2016
Ore al respecto
Enero de 2016


Prestar servicio en la Iglesia

Ore al respecto

La autora vive en Utah, EE. UU.

Le había estado pidiendo al Señor que me mostrara cómo ser una mejor madre y me dio un llamamiento que me enseñaría cómo hacerlo.

Imagen
Illustration depicting a bishop extending a calling to a woman.

Ilustración por Katie Payne.

Le dije al obispo que yo era la persona equivocada.

“No me gustan los niños de otras personas, nunca he enseñado a niños y no sé cantar”, le dije.

“Hermana Taylor”, respondió, “el Señor capacita a los que llama. Lo hará bien”.

Me pidió que pensara en cuanto al llamamiento y que le dijera al siguiente domingo si lo aceptaba.

“Estoy tratando de criar a un niño de seis años, a otro de tres y a un bebé”, le dije. “Apenas sobrevivo el día con mis propios hijos, ¿y ahora quiere asignarme cuarenta más para que les enseñe música?”.

Su respuesta fue: “Ore al respecto”.

Esa tarde traté de explicarle a mi esposo, Mark, por qué el llamamiento no era buena idea. ¿Cómo podía trabajar en la Primaria cuando ni siquiera podía ser el tipo de mamá que deseaba ser para mis propios hijos? Por varios meses me había atormentado el temor de que estaba fallando como madre.

La semana pasó casi sin darme cuenta, pero me seguían viniendo a la mente las últimas palabras del obispo. Finalmente, el domingo por la mañana me arrodillé en mi habitación a orar. Me empezaron a rodar lágrimas por las mejillas, pero una dulce paz me llenó el corazón y supe de inmediato que aceptar el llamamiento era lo que debía hacer. Al someterme a la voluntad del Señor, me desapareció toda la ansiedad del corazón.

Cuando entré al salón de la Primaria después de la reunión sacramental, la presidenta de la Primaria me presentó y los niños me cantaron una canción de bienvenida. Al ver sus ojos esperanzados y al ver la gran sonrisa de mi hijo de seis años, tomé la determinación de ser la mejor directora de música de la Primaria que pudiera ser.

A partir de entonces, dediqué mucho tiempo a aprender canciones y preparar lecciones. Tocaba las canciones de la Primaria en casa, en el auto y cuando salía a caminar. Investigué diferentes métodos de enseñanza y dediqué horas cada semana a hacer pósteres y crear juegos.

Una tarde, mientras preparaba la lección para el tiempo de música, en la mesa de la cocina, estaba tarareando la canción “El poder de las Escrituras”. Mi hijo de seis años estaba sentado a la barra comiendo un emparedado, y el de tres años estaba cortando piezas de papel junto a mí. Al tararear el estribillo, de repente ambos niños empezaron a cantar a toda voz:

Escrituras, me protegerán.

Con su poder el mal yo venceré.

Escrituras, poder me darán.

Poder que solo tengo al leer1.

Fue en ese momento que supe que el llamamiento había sido la respuesta a mis oraciones. Le había estado pidiendo al Señor que me mostrara cómo ser una mejor madre y me dio un llamamiento que me enseñaría cómo hacerlo a medida que enseñaba música a mis hijos.

Estoy tan agradecida por la inspiración de mi obispo y por sus amorosas palabras: “Ore al respecto”.