Obispado
Abuso o maltrato (la ayuda que necesita el abusador)


“Abuso o maltrato (la ayuda que necesita el abusador)”, Recursos para orientar, 2020.

“Abuso o maltrato (la ayuda que necesita el abusador)”, Recursos para orientar.

Abuso o maltrato (la ayuda que necesita el abusador)

Líneas telefónicas de ayuda

Los obispos, presidentes de rama y presidentes de estaca deben llamar de inmediato a la línea telefónica de ayuda eclesiástica cada vez que se enteren de un caso de abuso o maltrato. En ella se brinda asistencia para prestar ayuda a las víctimas y para cumplir con los requisitos tocantes a denuncias. Vaya a Números telefónicos de las líneas de ayuda a fin de consultar el número de la línea telefónica de ayuda y obtener más información.

Ningún líder de la Iglesia debe hacer caso omiso jamás de ningún informe de abuso o maltrato, ni aconsejar a persona alguna que no denuncie actos delictivos.

Estados Unidos y Canadá

Si otros miembros se enteran de algún caso de abuso o maltrato, deben comunicarse inmediatamente con las autoridades legales. Además, deben consultar al obispo o al presidente de estaca, quien llamará a la línea de ayuda contra el abuso o maltrato para procurar orientación en cuanto a cómo ayudar a las víctimas y cómo cumplir con los requisitos concernientes a realizar la denuncia.

Países fuera de los EE. UU. y Canadá

Conozca cómo y cuándo debe denunciar los casos de abuso o maltrato. Los presidentes de estaca y los obispos deben llamar de inmediato a la línea telefónica de ayuda para procurar guía, si es que existe una en su país. En los países donde no se cuente con la línea telefónica de ayuda, el obispo que tenga conocimiento de un caso de abuso o maltrato debe ponerse en contacto con su presidente de estaca, quien procurará la guía del asesor legal de Área en la oficina del Área (véase General Handbook: Serving in The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints [Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días], 2020, 38.6.2.1, LaIglesiadeJesucristo.org). Los demás miembros deben cumplir con todas las obligaciones legales concernientes a realizar denuncias, así como buscar el consejo del obispo.

No se han de tolerar ni el abuso ni el maltrato

El abuso es el maltrato o la negligencia con respecto a otras personas (tales como un hijo o un cónyuge, los ancianos o los discapacitados) de una manera que cause daño físico, emocional o sexual. La postura de la Iglesia es que no puede tolerarse ni el abuso ni el maltrato en ninguna de sus formas, y que quienes perpetren abusos o maltratos deberán rendir cuentas ante Dios. Independientemente de que el abusador fuere hallado culpable ante la ley por abuso o maltrato, o no lo fuere, estará sujeto a la disciplina de la Iglesia y podría perder su condición de miembro (véanse Mateo 18:6; Marcos 9:42; Lucas 17:2).

Las primeras responsabilidades de la Iglesia frente a casos de abuso o maltrato son: 1) ayudar de manera bondadosa y con delicadeza a quienes hayan sido víctimas de abuso o maltrato, y 2) proteger a quienes podrían quedar en una situación de vulnerabilidad ante futuros abusos o maltratos. Pese a que algunos tipos de abuso o maltrato causen daño físico, todas las formas de abuso afectan la mente y el espíritu. A menudo, el abuso o maltrato destruye la fe y puede ocasionar confusión, duda, desconfianza, culpabilidad y temor en la víctima.

Con frecuencia, aquellos que cometen el abuso o maltrato tienen otros pecados sin resolver o problemas de salud mental graves, o quizás ellos mismos hayan sido víctimas de abuso o maltrato. Algunos abusadores sienten remordimiento, el deseo de confesar sus pecados y la disposición de comenzar el proceso del arrepentimiento; otros quizás nieguen haber hecho algo malo, resten importancia a su conducta o culpen a otra persona. El primer paso para ayudar al abusador es evaluar su nivel de remordimiento y su deseo de cambiar.

Algunos abusadores quizás sean astutos, manipuladores y embusteros, así que es posible que su versión de los hechos difiera de la de la víctima. En todos los casos, considere primeramente la seguridad y la protección de la víctima. Los obispos y los presidentes de estaca deben consultar a la línea telefónica de ayuda conforme trazan planes de protección.

No se espera que los líderes de la Iglesia diagnostiquen ni brinden tratamiento a las personas que padecen problemas de salud mental relacionados con el abuso o el maltrato, ni tampoco se les insta a hacerlo. La mayoría de los abusadores debe considerar la posibilidad de buscar ayuda profesional. La organización Servicios para la Familia (en donde se halle disponible) puede ofrecer asesoramiento y proporcionar información a los líderes sobre los recursos que haya en su comunidad.

Los obispos deben remitirse al Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2020, para consultar las indicaciones concernientes a los llamamientos de la Iglesia, recomendaciones para el templo y otras preguntas pertinentes una vez que se haya investigado el abuso o el maltrato y se haya llegado a una conclusión en cuanto a su gravedad. Cuando se considere la posibilidad de imponer restricciones a la condición de miembro de los abusadores jóvenes, consulte el General Handbook [Manual General], 32.7.7.

Procurar entender

Con espíritu de oración, considere hacer preguntas como las siguientes a fin de poder entender mejor el problema de la persona, así como su disposición y sus motivaciones para el arrepentimiento.

  • ¿Puede ayudarme a entender la situación?

  • ¿Cuán importante es arrepentirse para usted?

  • ¿En qué forma ha aplicado los principios del Evangelio para superar las tendencias y conductas abusivas?

  • ¿Qué está dispuesto a hacer para cambiar?

  • ¿De qué modo puedo ayudarlo en su proceso de arrepentimiento?

  • ¿Hay algo más sobre esta situación de abuso o maltrato que yo deba saber?

Ayudar a la persona

Al ofrecer consejo a la persona, considere algunas de las sugerencias siguientes:

Analice con la persona las consecuencias de la conducta de abuso o maltrato en ella y en la familia, así como la doctrina y las normas de la Iglesia relacionadas con el abuso o maltrato (para más información, repase los recursos que se hallan en Normas y enseñanzas de la Iglesia).

Ayude a la persona a hallar esperanza y sanación por medio de Jesucristo y Su expiación.

En los casos de abuso o maltrato físico o verbal, ayude a la persona a buscar formas sanas y no abusivas de reaccionar frente a situaciones o sentimientos difíciles, tales como las siguientes:

  • Tomarse el tiempo suficiente para que las emociones se calmen y permitir una respuesta sensata, por ejemplo: salir a caminar, respirar profundamente, contar hasta cien u ocuparse en algún proyecto.

  • Hablar de los problemas tranquilamente y sin criticar.

  • Dedicar tiempo a considerar los pensamientos y sentimientos de los demás.

Apoyar a la familia

El abuso o maltrato afecta tanto a los miembros de la familia como a la persona. Determine el impacto que haya tenido en el cónyuge o en la familia de la persona y aborde esos problemas. Si bien es necesario ayudar al abusador en su proceso de arrepentimiento, en ocasiones, las víctimas se sienten ignoradas cuando la atención de los líderes pareciera centrarse principalmente en ayudar al abusador. Hable con la víctima con regularidad para asegurarse de que también se atiendan sus necesidades.

Utilice recursos de la comunidad o ayuda profesional para los miembros de la familia que necesiten asesoramiento o apoyo.

Ayude a los miembros de la familia a entender la forma en que el Salvador puede ayudarlos a sanar individualmente (véanse Alma 7:11 y Mateo 11:28–30).

Brinde apoyo continuo a otras personas de la familia que se hayan visto afectadas.

Hacer uso de los recursos del barrio y de la estaca

Solicite el permiso de la persona antes de hablar de la situación con otros. Los obispos deben consultar la línea telefónica de ayuda para casos abuso o maltrato cuando surjan preguntas sobre la confidencialidad y sobre el deber de ofrecer protección.

Según sea necesario, ayude a la persona a buscar y recibir ayuda profesional.

  • Utilice recursos locales que provean servicios en armonía con los principios del Evangelio.

  • Para conocer más recursos u opciones de terapia profesional, póngase en contacto con la oficina local de Servicios para la Familia o con las oficinas del Área.

Considere trabajar en conjunto con el obispo a fin de dedicar tiempo en el consejo de barrio para capacitar sobre cómo prevenir y reaccionar ante casos de abuso o maltrato.