Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
El Libro de Mormón: La clave de nuestra religión


Capítulo 4

El Libro de Mormón: La clave de nuestra religión

“Declaré a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión”.

De la vida de José Smith

Pasaron más de tres años desde la mañana de 1820, cuando José Smith oró para saber a qué Iglesia afiliarse. El joven Profeta tenía ahora diecisiete años y deseaba saber cuál era su condición ante Dios y recibir perdón. La noche del 21 de septiembre de 1823, José se retiró a su cuarto, que estaba en el ático de la cabaña de troncos de su familia, en Palmyra, Nueva York, pero permaneció despierto después de que los demás en el cuarto se habían dormido y oraba fervientemente para saber más sobre los propósitos que Dios tenía para él. “…me puse a orar, pidiéndole a Dios Todopoderoso perdón de todos mis pecados e imprudencias”, dijo; “y también una manifestación para saber de mi condición y posición ante él; porque tenía la más absoluta confianza de obtener una manifestación divina, como previamente la había tenido” (José Smith—Historia 1:29).

En respuesta a su oración, vio aparecer en su cuarto una luz que se hizo cada vez más brillante, hasta que “la habitación quedó más iluminada que al mediodía”. Un mensajero celestial se apareció junto a su cama, de pie en el aire, vestido con una túnica de “una blancura exquisita” (José Smith—Historia 1:30–31); era Moroni, el último profeta nefita, que siglos antes había enterrado las planchas donde el Libro de Mormón se escribió y quien en ese momento poseía las llaves pertinentes de este sagrado registro (véase D. y C. 27:5). Se le había enviado para decirle a José que Dios le había perdonado sus pecados1 y que tenía una gran obra reservada para él; como parte de esa obra, José debía ir a una colina cercana, donde estaba depositado un registro sagrado escrito en planchas de oro por profetas que habían vivido antiguamente en el continente americano. Por el don y el poder de Dios, él debía traducir el registro y darlo a conocer al mundo.

Al día siguiente, José Smith se dirigió a la colina donde estaban enterradas las planchas del Libro de Mormón. Allí se encontró con Moroni y vio las planchas, pero se le dijo que no las recibiría sino hasta después de cuatro años. Debía empezar un período importante de preparación que lo iba a capacitar para realizar la sagrada tarea de traducir el Libro de Mormón. Durante los cuatro años siguientes, José volvió a la colina cada 22 de septiembre para recibir más instrucciones de Moroni (véase José Smith—Historia 1:33–34). En el transcurso de esos años, también recibió “muchas visitas de los ángeles de Dios, los cuales manifestaron la majestad y gloria de los acontecimientos que habrían de suceder en los últimos días”2.

En ese período de preparación, el Profeta recibió también la bendición del matrimonio; en enero de 1827, se casó con Emma Hale, a quien había conocido mientras se encontraba trabajando en Harmony, Pensilvania, y que iba a ser una importante ayuda para él durante su ministerio. El 22 de septiembre de 1827, ella lo acompañó a la colina y lo esperó en un lugar cercano mientras Moroni entregaba las planchas en manos del Profeta.

Con el registro sagrado en su posesión, José en seguida descubrió porqué Moroni le había advertido que cuidara las planchas (véase José Smith—Historia 1:59–60). Una pandilla local empezó a hostigarlo tratando repetidas veces de robárselas. En diciembre de 1827, en un crudo día de invierno, y con la esperanza de encontrar un lugar donde trabajar en paz, José y Emma abandonaron el hogar de la familia Smith para buscar refugio en el de los padres de ella, en Harmony. Allí el Profeta inició la obra de traducción. El siguiente mes de febrero, Martin Harris, un amigo de la familia Smith que era de Palmyra, recibió la inspiración de ir a Harmony para ayudar al Profeta en la traducción; con Martin como su escribiente, José siguió adelante con la traducción del registro sagrado.

Los resultados de la labor del Profeta se publicarían después como “El Libro de Mormón”. Este libro extraordinario, que contiene la plenitud del Evangelio, es un testimonio de la veracidad de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y de la misión profética de José Smith.

Las enseñanzas de José Smith

El Libro de Mormón se tradujo por el don y el poder de Dios.

En respuesta a la pregunta: “¿Cómo y dónde logró obtener el Libro de Mormón?”, José Smith respondió: “Moroni, que había depositado las planchas en una colina de Manchester, distrito de Ontario, Nueva York, habiendo muerto y resucitado, se me apareció y me dijo dónde estaban, y me dio instrucciones en cuanto a la manera de obtenerlas. Las obtuve, junto con el Urim y Tumim, por medio del cual traduje las planchas, y así resultó el Libro de Mormón”3.

“[Moroni] me informó dónde estaban depositadas unas planchas en las que se había grabado un compendio de los registros de los antiguos profetas que habitaron en este continente… Estos registros estaban grabados en planchas que tenían la apariencia de oro; cada plancha medía 20 cm. de largo por 15 de ancho, y tenía un espesor no tan grueso como el de la hojalata común. Cada una de ellas estaba llena de grabados con caracteres egipcios y ligadas en un volumen como las páginas de un libro, con tres anillos que pasaban a través de las planchas. El volumen tenía aproximadamente 15 cm. de espesor, parte del cual se encontraba sellado. Los caracteres en la parte no sellada eran pequeños y hermosamente grabados. Todo el libro exhibía muchas muestras de antigüedad en su confección y mucha habilidad en el arte de grabados. Juntamente con esos registros, se encontraba un curioso instrumento, que consistía en dos piedras transparentes engastadas en un armazón de plata, las cuales estaban aseguradas a una pieza que se ceñía alrededor del pecho, y que los antiguos conocían como el Urim y Tumim. Por el don y el poder de Dios y mediante el uso del Urim y Tumim yo traduje este registro”4.

“Por el poder de Dios, traduje de jeroglíficos el Libro de Mormón, cuyo conocimiento se había perdido para el mundo, un acontecimiento maravilloso en el cual estuve solo, un joven sin instrucción, para combatir con una nueva revelación la sabiduría mundana y la ignorancia colectiva de dieciocho siglos”5.

“Deseo manifestar aquí que la portada del Libro de Mormón es una traducción literal, tomada de la última hoja, del lado izquierdo de la colección o libro de planchas en las cuales se encerraba la historia que se ha traducido; que el lenguaje de toda la obra está dispuesto como todo escrito hebreo en general [es decir, de derecha a izquierda]; y que dicha portada en ningún sentido es composición moderna, ni mía ni de cualquier otro hombre que haya vivido o viva en esta generación… Pongo a continuación esa parte de la portada de la versión en inglés del Libro de Mormón, la cual constituye una traducción genuina y literal de la portada del Libro de Mormón original, tal como se grabó sobre las planchas:

“ ‘EL LIBRO DE MORMÓN.

“ ‘Un relato escrito por la mano de Mormón sobre planchas, tomado de las planchas de Nefi.

“ ‘Por tanto, es un compendio de los anales del pueblo de Nefi, así como de los lamanitas—Escrito a los lamanitas, quienes son un resto de la casa de Israel, y también a los judíos y a los gentiles—Escrito por vía de mandamiento, por el espíritu de profecía y de revelación—Escrito y sellado, y escondido para los fines del Señor, con objeto de que no fuese destruido—Ha de aparecer por el don y el poder de Dios para que sea interpretado—Sellado por la mano de Moroni, y escondido para los propósitos del Señor, a fin de que apareciese en el debido tiempo por medio de los gentiles—A interpretarse por el don de Dios.

“ ‘Contiene también un compendio tomado del Libro de Éter, el cual es una relación del pueblo de Jared, que fue esparcido en la ocasión en que el Señor confundió el lenguaje de los del pueblo, cuando estaban edificando una torre para llegar al cielo—Lo cual sirve para mostrar al resto de la casa de Israel cuán grandes cosas el Señor ha hecho por sus padres; y para que conozcan los convenios del Señor y sepan que no son ellos desechados para siempre—Y también para convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones—Y ahora bien, si hay faltas, éstas son equivocaciones de los hombres; por tanto, no condenéis las cosas de Dios, para que aparezcáis sin mancha ante el tribunal de Cristo’ ”6.

La sabiduría del Señor es más grande que la astucia del diablo.

El 14 de junio de 1828, el trabajo de traducción de José Smith de las planchas del Libro de Mormón había resultado en ciento dieciséis páginas manuscritas. Luego ocurrió un incidente que enseñó al Profeta lecciones profundas en cuanto a la guía de la mano de Dios para sacar a luz aquel registro sagrado. El Profeta escribió lo siguiente: “Tiempo después de haber empezado a escribir para mí, el señor Harris comenzó a pedirme con insistencia que le permitiera llevar a su casa los escritos para mostrarlos, y me pidió que le preguntara al Señor, por medio del Urim y Tumim, si podía hacerlo. Así lo hice, y la respuesta que recibí fue que no lo hiciera. No obstante; no quedó satisfecho con eso y me pidió que preguntara de nuevo. Así lo hice, y recibí la misma respuesta. Pero él siguió insatisfecho e insistió para que preguntara de nuevo.

“Después de rogármelo mucho, volví a preguntarle al Señor, y se nos otorgó permiso para que se llevara los escritos bajo ciertas condiciones, las cuales eran que los mostrara solamente a su hermano, Preserved Harris; a su propia esposa; a sus padres; y a la Sra. de Cobb, hermana de su esposa. De acuerdo con la última respuesta, le requerí que hiciera un convenio conmigo en la forma más solemne que haría solamente lo que se nos había indicado, y así lo hizo, dándome su palabra de cumplir lo que le había requerido. Luego partió, llevándose los escritos. Sin embargo, a pesar de las grandes restricciones a las que se había sujetado y de la solemnidad del convenio que había hecho conmigo, los mostró a otras personas, quienes mediante artimañas se los quitaron, y hasta la fecha nunca más los recuperamos”7.

En el prefacio de la primera edición del Libro de Mormón, el Profeta afirmó que los propósitos de Dios no podían frustrarse por la pérdida de las ciento dieciséis páginas: “Debido a que han circulado muchos rumores falsos con respecto al [Libro de Mormón], y que personas con malas intenciones han tomado muchas medidas ilegales para destruirme y destruir la obra, les comunico que, por el don y el poder de Dios, yo traduje e hice que se escribieran ciento dieciséis páginas, las cuales obtuve del Libro de Lehi, que era un relato compendiado de las planchas de Lehi por la mano de Mormón; que dicho relato ha sido robado por una persona o personas que lo han mantenido oculto de mí, a pesar de los grandes esfuerzos que he hecho por recuperarlo otra vez; y que el Señor me ha mandado no volver a traducir esos escritos otra vez, porque Satanás ha puesto en el corazón de los ladrones el deseo de tentar al Señor su Dios alterando las palabras, para que digan lo contrario de lo que yo traduje e hice escribir; porque si reprodujera las mismas palabras o, dicho de otro modo, si tradujera lo mismo otra vez, ellos publicarían lo que robaron y Satanás agitaría el corazón de los de esta generación para que no aceptaran esta obra. Pero he aquí, el Señor me dijo: No permitiré que Satanás realice su perverso designio en esto; por tanto, traducirás lo que está grabado en las planchas de Nefi hasta llegar a lo que has traducido y retenido, y he aquí, lo publicarás como la relación de Nefi, y así confundiré a los que han alterado mis palabras. No permitiré que destruyan mi obra; sí, les mostraré que mi sabiduría es más potente que la astucia del diablo [véase D. y C. 10:38–43].

“Por consiguiente, para ser obediente a los mandamientos de Dios, mediante Su gracia y misericordia, he cumplido lo que Él me ha mandado concerniente a este asunto”8.

El Libro de Mormón es la palabra de Dios.

“Declaré a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios por seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”9.

Los Artículos de Fe 1:8: “Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente; también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios”10.

“En [el Libro de Mormón] se relata que nuestro Salvador apareció en este continente luego de Su resurrección; que Él estableció aquí el Evangelio en toda su plenitud, y riqueza, y poder, y bendición; que del mismo modo tenían apóstoles, profetas, pastores, maestros y evangelistas, el mismo orden, el mismo sacerdocio, las mismas ordenanzas, dones, poderes y bendiciones, tal y como se disfrutaban en el continente oriental; que la gente fue destruida como consecuencia de sus transgresiones; que el último de los profetas recibió el mandamiento de escribir un compendio de sus profecías, historia, etc., y de esconderlo en la tierra, y que éste saldría a luz y se uniría con la Biblia para llevar a cabo los propósitos de Dios en los últimos días”11.

David Osborn estaba presente cuando José Smith predicó en Far West, Misuri, en 1837. Él recuerda estas palabras del Profeta: “El Libro de Mormón es verdadero, tal como afirma serlo, y por este testimonio espero dar cuentas en el día del juicio”12.

Las Escrituras nos animan, nos consuelan y nos hacen sabios para la salvación.

“En conexión con la edificación del reino están la impresión y la circulación del Libro de Mormón, de Doctrina y Convenios… y de la nueva traducción [de la Biblia]. No es necesario decir algo en cuanto a esas obras; los que las han leído y han bebido del torrente de conocimiento que ellas transmiten, saben cómo apreciarlas; y aunque los necios pudiesen burlarse de ellas, se han diseñado para hacer a los hombres sabios para la salvación y barrer las telarañas de la superstición de siglos, para manifestar las disposiciones de Jehová que ya se han ejecutado y delinear el futuro en todas sus terribles y gloriosas realidades. Los que han saboreado el beneficio que proviene del estudio de esas obras, sin duda competirán unos con otros en su celo por darlas a conocer por todo el mundo, a fin de que todo hijo de Adán pueda disfrutar de los mismos privilegios y regocijarse con las mismas verdades”13.

“[Las Escrituras de los últimos días se publican] para que los de corazón sincero puedan sentirse animados y consolados, y sigan gozosos su camino al ver su alma expuesta al conocimiento de la obra de Dios, y su entendimiento iluminado por dicho conocimiento a través de los antiguos patriarcas, así como lo que Él está a punto de hacer en los días postreros para que se cumplan las palabras de los patriarcas”14.

“Tomamos los escritos sagrados en nuestras manos y admitimos que se recibieron por inspiración directa para el beneficio del hombre. Creemos que Dios condescendió a hablar desde los cielos y a declarar Su voluntad concerniente a la familia humana, para darles leyes justas y santas, regular su conducta y guiarlos por un camino directo, a fin de que en el debido tiempo pudiese tomarlos para Sí y hacerlos coherederos con Su Hijo.

“Pero cuando se admite este hecho de que la voluntad directa de los cielos se halla en las Escrituras, ¿no estamos obligados, como criaturas racionales, a vivir de acuerdo con todos sus preceptos? ¿Llegará a beneficiarnos el simple hecho de admitir que esa es la voluntad del cielo si no cumplimos con todas sus enseñanzas? ¿No ofendemos a la Suprema Inteligencia del cielo si admitimos la verdad de Sus enseñanzas y no las obedecemos? ¿No descendemos por debajo de nuestro propio conocimiento y de la prudencia mayor que el cielo nos ha conferido al proceder de esa manera? Debido a esas razones, si tenemos revelaciones directas que se nos han dado del cielo, ciertamente esas revelaciones no se dieron para tratarlas con ligereza, y, si hay alguna justicia en el cielo, el que juegue con ellas traerá desagrado y venganza sobre su propia cabeza; y todo aquel que acepte la verdad y fuerza de las enseñanzas de Dios, Sus bendiciones y maldiciones tal cual se hallan en el sagrado libro, debe reconocer que esa justicia existe…

“…Y aquel que pueda distinguir el poder del Omnipotente grabado en los cielos también podrá ver la propia escritura de Dios en el libro sagrado; y el que más a menudo lo lee, más se complace en él; y aquel que esté familiarizado con él reconocerá la mano dondequiera que la vea; y una vez que se descubra, no solamente será reconocida sino obedecida en todos sus conceptos celestiales”15.

“Ustedes, los Doce, y todos los santos: aprovechen esta importante clave: Que en todas sus pruebas, dificultades, tentaciones, aflicciones, cadenas, cárceles y muerte, tengan cuidado de no traicionar a los cielos; de no traicionar a Jesucristo; de no traicionar a las autoridades de la Iglesia; de no traicionar las revelaciones de Dios, ya sea en la Biblia, en el Libro de Mormón, en Doctrina y Convenios o cualquier otra revelación que se haya dado o pueda darse y revelarse al hombre en este mundo o en el venidero”16.

Sugerencias para el estudio y la enseñanza

Considere estas ideas al estudiar el capítulo o al prepararse para enseñarlo. Si necesita más ayuda, consulte las páginas VII–XIII.

  • Repase los relatos de las experiencias que José Smith tuvo entre el 21 de septiembre de 1823 y el 22 de septiembre de 1827 (págs. 61–63). ¿Cómo lo habrán preparado esas experiencias para traducir las planchas de oro? ¿En qué forma se le ha preparado a usted para los llamamientos del Señor?

  • Repase el segundo párrafo de la página 65, fijándose en los propósitos del Libro de Mormón. ¿De qué manera ha visto que esos propósitos se cumplan, tanto en su propia vida como en la de otras personas?

  • Al meditar en el relato del Profeta al recibir el mandamiento de no traducir una vez más las 116 páginas manuscritas que se perdieron (págs. 65–67), ¿qué aprende sobre Dios? ¿De qué forma podría influir el comprender ese relato en las decisiones que tomemos?

  • Lea el segundo párrafo completo de la página 67. Tenga en cuenta que en un arco de piedras, la clave es la piedra que se coloca en la parte superior y que mantiene todas las otras en su lugar. ¿En qué sentido es el Libro de Mormón “la clave de nuestra religión”? ¿De qué manera le ha ayudado el Libro de Mormón a acercarse “más a Dios”?

  • José Smith mencionó las bendiciones que se reciben por haber “bebido del torrente de conocimiento” de las Escrituras y de haber “saboreado el beneficio” de la palabra de Dios (pág. 68). ¿Qué le sugieren esas expresiones sobre el estudio de las Escrituras? ¿Qué podemos hacer para que nuestro estudio de ellas sea más significativo?

  • Lea el primer párrafo de la página 68. ¿Por qué será que los que estudian las Escrituras tienen una motivación especial para darlas a conocer a los demás? ¿Qué debemos hacer para compartir el Libro de Mormón? ¿Qué experiencias ha tenido al hacerlo o cuando otra persona lo ha compartido con usted?

  • Lea el segundo párrafo de la página 68. ¿Cuáles son algunos de los pasajes del Libro de Mormón que le han dado “ánimo y consuelo”? ¿De qué modo ha iluminado su entendimiento el Libro de Mormón?

Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema: Ezequiel 37:15–17; Introducción del Libro de Mormón; 1 Nefi 13:31–42; 2 Nefi 27:6–26; D. y C. 20:6–15; José Smith—Historia 1:29–54.

Notas

  1. Véase Joseph Smith, History 1832, pág. 4. Letter Book 1, 1829–1835, Joseph Smith, Collection, Archivos de la Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City, Utah.

  2. History of the Church, 4:537; tomado de una carta escrita por José Smith a solicitud de John Wentworth y George Barstow, Nauvoo, Illinois, publicada en el periódico Times and Seasons, 1º de marzo de 1842, pág. 707.

  3. History of the Church, 3:28; tomado de un editorial publicado en Elder’s Journal, julio de 1838, págs. 42–43; José Smith era el editor del periódico.

  4. History of the Church, 4:537; puntuación actualizada; alteración en la división de párrafos; tomado de una carta escrita por José Smith a solicitud de John Wentworth y George Barstow, Nauvoo, Illinois, publicada en el periódico Times and Seasons, 1º de marzo de 1842, pág. 707.

  5. History of the Church, 6:74; tomado de una carta de José Smith a James Arlington Bennet, 13 de noviembre de 1843, Nauvoo, Illinois. El apellido de James Bennet está incorrectamente escrito “Bennett” en History of the Church.

  6. History of the Church, 1:71–72; las palabras entre corchetes se encuentran en el original; tomado de “History of the Church” (manuscrito), libro A-1, pág. 33–35, Archivos de la Iglesia.

  7. History of the Church, 1:21; puntuación actualizada; alteración en la división de párrafos; tomado de “History of the Church” (manuscrito), libro A-1, pág. 9–10, Archivos de la Iglesia.

  8. Prefacio de la primera edición del Libro de Mormón (1830); alteración en la división de párrafos.

  9. History of the Church, 4:461; instrucciones de José Smith, 28 de noviembre de 1841, Nauvoo, Illinois; informe de Wilford Woodruff.

  10. Los Artículos de Fe 1:8.

  11. History of the Church, 4:538; puntuación actualizada; alteración en la división de párrafos; tomado de una carta escrita por José Smith a solicitud de John Wentworth y George Barstow, Nauvoo, Illinois, publicada en el periódico Times and Seasons, 1º de marzo de 1842, pág. 707–708.

  12. Citado por David Osborn, en “Recollections of the Prophet Joseph Smith”, Juvenile Instructor, 15 de marzo de 1892, pág. 173.

  13. History of the Church, 4:187; tomado de una carta de José Smith y sus consejeros en la Primera Presidencia a los santos, septiembre de 1840, Nauvoo, Illinois, publicada en Times and Seasons, octubre de 1840, pág. 179.

  14. Carta de José Smith al Times and Seasons, alrededor de marzo de 1842, Nauvoo, Illinois; Miscelánea, Joseph Smith, Collection, Archivos de la Iglesia; aparentemente, la carta no se envió.

  15. History of the Church, 2:11, 14; puntuación actualizada; alteración en la división de párrafos; tomada de “The Elders of the Church in Kirtland, to Their Brethren Abroad”, publicada en Evening and Morning Star, febrero de 1834, pág. 136; marzo de 1834, pág. 142.

  16. History of the Church, 3:385; tomado de un discurso de José Smith, 2 de julio de 1839, Montrose, Iowa; informe de Wilford Woodruff y Willard Richards. En el registro del élder Richards de este discurso, el élder Richards se basó en los registros de otros para el suyo, lo mismo sucedió al anotar el discurso del Profeta el 27 de junio de 1839, y los dos discursos que tienen la fecha de “alrededor de 1839”. Se hará referencia a estos discursos a lo largo de esta obra.