Conferencia General
Céntrense en Jesucristo
Conferencia General de abril de 2023


Céntrense en Jesucristo

El Señor Jesucristo es la solución a nuestros problemas, pero debemos levantar los ojos y elevar la mirada para verlo a Él,

Mi padre solía decirme: “No te centres tanto en tus problemas que no puedas ver la solución”.

Testifico que el Señor Jesucristo es la solución incluso para nuestros problemas más difíciles. En concreto, Él ha vencido cuatro problemas que cada uno de nosotros afronta y que ninguno de nosotros puede resolver por sí mismo.

  1. El primer problema es la muerte física. Podemos intentar retrasarla o ignorarla, pero no podemos vencerla nosotros mismos. Jesucristo, sin embargo, venció la muerte por nosotros y, como consecuencia, todos resucitaremos algún día1.

  2. El segundo problema incluye las tribulaciones, las experiencias difíciles, la tristeza, el dolor y las injusticias de este mundo. Jesucristo venció todo esto. Para aquellos que se esfuerzan por seguirlo, algún día Él “enjugará […] toda lágrima” y arreglará todas las cosas2. Mientras tanto, Él puede fortalecernos para que pasemos por nuestras pruebas con confianza, buen ánimo y paz3.

  3. El tercer problema es la muerte espiritual que proviene del pecado. Jesucristo venció este problema tomando sobre Sí mismo “el castigo de nuestra paz”4. Gracias a Su sacrificio expiatorio, podemos ser liberados de las consecuencias de nuestros pecados si tenemos fe en el Salvador, nos arrepentimos sinceramente, aceptamos el convenio que el Padre nos ofrece por medio de ordenanzas esenciales como el bautismo y perseveramos hasta el fin5.

  4. El cuarto problema es nuestra naturaleza limitada e imperfecta. Jesucristo también tiene la solución a este problema. Él no solamente borra nuestros errores y nos hace inocentes de nuevo, sino que puede obrar un “potente cambio en […] nuestros corazones, por lo que ya no tenemos más disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente”6. Podemos ser perfeccionados por la gracia de Cristo y algún día llegar a ser semejantes a Él7.

Desafortunadamente, con demasiada frecuencia nos concentramos tanto en nuestros propios problemas que perdemos de vista la solución: nuestro Salvador, Jesucristo. ¿Cómo podemos evitar este error? Creo que la respuesta radica en los convenios que se nos invita a hacer con Él y con nuestro Padre Celestial.

Centrarse en Jesucristo por medio de los convenios

Nuestros convenios nos ayudan a centrar nuestra atención, nuestros pensamientos y nuestras acciones en Cristo. A medida que nos “adh[erimos] a los convenios que h[emo]s hecho”, podemos reconocer más fácilmente “las cosas de este mundo” que debemos “desecha[r]” y “las de uno mejor” que debemos buscar diligentemente8.

Esto es lo que el pueblo de Ammón hizo en el Libro de Mormón. A medida que aprendieron de Jesucristo y comenzaron a centrar su vida en Él, reconocieron que debían enterrar sus armas de guerra, se volvieron completamente honrados y se “distingu[ieron] por su celo para con Dios”9.

Guardar los convenios nos lleva a procurar todo aquello que propicie la influencia del Espíritu y a rechazar cualquier cosa que la aleje, “pues sabemos que si somos dignos de la presencia del Espíritu Santo también podemos ser dignos de vivir en la presencia del Padre Celestial y de Su Hijo Jesucristo”10. Esto podría significar que tengamos que cambiar nuestro vocabulario y comenzar a usar palabras más amables; podría significar que reemplacemos los hábitos espirituales dañinos por hábitos nuevos que fortalezcan nuestra relación con el Señor, tales como la oración y el estudio de las Escrituras cada día, de manera individual y con nuestra familia.

El presidente Russell M. Nelson dijo: “Cada persona que hace convenios en las pilas bautismales y en los templos, y los guarda, tiene un mayor acceso al poder de Jesucristo […].

“La recompensa por guardar los convenios con Dios es poder celestial, un poder que nos fortalece para soportar mejor nuestras pruebas, tentaciones y pesares”11.

Renovar nuestros convenios durante la Santa Cena cada domingo es una oportunidad excelente de examinarnos a nosotros mismos12 y de volver a centrar nuestra vida en Jesucristo. Al tomar la Santa Cena declaramos que lo “recorda[mos] siempre”13. La palabra siempre es muy significativa; extiende la influencia del Salvador a todos los ámbitos de nuestra vida. No lo recordamos a Él solamente en la capilla o durante nuestras oraciones matutinas, ni solamente cuando tenemos problemas y necesitamos algo.

Sí, a veces nos distraemos, nos olvidamos, perdemos el enfoque; pero renovar nuestros convenios significa que queremos recordar siempre al Salvador, que intentaremos hacerlo durante toda la semana y que volveremos a comprometernos y a centrarnos en Él de nuevo ante la mesa sacramental la semana siguiente.

Centrarse en Jesucristo en el hogar

Claramente, centrarse en Jesucristo debe ser algo más que una actividad que hacemos los domingos en la iglesia. Cuando el presidente Nelson presentó Ven, sígueme en 2018, dijo: “Ha llegado la hora de una Iglesia centrada en el hogar14. Dijo que debemos “transformar [nuestro] hogar en un santuario de fe” y en un centro para “el aprendizaje del Evangelio”. Y nos hizo cuatro promesas maravillosas si llevamos esto a cabo15.

Primera promesa:[S]us días de reposo serán verdaderamente una delicia”. Se convertirán en los días en que nos acercamos más a nuestro Salvador. Tal como dijo una joven peruana: “El día del Señor es el día en que recibo más respuestas de Él”.

Segunda promesa:Sus hijos estarán entusiasmados por aprender y vivir las enseñanzas del Salvador”. Esta es la razón por la que “hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo […], para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados”16.

Hacemos esto para que, algún día, cuando nuestro hijo salga a trabajar, a caminar por las montañas o a cazar bestias en los bosques, como hizo Enós, pueda recordar lo que le enseñamos sobre Cristo y sobre el gozo de vivir el Evangelio. Y, ¿quién sabe? Quizás ese sea el día en que finalmente sienta el hambre espiritual que lo haga volverse a Jesucristo, para que pueda oír la voz del Señor diciéndole: “… tus pecados te son perdonados, y serás bendecido”17.

Tercera promesa: “[L]a influencia del adversario en su vida y en su hogar disminuirá”. ¿Por qué? Porque cuanto más nos centramos en Jesucristo, menos atractivo nos resulta el pecado18. A medida que nuestros hogares se llenan con la luz del Salvador, hay cada vez menos espacio para la oscuridad del adversario.

Cuarta promesa: “Los cambios en su familia serán notables y duraderos”. ¿Por qué? Porque el cambio que Jesucristo produce es un “potente cambio”19. Él cambia nuestra naturaleza misma, nos convertimos en “nuevas criaturas”20. Gradualmente nos volvemos más semejantes al Salvador, llenos de Su amor puro por todos los hijos de Dios.

¿Quién no querría que se cumplieran estas cuatro promesas en su vida y en su familia? ¿Qué tenemos que hacer para obtenerlas? La respuesta es transformar nuestro hogar en un santuario de fe y en un centro para el aprendizaje del Evangelio. ¿Y cómo lo logramos? Centrándonos en el Padre Celestial y en Jesucristo, haciendo que Ellos sean el centro de nuestra vida familiar, la influencia más importante en nuestro hogar.

¿Me permiten sugerirles que comiencen haciendo que las palabras de Cristo, tal como se encuentran en las Escrituras, sean una parte diaria de su vida? No hay una fórmula prescrita para el estudio perfecto de las Escrituras. Podrían ser cinco o diez minutos cada día, o más, si pueden; o un capítulo o unos pocos versículos al día. Algunas familias prefieren estudiar por la mañana antes de irse a la escuela o al trabajo; otros prefieren leer por la noche, antes de acostarse. Algunas parejas jóvenes me han dicho que estudian de manera individual de camino al trabajo y luego comparten sus ideas el uno con el otro, mediante mensajes de texto, de modo que sus comentarios y conversaciones queden registrados.

En Ven, sígueme se sugieren muchas actividades y recursos que pueden ayudar a las personas y las familias a aprender los principios del Evangelio por medio de las Escrituras. Los videos de la Biblia y del Libro de Mormón también pueden ser herramientas valiosas para conseguir que las Escrituras sean más accesibles para su familia. Los jóvenes y los niños suelen sentirse inspirados por los relatos memorables de las Escrituras. Esos relatos y los principios del Evangelio que enseñan permanecerán con sus hijos, como amigos de confianza, cuando necesiten buenos ejemplos de servicio, virtud, obediencia, paciencia, perseverancia, revelación personal, caridad, humildad y fe en Jesucristo. Con el tiempo, la constancia de ustedes en deleitarse en la palabra de Dios ayudará a sus hijos a acercarse cada vez más al Salvador, y llegarán a conocerlo como nunca antes.

El Señor Jesucristo vive hoy en día. Él puede tener una presencia activa y diaria en nuestra vida. Él es la solución a nuestros problemas, pero debemos levantar los ojos y elevar la mirada para verlo a Él, que dijo: “Mirad hacia mí en todo pensamiento; no dudéis; no temáis”21. A medida que nos centremos en Él y en nuestro Padre Celestial, hagamos y guardemos convenios con Ellos, y hagamos que Ellos sean la influencia más importante en nuestro hogar y nuestra familia, seremos el tipo de personas que el presidente Nelson imaginó: “[U]n pueblo capaz, preparado y digno de recibir al Señor cuando Él regrese, un pueblo que ya haya elegido a Jesucristo por encima de este mundo caído, un pueblo que se regocije en su albedrío para vivir las leyes mayores y más santas de Jesucristo”22. En el nombre de Jesucristo. Amén.