2010
La imagen de la paternidad
Marzo de 2010


Hasta la próxima

La imagen de la paternidad

No era raro ver dos figuras en bicicleta, pero ese domingo, esa simple imagen me hizo recordar el pasado y me dio seguridad en el futuro.

Era domingo y mi familia y yo íbamos a asistir a los servicios dedicatorios de un centro de reuniones de nuestra área que había sido remodelado. Minutos antes de que comenzara la reunión sacramental, el presidente de estaca me pidió que le hiciera el favor de ir hasta el centro de reuniones de nuestro barrio, que quedaba a tres kilómetros, para buscar algo que necesitaba. Tenía el tiempo justo para ir y volver. Mientras cumplía con ese sencillo encargo, tuve una experiencia que conmovió mi espíritu: fue un maravilloso recordatorio de lo que es importante.

Cuando sólo me faltaban unas pocas cuadras para regresar a la reunión, vi que iban delante de mí dos bicicletas: una grande y otra un poco más pequeña que se pedaleaban con mucha energía. En seguida reconocí a los ciclistas; eran dos personas que conocía bien: un buen hermano de mi barrio y su hijito, que iban a la capilla, tal como lo hacían cada domingo.

Al contemplarlos, acudió a mi mente una imagen del futuro, cuando ese niño, al igual que su padre, recordaran esos viajes en bicicleta y pensé: “¡Qué gran ejemplo está dando ese padre y qué influencia eterna tendrá en el preciado hijo que Dios le ha dado! Ese niño”, reflexioné, “probablemente crezca y llegue a apreciar esa experiencia y quizá la repita cuando él mismo se convierta en padre”.

Al alcanzarlos, vino a mi mente la imagen de los recuerdos de mi infancia con mi propio padre, que solía llevarme en el manubrio de su bicicleta. Es un placer gozar de la estrecha relación que se crea mediante ese tipo de experiencias y es muy dulce recordarlas.

Cuando llegué a la capilla, saludé a los ciclistas con una sonrisa y obtuve la misma expresión que denotaba una silenciosa felicidad por asistir a la Iglesia. En la reunión del sacerdocio de aquella tarde, tuve la oportunidad de expresarle a ese hermano lo mucho que me había impresionado esa tierna imagen de recta paternidad. Su rostro se iluminó y quizá se haya sorprendido, ya que lo que yo describía era algo común para él.

Como Santos de los Últimos Días, somos afortunados por tener la imagen de tantos padres como ése que estimulan el bienestar espiritual y emocional de sus hijos. Y, como hijos que tienen la bendición de tener padres así, podemos sentir gratitud sincera por sus sencillos, pero profundos, ejemplos y sacrificios.

Ilustración fotográfica por Ruth Sipus.