2015
Estoy agradecida por sus pies
Febrero de 2015


Estoy agradecida por sus pies

Nicholas Nelson, Texas, EE. UU.

Imagen
illustration of foot in water

Ilustraciones por Bradley H. Clark.

Mis pies no eran particularmente interesantes, por lo que me sentí un poco confundido cuando Nieves, una conversa reciente de Bolivia, me dijo que estaba agradecida por ellos.

“Estoy tan agradecida por sus pies”, nos dijo unas semanas después de su bautismo.

Nieves había recibido sin reparos el Evangelio restaurado, pero cuando la invitamos a bautizarse, titubeó.

Nos explicó que padecía de una condición de la piel muy dolorosa. Cuando su piel tocaba el agua fría, sentía como si miles de agujas le estuvieran perforando los poros. Esa condición incluso le impedía realizar tareas ordinarias, tales como lavar verduras o lavar ropa a mano.

Le explicamos que el agua de la pila bautismal podía calentarse y le aseguramos a Nieves que se bautizaría en agua tibia. Se le iluminó el rosto y decidió bautizarse el día de Navidad. Mi compañero y yo informamos al presidente de rama sobre su condición de la piel y él dijo que el agua estaría caliente a tiempo para el bautismo que se realizaría en la tarde.

Sin embargo, cuando llegamos a la capilla para el bautismo, ¡acababan de llenar la pila con agua extremadamente fría! Muy agitado, el presidente de rama explicó que, por falta de comunicación, el agua no estaría lista sino hasta mucho más tarde.

Mi compañero y yo sabíamos que Nieves deseaba bautizarse ese día, y creíamos que el Señor deseaba lo mismo. Encontramos un salón vacío y en oración suplicamos que ayudara a que Nieves se bautizara.

Nos sentimos reconfortados después de la oración y decidimos proceder con el servicio. Los que hablaron antes del bautismo dieron hermosas enseñanzas, pero de repente me sentí nervioso cuando escuché: “El élder Nelson ahora va a bautizar a la hermana Nieves”.

Intenté ocultar mi incomodidad al entrar cautelosamente en el agua congelada. Nieves se agarró de mi mano y comenzó a bajar el pie hacia el agua. Me preparé para lo peor, pero Nieves no se quejó ni hizo gestos de dolor. Bajó tranquilamente los escalones y me sonrió.

Después de la oración bautismal, se recostó para entrar al agua fría. Cuando la levanté, salió sonriendo. Me sentí colmado de gratitud, pues, para mí, su bautismo fue un milagro.

La última vez que vi a Nieves, dijo algo que aclaró mi confusión sobre su interés en mis pies. Me dijo: “Estoy tan agradecida por sus pies, que caminaron hasta mi puerta y me trajeron la verdad”.

Pienso en Nieves y en su gratitud y su fe sencilla cada vez que escucho estas palabras de Isaías: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que publica la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sión: Tu Dios reina!” (Isaías 52:7; véase también Mosíah 12:21).