Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
La organización y el destino de la Iglesia verdadera y viviente


Capítulo 11

La organización y el destino de la Iglesia verdadera y viviente

“Concerniente a los destinos de esta Iglesia y reino, no saben más que un infante en los brazos de su madre. No lo comprenden… Esta Iglesia llenará el norte y el sur de América; llenará el mundo”.

De la vida de José Smith

En junio de 1829, el profeta José Smith terminó la traducción del Libro de Mormón. “Aproximándose el fin de nuestra traducción”, declaró el profeta, “fuimos a Palmyra, Condado de Wayne, estado de Nueva York, donde adquirimos el título de propiedad literaria e hicimos arreglos con el Sr. Egbert B. Grandin para que imprimiera cinco mil ejemplares del Libro de Mormón por la cantidad de tres mil dólares”1. Egbert B. Grandin era un hombre joven, un año menor que José Smith, que era dueño de una imprenta en Palmyra. Acababa de comprar una prensa nueva con tecnología que agilizaba el proceso de impresión. Fue asombroso que el Profeta encontrara un impresor en el pueblo rural de Palmyra capaz de imprimir tantos ejemplares de un tomo tan extenso como el Libro de Mormón. Ya que el proyecto de imprimirlo era tan extenso y caro, Martin Harris hipotecó su granja con el Sr. Grandin a fin de asegurar el pago de los costos de impresión.

A fines del verano de 1829, José Smith, Martin Harris y varias personas más se reunieron en la imprenta para inspeccionar la prueba de imprenta de la portada del Libro de Mormón, la primera página del libro que se imprimiría. Cuando el Profeta declaró que le complacía la apariencia de la página, la impresión siguió adelante lo más rápido posible. Tomó unos siete meses completar el proyecto, y el 26 de marzo de 1830 se pusieron ejemplares del Libro de Mormón a disposición del público.

Ya terminada la traducción y la publicación del Libro de Mormón, José Smith procedió a organizar la Iglesia. En la revelación que ahora se encuentra en la sección 20 de Doctrina y Convenios, el Señor le reveló al Profeta “el día preciso en el cual, de acuerdo con Su voluntad y mandamiento, habíamos de proceder a organizar Su Iglesia una vez más aquí sobre la tierra”2. El día señalado fue el 6 de abril de 1830.

“Hicimos… saber a nuestros hermanos”, dijo el Profeta, “que habíamos recibido el mandamiento de organizar la Iglesia; y por lo tanto, nos reunimos (seis personas) con ese propósito en la casa del Sr. Peter Whitmer, padre, el día martes seis de abril del año del Señor de mil ochocientos treinta”3. Aproximadamente sesenta personas colmaron la casa de la familia Whitmer en Fayette, Nueva York, y llenaron por completo dos de los cuartos. A fin de cumplir con la ley de Nueva York, se nombró a seis de los hombres presentes como miembros fundadores de la nueva Iglesia: el profeta José Smith, Oliver Cowdery, Hyrum Smith, Peter Whitmer, hijo, Samuel Smith y David Whitmer4.

Aunque en el principio la Iglesia era muy pequeña, José Smith tenía un sentido profético de su grandioso destino. Wilford Woodruff recordaba que en abril de 1834, durante una reunión del sacerdocio realizada en Kirtland, Ohio, el Profeta trató de hacer comprender a los hermanos el futuro que esperaba al reino de Dios en la tierra:

“El Profeta convocó a todos los que poseían el sacerdocio a reunirse en la pequeña escuela hecha de troncos que tenían allá. Era una casa muy chica, tal vez de poco más de cuatro metros de lado, pero en ella se reunió todo el sacerdocio de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que se encontraba en el pueblo de Kirtland… Una vez que nos juntamos, el Profeta llamó a los élderes de Israel que estaban con él para que dieran testimonio de esta obra… Cuando terminaron, él dijo: ‘Hermanos, he sido muy elevado e instruido por sus testimonios esta noche, pero quiero decirles delante del Señor que concerniente a los destinos de esta Iglesia y reino, no saben más que un infante en los brazos de su madre. No lo comprenden’. Quedé muy sorprendido. Y agregó: ‘Lo que ven aquí esta noche no es más que un grupo muy pequeño del sacerdocio, pero esta Iglesia llenará el norte y el sur de América; llenará el mundo’ ”5.

Las enseñanzas de José Smith

La verdadera Iglesia de Jesucristo fue organizada por José Smith en la dispensación del cumplimiento de los tiempos.

José Smith describió así lo ocurrido en la reunión que tuvo lugar el 6 de abril de 1830 con el fin de organizar la Iglesia: “Habiendo comenzado la reunión con oración solemne a nuestro Padre Celestial y de conformidad con el mandamiento recibido, procedimos a preguntar a nuestros hermanos si nos aceptaban como sus maestros en lo perteneciente al reino de Dios, y si estaban satisfechos de que debíamos proceder a organizarnos como Iglesia de acuerdo con dicho mandamiento. Por votación unánime consintieron a las diversas propuestas.

“Procedí a imponerle las manos a Oliver Cowdery y lo ordené élder de la ‘Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días’, después de lo cual él me ordenó a mí también al oficio de élder de dicha Iglesia. Entonces tomamos pan, lo bendijimos y lo partimos con ellos; también tomamos vino, lo bendijimos y lo bebimos con ellos. Luego impusimos las manos sobre cada miembro de la Iglesia que estaba presente, para que recibieran el don del Espíritu Santo y fuesen confirmados miembros de la Iglesia de Cristo. El Espíritu Santo se derramó sobre nosotros abundantemente; algunos profetizaron, en tanto que todos alabamos al Señor y nos regocijamos en extremo…

“Procedimos entonces a llamar a algunos otros hermanos y a ordenarlos a varios oficios del sacerdocio, según el Espíritu nos lo manifestaba, y después de pasar momentos felices presenciando y sintiendo nosotros mismos los poderes y las bendiciones del Espíritu Santo, por la gracia de Dios conferida sobre nosotros, partimos con la agradable sensación de saber que ya éramos miembros, reconocidos por Dios como tales, de ‘La Iglesia de Jesucristo’, organizada de acuerdo con los mandamientos y las revelaciones que Él mismo nos había dado en estos postreros días, así como con el orden que existía en la Iglesia según se halla registrado en el Nuevo Testamento”6.

En la primera conferencia general de la Iglesia, que se llevó a cabo en Fayette, Nueva York, el 9 de junio de 1830, se repartió la Santa Cena, se confirmó a varias personas como miembros de la Iglesia, se ordenó a otras a oficios del sacerdocio y la influencia del Espíritu Santo se derramó sobre los santos. El profeta José Smith escribió lo siguiente: “Estas escenas tuvieron el objeto de inspirarnos el corazón con un gozo indescriptible y llenarnos de asombro y reverencia hacia aquel Ser Todopoderoso, por cuya gracia habíamos sido llamados para ser el medio por el cual se pusiera al alcance de los hijos de los hombres el disfrutar de tan gloriosas bendiciones como las que en aquel momento se derramaban sobre nosotros. El hallarnos embarcados en el mismo orden de acontecimientos que los santos Apóstoles de antaño; el comprender la importancia y la solemnidad de esos hechos; y el presenciar y sentir con los sentidos naturales las mismas manifestaciones gloriosas del poder del sacerdocio, los dones y bendiciones del Espíritu Santo, y la bondad y condescendencia de un Dios misericordioso hacia aquellos que obedecen el sempiterno Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, se combinaron para crear en nosotros sensaciones de extática gratitud e inspirarnos con energía y celo renovados en la causa de la verdad”7.

Se organiza la Iglesia de Cristo de acuerdo con el orden de Dios

“Cristo era el cabeza de la Iglesia, la principal piedra del ángulo, la roca espiritual sobre la cual se edificó la Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ella [véase Mateo 16:18; Efesios 2:20]. Él edificó el reino, eligió a los Apóstoles y los ordenó al Sacerdocio de Melquisedec, dándoles la autoridad para administrar las ordenanzas del Evangelio”8.

“ ‘Cristo… constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y maestros’ [Efesios 4:11]. Y, ¿cómo se eligió a los apóstoles, profetas, pastores, maestros y evangelistas? Por profecía (revelación) y por la imposición de manos —mediante una comunicación divina y una ordenanza de procedencia divina—, por medio del sacerdocio organizado según el orden de Dios, por nombramiento divino”9.

“[El Libro de Mormón ] nos dice que nuestro Salvador hizo Su aparición en este continente [americano] después de Su resurrección; que estableció aquí el Evangelio en toda su plenitud y abundancia y poder y bendición; que tuvieron apóstoles, profetas, pastores, maestros y evangelistas; el mismo orden, el mismo sacerdocio, las mismas ordenanzas, dones, poderes y bendiciones que se disfrutaron en el continente oriental”10.

“El evangelista es un patriarca… Dondequiera que la Iglesia de Cristo se halle establecida sobre la tierra, allí debe haber un patriarca para el beneficio de la posteridad de los santos, tal como fue con Jacob cuando dio la bendición patriarcal a sus hijos”11.

Los Artículos de Fe 1:6: “Creemos en la misma organización que existió en la Iglesia Primitiva, esto es, apóstoles, profetas, pastores, maestros, evangelistas, etc.”12.

La Iglesia está dirigida por la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce Apóstoles y los quórumes de los Setenta.

“Creo firmemente en los profetas y apóstoles, siendo Jesucristo la principal piedra del ángulo, y hablo como quien tiene autoridad entre ellos, y no como los escribas”13.

“Los Presidentes o [Primera] Presidencia están sobre la Iglesia, y las revelaciones de la disposición y voluntad de Dios para la Iglesia deben venir por medio de la Presidencia. Tal es el orden celestial, así como el poder y privilegio del sacerdocio [de Melquisedec]”14.

“¿Qué importancia lleva el llamamiento de los Doce Apóstoles que sea diferente de los otros llamamientos u oficiales de la Iglesia?… Son los Doce Apóstoles los que han sido llamados al oficio del Sumo Consejo Viajante, y son los que deben presidir las iglesias de los santos… Tendrán las llaves de este ministerio, de abrir la puerta del reino de los cielos a todas las naciones y predicar el Evangelio a toda criatura. Éste es el poder, la autoridad y la virtud de su apostolado”15.

Orson Pratt, que fue miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dio este informe: “El Señor… indicó que se organizara el Quórum de los Doce Apóstoles, cuyo propósito sería el de predicar el Evangelio a las naciones, primero a los gentiles y luego a los judíos. Después de edificar el Templo de Kirtland, se convocó al sacerdocio y, refiriéndose a los Doce Apóstoles, el profeta José dijo que ellos habían recibido el apostolado con todos los poderes pertinentes, exactamente como los antiguos Apóstoles”16.

Wilford Woodruff, cuarto Presidente de la Iglesia, informó: “José llamó a doce apóstoles. ¿Quiénes eran? El Señor le dijo: ‘Los Doce serán aquellos que desearen tomar sobre sí mi nombre con íntegro propósito de corazón. Y si desearen tomar sobre sí mi nombre con íntegro propósito de corazón, serán llamados para ir por todo el mundo a predicar mi Evangelio a toda criatura’ [D. y C. 18:27–28]… Cuando el profeta José organizó el Quórum de los Doce Apóstoles, les enseñó [el] principio de la unión: Les hizo comprender que debían ser uno de corazón y de propósito y que debían tomar sobre sí plenamente el nombre de Cristo; que si Dios les mandaba hacer cualquier cosa, debían ir y hacerla”17.

“Los Setenta constituirán quórumes o grupos viajantes que irán por toda la tierra, a dondequiera que los Doce Apóstoles los llamen”18.

“Los Setenta no son llamados para servir a las mesas [véase Hechos 6:1–2]… sino que deben predicar el Evangelio, edificar [las iglesias] y poner a otros sumos sacerdotes que no pertenezcan a esos quórumes para que las presidan. Los Doce también han de… llevar las llaves del reino a todas las naciones y abrirles la puerta del Evangelio, y han de llamar a los Setenta a que los sigan y les ayuden”19.

Aunque las fuerzas del mal procuren destruir la Iglesia, “ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra”.

“Desde la organización de la Iglesia de Cristo… el 6 de abril de 1830, hemos tenido la satisfacción de presenciar el avance de la verdad a diversas partes de nuestra tierra, a pesar de que sus enemigos han empleado una incesante diligencia para detener su curso y evitar su progreso; aun cuando hombres malos e insidiosos se han combinado para destruir al inocente… a pesar de ello, el glorioso Evangelio en su plenitud se está extendiendo y está ganando conversos diariamente; y es nuestra oración a Dios que continúe así, y que se agregue la cantidad de personas que se salvará eternamente”20.

“El estandarte de la verdad se ha izado; ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra; las persecuciones podrán encarnizarse, los populachos se podrán combinar, los ejércitos podrán juntarse y la calumnia podrá difamar; mas la verdad de Dios seguirá adelante valerosa, noble e independientemente hasta que haya penetrado en todo continente, visitado todo clima, abarcado todo país y resonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios y el gran Jehová diga que la obra está concluida”21.

“Y de nuevo, [el Salvador] les propuso otra parábola que hacía alusión al reino que se iba a establecer poco antes o precisamente al tiempo de la siega, que dice: ‘El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas’ [Mateo 13:31–32]. Podemos discernir claramente que se da esta figura para representar a la Iglesia, tal cual ha de salir a luz en los últimos días. He aquí, el reino de los cielos es comparado con ella. Y ahora, ¿qué es semejante a ella?

Consideremos el Libro de Mormón que un hombre tomó y escondió en su campo, asegurándolo con su fe para que brotara en los últimos días o en el debido tiempo; veámoslo salir de la tierra, a la verdad, la más pequeña de todas las semillas, mas he aquí, echa ramas, sí, se reviste de frondosas ramas y majestad divina hasta que llega a ser, como el grano de mostaza, la mayor de todas las plantas. Y es la verdad, y ha brotado y salido de la tierra; y la justicia empieza a mirar desde los cielos [véase Salmos 85:11; Moisés 7:62] y Dios está enviando Sus poderes, dones y ángeles para que aniden en sus ramas.

“El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza. He aquí, ¿acaso no es éste el reino de los cielos que empieza a salir en los últimos días con la majestad de su Dios, a saber, La Iglesia de los Santos de los Últimos Días, que como una roca impenetrable e inamovible en medio del gran océano está expuesta a las tormentas y tempestades de Satanás, y que hasta la fecha ha permanecido firme, y aún está afrontando las gigantescas olas de la oposición movidas por los tempestuosos vientos de náufragos artificios que se han [estrellado] y se siguen estrellando con inmensa espuma contra su frente triunfante, incitadas hacia delante con doble furia por el enemigo de la rectitud…?”22.

Como parte de su oración en la dedicación del Templo de Kirtland, la cual posteriormente quedó registrada en Doctrina y Convenios 109:72–76, el profeta José Smith dijo lo siguiente: “Trae a tu memoria, oh Señor, a todos los de tu iglesia, y a todas sus familias y parientes cercanos, con todos sus enfermos y afligidos, con todos los pobres y mansos de la tierra, a fin de que el reino que has establecido, no con mano, llegue a ser una gran montaña y llene toda la tierra; para que tu iglesia salga del desierto de las tinieblas, y resplandezca hermosa como la luna, esclarecida como el sol e imponente como un ejército con sus pendones; y sea ataviada como una esposa para aquel día en que quitarás el velo de los cielos y harás que las montañas se derritan ante tu presencia, y sean alzados los valles y allanados los lugares ásperos, a fin de que tu gloria llene la tierra; para que al llamar la trompeta a los muertos, podamos ser arrebatados en la nube para recibirte, a fin de que siempre estemos con el Señor; para que se hallen limpios nuestros vestidos y seamos ataviados con mantos de rectitud, con palmas en nuestras manos y coronas de gloria sobre nuestra cabeza, y seguemos gozo eterno por todos nuestros sufrimientos”23.

Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de fortalecer a la Iglesia y de hacer su parte para edificar el reino de Dios.

“La causa de Dios es una sola causa común, en la que todos los miembros de la Iglesia están igualmente interesados; todos somos miembros del cuerpo común, todos participamos del mismo espíritu, nos bautizamos en un mismo bautismo y poseemos en común la misma esperanza gloriosa. El progreso de la causa de Dios y la edificación de Sión incumben tanto a un hombre como a otro. La única diferencia consiste en que uno es llamado a cumplir con un deber, y otro con otro; ‘de manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros’ [véase 1 Corintios 12:21, 26]. La simpatía hacia este o aquel partido, los intereses opuestos, los designios exclusivos se deben olvidar en esa sola causa común, en bien del todo”24.

“Hermanos y hermanas, sean fieles, sean diligentes, contiendan fervientemente por la fe que una vez se dio a los santos [véase Judas 1:3]; que todo hombre, mujer y niño comprenda la importancia de la obra y se comporte como si el éxito dependiera exclusivamente de su propio esfuerzo; que todos sientan interés en ella y que consideren que viven en días cuya contemplación animó el corazón de reyes, profetas y hombres justos hace miles de años, cuya posibilidad inspiró sus escritos más tiernos y sus cantos más sublimes, y les hizo prorrumpir en las embelesadas alabanzas que se registran en las Escrituras. Y con el tiempo tendremos que exclamar con palabras de inspiración:

“ ‘El Señor de nuevo ha traído a Sión;

el Señor ha redimido a su pueblo, Israel’ [D. y C. 84:99]”25.

Tal como lo recordó Wilford Woodruff, José Smith dijo lo siguiente a los integrantes de los Doce que partían para una misión en Gran Bretaña en 1839: “Sea lo que fuere que les sobrevenga, enderecen sus hombros y sobrelleven la carga, y siempre sostengan y defiendan los intereses de la Iglesia y reino de Dios”26.

Sugerencias para el estudio y la enseñanza

Considere estas ideas al estudiar el capítulo o al prepararse para enseñarlo. Si necesita más ayuda, consulte las páginas VII–XIII.

  • Imagine lo que habrá sido asistir a la reunión del sacerdocio que se describe en las páginas 144–145. ¿Qué cree que habría sentido usted si hubiera oído a José Smith profetizar que algún día la Iglesia llenaría el mundo? ¿Qué piensa o qué siente al considerar ahora aquella profecía?

  • Repase las páginas 145–146, fijándose en lo que se realizó cuando se organizó la Iglesia y durante la primera conferencia general. José Smith dijo: “Estas escenas tuvieron el objeto de inspirarnos el corazón con un gozo indescriptible y llenarnos de asombro y reverencia hacia [Dios]” (pág. 146). ¿Cuándo ha sentido usted algo similar a lo que José Smith describió?

  • Repase las enseñanzas de José Smith sobre la Iglesia en la época de Jesús y en los tiempos del Libro de Mormón (págs. 146–148). ¿Cómo sigue la Iglesia ese mismo modelo en nuestros días?

  • ¿Por qué necesitamos líderes que presidan la Iglesia en todo el mundo? (Véanse las páginas 148–149 donde hay algunos ejemplos.) ¿Qué bendiciones ha recibido usted por el servicio que prestan la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce Apóstoles, los quórumes de los Setenta y el Obispado Presidente?

  • Al leer las profecías de José Smith con respecto al destino de la Iglesia, ¿qué piensa o siente usted? (Véanse las páginas 149–151.) ¿Qué podemos hacer nosotros para participar en esta obra? (Véanse las páginas 151–152 donde hay algunos ejemplos.)

  • José Smith enseñó: “Que todo hombre, mujer y niño comprenda la importancia de la obra y se comporte como si el éxito dependiera exclusivamente de su propio esfuerzo” (pág. 152). Piense en las formas en que usted puede poner en práctica este consejo en su vida.

  • Si alguien le preguntara por qué es usted miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ¿qué contestaría?

Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema: Daniel 2:31–45; Mosíah 18:17–29; D. y C. 20:1–4; 65:1–6; 115:4–5.

Notas

  1. History of the Church, 1:71; tomado de “History of the Church” (manuscrito), libro A-1, pág. 34, Archivo General de la Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City, Utah.

  2. History of the Church, 1:64; tomado de “History of the Church” (manuscrito), libro A-1, pág. 29, Archivo General de la Iglesia; citado en Doctrina y Convenios, Manual para el alumno, pág. 32.

  3. History of the Church,1:75–77; tomado de “History of the Church” (manuscrito), libro A-1, pág. 37, Archivo General de la Iglesia.

  4. La ley del estado de Nueva York exigía que hubiera de tres a nueve personas para organizar una iglesia o tramitar sus asuntos. El Profeta decidió que fueran seis personas.

  5. Wilford Woodruff, en Conference Report, abril de 1898, pág. 57; puntuación actualizada; uso actualizado de mayúsculas.

  6. History of the Church,1:77–79; alteración en la división de párrafos; tomado de “History of the Church” (manuscrito), libro A-1, págs. 37–38, Archivo General de la Iglesia.

  7. History of the Church,1:85–86; tomado de “History of the Church” (manuscrito), libro A-1, pág. 42, Archivo General de la Iglesia; véase también Historia de la Iglesia en el cumplimiento de los tiempos, pág. 79.

  8. Discurso pronunciado por José Smith el 23 de julio de 1843, en Nauvoo, Illinois; Joseph Smith, Collection, Discursos, 23 de julio de 1843, Archivo General de la Iglesia.

  9. History of the Church, 4:574; tomado de “Try the Spirits”, editorial publicado en Times and Seasons, 1º de abril de 1842, págs. 44-45; José Smith era el editor del periódico.

  10. History of the Church, 4:538; tomado de una carta que José Smith escribió a petición de John Wentworth y George Barstow, Nauvoo, Illinois, publicada en Times and Seasons, 1º de marzo de 1842, págs. 707–708.

  11. History of the Church, 3:381; tomado de un discurso pronunciado por José Smith el 27 de junio de 1839, en Commerce, Illinois; informe de Willard Richards.

  12. Los Artículos de Fe 1:6.

  13. Carta de José Smith a Isaac Galland, 22 de marzo de 1839, cárcel de Liberty, Misuri; publicada en Times and Seasons, febrero de 1840, pág. 53; puntuación actualizada.

  14. History of the Church, 2:477; tomado de un discurso pronunciado por José Smith el 6 de abril de 1837, en Kirtland, Ohio; sacado de Messenger and Advocate, abril de 1837, pág. 487.

  15. History of the Church, 2:200; alteración en la división de párrafos; tomado de las actas de una reunión de consejo de la Iglesia que se realizó el 27 de febrero de 1835, en Kirtland, Ohio; informe de Oliver Cowdery.

  16. Orson Pratt, Millennial Star, 10 de noviembre de 1869, pág. 732.

  17. Wilford Woodruff, Deseret Weekly, 30 de agosto de 1890, pág. 306; puntuación actualizada.

  18. History of the Church, 2:202; tomado de “History of the Church” (manuscrito, libro B-1, pág. 577, Archivo General de la Iglesia).

  19. History of the Church, 2:431–432; tomado de instrucciones dadas por José Smith el 30 de marzo de 1836, en Kirtland, Ohio.

  20. History of the Church, 2:22; tomado de “The Elders of the Church in Kirtland, to Their Brethren Abroad”, 22 de enero de 1834, publicado en Evening and Morning Star, abril de 1834, pág. 152.

  21. History of the Church, 4:540; tomado de una carta que José Smith escribió a petición de John Wentworth y George Barstow, Nauvoo, Illinois, publicada en Times and Seasons, 1º de marzo de 1842, pág. 709; véase también Nuestro legado, pág. 145.

  22. History of the Church, 2:268; la última palabra entre corchetes se encuentra en el original; puntuación y gramática actualizadas; tomado de una carta de José Smith a los élderes de la Iglesia, diciembre de 1835, Kirtland, Ohio, publicada en Messenger and Advocate, diciembre de 1835, pág. 227.

  23. Doctrina y Convenios 109:72–76; oración ofrecida por José Smith el 27 de marzo de 1836 en la dedicación del Templo de Kirtland, Ohio.

  24. History of the Church, 4:609; tomado de “The Temple”, editorial publicado en Times and Seasons, 2 de mayo de 1842, pág. 776; José Smith era el editor del periódico.

  25. History of the Church, 4:214; tomado de un informe de José Smith y sus consejeros de la Primera Presidencia, 4 de octubre de 1840, Nauvoo, Illinois, publicado en Times and Seasons, octubre de 1840, pág. 188.

  26. Citado por Wilford Woodruff, en Deseret News: Semi-Weekly, 20 de marzo de 1883, pág. 1.