Instituto
Lección 26 — Material de preparación para la clase: La Iglesia en el oeste


“Lección 26 — Material de preparación para la clase: La Iglesia en el oeste”, Fundamentos de la Restauración: Material para el maestro, 2019

“Lección 26 — Material de preparación para la clase”, Fundamentos de la Restauración: Material para el maestro

Imagen
Grabado de Salt Lake City en 1853, por Frederick Piercy

Engraving of Salt Lake City in 1853 [Grabado de Salt Lake City en 1853], por Frederick Piercy

Lección 26 — Material de preparación para la clase

La Iglesia en el oeste

Los santos que se congregaron en el valle del Gran Lago Salado y en las regiones aledañas experimentaron varios desafíos luego de su llegada. Estos incluyeron un clima adverso, plagas de grillos, sequía y hambre. A Brigham Young, sin embargo, “más que las cosechas y el dinero le interesaba ayudar a la gente para que llegaran a ser un pueblo santo.

Sabía, por experiencia propia, que ellos progresarían si trabajaban con denuedo y aceptaban responsabilidades. ‘Este es un buen lugar para producir santos’, dijo en 1856 a una congregación de miembros en Salt Lake City (DNW [Deseret News Weekly], 10 de septiembre de 1856, pág. 5)” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, pág. 9). La mayoría de los santos demostró gran fe en el Señor durante esos primeros años, a pesar de sus pruebas. Lamentablemente, este período de la historia de la Iglesia también incluye la tragedia de la masacre de Mountain Meadows, que puede enseñarnos lecciones importantes que podemos aplicar en la actualidad.

Sección 1

¿Qué puedo aprender de los primeros santos pioneros en cuanto a servir al Señor y edificar Su reino en la actualidad?

Durante el difícil invierno de 1848–1849, cuando el clima estaba frío y escaseaban los alimentos, algunos santos deseaban trasladarse a California a extraer oro. El presidente Brigham Young profetizó:

Imagen
Presidente Brigham Young

“Hay quienes me han planteado la idea de ir [a California]. Les he dicho que Dios ha designado este lugar [la Gran Cuenca] para el recogimiento de Sus santos y que les irá mejor aquí que en las minas de oro […]. Dios me ha mostrado que este es el lugar para establecer a Su pueblo y aquí es donde prosperará […]; Dios atenuará el clima y construiremos una ciudad y un templo para el Dios Altísimo en este lugar. Extenderemos nuestros asentamientos hacia el este y el oeste, hacia el norte y hacia el sur, y edificaremos cientos de pueblos y ciudades y miles de santos se congregarán desde las naciones de la tierra”. (En James S. Brown, Life of a Pioneer: Being the Autobiography of James S. Brown, 1900, págs. 121–122)

Para cuando Brigham Young falleció en 1877, los Santos de los Últimos Días habían visto el cumplimiento milagroso de esa profecía. La fe que tenían en el Señor y Su profeta inspiró a entre 60 000 y 70 000 santos pioneros a emigrar hacia el valle del Lago Salado, donde fundaron entre 350 y 400 comunidades en Utah, Arizona, California, Idaho, Nevada y Wyoming.

El Fondo Perpetuo para la Emigración, que se estableció para ayudar a los inmigrantes pobres Santos de los Últimos Días, ayudó a financiar el viaje de 30 000 santos provenientes de las Islas Británicas, Escandinavia, Suiza, Alemania y los Países Bajos. Los misioneros predicaron el evangelio de Jesucristo en todo el mundo. Los santos consagraron su tiempo para construir templos en Salt Lake City, Logan y St. George. Lo más importante es que los santos dejaron un legado de fe, sacrificio y devoción inquebrantable a la causa de Jesucristo y Su evangelio restaurado. (Véase “Brigham Young”, Newsroom Topics, newsroom.churchofjesuschrist.org).

Escoge algunos de los siguientes relatos de santos fieles que se congregaron en Utah en los primeros días de la Iglesia. Lee el relato y asiste a la clase preparado para compartir lecciones o principios que hayas aprendido acerca de servir al Señor y edificar Su reino en la actualidad.

Lucy Meserve Smith

Lee acerca de la compasión de Lucy Meserve Smith y otras mujeres Santos de los Últimos Días que brindaron alivio a los pioneros de carros de mano en Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2011, págs. 41–42. Comienza con el párrafo que dice: “Lucy Meserve Smith, por ejemplo, lideró un grupo…” y lee hasta el final del capítulo.

John Moyle

Lee la inspiradora historia de John Moyle, quien caminó hasta Salt Lake para trabajar en el templo cada semana a pesar de haber perdido su pierna en un accidente, en el discurso de Dieter F. Uchtdorf, “Impulsen desde donde estén” (Liahona, noviembre de 2008, pág. 55). Lee la sección titulada “El ejemplo de John Rowe Moyle”.

O ve el video “Tan solo un cantero” (15:00).

Joseph Millet

Lee acerca del deseo de Joseph Millet de proveer harina para un hombre que fue enviado a él por el Señor: Boyd K. Packer, “Tributo a los santos del Señor”, Liahona, julio de 1980, pág. 101. Comienza con el párrafo que dice: “Quisiera citar algo del diario personal de Joseph Millett…” y concluye con el párrafo que comienza con “El Señor conocía a Joseph Millett…”.

O ve el video “La historia de Joseph Millet” (6:14).

Charles Walker y Charles Rich

Lee acerca de la fe de dos hombres y sus familias, quienes respondieron al llamado de establecer nuevas colonias para congregar a los santos, en Nuestro Legado: Una breve historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1996, págs. 88–89. Lee en la página 88, comenzando en el párrafo que dice “En las reuniones de la conferencia general, el presidente Young…”, y concluye con el párrafo de la página 89 que empieza con: “Hemos tenido muchas dificultades…”.

Sección 2

¿Qué condujo a la masacre de Mountain Meadows?

Durante la década de 1850, desacuerdos y malentendidos habían dado como resultado una tensión cada vez mayor entre los Santos de los Últimos Días y funcionarios del gobierno de los Estados Unidos. Creyendo de manera equivocada que los santos estaban en rebelión, el presidente de los Estados Unidos, James Buchanan, envió a Salt Lake City mil quinientos soldados para terminar con la supuesta insurrección.

En sermones dados a los santos, el presidente Young y otros líderes de la Iglesia describieron a las tropas que se acercaban como enemigos. Ellos temían que las tropas forzaran a los santos a salir del Territorio de Utah, de la misma manera en que antes se habían visto obligados a abandonar Ohio, Misuri e Illinois. El presidente Young instruyó a los santos que almacenaran grano para que tuvieran alimentos en caso de que fuera necesario huir de las tropas. En su calidad de gobernador del Territorio de Utah, también indicó a la milicia del territorio que se preparara para defender la región. Para evitar el derramamiento de sangre, el resto de los santos estaba preparado para evacuar sus hogares y tierras y destruirlos en caso de ser necesario.

Durante ese tiempo, una caravana de emigrantes que venía viajando hacia el oeste, desde Arkansas a California, entró en Utah. Algunos integrantes de la caravana se molestaron porque se les dificultó comprarles a los santos el grano que tanto necesitaban.

Imagen
Mapa de la masacre de Mountain Meadows

La tensión se intensificó en Cedar City, el último asentamiento de Utah en la ruta hacia California. Surgieron enfrentamientos y algunos miembros de la caravana amenazaron con unirse a las tropas del gobierno que venían contra los santos. Luego de que la caravana se alejó de la ciudad, algunos de los colonos y líderes de Cedar City querían perseguir y castigar a los hombres que los habían amenazado y ofendido.

Isaac Haight, alcalde de Cedar City, oficial de la milicia y presidente de estaca, solicitó permiso de William Dame, comandante de la milicia en la cercana Parowan, para convocar a la milicia y hacer frente a los ofensores de la caravana. Sin embargo, Dame denegó la solicitud y les instruyó que no prestaran atención a las amenazas de los emigrantes.

En vez de seguir esas instrucciones, Isaac Haight y otros líderes de Cedar City planearon persuadir a los indios paiute para que atacaran la caravana, robaran el ganado y mataran a algunos o a todos los hombres. Haight solicitó a John D. Lee, un miembro de la Iglesia y oficial de la milicia, que liderara a los paiutes en ese ataque. Ellos conspiraron para culpar de esta acción a los paiutes.

Isaac Haight presentó su plan a un consejo local de la Iglesia, a la comunidad y a los líderes de la milicia. Algunos miembros del consejo manifestaron fuertemente su desacuerdo con el plan de Haight y le preguntaron si había consultado con el presidente Brigham Young. Tras responder que no lo había hecho, Haight estuvo de acuerdo en enviar a un mensajero a Salt Lake City con una carta que explicara la situación y en la que preguntara lo que se debía hacer. El mensajero demoraría aproximadamente una semana en ir a Salt Lake City y volver con las instrucciones del presidente Brigham Young.

Pero poco antes de que el mensajero fuera despachado, John D. Lee y un grupo de indios atacaron de manera prematura el campamento de emigrantes en un lugar llamado Mountain Meadows. Lee trató de hacer parecer que solo los paiutes estaban involucrados. Algunos de los emigrantes murieron o quedaron heridos, y el resto luchó contra sus atacantes, obligando a Lee y a los paiutes a retroceder. Los emigrantes se apresuraron a formar sus carromatos en un círculo cerrado para protegerse.

En un momento dado, los milicianos de Cedar City fueron vistos por dos hombres emigrantes. Los milicianos dispararon sobre ellos, matando a uno; el otro hombre escapó.

En un intento por impedir que se difundiera la noticia de que miembros de la Iglesia estaban involucrados en los ataques, Isaac Haight, John D. Lee y otros líderes locales de la Iglesia y de la milicia planearon matar al resto de los emigrantes, excepto a los niños pequeños. “Volvieron a solicitar autorización a Dame para reunir a la milicia y nuevamente Dame convocó un consejo […] en el que se decidió que se enviarían efectivos para ayudar a los atribulados emigrantes a continuar su camino en paz. Haight se lamentaría más tarde diciendo: ‘Daría un mundo si lo tuviera, por haber acatado la decisión del consejo’” (Richard E. Turley, hijo, “The Mountain Meadows Massacre”, Ensign, septiembre de 2007, pág. 18).

Luego de la reunión de consejo, Isaac Haight logró convencer a Dame para que se replanteara la decisión del consejo y Haight partió sintiendo que contaba con autorización para hacer uso de la milicia para llevar a cabo su plan. John D. Lee se aproximó a los emigrantes con una bandera blanca de tregua y les dijo que, a fin de protegerlos de nuevos ataques, la milicia los escoltaría hasta Cedar City.

Cuando los emigrantes se dirigían hacia Cedar City, los milicianos se volvieron y les dispararon. Algunos indios, que habían sido reclutados por los colonos, salieron rápidamente de sus escondites para unirse al ataque. De los aproximadamente ciento cuarenta emigrantes que formaban parte de la caravana, solo diecisiete niños pequeños quedaron con vida.

Dos días después de la masacre, el mensajero del presidente Young volvió con la instrucción de permitir que la caravana partiera en paz. “Cuando Haight leyó las palabras de Young, rompió a llorar como un niño y las únicas palabras que logró pronunciar fueron: ‘Demasiado tarde, demasiado tarde’” (Richard E. Turley, hijo, “The Mountain Meadows Massacre”, Ensign, septiembre de 2007, pág. 20).

Las decisiones de algunos líderes y colonos de la Iglesia de la región sur del Territorio de Utah llevaron a la trágica masacre de Mountain Meadows. En 1858, en cambio, los líderes de la Iglesia y del territorio en Salt Lake City resolvieron el conflicto con el gobierno de los Estados Unidos por medio de conversaciones de paz y negociaciones. Durante ese conflicto —que más tarde se denominó la Guerra de Utah— las tropas de los Estados Unidos y los integrantes de la milicia de Utah participaron en actos de agresión pero nunca en una batalla.

Imagen
Sitio del memorial de la masacre de Mountain Meadows

Al hablar en el sitio del memorial de la masacre de Mountain Meadows el 11 de septiembre de 2007, el presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, dijo:

Imagen
Presidente Henry B. Eyring

El Evangelio de Jesucristo que hemos aceptado aborrece el asesinato a sangre fría de hombres, mujeres y niños. De hecho, aboga por la paz y el perdón. Lo que aquí hicieron miembros de nuestra Iglesia hace mucho tiempo representa un horrible e inexcusable abandono de las enseñanzas y la conducta cristianas […]. Lamentamos profundamente la masacre llevada a cabo en este valle […] y el sufrimiento innecesario e incalculable de las víctimas de aquel momento y de sus familiares hasta el día de hoy. (Henry B. Eyring, “150th Anniversary of Mountain Meadows Massacre”, saladeprensa.laiglesiadejesucristo.org)

Imagen
icono, meditar

Medita a fin de prepararte para la clase

¿Qué lecciones podemos aprender de las terribles decisiones que condujeron a la masacre de Mountain Meadows? Lee Proverbios 28:13 y 3 Nefi 12:24–25, 43–44, y encuentra los principios que, de haberse obedecido, habrían evitado esta tragedia. Reflexiona acerca de cómo el vivir esos principios podría ayudarte a evitar sufrimientos o tragedias innecesarios en tu propia vida.