“Capítulo 8: Preparativos para la Iglesia de Jesucristo: Abril de 1830,” Relatos de Doctrina y Convenios (2002), 34–39
“Capítulo 8,” Relatos de Doctrina y Convenios, 34–39
Capítulo 8
Preparativos para la Iglesia de Jesucristo
Abril de 1830
Jesús dijo que el Libro de Mormón enseña Su evangelio y que testifica de Dios y de Su obra. Jesús prometió bendiciones a los que reciban el libro con fe, y castigo a los que lo rechacen.
Jesús habló en cuanto a Su vida en la tierra. Nuestro Padre Celestial lo envió para que fuera nuestro Salvador. Satanás lo tentó, pero Jesús no lo escuchó.
Jesús sintió mucha tristeza por las cosas malas que la gente hace. Hacia el fin de Su vida, sufrió y sangró por todas las personas. Si la gente se arrepiente, no sufrirá como Él sufrió.
La gente malvada puso a Jesús en una cruz y lo mató.
Los amigos de Jesús pusieron Su cuerpo en una tumba.
Después de tres días, Jesús resucitó. ¡Estaba vivo nuevamente!
Gracias a que Jesús resucitó, todas las personas resucitarán; y gracias a que sufrió y murió por los pecados de todas las personas, podemos ser perdonados si nos arrepentimos. Si tenemos fe, nos arrepentimos, somos bautizados y nos esforzamos por guardar los mandamientos, regresaremos a vivir con nuestro Padre Celestial.
Jesús también enseñó a las personas en cuanto al bautismo y dijo que debemos ser bautizados para llegar a ser miembros de Su Iglesia. Las personas que quieran ser bautizadas deben arrepentirse, deben amar y obedecer a Jesús, y deben tener por lo menos ocho años.
Jesús enseñó la forma correcta de bautizar y explicó que un presbítero en el Sacerdocio Aarónico o un hombre que tenga el Sacerdocio de Melquisedec puede bautizar a otra persona. El hombre lleva a la persona al agua y ofrece una oración especial.
El hombre que está bautizando pone a la persona debajo del agua y luego la saca.
Cuando las personas se bautizan, prometen obedecer a Jesús y también prometen hacer y decir cosas buenas.
Jesús habló de la bendición de los bebés. Los hombres que tienen el Sacerdocio de Melquisedec pueden bendecir a los bebés. Los hombres sostienen al bebé en los brazos y uno de ellos le da un nombre y una bendición.
Jesús habló sobre la Santa Cena y dijo que la debemos tomar a menudo. Pero si hacemos algo malo, no debemos tomar la Santa Cena hasta que nos hayamos arrepentido.
Tomamos la Santa Cena para recordar a Jesús. El pan nos ayuda a pensar en Su cuerpo y a recordar que murió por nosotros en la cruz.
El agua nos ayuda a pensar en la sangre de Jesús y a recordar que sufrió y sangró por nosotros en el Jardín de Getsemaní.
Cuando tomamos la Santa Cena hacemos convenios. Un convenio es una promesa. Prometemos que trataremos de ser como Jesús, que siempre lo recordaremos y que obedeceremos Sus mandamientos. Si cumplimos con los convenios, se nos promete que Su Espíritu nos acompañará.