2023
La Luz de la vida
Enero de 2023


“La Luz de la vida”, Liahona, enero de 2023.

La Luz de la vida

El Salvador Jesucristo es nuestra luz, nuestra vida y nuestro camino: ayer, hoy y para siempre.

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Retrato de Jesucristo

Detalle de Focus on Joy [Centrarse en el gozo], por Michael T. Malm

Al atardecer de un domingo más en 1948, me encontré caminando por la ribera del río Trent en Nottingham, Inglaterra. Era misionero, tenía veinte años y recientemente se me había llamado a servir como presidente de distrito. Había sido un día largo y agotador, lleno de reuniones y ministración, pero me sentía feliz y satisfecho con la obra.

Caminando junto al río, ofrecí una oración en el corazón. Con la esperanza de sentir la guía del Señor, pregunté: “¿Estoy haciendo lo que quieres?”.

Me sobrevino un sentimiento sobrecogedor de paz y comprensión. En ese preciso momento, llegué a saber que Jesucristo me conocía y me amaba. No vi una visión ni oí una voz, pero no podría haber sabido de la realidad y la divinidad de Cristo con más intensidad que si Él mismo hubiese aparecido ante mí y me hubiera llamado por mi nombre.

Esa dulce y tierna experiencia ha dado forma a mi vida. Desde ese día hasta hoy, mi conocimiento del Salvador ha influido en cada decisión importante que he tomado. A lo largo de los años y en casi todo el mundo, he testificado que Jesucristo es el Hijo de Dios, la Luz del mundo. Es un privilegio para nosotros venir a Él, seguirlo y sentir Su luz en nuestra vida.

La Luz del mundo

Una noche, muchos años después de aquella memorable experiencia misional, mi esposa, Barbara, y yo estábamos mirando al cielo. Al hacerlo, observé con asombro los millones de estrellas, que esa noche parecían excepcionalmente brillantes y hermosas. Mis pensamientos se dirigieron con admiración a las palabras del Señor a Moisés: “Y he creado incontables mundos, y también los he creado para mi propio fin; y por medio del Hijo, que es mi Unigénito, los he creado” (Moisés 1:33).

Del Salvador provino el poder que creó y que ilumina el sol, la luna, las estrellas y la tierra (véase Doctrina y Convenios 88:7–10). Él puede declarar legítimamente: “… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12; véase también Juan 9:5).

En palabras del presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, “Jesucristo es la luz del mundo porque Él es la fuente de la luz que ‘procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio’ [Doctrina y Convenios 88:12]”. La luz del Salvador es “la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene al mundo” (Doctrina y Convenios 93:2; véase también 84:46). Con esta luz, podremos saber cómo discernir “el bien del mal” (Moroni 7:16). Esta luz universal se conoce como “la luz de la verdad”, “la luz de Cristo” y “el Espíritu de Cristo” (Doctrina y Convenios 88:6; 88:7; Moroni 7:16)1.

El apóstol Juan dijo: “… la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron” (Juan 1:5). En nuestros días, Satanás está trabajando horas extras para conducir a los hijos de Dios a las tinieblas, bloqueando “la luz, y la vida, y la verdad del mundo” (Éter 4:12).

No podemos comprender —ni apreciar— plenamente al Salvador y Su evangelio cuando perdemos Su luz y Su verdad, pero a medida que nos arrepentimos y obedecemos, le servimos y lo adoramos a Él, conquistamos las tinieblas. Su luz vuelve y quita las sombras del mundo de entre nosotros y de nuestra mente.

Bendecidos por la luz

A medida que nuestro mundo se vuelve más oscuro e inestable, sentir la luz del Señor en nuestra vida podría parecer un desafío, pero el presidente Russell M. Nelson nos ha recordado: “La oscuridad creciente que acompaña a la tribulación hace que la luz de Jesucristo brille con mayor fulgor”2.

He descubierto que Su luz brilla con más fulgor en mi alma cuando dedico tiempo a las cosas del Espíritu en momentos tranquilos y apacibles, como aquella noche con Barbara. Es en esos momentos cuando recibimos impresiones espirituales, guía y luz; es entonces cuando llegamos a comprender cuán verdaderamente bendecidos somos por tener un Salvador.

Como la Luz del mundo, el Salvador ilumina la senda de nuestra trayectoria terrenal con Su ejemplo y Sus enseñanzas (véase Juan 8:12); Él aligera nuestra carga con Su amor y compasión (véase Mateo 11:28–30); alumbra nuestro corazón con esperanza y sanación por medio de Su expiación (véase Moroni 7:41), e ilumina nuestra mente con “el Espíritu de verdad” (Doctrina y Convenios 6:15; véase también 11:13).

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “[E]n cada época de nuestra vida, en toda circunstancia en la que nos encontremos y en cualquier desafío que afrontemos, Jesucristo es la luz que disipa el temor, ofrece seguridad y guía, y trae paz y gozo”3.

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M. Russell Ballard cuando era un joven adulto

El élder Ballard sirvió en una misión en Inglaterra entre 1948 y 1950.

Alcen su luz

El privilegio de compartir la luz del Salvador con los demás e invitarlos a venir a Él y sentir Su amor por ellos siempre ha sido especial para mí. Me encantó ser misionero en Inglaterra, me encantó ser presidente de misión en Canadá y me encanta mi llamamiento actual como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. Mi llamamiento me da oportunidades de testificar de Jesucristo y compartir el mensaje de la Restauración en todo el mundo.

En la antigüedad, el Salvador dijo a Sus discípulos:

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder […].

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14, 16).

Al pueblo de Nefi, Él dijo: “… He aquí, yo soy la luz que debéis sostener en alto: aquello que me habéis visto hacer”. Y agregó: “… sabéis las cosas que debéis hacer en mi iglesia; pues las obras que me habéis visto hacer, esas también las haréis” (3 Nefi 18:24; 27:21).

En nuestros días, el Salvador también espera que Sus discípulos utilicen Su luz para “desech[ar] las tinieblas de entre [n]osotros” (Doctrina y Convenios 50:25). Nuestra luz brilla a medida que amamos como Jesús amó. Nuestra luz brilla al compartir nuestro testimonio de la Restauración y nuestra esperanza en Cristo. Nuestra luz brilla al alzar la voz en defensa de la verdad. Y al brillar nuestra luz, atraemos a otras personas a la fuente de esa luz.

Presten servicio desinteresado y sentirán Su luz en el corazón. Oren humildemente para tener oportunidades de compartir el Evangelio y serán guiados a aquellos que estén listos para aceptar Su luz. Amen a los demás de maneras pequeñas y grandes, y harán que este mundo sea mejor y más brillante.

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Jesucristo enseñando

Detalle de Jesus Christ [Jesucristo], por Harry Anderson

Una luz que es infinita

Estoy eternamente agradecido por la experiencia que tuve cuando era un joven misionero en Inglaterra, cuando llegué a saber por mí mismo que Jesús es el Cristo. Lo sé con mayor certeza hoy, pues he experimentado la vida con todas sus pruebas y alegrías.

Mi servicio en la Iglesia me ha bendecido con experiencias espirituales extraordinarias y especiales, demasiado numerosas —y algunas demasiado sagradas— para hablar de ellas. No hay don más importante y valioso que yo pueda dar a mis hijos, nietos, bisnietos y a ustedes, mis amigos de todo el mundo, que mi firme testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo de nuestro Padre Eterno, el Salvador y Redentor de toda la humanidad.

Mi preciada esposa, Barbara, falleció en 2018. Cuán agradecido estoy de saber que, gracias a nuestro sellamiento en el templo y a Jesucristo, volveremos a estar juntos, con nuestra familia, por toda la eternidad.

A veces me siento cansado. En esos momentos, me detengo y miro una imagen del Salvador. Pienso en Él en Getsemaní y, de repente, dejo de estar cansado. Sé en mi corazón que, gracias a que Él venció al mundo, “las tinieblas van pasando y la verdadera luz ya alumbra” (1 Juan 2:8).

Sé que Jesucristo vive. “Él es […] una luz que es infinita, que nunca se puede extinguir” (Mosíah 16:9). Él es nuestra luz, nuestra vida y nuestro camino: ayer, hoy y para siempre. Ruego que seamos firmes en seguirlo y en hacer brillar Su luz ante el mundo.

Notas

  1. Véase Dallin H. Oaks, “La luz y la vida del mundo”, Liahona, enero de 1988, pág. 61.

  2. Russell M. Nelson, “Escúchalo”, Liahona, mayo de 2020, pág. 88.

  3. David A. Bednar, “La luz y la vida del mundo”, devocional de Navidad de la Primera Presidencia, 6 de diciembre de 2015, broadcasts.ChurchofJesusChrist.org.