Control del estrés

No todo el estrés es malo. De hecho, el estrés puede ser muy bueno. Puede ayudarlo a ponerse a la altura de una ocasión y hacer algunas cosas difíciles y asombrosas. El estrés bueno puede ayudarlo a convertirse en una mejor persona y en un mejor misionero (Véase Adaptarse a la vida misional, cuadernillo, 2013, pág. 5.)

Todos los misioneros experimentan un estrés regular diario debido a eventos normales y comunes, como una rutina matutina, sesiones de planificación y viajar a citas. Este estrés es relativamente cómodo y se adapta muy bien a nuestra capacidad de manejarlo.

Otra forma de estrés que encontrará es lo que se denomina “estrés de crecimiento”. El estrés de crecimiento es un alejamiento intencional del estrés relativamente cómodo para enfrentar desafíos moderados y planificados. Este estrés puede conducir al crecimiento y a una mayor capacidad para manejar más estrés. Algunos ejemplos de estrés de crecimiento son aprender un nuevo idioma, trabajar para mejorar sus habilidades de enseñanza, llevarse bien con su compañero, etc.

Mediante períodos de estrés seguidos de una recuperación, puede aumentar su capacidad con el tiempo. El estrés puede ser útil, siempre y cuando pueda manejarlo bien y se permita recuperarse adecuadamente para el nivel de estrés que está experimentando.

Para obtener más información sobre el manejo del estrés, consulte “Comprensión del estrés” en Adaptarse a la vida misional (páginas 3–10).