Voces de Miembros
“Una gran brújula en mi vida”
Las vacaciones suelen ser para relajarse y disfrutar de unos días libres, pero no encontré ese consuelo en mis vacaciones. Todos los días me sentía triste, y continuó después de regresar a casa. Me sentía perdido, me volvía perezoso, sentía una falta de autoestima, y había un desgaste emocional que pesaba constantemente sobre mí. Me estaba alejando del Padre Celestial y hundiéndome en mis propias dudas. Soy Yonal. Tengo dieciséis años y vivo en Verón, República Dominicana.
La vida puede ser difícil, pero cuando las personas pasan por la depresión, a menudo no tienen idea de por qué, o qué evento causó estos sentimientos en su vida. Yo caigo en esta categoría.
Me encanta la música, y las palabras del himno “¿Dónde hallo el solaz?”1 me parecieron muy familiares. Sin embargo, es importante cantar toda esa canción, porque en ella recibimos dirección. Fui bendecido con el conocimiento del Evangelio, y ciertamente encontré amor sin fin que vino del Señor a través de la guía de mi obispo. Compartí mis sentimientos con él, y él me guio a muchos pasajes de las Escrituras que me ayudaron a entender mi situación. En esas Escrituras pude ver mi vida a través de la perspectiva del Salvador.
Una noche, volví a caer en pensamientos desalentadores, pero luego recordé este versículo en Doctrina y Convenios 25:12: “la canción de los justos es una oración para mí, y será contestada con una bendición sobre su cabeza”.
A través de esta Escritura sentí que mi talento para cantar sería mi canción de justicia para Él. Sentí que desarrollar ese talento sería una bendición para mí y para los demás. Muchos artistas escriben canciones sobre cómo se sienten, así que encontré un cuaderno y comencé a escribir mis sentimientos, y después de varios días sentí paz en mi alma. Tuve a mi querido amigo, Enoch Mirabal, que me ayudó con los toques finales de mi canción. No estoy seguro de adónde irá esa canción, pero me permitió liberar mi frustración y seguir adelante.
Ahora soy más consciente de las canciones que elevan mi espíritu y agradezco al Padre Celestial por abrirme los ojos a los talentos que tengo. Si mejoro mis talentos musicales, continuarán liberándome, y posiblemente a otros de sus propios desafíos.
Aprendí que habrá desafíos en esta vida; no estamos solos; debemos crecer y compartir los talentos que tenemos para ayudar a todos los hijos de Dios; y al hacerlo, recibiremos bendiciones sobre nuestra cabeza.