2023
¿Dónde estabas?
Enero de 2023


“¿Dónde estabas?”, Liahona, enero de 2023.

Voces de los Santos de los Últimos Días

¿Dónde estabas?

Tuve que aceptar el tiempo y los propósitos de Dios al aprender a amar a mi abuela como el Padre Celestial y Jesucristo la aman.

Imagen
una abuela y un nieto riendo juntos

A pesar de la enfermedad de la abuela, todo lo que ella hace por mí es porque me ama.

Fotografía por cortesía del autor

“¿Dónde estabas, hijo mío?”, me preguntó mi abuela cuando contestó a mi llamada a su puerta. Yo acababa de regresar de una misión de tiempo completo en El Salvador. Los ojos de la abuela rebosaban de alegría al verme de nuevo y sus brazos me parecieron suaves y cálidos al abrazarme por el cuello.

Tuvimos una conversación divertida al responderle a preguntas sobre mi misión. Me emocioné al hablarle acerca de las personas, la comida, el trabajo arduo y los milagros de la misión. Después de que terminé, se quedó callada de repente y luego preguntó: “¿Dónde estabas, hijo mío?”.

Aparentemente, no estaba escuchando, así que comenzamos nuestra conversación otra vez. Apenas veinte minutos después, preguntó por tercera vez: “¿Dónde estabas, hijo mío?”.

Algo no iba bien. Al poco tiempo, me enteré de que, aproximadamente un año después de que me fuera a la misión, a mi abuela se le diagnosticó la enfermedad de Alzheimer.

Sentí un gran deseo de ayudar a mi abuela. Durante dos años, había predicado el amor que Dios siente por Sus hijos y ahora tenía la oportunidad de vivir esas enseñanzas. Aunque sabía que sería difícil, me ofrecí a mudarme con ella para poder ayudarla.

Los primeros meses fueron los más difíciles. Al igual que en el campo misional, tener paciencia y controlar la frustración se convirtieron en un trabajo de tiempo completo, y del mismo modo que en la misión, tuve que aceptar el tiempo y los propósitos de Dios al aprender a amar a mi abuela como el Padre Celestial y Jesucristo la aman.

Vivir con la abuela a veces es como vivir con tres personas diferentes. En ocasiones, ella no puede soportar tener a otra persona en la casa, y otras veces, quiere mi cuidado y atención, feliz por no estar sola. A veces, solamente puede pensar en cómo alimentar a su nieto que acaba de regresar de la misión. “¡No hagas eso!” puede convertirse rápidamente en “¿Por qué no haces eso?”.

Sin embargo, mi abuela ha sido una bendición extraordinaria para mí. Sé que, a pesar de su enfermedad, todo lo que hace por mí es porque me ama.

Las palabras más dulces y sinceras de mi abuela brotan de ella cada vez que regreso a casa de clase o del trabajo. Con una tierna mirada, me abraza, me besa en las mejillas y con amor pregunta: “¿Dónde estabas, hijo mío?”.