apóstoles:

    “El Señor ha prometido que las personas que pagan un diezmo honrado tendrán todo lo que necesiten; [pero] Él no prometió hacerlos ricos, por lo menos no en lo que respecta a las cosas materiales. Las bendiciones más grandes del Señor son espirituales y no materiales” (citado en The Teachings of Ezra Taft Benson [Salt Lake City: Bookcraft, 1988], págs. 472–473).

    Luego, pida a los niños que, de a uno, elijan una hoja de papel y lean en voz alta lo que está escrito. Analice con ellos el valor de cada una de esas bendiciones y la forma en que el pago de los diezmos nos ayuda a obtenerlas.

  3. Dé a cada uno de los niños una hoja de papel con una de las siguientes declaraciones acerca de cómo se utiliza el dinero de los diezmos (explique la declaración si fuera necesario):

    • La edificación de centros de reuniones, de templos y de otros edificios de la Iglesia.

    • Para solventar los gastos de las actividades de los barrios y estacas y de los manuales.

    • Para pagar la luz, la calefacción y el mantenimiento de los centros de reuniones.

    • Para pagar los gastos de viaje y proporcionar materiales para los misioneros.

    • Para pagar los viajes y otros gastos de las Autoridades Generales.

    • Para comprar computadoras [ordenadores] para utilizar en el templo y en la obra de historia familiar.

    • Para la publicación de las revistas de la Iglesia [Liahona].

    • Para la difusión de programas de la Iglesia por satélite.

    • Para la traducción y publicación de las Escrituras.

    Pida a uno de los niños que dibuje en la pizarra algo que represente la forma en que se utiliza el diezmo según se describe en su hoja de papel. Pida a los demás niños que traten de adivinar lo que representa el dibujo. Repita el ejercicio hasta que todos los niños hayan tenido un turno.

  4. Lea o analice la siguiente cita del presidente Heber J. Grant, séptimo presidente de la Iglesia:

    “El diezmo es una ley de Dios y su pago brinda paz y gozo a los miembros que cumplen con dicha ley. La persona que es absolutamente honrada con el Señor recibe una gran satisfacción dentro de su corazón …

    “En realidad, puedo hablar del diezmo, porque desde que era pequeño y ganaba un poquito de dinero, he pagado mi diezmo. He sido honrado con el Señor y estoy dispuesto a serlo todos los días que me restan de vida, es decir, ante todo, ser honrado con el Señor” (Gospel Standars, comp. G. Homer Durham [Salt Lake City: Improvement Era, 1941], págs. 60, 63).

    Explique que a fin de cada año tenemos la oportunidad de declarar que hemos sido completamente honrados con el Señor en el aspecto económico. A esa reunión se le llama ajuste de diezmos; en ella nos reunimos con el obispo (o presidente de rama) y le decimos si hemos pagado o no un diezmo íntegro.

    Haga que los niños hagan una representación de una entrevista de ajuste de diezmos. Uno de los niños puede hacer de obispo mientras el resto actúa como una familia que paga un diezmo íntegro. Pida al “obispo” que le pregunte a cada miembro de la familia si ha pagado un diezmo íntegro y que cada uno de ellos responda individualmente.

  5. Con sus propias palabras, narre el siguiente relato:

    “[En el año 1929], cerca de Navidad, muchos trabajadores quedaron sin empleo.

    “Nuestra familia se encontraba entre las más afortunadas … ya que mi esposo mantenía todavía su empleo.

    “Sin embargo, en forma inesperada, una semana antes de Navidad fue despedido. Cuando llegó a casa con su último sueldo, sesenta y tres dólares, lo primero que se nos vino a la mente fue: ‘¿En qué lo vamos a gastar?’

    “Habíamos envasado gran cantidad de fruta y verdura, teníamos una vaca y gallinas, y eso hacía que tuviéramos leche, mantequilla y huevos. Como teníamos comida suficiente, habíamos planeado gastar algo de ese dinero en regalos navideños para nuestros tres pequeños hijos que tenían seis, cuatro y un año de edad.

    “Fue entonces que el obispo anunció que a la semana siguiente llevaría a cabo las entrevistas para el ajuste de diezmos. Todos los meses habíamos pagado un diezmo parcial con la esperanza de que nuestra situación económica mejorara y poder así ponernos al día.

    “Después de haber sacado algunas cuentas, llegamos a la conclusión de que tendríamos que pagar exactamente sesenta dólares si queríamos terminar el año habiendo pagado un diezmo íntegro. ¡Nunca sesenta dólares nos habían parecido una suma tan grande! Ese día aprendimos una gran lección: ‘Sé honrado con el Señor cada vez que recibas dinero como pago de tu trabajo’. “…Decidimos por tanto ir a la casa del obispo y darle los sesenta dólares antes de que nos sintiéramos tentados a gastar parte de ese dinero.

    “…Nos habían quedado tres dólares para gastar en regalos de Navidad. Al día siguiente… compramos una pequeña lata de pintura negra y otra de pintura roja… Todas las noches, después de acostar a los niños, mi esposo y yo pasamos muchas horas trabajando para hacer juguetes con trozos de madera que luego pintábamos; además, con restos de tela hice animales de paño rellenos y una muñeca.

    “…Y fue así que nos dispusimos a disfrutar de la Navidad a pesar de nuestra falta de dinero.

    “Sin embargo, a mediados de enero, mi esposo recibió una llamada telefónica en la que le ofrecían un trabajo en el que ganaría ciento cincuenta dólares al mes. ¡Nos parecía una verdadera fortuna! Desde ese momento hasta el día de su muerte, a mi esposo jamás le faltó trabajo y prosperamos tanto espiritual como económicamente.

    “En Malaquías 3:10, leemos: ‘Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde’.

    “Nosotros aceptamos el cometido y en verdad recibimos bendiciones” (Jennie N. Ernstrom, “Tithing Came before Presents”, Ensign, diciembre de 1988, pág. 41).

  6. Ayude a los niños a aprender de memoria Malaquías 3:10.

Conclusión

Testimonio

Testifique a los niños que si obedecen la ley de los diezmos serán bendecidos tanto espiritual como temporalmente. Si lo desea, puede relatarles alguna bendición específica que usted haya recibido debido al pago fiel de sus diezmos.

Sugerencias para que los niños hablen con la familia

Inste a los niños a hablar con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura”.

Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.