Obispado
Duelo y pérdida


“Duelo y pérdida”, Recursos para orientar, 2020

“Duelo y pérdida”, Recursos para orientar

Duelo y pérdida

El duelo puede ser un sentimiento abrumador que casi todos experimentamos en algún momento de la vida. La muerte forma parte del plan de felicidad de Dios, pero aun cuando tenemos ese conocimiento, a muchas personas les resulta difícil lidiar con las emociones que provoca la pérdida de un ser querido. Además, la muerte no es lo único que ocasiona procesos de duelo; hay otros tipos de pérdidas que producen sentimientos de duelo, tales como perder el empleo, perder una relación, perder la salud, etcétera. El duelo es una respuesta normal ante las pérdidas y es un proceso de transición emocional en el camino a la dicha; no es una expresión de debilidad, ni es falta de fe en Dios o en Su amor.

Las personas que pasan por el duelo necesitan tiempo para sentir pesar por su pérdida, así como amigos y familiares que las apoyen y acompañen al vivir esa experiencia. La cantidad de tiempo necesaria para que el duelo siga su curso natural y saludable varía de una persona a otra, dependiendo de varios factores. ¿La pérdida ha sido repentina, o se ha tratado de una larga agonía y ya se esperaba el final? En los casos de fallecimiento, ¿qué tan cercanos eran el doliente y la persona fallecida en el aspecto emocional? ¿Qué tanto dependía la persona de quien ha fallecido o de lo que se ha perdido? Estos y otros elementos aumentan nuestra comprensión en cuanto a cómo ayudar a alguien que está de duelo.

Quizás algunas personas tengan que evitar aquello que les recuerda su pérdida, mientras que otras podrían hallar consuelo en los recuerdos. Algunas podrían necesitar tiempo antes de poder socializar o asistir a las reuniones y actividades de la Iglesia, en tanto que otras podrían anhelar los lazos sociales inmediatamente. Todos somos distintos y los caminos de cada persona diferirán.

Al ministrar a alguien que tenga dificultades al vivir su duelo, ante todo, muestre amor. Expresiones como las siguientes podrían contribuir a transmitir empatía:

  • “No sé qué decir, pero quiero que sepa que nos importa”.

  • “No tiene que hablar al respecto si no lo desea, pero estoy a su disposición si necesita alguien que lo escuche”.

  • “Es normal sentirse de manera diferente de un día o de un momento a otro. No existe una forma correcta de sentirse. Permítase sentir las emociones que experimente”.

  • “Lamento mucho que tenga que pasar por esto”.

Entender la situación

Al ministrar a alguien que tenga dificultades al vivir un duelo, considere hacer preguntas como las que se encuentran a continuación, de manera amable y amorosa, para entender mejor las inquietudes, necesidades y circunstancias de la persona.

  • ¿Cómo lleva todo esto?

  • Cuando tiene un buen día, ¿qué es lo que parece marcar la diferencia para bien?

  • ¿Adónde acude en busca de apoyo emocional?

  • ¿Qué cosas específicas han dicho o hecho las personas que lo han ayudado? ¿Qué cosas no le han resultado útiles?

Además, podría ser de provecho tener presentes las etapas del duelo. La mayoría de las personas atraviesan cinco etapas emocionales durante el duelo: negación, ira, negociación, depresión y adaptación. Estas pueden ocurrir en cualquier orden, y es posible que algunas personas omitan alguna etapa o la transiten más de una vez. Es factible que quienes ministran deban emplear diferentes estrategias en cada etapa del proceso de duelo. A continuación se presenta una descripción básica de cada etapa:

  • Negación: Por lo general, la negación es la primera etapa del duelo. Las personas que se encuentran en la negación podrían negar lo que ha sucedido, sentirse apáticas o estar en conmoción. Cuando la persona transita esta etapa, a menudo lo mejor es charlar mostrando empatía, o sencillamente acompañarla sentándose juntos y en silencio.

  • Ira: En esta etapa, las personas pueden dirigir la ira contra Dios, contra sí mismas o contra la gente de su entorno. Considere la posibilidad de instar a la persona a escribir en un diario personal esos sentimientos de enojo. Tal vez decidirá desechar el diario después de pasar esa etapa, pero mientras dure, el diario puede ofrecerle una válvula de escape segura para la ira.

  • Negociación: Es posible que las personas que se hallen en la etapa de negociación traten de “negociar” con Dios y se planteen preguntas hipotéticas de este estilo: “¿Y si prometo tratar mejor a [la persona enferma]?” o “¿Y si voy al templo todas las semanas?”, etcétera. Con frecuencia, se sienten culpables por no haber podido proteger al fallecido o no haber podido evitar la desgracia que ha ocurrido. Cuando alguien atraviesa esta etapa en los casos de duelo por fallecimiento, tal vez sea útil preguntarle qué cree que el difunto querría que la persona hiciera para seguir adelante en la vida.

  • Depresión: En esta etapa, las personas podrían sentirse vacías, impotentes o desesperanzadas, y quizás sientan falta de interés por la vida cotidiana. Tal vez comiencen a apartarse de los demás; si la persona permanece en esta etapa durante un período prolongado (de cuatro a seis semanas), quizás necesite que se le aconseje asistir a algún grupo de apoyo en el duelo o consultar a un profesional de salud mental.

  • Adaptación: En esta etapa, las personas se adaptan gradualmente a sus nuevas circunstancias. Las emociones se estabilizan y aprenden a sobrellevar el dolor. Puede resultar de ayuda tranquilizarlas diciéndoles que la adaptación no está mal y que, en los casos de duelo por fallecimiento, su ser querido difunto querría que procuren ser felices.

Ayudar a la persona

Al procurar ayudar a la persona, tenga presente la siguiente información:

  • Ayude a las personas a entender que está bien sentir pesar. Algunas podrían ver la congoja como una señal de poca fe, pero es importante que se permitan a sí mismas sentir pesar. Hablar sobre el hecho de que aun Jesús sintió pesar por alguien fallecido puede ayudar al miembro a entender que no es ninguna señal de falta de fe (véase Juan 11:32–36).

  • Ayude a la persona a darse cuenta de que cada uno vive el duelo a su manera; no existe un modo único de lidiar con las pérdidas y cada persona reacciona de forma diferente. La persona no debe sentir culpa por sentirse o no sentirse de una determinada manera.

  • Muestre empatía (y siga haciéndolo durante todo el proceso posterior a la pérdida).

    • Ore para pedir guía en cuanto a qué decir. Brindar consuelo puede resultar intimidante, aunque a menudo es mejor ofrecer ayuda y decir algo, que no decir nada. Es importante que quienes atraviesen procesos de duelo sepan que usted se preocupa y desea apoyarlos.

    • Recuerde tener tacto. Aunque sean bien intencionadas, es posible que algunas palabras no resulten tan comprensivas para las personas que están viviendo un duelo. Los ejemplos siguientes podrían resultar más perjudiciales que provechosos:

      • “Es parte del plan de Dios”.

      • “Al menos…” (“Al menos no ha sufrido”, “Al menos ahora puede salir con otras personas”, “Al menos, ahora puede buscar un trabajo que le agrade”, etc.).

      • “A mí me sucedió algo parecido”.

      • “Debe prestar más servicio”.

      • “Todo mejorará con el tiempo”.

      • “Debería…” o “Tiene que…”.

      • “Ahora está en un lugar mejor”.

    • En cambio, podría hacer lo siguiente:

      • Diga: “No sé qué decir, pero sé que muchas personas lo aprecian, incluyéndome a mí”.

      • Diga: “Estoy orando por usted”.

      • Haga saber a la persona afligida, mediante palabras y hechos, que piensa en ella. Tender la mano puede ser tan sencillo como enviar un mensaje de texto.

      • Pase tiempo con la persona acongojada.

  • Escuche. Dar consejos o hablar con la persona no son las únicas maneras de ayudar. Con frecuencia, escuchar con atención y dejar que la persona exprese sus sentimientos será bien recibido y resultará de provecho. El acto de sentarse con la persona es una forma no verbal de expresar apoyo. Limitarse a escuchar puede ser difícil, pues tal vez sienta que no está haciendo lo suficiente para aliviar el dolor, pero el acto de escuchar brinda ayuda y apoyo.

  • No reaccione. Mientras las personas atraviesan las etapas emocionales del duelo, es posible que digan o hagan cosas impropias de ellas. Sea paciente y entienda que tales comportamientos a menudo indican en qué etapa del proceso de duelo se hallan.

  • Siga brindando apoyo después que la pérdida ha ocurrido. Inste a los líderes de la Iglesia, a los hermanos y hermanas ministrantes, a los miembros del barrio y a los amigos a seguir esforzándose por apoyar emocionalmente durante mucho tiempo después de ocurrido el incidente. El duelo es un proceso que puede llevar meses e incluso años.

  • Preste atención a los comentarios y comportamientos suicidas. Si la persona afligida hablara sobre el suicidio, tómese siempre el asunto en serio. Consulte la página referente al suicidio en Recursos para orientar. Si le preocupa la seguridad de alguna persona, comuníquese de inmediato con el servicio de urgencias médicas local o con la oficina de Servicios para la Familia (si estuviera disponible en su región). Los líderes de la Iglesia también pueden llamar a la línea de ayuda de la Iglesia para recibir asistencia al respecto. Vaya a la sección referente al suicidio de la aplicación Biblioteca del Evangelio, donde hallará líneas telefónicas de ayuda gratuitas de varias partes del mundo y recursos para ayudar a quienes afrontan crisis de índole suicida.

En los casos de fallecimiento de seres queridos, el proceso de duelo podría incluir ayudar a la familia con los servicios del funeral o de la sepultura. Planificar y asistir al funeral puede ser difícil para las personas afligidas. Es importante estar atento a sus necesidades al brindar apoyo y consuelo. Busque información sobre cómo organizar servicios de funeral y otros servicios vinculados en la sección 29.6 de General Handbook: Serving in The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints [Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días] (LaIglesiadeJesucristo.org). Las siguientes son algunas pautas adicionales que se han de tener en cuenta:

  • Los funerales están destinados a honrar la vida del fallecido y a ayudar a los dolientes a hallar consuelo y paz. Con frecuencia, los funerales son una parte esencial de avanzar en el proceso de duelo. Por lo tanto, es importante prestar atención a las necesidades y los deseos de las personas afligidas o de los acongojados miembros de la familia. Hablar sobre el Plan de Salvación y el poder de Jesucristo para brindar consuelo podría ser de provecho. También es importante dedicar tiempo suficiente a honrar al fallecido, así como a recordar sus relaciones y virtudes.

  • Los dolientes pueden decidir hablar o participar en el servicio, o preferir no hacerlo. Se trata de una decisión personal que ellos deben tomar.

  • Al dirigir la palabra en el funeral, recuerde transmitir empatía. Inste a las demás personas que vayan a hablar (líderes de la Iglesia, hermanos y hermanas ministrantes, vecinos, etc.) a hacerlo con tacto.

Es posible que surjan problemas económicos por el funeral, así como después de este. Si la persona o la familia hubiera perdido a quien proveía el sustento, tal vez se preocupe por la economía a partir de ese momento. Procure recibir guía espiritual al considerar la forma en que la ayuda o los programas de la Iglesia podrían abordar algunas de esas inquietudes.

Apoyar a la familia

Dependiendo de la situación, los miembros de la familia y otros amigos cercanos también podrían tener dificultades al sufrir congoja, en particular, si esta se relaciona con la pérdida de seres queridos. Tenga en cuenta la información que se halla en “Ayudar a la persona”, según la situación de cada miembro de la familia y amigo cercano.

Aunque la aflicción afectara a un solo integrante de la familia, podría consultar al resto de familiares para ver cómo están. Es posible que necesiten apoyo para ayudar al familiar afligido.

Hacer uso de los recursos del barrio y de la estaca

Cuando resulte apropiado, considere pedir a los líderes del barrio o a otras personas de confianza que brinden apoyo constante. Solicite el permiso de la persona antes de hablar de la situación con otros.

  • Inste a los parientes que no formen parte de la familia inmediata y a los hermanos o hermanas ministrantes a estar atentos. El proceso de duelo puede demorar mucho y es probable que la persona necesite apoyo adicional durante bastante tiempo. Dicho apoyo debe continuar durante mucho después del funeral.

  • Tal vez a algunas personas les resulte beneficioso asistir a algún grupo de apoyo. Los grupos pueden ser de especial provecho para quienes sientan que nadie entiende su situación ni cómo se sienten. Por medio de las redes sociales se puede obtener acceso a algunos grupos. Los médicos de familia, las funerarias y las organizaciones de atención a pacientes terminales también pueden ayudarlo a buscar grupos de apoyo en su zona. La organización Servicios para la Familia no cuenta con grupos de apoyo para duelo, pero podría consultar en sus oficinas locales (si estuvieran disponibles en su zona) para pedir referencias o recomendaciones.

  • Si fuera necesario, ayude a la persona a procurar ayuda profesional. El duelo puede ser un proceso emocional complicado y el doliente podría necesitar la ayuda de un profesional. Consulte la página dedicada a la salud mental en Recursos para orientar.