Manuales de la Primaria y del Tiempo para compartir
Los pioneros demuestran fe en Jesucristo


Lección 42

Los pioneros demuestran fe en Jesucristo

Objetivo

Fortalecer la fe de los niños en Jesucristo por medio de la enseñanza de la fe que tenían los pioneros.

Preparación

  1. Estudie, con oración, los relatos de los acontecimientos históricos que se dan en esta lección; Moroni 7:33; Doctrina y Convenios 8:10, 20:29 y el cuarto Artículo de Fe. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos y los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. 00-00 y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X.)

  2. Lectura complementaria: Principios del Evangelio (31110 002), capítulo 18.

  3. Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que promuevan la participación de los niños y que mejor los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.

  4. Prepárese para relatarles la historia de algún pionero antepasado suyo o de un pionero moderno (alguien que haya sido el primer miembro de la Iglesia en un lugar o en alguna familia).

  5. Materiales necesarios:

    1. Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.

    2. Un ejemplar del Libro de Mormón.

    3. La lámina 5–48, Jesús el Cristo (Las bellas artes del Evangelio 240; 62572); la lámina 5–49, Mary Fielding y Joseph F. Smith cruzan las planicies, (Las bellas artes del Evangelio 412; 62608); la lámina 5–50, Lugar de descanso en Sweetwater.

Nota para el maestro: Esta lección contiene más relatos de los acontecimientos históricos de los que usted tendrá tiempo para utilizar durante el período de clase; por tanto, elija los que piense que van a tener más significado para los niños de su clase.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.

Actividad para despertar el interés

Realice con los niños el siguiente juego de los pioneros:

Pida a uno de los niños que salga de la habitación o que cierre los ojos mientras usted esconde un dedal, una piedra (guijarro) u otro objeto pequeño dentro del salón de clases. Después pida al niño que regrese o abra los ojos y que busque el objeto que usted escondió mientras el resto de la clase lo ayuda diciendo “caliente” cuando está cerca o “frío” cuando se aleja del objeto que esté buscando.

Cuando el niño lo encuentre, explique a la clase que la lección de hoy se trata acerca de la fe de los pioneros. Escriba la palabra FE en la pizarra.

• ¿Qué significa tener fe?

Explique que la fe es creer y confiar en algo que es real y verdadero aun cuando no lo hayan visto con sus propios ojos. Explique que el niño que buscaba el objeto escondido tenía fe en que estaba en la sala, aun cuando no podía verlo.

• ¿En quién debemos tener fe?

Muestre la lámina de Jesucristo. Ayude a los niños a repasar el cuarto Artículo de Fe y explique que ese Artículo de Fe dice que la fe en Jesucristo es el primer principio del Evangelio.

• ¿Por qué es importante que tengamos fe en Jesucristo?

Explique que es necesario que creamos que Jesucristo es nuestro Redentor para poder creer que es posible que nos arrepintamos de nuestros pecados y vivamos con Él y con nuestro Padre Celestial nuevamente.

Indique que cuando estamos dispuestos a guardar los mandamientos, aun cuando nos resulte difícil hacerlo, demostramos la fe que tenemos en Jesucristo. El obedecer los mandamientos nos ayuda a aumentar nuestra fe. Trate de que los niños comprendan que cuando asisten a las reuniones de la Iglesia y hacen lo que es justo, demuestran la fe que están aprendiendo a desarrollar en Jesucristo.

Acontecimientos históricos

Enseñe a los niños acerca de la fe de los pioneros, tal como se ilustra en los siguientes relatos de los acontecimientos históricos. Narre tantos relatos como le sea posible y luego haga las preguntas correspondientes de la sección “Preguntas para analizar y aplicar”. Al narrar cada relato, asegúrese de que los niños se den cuenta de la forma en que la fe en Jesucristo tuvo consecuencias en las decisiones que tomaron las personas. Muestre las láminas en el momento en que considere más apropiado.

Después que la primera compañía de pioneros llegó al Valle del Lago Salado (Salt Lake), Brigham Young comenzó a hacer los preparativos para ayudar al resto de los miembros de la Iglesia a hacer el viaje a través de las llanuras. En los meses que siguieron, varias caravanas más comenzaron a llegar. Por muchos años (de 1847 a 1869), caravanas de miembros de la Iglesia cruzaban las llanuras hasta el Valle del Lago Salado (Salt Lake) tanto en carromatos como en carros de mano. Algunos tuvieron que cruzar primero el océano, desde otras tierras, antes de atravesar las llanuras. Fue un viaje muy difícil para todos los pioneros y muchos murieron en el camino, mientras que otros sufrieron grandes penurias. Los pioneros dejaron sus casas y viajaron hacia el oeste del país debido a la fe que tenían en Jesucristo y en la veracidad del Evangelio restaurado. Esa fe les ayudó durante los momentos difíciles que tuvieron que soportar.

Le roban el ganado a Mary Fielding Smith

Después de la muerte del profeta José Smith y de su hermano Hyrum, la esposa de éste último, Mary Fielding Smith, dejó Nauvoo y se dirigió a Winter Quarters con sus hijos y otras personas que el hermano Hyrum y ella habían alojado en su casa.

Mientras se encontraban en Winter Quarters, la hermana y algunos familiares viajaron al sur hasta Misuri con el fin de adquirir provisiones para el viaje al oeste. Sin embargo, el mal tiempo hizo el viaje muy difícil y los bueyes tuvieron grandes dificultades para arrastrar las pesadas carretas que se encontraban llenas hasta el tope. El viaje a Misuri les llevó una semana, pero el viaje de regreso a Winter Quarters les llevó mucho más tiempo.

Durante el camino de regreso, Mary y su familia acamparon junto al río Misuri. Cerca de ellos se encontraban acampados varios hombres que guiaban una manada de ganado para vender en el mercado. Por lo general, el hijo de la hermana Smith, Joseph F., y su tío, le quitaban el yugo a los bueyes para que de esa forma pudieran descansar y comer mejor; pero en esa ocasión, como se encontraban tan cerca del otro ganado, se lo dejaron puesto con el fin de encontrarlos más fácilmente, si se mezclaban con los demás animales de la manada.

A la mañana siguiente, algunos de los bueyes se habían perdido. Joseph F. y su tío pasaron toda la mañana buscándolos sin poder encontrarlos. Cuando Joseph F. regresó al campamento, cansado y triste, encontró a su mamá de rodillas orando y escuchó que ella le pedía al Señor que los ayudara a encontrar los bueyes que se habían perdido para poder así continuar el viaje sin problemas.

Cuando la hermana terminó de orar, su rostro estaba iluminado por una sonrisa. A pesar de que su hermano le dijo que lo más seguro era que los animales se hubieran perdido para siempre, Mary dijo que ella saldría a buscarlos un poco más. Él trató de convencerla diciéndole que con Joseph F. habían buscado por todos lados sin resultado alguno y que no tenía sentido que ella también lo hiciera. Sin embargo, la hermana Fielding Smith salió en busca del ganado.

Mientras se alejaba del campamento, uno de los hombres que estaba guiando la manada al mercado la llamó:

“Señora, esta mañana, al despuntar el día, he visto a sus bueyes dirigirse en esa dirección.” A pesar de que el hombre le señalaba en la dirección opuesta, ella continuó caminando hacia el río. Poco después Joseph F., que la observaba, vio que le hacía señas; al acercársele corriendo, vio los bueyes atados a un grupo de sauces. Alguien los había escondido, posiblemente con la intención de robarlos. Una vez encontrados los bueyes, Mary Fielding Smith y su familia pudieron continuar el viaje. (Véase Don Cecil Corbett, Mary Fielding Smith: Daughter of Britain, págs. 209–213.)

Mary Fielding Smith y su familia cruzan las llanuras

Cuando llegó el momento en que Mary Fielding Smith y el grupo de personas que la acompañaría partirían hacia el oeste, muchos de los animales con los cuales había contado para hacer el viaje habían muerto debido al frío intenso que había hecho ese invierno. Ella se preparó para el viaje lo mejor que pudo; sin embargo, tuvo que unir dos carromatos porque no tenía suficientes bueyes ni tampoco conductores. Además, en lugar de yuntas de bueyes robustos para arrastrar cada uno de los carromatos, tenía novillos salvajes, vacas y bueyes jóvenes. Esos animales no habían sido entrenados para trabajar juntos y era muy difícil controlarlos.

El capitán de la caravana le dijo a la hermana Fielding Smith que era absurdo que ella hiciera el viaje al oeste sin estar preparada; que en esas condiciones nunca llegaría al Valle de Lago Salado y sería además un estorbo para los demás. Le pidió que regresara a Winter Quarters y esperara hasta estar bien preparada antes de emprender el viaje al Valle del Lago Salado. Pero ella le informó al capitán que no necesitaría de su ayuda y que, incluso, llegaría al Valle del Lago Salado antes que él.

Algunos amigos le proporcionaron varios bueyes, lo cual fue una gran bendición para la hermana Fielding Smith y su familia; además, a medida que pasaban los días, los bueyes que no habían sido entrenados aprendieron a trabajar juntos. Todos los niños ayudaron durante el viaje; Martha, la menor, juntaba leña y ramas de arbustos para el fuego y ayudaba a cuidar el resto del ganado (los animales que no tiraban de los carromatos). Joseph F., que en ese entonces tenía ocho años, conducía una yunta de bueyes y lo mismo hacía John, su hermano mayor. Jerusha y Sarah ayudaban con los quehaceres diarios y cuidaban del ganado. Todos los niños caminaron descalzos la mayor parte del camino.

Un día, cuando la caravana cruzaba el estado de Wyoming, uno de los bueyes de la hermana Mary cayó al suelo como si hubiera estado envenenado y daba la impresión de que moriría. Eso agravaba la situación, ya que ella no tenía otro buey para reemplazarlo. Al comenzar a ponerse rígido el animal, el capitán de la compañía exclamó: “Está muerto, no se gana nada con tratar de ayudarle; será necesario buscar otra forma de llevar a la viuda [la hermana Fielding Smith]. Le dije que sería una carga para la compañía”.

Mary no dijo nada, sino que se dirigió al carromato y volvió con una botellita de aceite consagrado y le pidió a su hermano, Joseph Fielding, y a otro hermano de la Iglesia que le dieran una bendición al buey. “Fue un momento solemne el que se presenciaba en aquel lugar bajo el sol, y se sintió una gran quietud sobre aquella escena. Los hombres se sacaron el sombrero; todos inclinaron la cabeza mientras Joseph Fielding… puso las manos sobre la cabeza del [moribundo] buey y oró. La gran bestia yacía echada y muy quieta; sus ojos vidriosos miraban hacia la nada. Un momento después de la bendición, el animal se estremeció, se empezó a mover, se levantó y empezó a caminar como si nada hubiera pasado”. Poco después otro buey se enfermó y también fue bendecido y se recuperó.

El día antes de que la caravana llegara al Valle del Lago Salado, varios de los bueyes de la hermana Fielding Smith se habían extraviado nuevamente; pero ella oró pidiendo a su Padre Celestial que la ayudara a encontrarlos; estaba segura que Él la ayudaría.

El capitán y el resto de la caravana se pusieron en marcha dejando atrás a Mary y a su familia, que todavía se encontraba buscando los bueyes. De pronto, se desató una gran tormenta con fuertes truenos y relámpagos, y la lluvia comenzó a caer a torrentes. Todos se vieron forzados a detenerse. Durante la tormenta, John, de dieciséis años, encontró los animales y logró amarrarlos y tenerlos listos para partir tan pronto como pasó la tormenta. La familia de Mary Fielding Smith siguió su camino mientras que los demás integrantes de la caravana que habían salido antes continuaban alistándose; por lo tanto, llegaron al valle varias horas antes que el capitán y el resto de la caravana. (Véase Corbett, págs. 223–249.)

Margaret McNeil ayuda a su familia a cruzar las llanuras

Margaret McNeil y su familia se habían unido a la Iglesia en Escocia y emigraron a Utah cuando ella tenía diez años. Margaret anduvo a pie durante todo el camino a través de las llanuras, muchas veces llevando a cuestas sobre la espalda a su hermano James, de cuatro años. La madre de la niña se enfermó y pasó la mayor parte del viaje enferma, por lo que Margaret tuvo que ayudar lo más posible.

Todos los días preparaba el desayuno y la cena para la familia y cuidaba de la vaca. Como el animal tenía que comer bien para dar leche para toda la familia, Margaret se adelantaba a la caravana con la vaca, la dejaba pastar hasta que la caravana las alcanzaba y las pasaba, y después se apuraba para alcanzarla. Cuando llegaban a un río, se aferraba de la larga cola de la vaca y nadaba con ella hasta la otra orilla.

Los comestibles que los hermanos McNeil habían llevado consigo para el viaje se terminaron y tuvieron que alimentarse de leche y una especie de grosella silvestre. Cuando finalmente llegaron a Utah se sintieron muy agradecidos a nuestro Padre Celestial por haberlos ayudado a llegar sanos y salvos. (véase Margaret McNeil Ballard, “I walked Every Step of the Way”, págs. 10–11; véase también Susan Arrington Madsen, “I Walked to Zion”, págs, 125–126.)

Jedediah M. Grant recibe consuelo

Jedediah M. Grant fue miembro del Primer Consejo de los Setenta y capitán de una de las compañías pioneras. Fue también padre de Heber J. Grant, quien llegó a ser el séptimo Presidente de la Iglesia. Mientras la familia Grant cruzaba las llanuras, la esposa de Jedediah y su pequeña hijita se enfermaron de cólera, una enfermedad que muchas personas tuvieron durante el viaje al Valle del Lago Salado. Sintiéndose morir, la esposa de Jedediah le pidió a su marido que la enterraran junto con su bebita en el Valle de Lago Salado. Sin embargo, la niña murió primero y tuvo que ser enterrada en una tumba poco profunda en el estado de Wyoming. La esposa de Jedediah murió cerca del final del viaje y fue enterrada en el Valle del Lago Salado. Más tarde, en un viaje que hizo a Wyoming, Jedediah fue hasta la tumba de su hija y encontró que los lobos habían escarbado en ella.

Sin duda, fue muy difícil para el hermano Grant perder a su esposa y a su hija, pero aún así siguió obedeciendo a los líderes de la Iglesia. Varios años después, vio el mundo de los espíritus en una visión y, en él, a su esposa con su pequeña hija en brazos. Ella le mostró a la niña y le dijo: “Esta es nuestra pequeña Margaret”. El hermano Grant entonces supo que a pesar de que la niña había muerto en las llanuras y su tumba violada por los lobos, su hija se encontraba segura en el mundo de los espíritus con su madre. (Véase Church History in the Fulness of Times, págs. 337–338.)

Lydia Knight ayudó a otras personas a cruzar las llanuras

Después del martirio de José y Hyrum Smith, la familia de Newel y Lydia Knight comenzó el viaje de traslado al oeste con el resto de los miembros de la Iglesia. Sin embargo, una noche de invierno, el hermano Newel cayó gravemente enfermo y poco después falleció. La hermana Lydia quedó sola, con siete hijos y otro por nacer, y sin nadie que la ayudara ni protegiera. Siguió camino hasta Winter Quarters, donde el presidente Brigham Young le aconsejó que no emprendiera el difícil viaje al Valle del Lago Salado con un bebé recién nacido. De todas formas, él le pidió si podía prestar sus bueyes y carromatos para que otras personas pudieran utilizarlos para hacer el viaje. Sin dudar, la hermana Knight se los dio. Dos años más tarde, ella pudo obtener nuevo equipo y hacer el viaje hacia el Valle del Lago Salado con sus hijos (véase Valientes B, pág. 97).

Louisa Wells condujo una yunta de bueyes a través de las llanuras

Cuando Louisa Wells, de veintidós años, cruzó las llanuras con su familia, recibió la responsabilidad de conducir una de las yuntas de bueyes de su padre y cuidar a la vez de su hermano y su hermana, ambos menores que ella.

Después de empacar todo lo que poseía en el carromato, valientemente Louisa se puso en camino. Llevaba puesta en la cabeza una papalina (gorra de tela ligera con dos puntas que tapa las orejas) y una sombrilla en la mano para protegerse del sol. En la otra mano llevaba una fusta para controlar los animales. Las cosas anduvieron bien por corto tiempo, tomando en cuenta que Louisa nunca había conducido antes una yunta de bueyes, pero poco después comenzó a llover y al poco rato su sombrilla y su papalina estaban completamente empapadas e inservibles. Antes de caer la noche, ella estaba toda mojada y sucia de lodo.

A pesar de tan desalentador comienzo, Louisa continuó la marcha sin echarse atrás. Cuando la caravana llegó al Río Sweetwater, la mejor yunta de bueyes que Louisa tenía en su carromato murió al tomar agua en malas condiciones y ella tuvo que utilizar dos vacas en su lugar. Las vacas no estaban acostumbradas a llevar carromatos, por lo que Louisa se vio forzada a jalar de ellas y a impulsarlas a seguir adelante por el resto del camino. Poco después, una hermana de la caravana se enfermó y a Louisa le asignaron la tarea de cuidar de ella. Durante tres semanas ella anduvo al lado de su carromato durante todo el día y por la noche cuidó de la enferma. Por suerte, Louisa se mantuvo sana y sin mayores contratiempos guió a su yunta y a su carromato hasta el valle con el resto de la compañía.

Después de haber gastado tres pares de zapatos durante el camino, Louisa se colocó trapos en los pies para protegerlos, pero la tela se gastaba en pocas horas y las cortaduras que se hacía en los pies dejaban un rastro de sangre en el camino. (Véase Edward W. Tullidge, The Women of Mormondom, págs. 336–337.)

Jane Allgood recibió aliento cuando más lo necesitaba

En 1864, Jane Allgood, de quince años, fue con sus padres a Estados Unidos desde Inglaterra y cruzó las llanuras hasta el Valle del Lago Salado. Años más tarde, Jane le contó a su nieta lo cansador que había sido el viaje. Los jóvenes que integraban la compañía tuvieron que caminar durante todo el trecho y los únicos alimentos que tenían para comer eran harina, frijoles y duraznos. Un día, Jane y su amiga Emma, estaban tan cansadas de caminar que se sentaron a descansar. Vieron como los carromatos seguían camino sin preocuparse por ellas, pero se sentían tan doloridas que no les importó que se alejaran dejándolas atrás; pensaban que les sería imposible dar un paso más. Jane contó: “Mientras nos encontrábamos sentadas sientiéndonos terriblemente cansadas, un joven se acercó a nosotras montado en un caballo.

No vimos de donde vino ni a donde se fue después de hablar con nosotras, pero nos habló con mucho cariño y nos alentó a seguir adelante. Nos prometió que si tratábamos de hacerlo lo lograríamos y saldríamos ilesas”. Jane dijo que estaban tan cansadas que no les importaba vivir o morir, pero que el hombre fue tan bondadoso y las alentó tanto a seguir el viaje que las dos jovencitas comenzaron a sentirse mejor y con más fortaleza y volvieron a caminar hasta encontrarse con la caravana de carromatos, ya entrada la noche. (Véase Julie A. Dockstader, “Children Entered Valley with ‘Hearts All Aglow’”, págs. 8–9.)

Pioneros modernos edifican la Iglesia

Recuerde a los niños que el pionero es alguien que prepara el camino para los que vienen detrás. Explique que muchos miembros de la Iglesia son pioneros modernos. Relate la historia de un pionero moderno, ya sea de su familia o de alguien que conozca o haya leído, que sea la primera persona de la familia o el lugar en unirse a la Iglesia. Ponga de relieve lo indispensable que es que los miembros nuevos demuestren fe en Jesucristo al unirse a la Iglesia.

Preguntas para analizar y aplicar

Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes con los niños en la clase les ayudará a que entiendan mejor las Escrituras.

• ¿En qué forma la fe que tenía Mary Fielding Smith en Jesucristo la ayudó a encontrar los bueyes perdidos? Explique que nuestro Padre Celestial y Jesucristo saben todo y que nosotros podemos recibir su guía cuando oramos con fe (véase D. y C. 8:10). Indique que Mary oró pidiendo ayuda y luego ella y su familia pusieron todo lo que estaba de su parte para buscar el ganado perdido.

• ¿De qué manera fue una bendición para su familia la fe que Mary Fielding Smith tenía en el poder del sacerdocio? Recuerde a los niños que el sacerdocio es el poder y autoridad para actuar en el nombre de Dios. Cuando ejercemos fe en el poder del sacerdocio estamos demostrando fe en Jesucristo.

• ¿En dónde creen que obtuvo una niña de diez años, como lo era Margaret McNeil, la fortaleza para hacer todo lo que hizo? (Moroni 7:33.) ¿Creen que hubiera sido difícil para ustedes si se hubieran encontrado en su lugar?

• ¿Cómo fue recompensada la fe de Jedediah M. Grant? ¿De qué manera el obedecer al profeta y a los demás líderes de la Iglesia demuestran la fe que tenemos en Jesucristo?

• ¿Por qué pudo haber sido difícil para Lydia Knight haber dado sus bueyes y carromatos? ¿En qué forma ese hecho demostró la fe que ella tenía?

• ¿Por qué creen que Louisa Wells continuó el viaje a pesar de las dificultades que tuvo que enfrentar? Cuente una experiencia personal relacionada con problemas y dificultades que haya tenido que enfrentar por defender el Evangelio.

• ¿De qué manera ayudó el Padre Celestial a Jane Allgood y a su amiga Emma a encontrar la fortaleza que necesitaban para continuar el viaje? ¿Por qué es importante no darnos por vencidos cuando nos sentimos cansados o desalentados? ¿Cómo puede nuestra fe en Jesucristo ayudarnos en momentos como esos? (Véase la actividad complementaria Nº 3.)

• ¿Por qué cada uno de esos pioneros hizo todos los sacrificios que fueron necesarios para cruzar las llanuras? (Las respuestas podrían ser para estar con otros miembros de la Iglesia, para escapar de la persecución y para obedecer a los líderes de la Iglesia.) Explique que a principios de la organización de la Iglesia, los miembros que se encontraban en diferentes partes del mundo tenían poca o ninguna comunicación con los líderes u otros miembros de la Iglesia. Fueron al Valle del Lago Salado con el fin de estar con otros miembros y aprender de los líderes. En la actualidad, la comunicación ha mejorado considerablemente y aun cuando en algunos lugares del mundo sólo hay unos pocos miembros, se nos insta a permanecer en nuestra tierra natal y ayudar a edificar la Iglesia en el país en el cual vivimos.

• ¿De qué manera esos pioneros fortalecieron su fe en Jesucristo y en el Evangelio restaurado? ¿En qué forma podemos nosotros fortalecer nuestra fe? (Véase la actividad complementaria Nº 4.)

• Si hubieran sido pioneros, ¿qué les hubiera sido más difícil? ¿Cómo piensan que hubieran resuelto o superado sus situaciones? ¿Qué problemas enfrentan ustedes que no tuvieron los pioneros? ¿En qué forma la fe que tienen en Jesucristo los ayuda a superarlas? (Véase la actividad complementaria Nº 3.)

• ¿Qué dificultades estarían dispuestos a soportar para poder estar con otros miembros de la Iglesia y adorar a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo? ¿Cuáles son algunas de las formas en las que soportamos dificultades para defender el Evangelio? (Las respuestas podrían ser al prestar servicio misional o al sacrificarse para que alguien salga como misionero, al ser uno de los pocos miembros de la Iglesia que asisten a su escuela o hay en su vecindario.) ¿De qué forma la fe que tienen en Jesucristo les podría ayudar en circunstancias como esas? (Moroni 7:33.)

• ¿Cuándo han tenido que elegir hacer algo que es correcto aunque les haya resultado bastante difícil? ¿Por qué han decidido hacerlo? Explíqueles que cuando escogemos obedecer los mandamientos estamos demostrando nuestra fe en Jesucristo. Ponga de relieve que tener fe en Jesucristo significa tener tanta fe en Él que obedecemos cualquier cosa que nos pida.

• ¿En qué forma puede afectar la fe en el Señor Jesucristo la manera en que vivimos diariamente?

• ¿Cómo puede la fe que tenemos en Jesucristo ayudarnos cuando estamos tristes o tenemos problemas? (Véase la actividad complementaria Nº 3.)

Actividades complementarias

En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido utilice una o más de las siguientes actividades:

  1. Escriba en la pizarra o en tiras de cartulina el título Fe y las referencias de las Escrituras que se dan a continuación. Pida a cada uno de los niños (o de a dos si su clase es muy numerosa) que busquen uno de los pasajes y lo lean a la clase. Analicen todos juntos lo que nos enseña ese pasaje de las Escrituras acerca de la fe y escriba en la pizarra (o coloque una tira de cartulina) bajo cada referencia, una declaración que explique lo que ese pasaje nos enseña acerca de la fe.

    Alma 32:21

    La fe es creer en lo que es verdadero, aun cuando no lo veamos.

    Alma 37:33

    La fe en Jesucristo nos ayuda a resistir la tentación.

    Moroni 7:33

    Si tenemos fe en Jesucristo, recibiremos el poder de hacer cualquier cosa que se nos pida.

    Moroni 10:4

    Debemos tener fe en Jesucristo para poder obtener un testimonio.

    D. y C. 20:29

    Es necesario que tengamos fe en Jesucristo para perseverar hasta el fin y obtener la vida eterna.

    D. y C. 29:6

    Cuando oramos, tenemos fe en que nuestro Padre Celestial escuchará y contestará nuestras oraciones.

    Cuarto Artículo de Fe

    La fe en Jesucristo es el primer principio del Evangelio.

  2. Haga una copia de la hoja de ejercicios que se encuentra al final de la lección para cada uno de los niños. Pídales que tracen una línea que enlace cada uno de los problemas de la primera columna con la solución correspondiente de la segunda columna. (Respuestas: 1–b; 2–g; 3–a; 4–e; 5–d; 6–c; 7–f.) Si no le es posible hacer copias para todos los niños, escriba las frases en tiras de cartulina o papel y pida a los niños que traten todos juntos de hacerlas coincidir. Analice con ellos el por qué tener fe en Jesucristo puede sernos de gran utilidad en cada una de esas situaciones.

  3. Muestre una planta pequeña o una semilla germinada a los niños y explique que la fe se puede comparar con una semilla, ya que ella también comienza pequeña para luego ir creciendo a medida que se la alimenta y se la cuida.

    • ¿Qué necesitan las plantas para crecer y ser fuertes?

    • ¿Qué “alimenta” nuestra fe y la mantiene fuerte? (La obediencia a los mandamientos.)

    Solicite a los niños que piensen sobre algunos mandamientos específicos, tales como orar y asistir a las reuniones de la Iglesia, que ayuden a fortalecer la fe que tienen en Jesucristo.

  4. Pida a los niños que dramaticen uno o más de los relatos que se dan en esta lección y, si es posible, utilicen para ello algún tipo de disfraz o prendas de ropa que se asemejen a las de la época.

  5. Haga que los niños repasen y aprendan de memoria el cuarto Artículo de Fe. Analice la importancia que tiene la fe en Jesucristo.

  6. Canten o repitan la letra de las canciones “Niños pioneros” (Canciones para los niños, pág. 137). Explique que los pioneros cantaban y eran felices a pesar de las dificultades del viaje porque tenían fe en el Salvador. Ellos sabían que al seguir al Salvador y a los líderes de la Iglesia serían bendecidos, ya fuera en esta vida o en la venidera.

Conclusión

Testimonio

Testifique sobre la importancia de tener fe en Jesucristo. Si lo desea, hable sobre alguna ocasión en la cual fue bendecido gracias a la fe que tuvo en el Salvador y a la obediencia a los mandamientos. Inste a los niños a fortalecer su fe mediante la obediencia a los mandamientos y al aprender más sobre el Evangelio.

Sugerencias de lectura

Sugiera que los niños estudien en casa Doctrina y Convenios 8:10 y 20:29 como repaso de esta lección.

Sugerencias para que los niños hablen con la familia

Inste a los niños a hablar con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura” que tienen para estudiar en casa.

Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.