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EL PROVEER PARA UNO MISMO, PARA LA FAMILIA Y PARA OTRAS PERSONAS


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EL PROVEER PARA UNO MISMO, PARA LA FAMILIA Y PARA OTRAS PERSONAS

INTRODUCCIÓN

Las responsabilidades temporales están relacionadas con el crecimiento espiritual. Por ejemplo, existe una relación entre guardar los mandamientos de Dios y proveer económicamente para nuestras familias. Ayude a sus alumnos a aprender a identificar las prioridades y fijarse metas dignas. El Señor puede ayudarnos a cumplir con las responsabilidades que tenemos con nuestros seres queridos al trazar y ejecutar planes con los que mejorar nuestra situación temporal.

PRINCIPIOS PARA COMPRENDER

  • Lo temporal y lo espiritual están relacionados.

  • Nuestras prioridades deben reflejar los principios del Evangelio.

  • El padre tiene la responsabilidad de proteger a su familia y de proveerle las cosas necesarias de la vida. La responsabilidad primordial de la madre es criar a los hijos.

SUGERENCIAS PARA LA ENSEÑANZA

Lo temporal y lo espiritual están relacionados.

Escriba temporal en la pizarra y pregunte a los alumnos el significado de esta palabra. Tal vez desee compartir con ellos la definición que aparece en un diccionario. Ayúdeles a entender que está relacionado con el tiempo, la vida terrenal y con inquietudes seculares más que con lo espiritual o lo sagrado.

Pregunte:

  • ¿Qué mandamientos hay que parezcan tener una naturaleza temporal? (Anote las respuestas en la pizarra.)

  • ¿Por qué esos mandamientos parecen más temporales que espirituales?

  • ¿Por qué no es exacto creer que lo que hacemos los domingos es espiritual, mientras que lo que hacemos el resto de la semana sólo es temporal?

Lean juntos Doctrina y Convenios 29:34–35 y analicen de qué modo los mandamientos anotados en la pizarra afectan tanto al aspecto temporal como al espiritual de nuestra vida.

Comparta la siguiente enseñanza del presidente George Q. Cannon, antiguo consejero de la Primera Presidencia:

“El plan de salvación abarca todo lo que pertenece a los hombres en la carne sobre la tierra. En la mente de Dios no existe diferencia entre lo espiritual y lo temporal. Emplea este último término en las revelaciones que nos dirige porque así Él se adapta a nuestra condición y manera de ver las cosas, pero para Él no hay distinción entre lo temporal y lo espiritual.

“No hay diferencia entre la salvación espiritual… y la temporal. Nuestro cuerpo es tan preciado para Dios como lo es nuestro espíritu… Dios da revelaciones para la salvación temporal de Sus hijos, es decir, la salvación de sus cuerpos, y éstas son tan importantes como las revelaciones dirigidas a sus espíritus” (Gospel Truth: Discourses and Writings of President George Q. Cannon, selección de Jerreld L. Newquist, 2 volúmenes, 1957–1974, 2:310).

Pregunte:

  • ¿Cómo contribuyen nuestros talentos espirituales a nuestras necesidades temporales o materiales?

  • ¿Qué relación hay entre ganarse la vida y nuestro crecimiento espiritual?

Nuestras prioridades deben reflejar los principios del Evangelio.

Comparta el ejemplo siguiente:

Un ex misionero recién regresado de la misión tenía dificultades para encontrar empleo, aunque finalmente halló dos ofertas laborales. El trabajo mejor pagado requería que trabajase los domingos. Razonó así: “Sé que ir a la iglesia es importante, pero esta oferta es muy buena. Aunque tenga que trabajar los domingos, temo que si no acepto el empleo, jamás podré hacer frente a mis responsabilidades económicas”.

Pregunte: ¿Qué importantes principios del Evangelio debió considerar esta persona? (Anote las respuestas en la pizarra.)

Pida a los alumnos que lean Mateo 22:36–39 y pregúnteles qué enseña este pasaje sobre las prioridades.

Repase con los alumnos las palabras del élder Russell M. Nelson en la página 41 de sus manuales.

Pregunte:

  • ¿Cómo pueden las prioridades correctas ser una protección para nosotros?

  • ¿Cómo se asumen interiormente las buenas prioridades?

Explique que, puesto que Dios está interesado tanto en nuestro bienestar temporal como en el espiritual, Él nos ayudará en ambos aspectos de nuestra vida en tanto hagamos de Él nuestra prioridad principal.

Comparta el siguiente consejo del presidente Ezra Taft Benson:

“Debemos poner a Dios en el lugar de preeminencia sobre todo lo demás de nuestra vida. Él debe estar primero, tal como Él mismo lo declara en el primero de Sus Diez Mandamientos: ‘No tendrás dioses ajenos delante de mí’ (Éxodo 20:3).

“Cuando damos a Dios el lugar de preferencia, todos los demás aspectos de nuestra vida pasan a tener la posición que les corresponde o, de lo contrario, dejan de tener valor. Nuestro amor por el Señor dirigirá nuestros afectos, la forma en que empleemos nuestro tiempo, los intereses que tengamos y el orden de prioridad que demos a las cosas.

“Debemos poner a Dios por delante de todos los demás en todo lo que hagamos.

“Si alguien quiere casarse con ustedes pero no en el templo, ¿a quién se esforzarán por complacer, a Dios o a un ser humano? Si ustedes insisten en que sólo se casarán en el templo, agradarán al Señor y bendecirán a la otra persona. ¿Por qué? Porque esa persona estará dispuesta a esforzarse por ser digna de ir al templo, lo cual sería una bendición; o, de lo contrario, se alejará, lo cual también sería una bendición porque ninguno de los dos querría estar unido al otro ‘en yugo desigual’ (véase 2 Corintios 6: 14).

“Deben ser dignos de ir al templo. Entonces sabrán que no hay nadie con quien valga la pena casarse fuera de la casa del Señor. Cualquier persona que realmente merezca la pena se preparará a fin de casarse en el templo.

“Cuando damos prioridad al primer mandamiento, somos una bendición para nuestros semejantes …

“Dios nos ama; el diablo nos odia. Dios quiere que obtengamos la plenitud del gozo que Él tiene. El diablo quiere que seamos desgraciados y miserables como él. Dios nos da mandamientos para bendecirnos. El diablo quiere hacernos quebrantar esos mandamientos para maldecirnos” (véase “El Señor en primer lugar”, Liahona, julio de 1988, págs. 4–6).

Pida a los alumnos que citen ejemplos de qué cosas dejarían fuera de sus vidas si pusieran a Dios en primer lugar.

Pida a los alumnos que citen ejemplos de qué cosas dejarían fuera de sus vidas si pusieran a Dios en primer lugar.

Pídales que anoten en la sección “Notas e impresiones” de sus manuales tres de las decisiones que saben que van a tomar en breve. Pídales que describan cómo las prioridades adecuadas afectarán cada decisión.

El padre tiene la responsabilidad de proteger a su familia y proveerle las cosas necesarias de la vida. La responsabilidad primordial de la madre es criar a los hijos.

Pida a los alumnos que supongan que hay personas que consideran que no son responsables de proveer para sí mismas y sus familias ni cuidar de ellas, sino que creen que son los demás quienes debieran hacerlo.

Lean juntos Doctrina y Convenios 42:42 y 56:17, y entonces pregunte: ¿Por qué creen que la autosuficiencia es un principio importante del Evangelio?

Escriba en la pizarra: Responsabilidades del padre y Responsabilidades de la madre.

Divida la clase en tres grupos. Pida al primer grupo que estudie el consejo del presidente Gordon B. Hinckley en la página 41 del manual del alumno y pida al segundo que estudie la declaración de la Primera Presidencia y del Quórum de los Doce Apóstoles extraída de la proclamación sobre la familia, así como la enseñanza del presidente Spencer W. Kimball de las páginas 41–42 del mismo manual. Pida al tercer grupo que estudie las palabras del élder Bruce R. McConkie en la página 42, también del manual del alumno.

Sugiera que un representante de cada grupo anote en la pizarra las responsabilidades del padre y de la madre, tal como se enseñan en sus correspondientes asignaciones.

Pregunte:

  • ¿En qué difieren, generalmente, las responsabilidades del padre de las de la madre?

  • De las responsabilidades anotadas en la pizarra, ¿cuáles comparten ambos?

Lea la siguiente declaración del presidente Gordon B. Hinckley:

“Hace algunos años, el presidente Benson dio un mensaje a las mujeres de la Iglesia, instándolas a dejar sus empleos para dar mas atención a los hijos. Yo apoyo esa posición.

“Sin embargo, reconozco, al igual que él lo reconoció, que hay mujeres (de hecho, hay muchas) que tienen que trabajar para atender las necesidades de su familia. A ustedes les digo: Hagan lo mejor que puedan. Confío en que si están trabajando durante jornadas enteras, lo estén haciendo para cumplir con las responsabilidades básicas del hogar y no para darse gustos y hasta lujos materiales. El deber mayor de toda mujer es el de amar a sus hijos, enseñarles, animarlos y guiarlos hacia la rectitud y la verdad. Ninguna otra persona puede sustituirla adecuadamente.

“Es casi imposible ser ama de casa todo el día y al mismo tiempo trabajar fuera de casa jornadas enteras. Me consta que muchas de ustedes se enfrentan con decisiones difíciles en cuanto a esto. Les repito: Hagan lo mejor que puedan. Ustedes conocen sus circunstancias y sé que están profundamente interesadas en el bienestar de sus hijos. Cada una de ustedes tiene un obispo que las aconsejará y las ayudará. Si sienten la necesidad de hablar con una mujer comprensiva, no vacilen en ponerse en contacto con su presidenta de la Sociedad de Socorro” (“Las mujeres de la Iglesia”, Liahona, enero de 1997, págs. 77–78).

SUGERENCIAS DE ASIGNACIONES PARA LOS ALUMNOS

  • Pida a los alumnos que contesten las siguientes preguntas en la sección “Notas e impresiones” de sus manuales:

    • ¿Qué creen que significa ser un buen proveedor?

    • ¿En qué se diferencian el papel del padre del de la madre como proveedores? ¿Qué provee cada uno?

    • ¿Qué están haciendo para ser buenos proveedores para ustedes mismos y para su familia?