2010
Alimento para el resto de la semana
Marzo de 2010


Alimento para el resto de la semana

Mariela Torres Meza, San José, Costa Rica

Al acercarse la graduación de secundaria, mis amigos y yo esperábamos con ansiedad el baile de celebración, pero cuando la institución anunció la fecha del mismo y descubrí que iba a ser en domingo, quedé deshecha.

“Mariela, ¡es una vez en la vida!”, me dijo una amiga. “Tienes que ir; no volverás a faltar a la iglesia nunca más, pero tan sólo esta vez sí tienes que faltar e ir al baile”.

Le expliqué que no era solamente cuestión de faltar a la iglesia sino de darle un día al Señor; pero cuando me puse a pensar en lo que dijo, me pregunté: “¿Importaría realmente que no guardara el día de reposo esta vez nada más?”. Al fin y al cabo, mis amigos y yo pronto íbamos a seguir rumbos distintos, y habíamos esperado con anhelo ese evento por años; el baile sería nuestra última oportunidad de estar juntos.

Al pensar en mi decisión, recordé que mi padre me había enseñado que el día de reposo era “alimento” para el resto de la semana. ¿Podía de veras darme el lujo de no recibir las bendiciones espirituales y temporales que el Señor promete a quienes son obedientes? Consideré mis opciones, y me quedó claro lo que debía escoger.

Cuando les dije a mis amigos que no iba a ir, no me entendieron. Durante las semanas siguientes, me sentía desilusionada cada vez que los oía conversar sobre el baile, pero aun así sabía que había tomado la decisión correcta.

Cuando se acercaba la fecha del baile, sucedió algo inesperado. Por algún motivo, la administración decidió cambiar la fecha; en vez de efectuarlo un domingo por la noche, ¡lo llevarían a cabo un sábado por la noche! Estaba emocionadísima porque sí iba a poder ir y divertirme con mis amigos, pero lo que me hacía realmente feliz era saber que había honrado mi compromiso de obedecer al Señor.

Me siento agradecida por haber podido ir al baile, pero soy consciente de que no siempre somos bendecidos de esta manera. A veces se nos requiere hacer sacrificios importantes por el evangelio de Jesucristo, pero aprendí entonces, y lo sé ahora, que un Padre Celestial amoroso siempre nos bendice de una forma u otra cuando somos obedientes.

El sentar un modelo de obediencia en la secundaria me da muchas bendiciones ahora que soy una joven adulta. Tengo el horario muy lleno con las asignaciones de la universidad, los compromisos del trabajo y las actividades sociales, pero sé que todas las semanas tendré la oportunidad de descansar de esas labores al dedicar el domingo al Señor.

Mi padre tenía razón: el domingo constituye una gran fuente de alimento espiritual. Siempre le daré prioridad a santificar el día de reposo para poder renovar mis convenios, reabastecer mis reservas espirituales y refrescar mi mente para la semana siguiente.

“Tan sólo esta vez tienes que faltar a la Iglesia e ir al baile”, me dijo una amiga.