2003
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agosto de 2003


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“Los Pilares de la Verdad”

Estoy muy agradecido por la revista Liahona . Disfruto de su lectura, y los artículos ejemplifican las cualidades del Evangelio de Jesucristo. Espero que todos los Santos de los Últimos Días consigan esta magnífica herramienta. Particularmente disfruté del mensaje de la Primera Presidencia del ejemplar de mayo de 2002, “Los pilares de la verdad”. Tenemos la verdad y debemos dar gracias diariamente por ello.

Eduardo Arroyo Teherán, Barrio Paraíso, Estaca Paraíso, Barranquilla, Colombia

Agradecido Por los Hermosos Artículos

Antes de ser miembro de la Iglesia, la mujer que luego sería mi esposa me mostró un ejemplar de la revista Liahona en el que había algo especial. Durante el tiempo que progresé de investigador a converso, un testimonio espiritual me confirmó la veracidad del Evangelio; sentía los apacibles susurros del Espíritu Santo que me motivaban dulcemente a aceptar la verdad.

Estoy agradecido por los esfuerzos de mi esposa y por nuestros inspirados hermanos y hermanas que escriben artículos tan hermosos. Es un placer recibir la revista Liahona . No puedo dejar de leer hasta terminar cada ejemplar por completo.

Alfredo José Cánepa, Rama Ytororo, Estaca Fernando de la Mora Sur, Paraguay

“Para Resistir la Tentación”

La revista Liahona me ha ayudado enormemente en mi vida personal. Me emocionó mucho la Lista de ideas, “Para resistir la tentación”, del ejemplar de noviembre de 2001, y me ha ayudado en calidad de misionera a vencer las tentaciones. Espero que también haya sido útil para otras personas.

Hermana Shelly T. Kollah, Misión Nigeria Port Harcourt

Testificar de Jesucristo

En la escuela estábamos estudiando diferentes religiones, y el profesor nos asignó a mi amiga Andressa, que también es miembro de la Iglesia, y a mí que habláramos sobre Jesucristo.

Al comenzar con la presentación, muchos de nuestros compañeros se burlaron de nosotras, pero no nos desanimamos. Hablamos de Su vida, desde Su nacimiento hasta Su resurrección, y al terminar, muchos se reían y decían cosas muy molestas. Yo me puse muy triste y pensé en los misioneros a los que les cierran las puertas en las narices; entonces me di cuenta de que yo estaba teniendo una experiencia parecida. Testifiqué de Jesucristo y dije que Él dio Su vida y padeció por nuestros pecados.

Al final, muchos profesores, entre ellos el nuestro, nos dieron las gracias por haberles enseñado cosas que desconocían.

Cléa de Souza Lira, 14 años, Barrio Potengi, Estaca Potengi, Natal, Brasil