2009
La inspiración de un Profeta
Septiembre de 2009


De la vida del profeta José Smith

La inspiración de un Profeta

Adaptado de Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith (curso de estudio del Sacerdocio de Melquisedec y de la Sociedad de Socorro, 2007), págs. 297--299, 305–306.

Al llegar el mes de noviembre de 1833, la mayoría de los Santos de los Últimos Días que vivían en el Condado de Jackson, Misuri, habían sufrido persecución y habían tenido que abandonar sus hogares.

En 1834, el Señor le mandó a José Smith que organizara un grupo de Santos de los Últimos Días para marchar desde Kirtland, Ohio, hasta el Condado de Jackson, Misuri. El nombre que se le dio al grupo fue el Campo de Sión.

Necesito tantos hombres como sea posible. Marcharemos hasta el Condado de Jackson y recuperaremos la tierra que nos fue quitada.

Más de doscientas personas caminaron más de 1.450 kilómetros. Muchas veces no tenían alimentos ni agua suficientes, por lo cual algunos hombres escogieron pelear y criticar al Profeta.

Estoy cansado de marchar tan lejos, y merecemos mejor comida.

No pensé que esto sería tan difícil.

Extraño a mi esposa y a mis hijos.

Un día, mientras cruzaban un pantano, uno de los carromatos se atascó.

No se mueve.

Ya no puedo más; me voy a casa.

No se den por vencidos, hermanos. Agarren esta soga y tiren.

Unos días más tarde, cuando los hombres ya estaban cansados de transportar carromatos a través de un arroyo, encontraron un lindo lugar donde acampar. Se sentían felices por primera vez en mucho tiempo.

Hermanos, siento que debemos viajar un poco más. Síganme.

Hemos estado viajando todo el día; tenemos hambre y estamos cansados.

Usted siga, pero nosotros nos quedaremos aquí.

José y un grupo de hombres fieles siguieron viajando cerca de once kilómetros más.

Lo seguiré a donde nos lleve, José.

Gracias, Brigham.

Quizá debamos seguir a José.

Está bien; vamos.

Más tarde, los hombres del Campo de Sión recibieron un informe.

Se había organizado una turba de hombres para atacarnos aquella noche, justo donde habíamos decidido acampar la primera vez.

¡Cuán agradecido estoy por tener un Profeta!

Ilustraciones por Sal Velluto y Eugenio Mattozzi.