2021
El milagro de la Resurrección
Abril de 2021


Mensaje de los líderes del Área

El milagro de la Resurrección

Cuando tenía siete años, mi familia perdió trágicamente a mi hermano menor, que solo tenía seis años. Fue una época muy difícil para mis padres; el dolor de perder a un hijo tan pequeño les resultó inmenso y quizá muy injusto. En lugar de verlos culpar a alguien o algo, vi a mis padres buscar consuelo en el Evangelio y en el Salvador. Esto los ayudó a desarrollar y aumentar su fe en Cristo y en la esperanza de que, algún día, pudieran volver a ver a su amado hijo. La fe y la esperanza que desarrollaron a lo largo de los años los ayudó a soportar con valor la pérdida de su hijo. El templo fue una de las claves para que pudieran lograr suficiente comprensión y fortaleza para afrontar esa separación física tan difícil. Como habían recibido las ordenanzas sagradas del templo muchos años antes, esos convenios les infundieron esperanza en que, algún día, podrían volver a vivir como padres e hijos.

Esta esperanza que todos buscamos cuando perdemos a un ser querido, llega por medio de la resurrección del Salvador Jesucristo. Gracias a este don, podemos tener esperanza en que algún día volveremos a ver a las personas que nos han dejado.

La resurrección es uno de los mayores dones que hemos recibido de nuestro Padre Celestial. ¿Somos conscientes de este gran don? ¿Creemos de verdad que es algo que va a ocurrir?

El profeta José Smith declaró:

“Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado, se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso”1.

De no ser por la resurrección del Salvador, no se podría llevar a cabo el plan de redención, la Expiación no habría logrado su propósito y todo el género humano estaría perdido y desesperanzado. El apóstol Pablo enseñó esto a los corintios: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, y vana es también vuestra fe”2. La resurrección es una de las doctrinas fundamentales de nuestra religión y del cristianismo; es esencial para lograr la vida eterna. Cuando aumentamos nuestra fe en Cristo, aumentan nuestro testimonio y nuestra comprensión de la resurrección y aumentan nuestra esperanza y nuestra capacidad para sobrellevar las adversidades, las dificultades de la vida y todas las pruebas a las que nos vemos y nos veremos sometidos.

Gracias a la resurrección, tenemos esperanza de que volveremos a vivir y a reunirnos, independientemente de las imperfecciones físicas que hayamos podido tener en esta vida. La resurrección es un don gratuito, es incondicional y lo recibirán todas las personas que han vivido, que viven actualmente y que vivirán.

El Salvador enseñó que ciertamente hay una vida después de esta cuando dijo: “… Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”3.

En un mundo tan confuso e incierto como en el que vivimos hoy en día, podemos encontrar esperanza en que todo mejorará. Estoy seguro de que vendrán tiempos mejores, y la resurrección es la doctrina que nos infunde esta esperanza. Si centramos nuestra vida en el Salvador, todo cobrará sentido, aunque ese sentido, aparentemente, se haya perdido durante un tiempo. Esta es una de las mayores bendiciones que nuestro Padre Celestial nos ha dado: que Su Hijo murió por nosotros para volver a darnos la vida.

Sé que algún día mi familia y yo nos reuniremos con mi hermano menor, que en ese momento habrá resucitado. Sé también que, si somos fieles, podremos ser una familia eterna y vivir juntos. ¡Sé que Cristo ha resucitado y que vive! Sé que esto es verdad gracias al Espíritu Santo. El don de la resurrección no es solo un regalo maravilloso, sino que también representa el amor que Dios siente por nosotros.

Notas

  1. History of the Church, tomo III, pág. 30; de un editorial publicado en Elders’ Journal, julio de 1838, pág. 44; José Smith era el editor de esa publicación.

  2. 1 Corintios 15:14.

  3. Juan 11:25.