2023
Herederos dignos
Julio de 2023


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Herederos dignos

Es posible cambiar cuando en verdad entendemos que cada uno de nosotros se está preparando para llegar a ser más semejante al Padre Celestial.

Imagen
un ave de origami con la sombra de un ave real

Mientras crecía, recuerdo que se me enseñaba que soy un hijo de Dios, ya sea que cantara el himno en la Primaria, que lo escuchara de boca de mis padres en casa o que escuchara a los líderes de la Iglesia predicarlo desde el púlpito. Es un punto de doctrina sobre el que nunca dejamos de escuchar. Como el presidente Russell M. Nelson enseñó a los jóvenes adultos de la Iglesia: “Mis queridos amigos, ustedes son literalmente hijos procreados como espíritus de Dios”1.

Aunque es una doctrina en la que siempre he creído, no creo que siempre la haya entendido. El presidente Boyd K. Packer (1924–2015) enseñó: “Si la verdadera doctrina se entiende, esta cambia la actitud y el comportamiento”2.

Respecto de la doctrina de la identidad divina, reconocía que era hijo de padres celestiales, pero mis actitudes y comportamientos no habían cambiado debido a ese conocimiento. Para mí, ser hijo de Dios significaba que había alguien que me amaba y cuidaba de mi bienestar. Y aunque aquello es verdad, no había internalizado el aspecto de esa identidad que me da poder para cambiar.

Sin embargo, un día, Dios me ayudó a aumentar mi entendimiento. Una mañana, mientras estudiaba las Escrituras temprano, el Espíritu me condujo a algunos versículos que se encuentran en Romanos 8. Los versículos 16–17 dicen: “Porque el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”. Ya había escuchado eso antes, pero continué y leí el siguiente versículo, que explica: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo”. Tan pronto como leí esas palabras, el Espíritu me dio testimonio de que soy un hijo de Dios con un propósito divino aquí en la tierra. Aquello me llegó al corazón como nunca antes. En ese momento, sentí como si tuviera una antorcha que acababa de encenderse. Ahora podía ver claramente que, como hijos de Dios, estamos en un camino que no solo nos lleva de regreso al Padre Celestial, sino que también nos ayuda a llegar a ser más semejantes a Él. Ese nuevo entendimiento comenzó reconfortarme, así como a iluminar mi camino.

Saber que soy un hijo de Dios y que estoy destinado a llegar a ser más como Él ha tenido un profundo impacto en mi vida. Ha cambiado la forma en que pienso y actúo en situaciones cotidianas. A lo largo de la vida terrenal, se nos imponen innumerables exigencias: desde tener que ganarnos la vida hasta obtener buenas calificaciones en los estudios, ayudar a los familiares enfermos e incluso cocinar a diario. La vida puede ser muy estresante. Pero debido a que entiendo mi identidad como hijo de Dios, puedo ver los desafíos como una oportunidad de crecer. Dios no trata de castigarme ni de dificultarme más las cosas al poner tantas exigencias en mi vida. Más bien, me ayuda a prepararme para llegar a ser un heredero digno.

Cuando aumentó mi comprensión de esa doctrina, naturalmente comencé a cambiar mis actitudes y comportamientos en cuanto a cosas sencillas de mi vida. Por ejemplo, comencé a hacer la cama y a limpiar mi habitación cada mañana, no porque alguien viniera a ver si había cumplido con mis quehaceres, sino porque sabía que Dios es limpio y organizado. Me di cuenta de que, si soy capaz de llegar a tener la misma posición que Él algún día, también tengo que ser limpio y organizado. Comencé a ver esas tareas como oportunidades de arrepentirme y crecer para llegar a ser más como Dios.

Comprender esa profunda doctrina me ha cambiado para bien. Ha guiado mis pensamientos y acciones al fijar metas y prepararme para el futuro. Me ha ayudado a evitar el mal al reconocer que pecar y sucumbir a la tentación me impide alcanzar todo mi potencial. Lo más importante es que el conocer esa verdad me ha motivado a cambiar. Estoy cambiando consciente y continuamente mis conductas para que estén en armonía con las de un potencial heredero del reino de Dios.

Notas

  1. Russell M. Nelson, “Decisiones para la eternidad”, devocional mundial para jóvenes adultos, 15 de mayo de 2022, broadcasts.ChurchofJesusChrist.org.

  2. Boyd K. Packer, “Los niños pequeños”, Liahona, enero de 1987, pág. 17.