2020
Extendamos nuestras manos hacia nuestros antepasados
Octubre de 2020


Voces de los Santos de los Últimos Días

Extendamos nuestras manos hacia nuestros antepasados

De mi propia experiencia, puedo decir que ayudar a mis antepasados me ha dado muchas alegrías.

Soy consultor de Historia Familiar y ayudo a otros a encontrar los registros de sus parientes para que puedan realizar las ordenanzas salvadoras por ellos.

Una de las escrituras que me enseñó a tener amor por mis familiares fallecidos es la que habla de la segunda venida de Jesucristo y de cómo Elías el Profeta haría “volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”1.

Por esa razón decidí que quería consagrarme al Señor, para servirle en lo que fuere necesario con fidelidad y mucho amor, en especial en la obra del templo. Primero serví como obrero de excursión en mi país, Honduras, en las visitas que hacía mi estaca al Templo de Tegucigalpa.

Luego, serví como consultor de Historia Familiar en mi barrio, ayudando a los hermanos en la búsqueda de sus familiares fallecidos, lo cual les permite efectuar las ordenanzas salvadoras para ellos, como el bautismo, la investidura y el sellamiento.

Este llamamiento, en el que sirvo desde 2013, me ha dado muchas alegrías. Al mismo tiempo que ayudo a otros hermanos a encontrar la información de sus parientes, yo también busco a los míos. He encontrado a muchos de mis generaciones pasadas que ya cruzaron el velo, y los he conocido a través de los registros civiles antiguos. Cada vez que encuentro un nombre, mi corazón rebosa de felicidad.

Por la línea genealógica de mi padre, he llegado hasta la generación número 32; y por el lado materno, hasta la octava generación. La cantidad de antepasados por los que he realizado la obra vicaria es de 80 personas en línea directa, y en forma indirecta por 600 personas, aproximadamente. Entre ellos se encuentra mi tatarabuela, Ciriaca George, a quien me llevó 28 años encontrar.

Me siento muy complacido y con un corazón agradecido, ya que tengo el apoyo de mi amada esposa, Olga Esperanza Alvarado Rodríguez. Esta ha sido una gran experiencia como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Sé que a través de las ordenanzas sagradas en Su santo templo, muchas personas que ya murieron podrán optar a la exaltación.

Por esa razón, cada vez que voy al centro de Historia Familiar, le pido al Padre Celestial Su guía a través del Espíritu Santo para poder ayudar a los que llegan allí a encontrar información. Siempre hay una oración en mi corazón para que, por el poder de Elías el Profeta, sea posible volver el corazón de los padres a los hijos y de los hijos a sus padres, encuentren los nombres de sus familiares que han partido ya, y que esperan a que se haga la obra de salvación por ellos.

Nota

  1. Malaquías 4:6.