2015
Un nuevo templo, tres nuevas oportunidades
Febrero de 2015


Un nuevo templo, tres nuevas oportunidades

La vida de estas tres familias cambió al asistir al programa de puertas abiertas del Templo de Quetzaltenango, Guatemala.

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Exterior of the Quetzaltenango Guatemala Temple. Templo De Quetzaltenango

El comienzo de una nueva vida

En el verano de 2011, la familia Wundram se preparaba para mudarse de Guatemala a Estados Unidos a fin de que Carlos Wundram, que es médico, pudiera seguir estudios avanzados.

“Cuando ya estábamos listos para irnos, algo me detuvo”, recuerda él. Adriana, la esposa, tuvo los mismos sentimientos; así que, oraron juntos y ambos recibieron la confirmación de que no debían irse.

Cancelaron sus planes y quedaron preguntándose qué tendría Dios reservado para ellos. Cuatro meses después lo descubrirían.

Carlos había sido miembro de la Iglesia desde los catorce años, pero se había inactivado alrededor del tiempo en que comenzó los estudios universitarios, a los veintiún años.

Adriana, aunque no era miembro, por mucho tiempo había querido casarse con un Santo de los Últimos Días. Tenía una buena amiga, miembro de la Iglesia, que se había casado con un ex misionero que era tierno, amoroso y atento con ella; Adriana quería un esposo como él.

Cuando empezaron a salir juntos, Adriana y Carlos no hablaron de la religión de él, pero él demostraba muchas de las cualidades del esposo de la amiga de ella; no se comportaba como si fuera superior a ella. Después de que se casaron y tuvieron hijos, ¡Adriana apreciaba el hecho de que él bañara a los niños y les cambiara los pañales!

A medida que sus tres hijos crecían, “comenzamos a pensar que debíamos acercarnos más a Dios”, dice Carlos. No encontraron lo que buscaban en la iglesia cristiana a la que asistieron durante un tiempo, pero el sentimiento de que necesitaban acercarse más a Dios persistía.

Una vez que cancelaron los planes de mudarse a Estados Unidos, decidieron hacer algunas mejoras en su casa, entre ellas comprar ventanas nuevas. El hombre que fue a instalarlas, José Mena, de inmediato les cayó bien. Un día, comenzaron a hablar con él de religión; él les dijo que era miembro de La Iglesia Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y Carlos respondió que él también lo era pero que desde hacía tiempo no asistía a las reuniones.

La próxima vez que el hermano Mena fue a trabajar en las ventanas, llevó consigo un Libro de Mormón y un ejemplar de la revista Liahona para cada miembro de la familia. Al leer la revista, Carlos empezó a tener sentimientos espirituales que le eran familiares. Otro día, el hermano Mena los invitó a asistir al programa de puertas abiertas del Templo de Quetzaltnenango, Guatemala.

Al entrar al templo, los hijos de los Wundram empezaron a preguntar: “Papá ¿qué tenemos que hacer para ser miembros de esta Iglesia?”. Cuando salían, Rodrigo, su hijo menor, que tenía diez años, se quedó atrás y, con ayuda de la madre, llenó una tarjeta solicitando que los misioneros los visitaran.

Poco después, la familia se reunió con los misioneros. “No quería presionar a mi familia para que se bautizara”, dice Carlos. “Pero ellos verdaderamente sintieron el Espíritu por sí mismos”.

Adriana y los hijos se bautizaron en diciembre de 2011, pocos días antes de la dedicación del Templo de Quetzaltenango. “La gran bendición que Dios me dio fue que yo los bautizara”, afirma él. Un año después, la familia se selló en el templo, lo que fue una ocasión de gran regocijo para todos.

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photo of mother, father, 2 sons and a daughter The Wundram family of Guatemala.

La oportunidad de sellarse

Cuando Ana Victoria Hernández, que no era miembro de la Iglesia, se casó con Belbin Calderón, él era miembro inactivo porque trabajaba los domingos. Sin embargo, Belbin dice que un fuerte sentimiento lo hizo volver al redil. “Dejé mi empleo porque quería volver a la Iglesia”, comenta. Después de que él volvió a ser activo en la Iglesia, la esposa notó que era más humilde y que en su hogar había más unidad.

Aunque Belbin tenía la esperanza de que ella se interesara en el Evangelio, nunca trató de presionarla. Un domingo, mientras limpiaba la estantería con los libros, Ana Victoria encontró uno de los libros que él tenía sobre la historia de la Iglesia; por curiosidad, comenzó a leerlo, y los relatos de los sacrificios que hicieron los pioneros la conmovieron profundamente.

Pocas semanas después, les llegó el ejemplar de octubre de 2011 de la revista Liahona, que era una edición especial dedicada al Libro de Mormón. Otra vez, por curiosidad, Ana Victoria empezó a leer el Libro de Mormón y en seguida se dio cuenta de que no sólo hablaba de historia sino que también contenía las palabras de profetas. Empezó a ir a la reunión sacramental con el esposo y los hijos.

Después, fue con su familia al programa de puertas abiertas del Templo de Quetzaltenango, donde le emocionó enterarse de que su familia podía sellarse por la eternidad. “Eso me tocó profundamente y sentí la necesidad de sellarme a ellos”, dice. Así que, empezó a tomar las lecciones misionales, y el 7 de diciembre de 2011, se bautizó; cuatro días después asistió a la dedicación del templo.

En diciembre de 2012, el hermano y la hermana Calderón se sellaron en el templo con sus hijos. Ana Victoria comenta que es imposible describir la felicidad que siente al “saber que puedo estar con mi familia para siempre”; y Belbin afirma que la certeza que les da su sellamiento es “la bendición más grande que podría haber imaginado”.

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The Calderon family.

El templo conmovió su espíritu

La construcción de un templo en Quetzaltenango, Guatemala, hizo que se cumpliera el sueño de Mónica Elena Fuentes Álvarez de Méndez. Mónica es hija de una pionera de la Iglesia que inculcó en ella amor por el Evangelio y por todas sus bendiciones. Su madre, Magda Ester Álvarez, se bautizó en 1953, seis años después de que llegaran al país los primeros misioneros Santos de los Últimos Días.

Mónica creció asistiendo a la Iglesia y, con el tiempo, se casó con Enio Méndez, un buen hombre que no era miembro. Aunque Enio apoyaba a su esposa e hija en las actividades de la Iglesia y sentía admiración por los miembros, no mostraba interés en bautizarse. No obstante, Mónica recuerda que su madre le decía que un día su esposo sería miembro. “Nunca perdí la fe”, dice, aun cuando no tenía idea de cómo se llevaría a cabo esa conversión.

Su madre gozaba de las bendiciones de asistir periódicamente al Templo de la Ciudad de Guatemala y sintió gran felicidad en 2006, cuando se anunció la construcción de un templo en Quetzaltenango; pero Magda Álvarez padecía una enfermedad fatal y falleció en 2008, antes de que se construyera ese templo.

Durante el programa de puertas abiertas del Templo de Quetzaltenango, Mónica y su hija, Mónica Esther Méndez Fuentes, prestaron servicio como guías. Enio las acompañó y, sin que ellas lo supieran, volvió a asistir al programa de puertas abiertas otras dos veces.

Al salir juntas del templo el último día del programa, madre e hija se preguntaban si lo que Magda Álvarez había predicho con respecto a Enio llegaría alguna vez a hacerse realidad.

Él siempre había pensado que el hecho de que él fuera miembro de una iglesia y que la esposa y la hija lo fueran de otra estaba bien, con tal de que mutuamente respetaran sus creencias. Pero lo que vivió durante el programa de puertas abiertas del templo le dio mucho en qué pensar. “Empecé a ayunar y a orar sin decirles nada”, comenta. También se retiró a las montañas, adonde le gusta ir para meditar. “Le pregunté al Señor: ‘¿Qué debo hacer?’”. En realidad, él ya sabía qué era lo correcto, pero tenía que resolver ciertas dudas.

Enio se bautizó en abril de 2012, un acontecimiento profundamente emocionante para la esposa y la hija.

En octubre de 2013, la familia Méndez se selló en el Templo de Quetzaltenango. La hermana Méndez expresó la gran alegría que sintieron al alcanzar una meta eterna y la esperanza que tienen de permanecer fieles hasta el fin de su vida.

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The Mendez family of Guatemala.