Manuales de la Primaria y del Tiempo para compartir
Los miembros de la Iglesia trabajan para fundar Nauvoo, ‘la hermosa’


Lección 33

Los miembros de la Iglesia trabajan para fundar Nauvoo, “la hermosa”

Objetivo

Alentar a los niños a ser buenos trabajadores como los miembros de la Iglesia que fundaron Nauvoo.

Preparación

  1. Estudie, con oración, los relatos de los acontecimientos históricos que se encuentran en esta lección y Doctrina y Convenios 42:40–42, 56:17, 58:27–29, 75:3, 88:124. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos y los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. VI–VIII y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X.)

  2. Lectura complementaria: Doctrina y Convenios 124:22–24.

  3. Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que mejor promuevan la participación de los niños y los ayude a alcanzar el objetivo de la lección.

  4. Escriba en diferentes papeles el nombre de varios deportes olímpicos que los niños puedan representar, tales como levantar pesas, correr, patinar en el hielo, nadar, lanzar el disco, fútbol y baloncesto. (Si lo desea, incluya una sugerencia a los niños de la forma en la cual desea que hagan la pantomima de cada uno de los deportes.) Prepare por lo menos una hoja de papel para cada niño y colóquelos en una caja.

  5. Materiales necesarios:

    1. Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.

    2. El mapa de Misuri y de las zonas adyacentes que se encuentra al final de la lección 30.

    3. La lámina 5–33, La ciudad de Nauvoo; la lámina 5–34, José Smith ayuda a los niños pequeños; la lámina 5–35, Emma Smith, una dama elegida.

Nota para el maestro: La actividad complementaria Nº 1 se podría utilizar como actividad optativa para despertar el interés.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.

Actividad para despertar el interés

Permita que todos los niños tengan la oportunidad de elegir una hoja de papel de la caja en la que las colocó y hagan la pantomima del deporte que está escrito en ella. Mientras uno de ellos hace la pantomima, pida a los demás miembros de la clase que traten de adivinar qué deporte es. Después que todos hayan participado, pregunte: • ¿Cómo debe prepararse una persona para competir durante las Olimpíadas [o en otra competencia] en uno de esos deportes?

Haga hincapié en que no es suficiente que una persona desee ganar; debe trabajar mucho para aprender y practicar el deporte que haya elegido Explique que se necesita algo más que el deseo de lograr algo de importancia; es necesario esforzarse mucho y poseer una gran determinación.

• ¿Qué cosas han logrado mediante un gran esfuerzo? (Permita que todos los niños tengan la oportunidad de contestar.)

Explique que nuestro Padre Celestial y Jesucristo nos han mandado trabajar. Lea o pida a uno de los niños que lea Doctrina y Convenios 75:3 y 88:124. Explique que ser ocioso significa ser haragán y no desear trabajar, así como perder el tiempo haciendo poco o nada.

Acontecimientos históricos y de las Escrituras

Enseñe a los niños cuán valioso es el trabajo a medida que relata la fundación de Nauvoo, tal como se describe en los siguientes relatos de los acontecimientos históricos. Enseñe también sobre los mandamientos que el Señor ha dado relacionados con el trabajo, tal como se describen en los pasajes de las Escrituras que se dan en la sección “Preparación”. Muestre las láminas y el mapa en los momentos que considere más apropiados.

Los miembros de la Iglesia trabajan para fundar Nauvoo

Después que los miembros de la Iglesia fueron expulsados de Misuri, se congregaron en Illinois y se instalaron en las riberas del río Misisipí, en un pequeño pueblo llamado Commerce. El profeta José Smith le cambió el nombre y le puso Nauvoo, que en hebreo significa “hermosa”. Nauvoo se fundó sobre una tierra pantanosa que tuvo que ser drenada y desmontada antes de poder edificar las casas y demás edificios. Mientras eso se hacía, los miembros vivían en carromatos y tiendas de campaña. José Smith y su familia vivían en una de las pocas casas de troncos que existían y varias familias vivían en barracas militares vacías que había al otro lado del río.

Los santos trabajaron intensamente para hacer de Nauvoo una ciudad próspera. Los hombres plantaban y construían casas y negocios, las mujeres se encargaban de los niños, cuidaban a los enfermos y hacían las tareas de la casa. Cocinaban sobre fogatas al aire libre; cosían la ropa para su familia; cuidaban de los animales; plantaban huertos; hacían jabón, velas y telas; secaban carne y fruta; y hacían mantequilla, queso, mermelada, jalea y miel de arce. Algunas veces a los hombres se les llamaba como misioneros y las esposas tenían entonces que hacerse cargo también de las obligaciones de ellos. Al esposo de Louisa Barnes Pratt se le llamó para salir en una misión y, mientras él estuvo fuera, ella se encargó de supervisar la construcción de la casa que habitaría con sus hijos e incluso hizo algunos trabajos de albañilería. La hermana Pratt trabajó como modista para poder adquirir alimentos y demás artículos necesarios para su familia. Era una modista muy habilidosa e hizo trajes para José y Hyrum Smith. Al año siguiente, ganó dinero enseñando clases escolares en su casa.

Los niños también contribuyeron a la fundación de Nauvoo. Los más grandes cuidaban de los animales y las granjas, juntaban leña y bayas y ayudaban a hacer jugo de manzanas, jabón y velas; y además, iban a la escuela. Un grupo de jovencitos prestó su ayuda en una forma peculiar. A Nauvoo llegaban muchos delincuentes y, claro está, los miembros no querían que esa clase de personas permanecieran en la ciudad, pero se vieron ante un dilema, ya que tampoco querían utilizar la violencia para echarlos. Se organizó entonces a un grupo de muchachos que se les llamó “la brigada de los silbidos”. Cada vez que los jovencitos veían a un extraño sospechoso en la calle, lo rodeaban y caminaban junto a él sin hablar, pero silbando continuamente mientras lo seguían a donde quiera que él fuese. Eso resultaba enojoso y frustrante para la persona, pero como le era imposible pelear con todos los muchachos a un mismo tiempo, terminaba por irse de la ciudad (véase la actividad complementaria Nº 2).

Nauvoo creció rápidamente gracias al esfuerzo diligente de los miembros de la Iglesia y se convirtió en una ciudad hermosa y grande con numerosas casas de troncos e incluso algunas de dos pisos hechas de ladrillo. Tanto las casas como los jardines se veían limpios y cuidados. Se construyó también una casa para el Profeta, la cual era conocida como “La Mansión”, con el fin de utilizarla para llevar a cabo reuniones sociales y para albergar a los visitantes. Más adelante, el Señor indicó a los miembros que debían construir “La casa de Nauvoo”, una casa de hospedaje con más habitaciones para alojar a la gran cantidad de visitantes que llegaban a Nauvoo (véase D. y C. 124:22–24).

Los miembros trabajaron diligentemente, pero también dispusieron de tiempo para entretenerse y divertirse. Iban al teatro, hacían bailes, programas, conciertos de coros y bandas, y desfiles. Jugaban a la pelota, hacían partidos de lucha libre y competencias “del palo” (esta era un competencia de fuerza, la cual consistía en dos personas que se sentaban frente a frente sosteniendo un palo y en la que cada contrincante debía empujar con fuerza hasta lograr poner de pie al otro). En muchas ocasiones combinaban el trabajo con el placer, mientras las hermanas se reunían para coser o los varones construían juntos casas y graneros y hacían competencias para ver quién cortaba árboles con más rapidez.

Los visitantes de Nauvoo quedaban impresionados con la ciudad. Una vez alguien escribió:

“Se sentirían impresionados si estuvieran aquí, es increíble todo lo que se ha logrado en tan corto tiempo… No hay ociosidad; sólo se escucha el zumbido de la laboriosidad [y] voces de felicidad… Si entre los santos sucede algo con una pequeña porción de iniquidad, el contraste entre el espíritu de Cristo y el de la obscuridad es tan grande que causa conmoción y gran agitación entre ellos… aun cuando en otros lugares un delito de esa magnitud pasaría completamente desapercibido” (citado en E. Cecil McGavin, Nauvoo, the Beautiful, pág. 73).

Los miembros de la Iglesia trabajan ayudándose los unos a los otros

Además de trabajar construyendo sus casas y negocios, los miembros de Nauvoo se ayudaban mutuamente. El hermano James Hendricks había recibido un balazo en el cuello durante la batalla del río Crooked (véase la lección 31) y no podía trabajar. Su esposa Drusilla trabajaba entonces para mantener a la familia y muchas veces la familia Hendricks se salvó de morir de hambre porque sus vecinos prestaron atención a la inspiración del Espíritu Santo y les llevaron comida. Un hermano le dijo una vez a Drusilla que se encontraba muy ocupado trabajando cuando de pronto dejó de hacerlo para llevarles comida porque el Espíritu Santo le había susurado: “La familia del Hermano Hendricks está sufriendo” (citado en Church History in the Fulness of Times, pág. 215).

En Nauvoo, Drusilla mantuvo a su esposo y a sus cinco hijos hospedando gente en su casa, plantando un huerto, ordeñando vacas y dando de comer al ganado. Hacía pan de jengibre y refrescos para venderlos en las celebraciones del pueblo y tejía también guantes y mitones para vender. Aun así, un invierno Drusilla sólo tenía dinero para comprar un poco de harina de maíz para dar de comer a su familia. Su esposo le pidió entonces que orara pidiendo ayuda; así lo hizo, y al terminar de orar, un hombre les vendió carne de cerdo diciéndoles que no tenían que pagarle hasta después de un año.

El profeta José Smith dio un buen ejemplo en lo que se refiere a trabajar diligentemente y prestar ayuda a los demás. Aparte de sus responsabilidades como profeta y líder de la Iglesia, José Smith era el general lugarteniente de la Legión de Nauvoo (una cuerpo militar de casi tres mil hombres) y el concejal de Nauvoo. Pero a pesar de estar tan ocupado, siempre encontraba tiempo para ayudar a otras personas (véase la actividad complementaria Nº 3).

El Profeta quería a los niños y disfrutaba jugando con ellos y ayudándoles. Una vez, un día después de haber llovido mucho, Margarette y Wallace, dos niños vecinos de José Smith, iban camino a la escuela cuando se quedaron atascados en el barro, ya que el suelo se había convertido en un lodazal debido a la gran cantidad de agua que había caído, y comenzaron a llorar. El Profeta se acercó a ellos, los ayudó a salir del lodo, les limpió los zapatos, les secó las lágrimas y los consoló antes de mandarlos a la escuela.

José Smith ayudaba también en su casa. Emma, su esposa, estaba también siempre muy ocupada debido a que con frecuencia tenía que cocinar y limpiar para atender a la cantidad de huéspedes que se alojaban en su casa, ya fuera para cenar o para pasar la noche. Algunos de ellos se quedaban hasta algunas semanas. El Profeta ayudaba a su esposa todo lo que podía, encendiendo el fuego, limpiando las estufas de leña, acarreando leña y agua a la casa y cuidando a los niños.

Uno de los hermanos, considerando que esas tareas eran “cosas de mujeres” y que no estaba bien que el Profeta las hiciera, trató de indicarle a José Smith cómo debía gobernar su casa y le dijo: “Hermano José, mi esposa trabaja mucho más que la suya”. El Profeta con amabilidad le dijo que debía amar y halagar a su esposa y “cumplir con su deber cuidándola como se merece” y también ayudándola. Luego agregó que ningún hombre que no tratara bien a su esposa podría estar con ella en la próxima vida. Después de haber hablado con el Profeta, ese hermano trató de ayudar más a su esposa (véase Richard Nietzel Holzapfel y Jeni Broberg Holzapfel, Women of Nauvoo, pág. 28).

Los miembros de la Iglesia hacen la obra del Señor

Los miembros de la Iglesia hicieron la obra del Señor y, como consecuencia, Él ayudó al pueblo de Nauvoo. Cuando los miembros llegaron por primera vez al lugar, la tierra era sumamente pantanosa y ellos no sabían que los mosquitos que infectaban las ciénagas eran portadores de una peligrosa enfermedad llamada paludismo. Muchos de los santos contrajeron la enfermedad, la cual causaba grandes escalofríos y mucha fiebre. Emma Smith cuidó a muchas personas y su pequeño hijo de seis años la ayudaba llevando agua a los enfermos hasta que él también cayó enfermo. Aun José Smith había contraído paludismo, pero el Señor bendijo a la gente dando al Profeta la capacidad para curarlos. El hermano Wilford Woodruff, relata lo que ocurrió cuando José Smith y un grupo de poseedores del sacerdocio visitó la casa de un hombre enfermo:

“El siguiente hogar que visitaron fue la casa de Elías Fordham, a quien se creía agonizante. Cuando el grupo entró en el cuarto, el Profeta de Dios se acercó al moribundo, tomó su mano derecha y le habló, pero el hermano Fordham no pudo contestar; ya tenía vidriosa la mirada y no estaba consciente de nada de lo que acontecía en su derredor. José retuvo su mano en la de él, y durante algún tiempo fijó la vista en los ojos del enfermo sin decir palabra. Al poco tiempo todos los presentes notaron un cambio en el semblante del hermano Fordham. Recobró la vista, y al preguntarle José si lo conocía, contestó en voz baja y débil: “Sí”. Entonces le preguntó si tenía fe para ser sanado, y aquél respondió: “Temo que ya sea demasiado tarde. Si usted hubiese venido antes, creo que yo habría sanado”. El Profeta le dijo: “¿Crees en Jesucristo?” El enfermo débilmente contestó que sí. José entonces se enderezó, retuvo su mano en la de él por varios momentos, y en seguida le dijo en voz muy fuerte:

“Hermano Fordham, en el nombre de Jesucristo te mando que te levantes de tu cama y seas sanado”. Era como la voz de Dios y no de hombre. Pareció que la casa se estremeció hasta sus cimientos. El Hermano Fordham se levantó de la cama e inmediatamente sanó. Tenía los pies envueltos en cataplasmas. Se las quitó, se vistió y después de comer una taza de pan con leche, siguió al Profeta a la calle” (citado en Joseph Fielding Smith, Elementos de la Historia de la Iglesia, págs. 284–285).

Preguntas para analizar y aplicar

Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes en clase con los niños hará que éstos entiendan mejor las Escrituras.

• ¿Cuáles son algunas de las formas en que los miembros de la Iglesia en Nauvoo obedecieron el mandamiento que se encuentra registrado en Doctrina y Convenios 58:27? ¿Cuáles son algunas de las cosas buenas que ustedes mismos tratan de lograr? ¿Cómo se sienten cuando aprenden algo nuevo o logran hacer una tarea o trabajo?

• ¿En qué forma siguió Louisa Pratt el consejo que se encuentra en Doctrina y Convenios 42:40–42? ¿Por qué debemos aprender a trabajar fuerte y hacer las cosas por nosotros mismos?

• ¿De qué manera trabajaban los niños en Nauvoo? ¿Qué hacen ustedes para ayudar con las tareas de la casa? ¿Cómo “la brigada de los silbidos” ayudó a librar a la ciudad de los extraños sospechosos? ¿Qué registra Doctrina y Convenios 56:17 acerca de lo que dice el Señor sobre quienes desean obtener dinero y otras cosas robando en lugar de trabajar?

• ¿Qué hizo Drusilla Hendricks luego que su esposo quedó paralítico? Después que la hermana Drusilla hizo todo lo que estuvo a su alcance para mantenerse y mantener a su familia, ¿de qué manera la ayudó el Señor?

Explique a los niños que muchas veces el Señor nos ayuda enviando a otras personas para que lo hagan. ¿Cómo creen que se sintieron las personas que ayudaron a la familia Hendricks por lo que habían hecho? ¿Qué debemos hacer cuando sentimos la inspiración de ayudar a alguien?

• ¿Qué clase de ejemplo dio el profeta José Smith concerniente al trabajo? ¿Cómo pueden ayudar a sus familiares con su trabajo? ¿Por qué deben ayudarlos con su trabajo? ¿De qué manera el trabajo nos hace más felices?

• Explique que no sólo debemos hacer nuestras tareas personales sino ayudar también a hacer la obra del Señor. ¿Cuál es la obra del Señor? ¿En qué forma cumplieron con la obra del Señor los miembros de la Iglesia de Nauvoo? ¿Cómo hicieron Emma Smith y su hijo la obra del Señor? ¿De qué forma bendijo el Señor a los miembros en Nauvoo por haber hecho ellos Su obra y haberse ayudado mutuamente? ¿Qué podemos hacer para ayudar en la obra del Señor?

Actividades complementarias

En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido, utilice una o más de las siguientes actividades:

  1. Ponga a la vista varias herramientas que sirvan para hacer diferentes tipos de trabajo, tales como un lápiz, un libro, un destornillador (desarmador), un par de tijeras, utensilios de cocina, un termómetro, un martillo y una cinta para medir.

    • ¿Qué tienen todas estas cosas en común? (Todas se utilizan para trabajar.)

    Tome en la mano una de esas cosas a la vez y pregunte a los niños qué clase de trabajo se puede hacer con cada una de ellas.

    • ¿Qué les gusta más acerca del trabajo? ¿Qué les gusta menos?

    • ¿Qué podemos hacer para que el trabajo sea más placentero? (Si lo desea, recuerde a los niños que los miembros de la Iglesia en Nauvoo muchas veces combinaban el trabajo con la diversión al trabajar juntos, como por ejemplo cuando se reunían las hermanas para coser o los varones para cortar árboles compitiendo para ver quién lo hacía más rápido.)

  2. Recuerde a los niños el relato de la “brigada de los silbidos”. Explíqueles que aun cuando algo así no diera mucho resultado en la actualidad, hay muchas formas en las cuales ellos pueden ayudar a sus familias y a la comunidad.

    • ¿Qué trabajo pueden realizar para ayudar a su familia o a la ciudad o pueblo donde viven?

    Anote las respuestas de los niños en la pizarra y luego pídales que elijan algo que deseen hacer durante la próxima semana para ayudar a la familia o a la comunidad.

  3. Lleve a clase dos frascos transparentes que sean del mismo tamaño, una pequeña pelota o piedra del tamaño de una ciruela que entre en uno de los frascos y suficientes frijoles (porotos, judías) o piedritas para llenar el frasco.

    Ponga a la vista los frascos vacíos. Pida a los niños que digan qué hacen durante el día y a medida que ellos hablan llene lentamente uno de los frascos con los frijoles o los guijarros (no sacuda el frasco). Explíqueles que algunas personas tienen tanto que desean hacer durante el día que piensan que no tienen tiempo suficiente para hacer cosas importantes, tales como leer las Escrituras, orar o ayudar a los demás.

    Muestre la pelota o la piedra y trate de meterla dentro del frasco. Algunos de los frijoles se caerán. Explique que si esperamos hasta que hayamos terminado todo lo que nos hemos propuesto hacer durante el día, es posible que no nos dé el tiempo para los mandamientos importantes. Ahora coloque la pelota en el fondo del frasco vacío y despacio vaya echando en él los frijoles del primer frasco sobre ella. Una vez que el frasco esté lleno hasta la mitad, sacúdalo despacio para que los frijoles se asienten y agregue los restantes. Indique que la pelota y todos los frijoles (o la mayoría de ellos) entraron sin mayores problemas en el frasco y que eso demuestra que cuando hacemos primero lo que el Señor nos pide, podremos encontrar tiempo para hacer las demás cosas que necesitamos o queremos hacer.

    Inste a los niños a hacer a su familia esa demostración durante una noche de hogar.

  4. Con sus propias palabras relate lo siguiente:

    José Smith era dueño de una granja que quedaba a unas tres millas de las afueras de Nauvoo, la cual administraba el hermano Cornelius Lott, que vivía con su esposa, Permelia, y sus hijos. El Profeta iba a trabajar a la granja con el hermano Cornelius tan seguido como le era posible. Un día, en que el populacho lo perseguía, José Smith se fue a la granja y le pidió a Permelia Lott que lo escondiera. Ella, que había estado haciendo las camas, sacó el relleno de paja de su colchón, le dijo al Profeta que se metiera dentro y luego hizo la cama como siempre.

    Cuando llegó la turba, buscaron por toda la casa. Permelia les preguntó si deseaban buscar también en su cama, pero los miembros del populacho, avergonzados, le dijeron que no. A pesar de buscar por todos lados, no encontraron al Profeta y finalmente se marcharon de la granja (véase Descendants of Cornelius Peter Lott, 1798–1972, comp. Rhea Lott Vance [n.p., n.d.], págs. 7–10).

    • ¿Cómo ayudó la hermana Lott al Profeta?

    • ¿Cómo podemos ayudar al profeta en la actualidad?

  5. Pida a los niños que escriban en la pizarra el nombre de algunas personas que trabajan para beneficio de ellos, tales como los padres y maestros. Pida que cada uno de los niños elija a una persona de la lista y le escriba una cartita de agradecimiento por el trabajo que él o ella hacen a su favor.

  6. Escriba el contenido de Doctrina y Convenios 88:124 en una hoja de papel y corte el versículo en todos los punto y coma, y en las comas, logrando así varios trozos de escritura. Entregue los trozos a los niños y pídales que coloquen en orden el versículo. Trate de que primero lo hagan sin utilizar las Escrituras; después, si fuera necesario, permítales que la lean con el fin de colocar las frases en su debido orden. Analice con los niños el significado de ese pasaje.

  7. Canten o repitan la letra de la canción “Pon tu hombro a la lid” (Himnos, No. 164).

Conclusión

Testimonio

Testifique a los niños que el hacer nuestro trabajo en la mejor forma posible nos da la sensación de haber logrado algo y puede traer muchas bendiciones nuestra vida y a la vida de los demás mientras les servimos. Inste a los niños a hacer sus tareas durante la semana con buena disposición, prontitud y esmero.

Sugerencias de lectura

Sugiera que los niños estudien en casa D. y C. 58:27–28 y 88:124 como repaso de la lección de hoy.

Sugerencias para que los niños hablen con la familia

Inste a los niños a hablar con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura” que tienen para estudiar en casa.

Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.