Manuales de la Primaria y del Tiempo para compartir
Se construye el Templo de Kirtland


Lección 25

Se construye el Templo de Kirtland

Objetivo

Que los niños sientan el deseo de sacrificarse para ayudar en la edificación del reino de Dios.

Preparación

  1. Estudie, con oración, Doctrina y Convenios 88:119–120; 95:1–3, 8, 11–17 y el relato histórico que se encuentra en esta lección. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos de los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. VI–VIII, y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X).

  2. Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que mejor promuevan la participación de los niños y los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.

  3. Materiales necesarios:

    1. Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.

    2. Papel y una crayola o un lápiz para cada niño.

    3. Lámina 5–25, El Templo de Kirtland (Las bellas artes del Evangelio 500; 62431).

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.

Actividad para despertar el interés

Dé una hoja de papel y una crayola o un lápiz a cada uno de los niños y pídales que dibujen un templo. Concédales unos minutos para que lo hagan y, una vez que hayan terminado, que cada uno de ellos muestre el dibujo que hizo al resto de la clase.

Explíqueles que posiblemente no les haya sido muy difícil hacer un dibujo de un templo porque ya saben cómo son, los han visto personalmente o en láminas. Sin embargo, cuando el Señor le mandó a José Smith que construyera un templo, él nunca había visto uno, ni siquiera en una lámina, pero en una visión, el Señor le reveló al profeta José los planos del Templo de Kirtland.

Acontecimientos históricos y de las Escrituras

Enseñe a los niños acerca de la construcción del Templo de Kirtland tal como se relata en los pasajes de las Escrituras que se dieron en la sección “Preparación” y el siguiente relato histórico (véase “Actividades complementarias”, Nº 1). Muestre la lámina del Templo de Kirtland en el momento que considere más apropiado.

En diciembre de 1832, el Señor mandó a los miembros de la Iglesia que construyeran un templo en la ciudad de Kirtland, estado de Ohio. Ellos debían “establece[r] una casa, sí, una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una casa de gloria, una casa de orden, una casa de Dios” (D. y C. 88:119).

Como los miembros de la Iglesia eran muy pobres y sabían que para construir el templo necesitarían mucho dinero, no comenzaron a edificarlo inmediatamente. Pasaron seis meses y ellos todavía continuaban sin comenzar la edificación del templo. Fue así que, en junio de 1833, el Señor le reveló a José Smith que estaba disgustado con los miembros de la Iglesia porque no habían comenzado a construir Su casa. El Señor dijo que ellos habían “cometido un pecado muy grave” al no obedecer el mandamiento que les había dado (D. y C. 95:3). Los miembros se arrepintieron y, cuatro días después, los hombres comenzaron a acarrear piedras y a hacer las excavaciones para la construcción del templo.

José Smith preguntó a algunos de los demás líderes de la Iglesia su opinión sobre la forma en que debían construir el templo. Algunos dijeron que debían hacerlo de troncos mientras que otros de tablas de madera. José entonces les dijo: Hermanos, ¿en verdad creen ustedes que debemos construir una casa de troncos para nuestro Dios? No, en realidad yo tengo un plan mejor. El Señor me ha mostrado un modelo de la forma en que debemos edificar Su casa y pronto verán la diferencia que existe entre nuestra forma de pensar y la de Él” (citado en Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith, pág. 230). En una visión, la Primera Presidencia de la Iglesia: José Smith, Sidney Rigdon y Frederick G. Williams, vio los planos del Templo de Kirtland. Frederick G. Williams explicó que el Señor le había dicho a José Smith que se reuniera con sus consejeros y que Él les mostraría cómo deberían edificar el templo (véase D. y C. 95:14).

Los tres se arrodillaron para orar y vieron el templo en una visión. Primero vieron la parte de afuera; luego, les dio la impresión de que el edificio pasaba por sobre ellos y pudieron ver el interior. Frederick G. Williams dijo que una vez que el Templo de Kirtland quedó terminado, había quedado exactamente como lo vieron en la visión. Durante la construcción alguien trató de persuadir a José Smith para que cambiara parte del diseño, pero él insistió en que el templo debía edificarse tal cual se les había mostrado en la visión.

El Templo de Kirtland no era exactamente igual que los templos de la actualidad, donde las familias se sellan por esta vida y la eternidad, y donde se efectúa la obra por los muertos. Era más parecido a un centro de reuniones especial donde los miembros llevaban a cabo las reuniones de la Iglesia. El Señor les dijo con precisión el tamaño que debía tener el templo (D. y C. 95:15): tenía 33 metros (110 pies) de altura, desde el suelo hasta la punta de la cúpula. Se había construido de piedra y las paredes exteriores se habían revocado con argamasa. En el interior, la planta baja tenía tres filas ascendentes de asientos con tres púlpitos cada uno de ellos sobre el lado oeste y este del salón. Las filas de uno de los extremos eran los púlpitos del Sacerdocio de Melquisedec mientras que los del otro extremo eran los del Sacerdocio Aarónico. Los asientos del salón eran giratorios con el fin de que la congregación pudiera mirar hacia ambos lados del salón.

Debido a que los miembros de la Iglesia eran muy pobres, tuvieron que sacrificarse mucho para edificar el Templo de Kirtland. Casi todos los hombres que podían trabajar y que no se encontraban lejos haciendo la obra misional, ayudaron a edificar el templo. José Smith era el encargado de la cantera donde se sacaba la piedra para levantar las paredes. Los sábados, los que tenían caballo y carretas acarreaban la piedra acumulada en la cantera hasta el solar donde se estaba construyendo el templo para que de esa forma los albañiles tuvieran suficiente piedra cortada para trabajar durante la semana.

Emma Smith supervisaba a las hermanas de Kirtland en la confección de ropa para los trabajadores del templo. Ellas hicieron también alfombras y cortinas de lienzo blanco. Las cortinas se colgaron desde el techo del templo de tal manera que se podían utilizar para dividir los salones grandes del primer y segundo piso en cuartos pequeños. Se habían colgado también cortinas sobre los púlpitos con el objeto de brindar cierto aislamiento cuando era necesario estar en privado.

Muchas personas trabajaron todos los días en la construcción del templo. En ocasiones, los trabajadores no tenían mucha comida ni ropa adecuada ya que donaban todo el dinero que poseían para edificar el templo. Daniel Tyler dijo:

“Cuantas veces vi a esos humildes y fieles siervos del Señor, después de haber estado todo el día trabajando arduamente en la cantera o en la construcción donde se estaban levantando las paredes del templo, agotados y sin fuerzas, pero con los rostros radiantes de alegría, volver a sus casas con un poco de harina de maíz que alguien había donado. Para las familias que no tenían una vaca que les diera un poco de leche, esa harina de maíz era todo lo que tenían para subsistir. Cuando recibían un poco de harina, mantequilla o carne, lo consideraban un lujo. En ocasiones, recibían como donativo un poco … de melaza, pero muchas veces, los hermanos tenían que buscar trabajo en otro lado para conseguir unos cuantos litros; luego de lo cual volvían a trabajar en la construcción del templo” (citado en Karl Ricks Anderson, Joseph Smith’s Kirtland: Eyewitness Accounts, pág. 161).

Los líderes de la Iglesia y los miembros oraron pidiendo ayuda para terminar el templo, y una de las formas en que el Señor contestó esas oraciones fue enviando algunos miembros ricos a Kirtland. Ellos tenían el dinero suficiente para pagar el dinero que los miembros de la Iglesia debían al banco y evitar así que éste se adueñara del templo.

Los miembros de la Iglesia tenían que proteger el templo del populacho que intentaba destruirlo. Algunos hermanos dormían muy poco, ya que trabajaban durante todo el día en la construcción del templo y de noche tenían que quedarse a hacer guardia armados. El populacho tenía también amenazada la vida del Profeta y de otros líderes de la Iglesia. Oliver Huntington, el guardaespalda de José Smith, relató el incidente que ocurrió en una ocasión:

“En esa época, era necesario que los hermanos protegieran a José Smith día y noche de la violencia del populacho. Una noche en que se encontraba en una cabaña de troncos junto a varios de los hermanos que hacían arreglos para ver quien se quedaba de guardia esa noche, José Smith escuchó la oración que un niño pequeño daba en una habitación contigua.

“El niño oraba pidiendo protección para el Profeta, para que esa noche estuviera protegido del ataque del populacho.

“Cuando el niño terminó de orar, José Smith se volvió hacia sus hermanos y les dijo que se fueran todos a la cama y que durmieran tranquilos esa noche porque Dios había oído la oración del pequeño y la contestaría. De modo que todos se fueron a acostar y durmieron seguros hasta la mañana sin ser molestados” (citado en Anderson, pág. 165).

Los miembros de la Iglesia juntaron vajilla y cristal rotos para que los mezclaran con el revoque para que el templo se viera más hermoso. Cuando el templo estuvo terminado, las paredes exteriores brillaban bajo la luz de los rayos del sol.

El Señor mandó a los miembros de la Iglesia que edificaran el Templo de Kirtland porque necesitaba un lugar en el cual Él y otros mensajeros celestiales pudieran ir a restaurar las llaves indispensables del sacerdocio. Los miembros necesitaban también un lugar donde reunirse y aprender de sus líderes. El edificar el Templo de Kirtland fue una empresa muy grande, pero los miembros trabajaron arduamente y tenían fe en que el Señor los ayudaría a llevar a cabo lo que Él les había mandado hacer. Antes de marzo de 1836, el templo estaba listo para ser dedicado.

Preguntas para analizar y aplicar

Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes con los niños en la clase les ayudará a que entiendan mejor las Escrituras.

• ¿Qué clase de edificio mandó el Señor que construyeran los miembros de la Iglesia? Pida a uno de los niños que lea Doctrina y Convenios 88:119 mientras los demás siguen en silencio la lectura en sus ejemplares de las Escrituras. ¿Por qué es importante que la casa del Señor sea todo eso? ¿Qué podemos hacer para que nuestra casa se convierta en un lugar así? (Véase la actividad complementaria Nº 2.)

• ¿Por qué no estaba complacido el Señor con los miembros de la Iglesia en junio de 1833? (D. y C. 95:3.) ¿Por qué esperaron para comenzar a edificar el templo? ¿Han dejado alguna vez de hacer algo, que saben que deben hacer, porque tenían miedo o porque no sabían la forma en que podrían lograrlo? Permita que los niños cuenten sus experiencias al respecto. ¿Qué les prometió el Señor a los miembros de la Iglesia si guardaban Sus mandamientos? (D. y C. 95:11.) ¿Qué les dijo que pasaría si ellos no guardaban Sus mandamientos? (D. y C. 95:12.) ¿Qué nos promete el Señor si guardamos Sus mandamientos? ¿Qué pasa si no los guardamos?

• ¿Quién les dio el modelo para hacer el templo? (D. y C. 95:13–14.) ¿Cómo se enteraron los miembros de la Iglesia cuál era ese modelo? ¿Quiénes vieron el modelo del templo en una visión?

• ¿Cuáles eran algunos de los propósitos del Templo de Kirtland? (D. y C. 95:16–17.) ¿Cuáles son algunos de los propósitos de los templos hoy día?

• ¿Qué sacrificios hicieron los miembros de la Iglesia para edificar el Templo de Kirtland? ¿Qué sacrificios han hecho ustedes por la Iglesia? ¿Qué sacrificios se les puede pedir que hagan en el futuro para ayudar a edificar el reino de Dios? (Véanse las actividades complementarias Nº 3 y 4.)

• ¿Cómo creen que se sintieron los miembros de la Iglesia al ver terminado el Templo de Kirtland? ¿Cómo se sienten ustedes cuando se sacrifican con el objeto de hacer algo que se les haya pedido?

Actividades complementarias

En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido utilice una o más de las siguientes actividades:

  1. Lleve a la clase objetos que representen los mencionados en el relato histórico, tales como piedras, un trozo de tela blanca para representar las cortinas, algo de loza o cristal, una aguja de coser, harina de maíz, dinero de juguete o algunas monedas de poco valor y un reloj (para representar el tiempo que pasaron para edificar el templo).

    Al comienzo de la clase, pida a cada uno de los niños que elija un objeto. Al mencionar cada uno de los objetos durante el relato histórico, el niño que lo tiene debe ponerlo a la vista sobre la mesa o en el suelo. Una vez que usted haya terminado la narración, analicen de qué forma cada una de esas cosas representa algo que los miembros de la Iglesia sacrificaron con el fin de edificar el templo.

  2. Escriba en hojas de papel, por separado, cada una de las oraciones descriptivas que se encuentran en Doctrina y Convenios 88:119 (“una casa de oración”, “una casa de ayuno”, etc.) y colóquelas en una caja.

    Pida a los niños que por turno elijan uno de los papeles de la caja (si su clase fuera muy numerosa, hágalos pasar por parejas). Lea o pida a un niño que lea Doctrina y Convenios 88:119 en voz alta mientras los niños colocan a la vista las oraciones en el orden en que se vayan leyendo. Pida a cada uno de los niños (o pareja) que haya elegido una de las oraciones que sugieran una forma en la cual pueden ayudar a que su casa adquiera esa característica. (Por ejemplo: “Al participar reverentemente en las oraciones familiares y personales, puedo hacer que mi casa se convierta en una casa de oración” o “Al guardar mi ropa y mis juguetes en su lugar puedo hacer que mi casa se convierta en una casa de orden”.) Pida a los demás niños que agreguen sus propias ideas.

    Aliente a los niños a que elijan una o dos cosas que deseen poner en práctica durante la semana con el fin de que sus hogares se parezcan más a la casa del Señor.

  3. Escriba en hojas de papel cada una de las letras que forman la palabra sacrificio. Mézclelas y luego pida a los niños que traten de colocarlas en su debido orden.

    • ¿Qué sacrificios hicieron los miembros de la Iglesia en Kirtland para edificar el templo?

    • ¿Qué sacrificios han visto ustedes que algunos de los miembros de la Iglesia hacen en la actualidad para asistir al templo?

    Hábleles sobre alguien que usted conozca que se haya sacrificado para asistir al templo, o, en sus propias palabras, narre el siguiente relato que contó el élder Claudio R. M. Costa, del Segundo Quórum de los Setenta:

    “Un hombre al que conocí vivía sencillamente en un pequeño pueblecito en medio de la selva del Amazonas. Después que él y su familia se bautizaron, estaba ansioso porque pasara un año para poder llevar a su esposa y a sus hijos al templo. El templo de Sao Paulo está muy lejos del Amazonas, y por lo general lleva cuatro días en bote y cuatro días en autobús para llegar, o sea, aproximadamente una semana entera de viaje. El hermano era carpintero de muebles. ¿Cómo podía ahorrar lo necesario para pagar su viaje, el de su esposa y el de sus hijos? A pesar de trabajar duramente durante varios meses, había ganado muy poco dinero.

    “De manera que, cuando llegó el momento de ir al templo, vendió todos los muebles y aparatos eléctricos que tenía, incluso la sierra eléctrica y su único medio de trasporte, una motocicleta, todo absolutamente, y fue al templo con su familia. Les llevó ocho días llegar a Sao Paulo. Después de pasar cuatro gloriosos días en el templo haciendo la obra del Señor, tuvieron que viajar otros siete días para regresar a su casa. Pero regresaron felices, sabiendo que sus dificultades y luchas no eran nada comparadas con la indecible felicidad y las grandes bendiciones que habían recibido en la Casa del Señor” (“Los principios invalorables que llevan al éxito”, Liahona, enero de 1995, págs. 30–31).

  4. Escriba en tarjetas u hojitas de papel algunos sacrificios que deben hacer los niños, tales como asistir a las reuniones de la Iglesia, pagar los diezmos, prestar servicio o hacer obra misional. Haga por lo menos una tarjeta para cada niño de su clase.

    Pida a los niños que elijan una tarjeta, la lean en voz alta y mencionen una o dos formas en que lo que está escrito podría requerir sacrificio. Luego, trate de que los niños piensen en maneras en que podrían ser bendecidos si se sacrificaran para hacer lo que el Señor les ha pedido.

  5. Lleve a la clase dos juegos de cubos idénticos (o cubos hechos de papel) que se puedan utilizar para hacer un pequeño edificio. Divida a los niños en dos grupos y siéntelos de manera que los miembros de un grupo no puedan ver lo que están haciendo los del otro grupo. Pida a uno de los grupos que construya un templo con los cubos y que luego les den instrucciones al otro grupo de cómo edificar un templo idéntico. Pida al segundo grupo que trate de construir un templo idéntico sólo con las instrucciones que le dé el primer grupo, sin mirar el que éstos construyeron. (Es necesario que ponga un límite de tiempo para realizar esta actividad.)

    Cuando el segundo grupo haya terminado, pídales que miren al templo que construyó el primer grupo y que hagan las correcciones necesarias para que queden idénticos. Recuerde a los niños que José Smith no sólo recibió las instrucciones verbales de cómo edificar el Templo de Kirtland, sino que también vio el templo en una visión, y que por lo tanto, sabía exactamente cómo debía construirlo.

  6. Canten o repitan la letra de la canción “Me encanta ver el templo” (Canciones para los niños, pág. 99).

Conclusión

Testimonio

Testifique que cuando hacemos lo que el Señor nos pide, aun cuando para ello se requiera un gran sacrificio de nuestra parte, Él nos ayudará y bendecirá.

Sugerencia de lectura

Sugiera a los niños que estudien en casa Doctrina y Convenios 88:119 y 95:11–12 como repaso de esta lección.

Sugerencias para que los niños hablen con la familia

Exhorte a los niños a que hablen con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura” que tienen para estudiar en casa.

Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.