Jóvenes
Cuando me apartaron para servir en la Misión California San Bernardino como misionero de tiempo completo, mi familia estuvo allí conmigo. En esta foto aparezco yo, abrazando a uno de mis hermanos, después de que fui apartado. Ha sido bastante difícil llegar a ese punto, pero me siento muy agradecido por los cambios que he presenciado en mí y en mi familia.
En mi penúltimo año de secundaria, sufrí un grave accidente de automóvil. Antes de que ocurriera, no estaba haciendo las cosas como debía; sin embargo, después del accidente, mi perspectiva cambió de verdad. Podría haber muerto en ese mismo momento, y yo no quería terminar así. Mi obispo me ayudó a ponerme en el camino correcto: leer el Libro de Mormón a diario y prepararme para servir en una misión.
Correr en la pista de atletismo es mi deporte, mi pasión. Después del accidente, me quedé fuera de la temporada de competiciones, y me preguntaba si todavía me quedarían fuerzas para hacerlo de nuevo. Sin embargo, me volví al Señor y, al hacerlo, tuve una temporada fenomenal el año siguiente. Todavía me costaba mucho esfuerzo, pero lo que cambió es que en vez de hacerlo por mí, lo hice por el Señor.
Lo que me cambió fue simplemente ver cuántas bendiciones puede proporcionar la plenitud del Evangelio. Como recibí todo ese gozo y felicidad, deseo difundirlos por todo el mundo; anhelo que las personas experimenten el gozo que yo tengo todos los días a causa del Evangelio, y por eso estoy sirviendo en una misión: para ayudar a “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).
Garret W., 18, Carolina del Norte, EE. UU.