2009
La influencia de una mujer justa
Septiembre de 2009


Mensaje de la Primera Presidencia

La influencia de una mujer justa

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President Dieter F. Uchtdorf

En las Escrituras se nombra a varias mujeres que, con sus dones espirituales, han bendecido a personas y a generaciones. Siempre se honrará y recordará a Eva, la madre de toda alma viviente; a Sara, a Rebeca, a Raquel, a Marta, a Elisabet y a María, la madre de nuestro Salvador; pero en las Escrituras también se mencionan a otras mujeres cuyos nombres nos son desconocidos, pero que nos bendicen por medio de su ejemplo y sus enseñanzas, entre ellas, la mujer de Samaria con la que se encontró Jesús junto al pozo de Sicar (véase Juan 4), la esposa y madre ideal que se describe en Proverbios, capítulo 31, y la mujer fiel que fue sanada simplemente cuando tocó la ropa del Salvador (véase Marcos 5:25–34).

Al considerar la historia de esta tierra y la historia de la Iglesia restaurada de Jesucristo, resulta evidente que la mujer ocupa un lugar especial en el plan de nuestro Padre para la felicidad y el bienestar eternos de Sus hijos.

Espero que mis queridas hermanas de todo el mundo —las abuelas, madres, tías y amigas—, nunca subestimen el poder de su influencia para el bien, ¡especialmente en la vida de nuestros preciados niños y jóvenes!

El presidente Heber J. Grant (1856–1945) dijo: “Sin la devoción y el testimonio absoluto del Dios viviente en el corazón de nuestras madres, la Iglesia se extinguiría”1. Y el autor de los Proverbios aconsejó: “Instruye al niño en su camino; y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22:6).

El presidente Gordon B. Hinckley aconsejó a las mujeres de la Iglesia:

“Es de enorme importancia que las mujeres de la Iglesia defiendan de un modo firme e inquebrantable lo que es correcto y digno bajo el plan del Señor…

“Llamamos a las mujeres de la Iglesia a defender juntas la rectitud. Ellas deben comenzar en sus propios hogares. Pueden enseñarla en sus clases. Pueden expresarla en sus comunidades”2.

Se dice que los grandes portones se mueven con bisagras pequeñas. Hermanas, el ejemplo de ustedes en cosas aparentemente pequeñas tendrá gran influencia en la vida de nuestros jóvenes; la forma en que se vistan y su apariencia, su manera de hablar, su manera de orar, su forma de testificar, su modo de vivir día tras día, marcará la diferencia. Ello también incluye los programas de televisión que vean, la música que elijan y cómo utilicen el internet. Si a ustedes les encanta ir al templo, a los jóvenes que valoren su ejemplo también les gustará; si su modo de vestir se adecúa al gárment del templo en lugar de a la inversa, ellos sabrán qué es lo que ustedes consideran importante y aprenderán de ustedes.

Ustedes son hermanas admirables y excelentes ejemplos; son una bendición para nuestros jóvenes, y el Señor las ama por ello.

Un ejemplo de fe

Quisiera compartir algunas reflexiones sobre mi suegra, la hermana Carmen Reich, que verdaderamente era una dama elegida. Ella abrazó el Evangelio en un momento sumamente difícil y oscuro de su vida, y se liberó del dolor y de la aflicción.

Cuando era joven, viuda y madre de dos niñas pequeñas, se liberó de un mundo de viejas tradiciones y entró en uno de gran espiritualidad. Aceptó muy rápidamente las enseñanzas del Evangelio, con la fuerza intelectual y espiritual que contienen. Cuando los misioneros le dieron el Libro de Mormón y le pidieron que leyera los versículos que habían marcado, ella leyó el libro entero en sólo unos pocos días. Aprendió conceptos más allá de la comprensión de sus iguales porque los aprendió por medio del Espíritu de Dios. Ella fue la más humilde entre los humildes, la más sabia entre los sabios, porque estuvo dispuesta y fue suficientemente pura para creer cuando Dios hubo hablado.

Se bautizó el 7 de noviembre de 1954. Unas pocas semanas después de su bautismo, el misionero que la había bautizado le pidió que escribiera su testimonio; él quería utilizarlo al enseñar para ayudar a otras personas a sentir el verdadero espíritu de conversión. Felizmente, aquel misionero guardó durante más de cuarenta años el original escrito a mano, y luego se lo devolvió como un regalo muy especial y lleno de amor.

Un testimonio nacido del Espíritu

Permítanme compartir con ustedes parte de aquel testimonio escrito; recuerden que escribió estas palabras apenas unas pocas semanas después de haber escuchado el Evangelio. Antes de conocer a los misioneros, nunca había oído nada sobre el Libro de Mormón, sobre José Smith ni sobre los mormones en general. En 1954 no había templos fuera de los Estados Unidos, salvo en Canadá y Hawai.

Ésta es la traducción al inglés [retraducida al español] del testimonio manuscrito de la hermana Reich:

“Entre las características especiales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que no se encuentran en otras comunidades religiosas está, por encima de todo, la revelación moderna dada por medio del profeta José Smith.

“Le sigue el Libro de Mormón, con su lenguaje claro y puro, y con todas las instrucciones y promesas para la Iglesia de Jesucristo; junto con la Biblia, es verdaderamente un segundo testigo de que Jesucristo vive.

“Estamos todos unidos por la fe en un Dios personal, es decir, Dios el Padre, Dios el Hijo, y el Espíritu Santo, que abre la puerta a la oración e influye en nosotros personalmente.

“Además, la certeza de la vida premortal, de la preexistencia, del propósito de nuestra existencia terrenal y de la vida después de la muerte es sumamente valiosa para nosotros y especialmente interesante e instructiva; se expone claramente y da a nuestra vida nuevo significado y dirección.

“La Iglesia nos ha dado la Palabra de Sabiduría como una guía para mantener el cuerpo y el espíritu en el estado más perfecto posible a fin de cumplir nuestros deseos y metas; mantenemos nuestro cuerpo sano y lo mejoramos, todo ello debido al conocimiento de que lo recibiremos de nuevo, en la misma forma, después de la muerte.

“Por supuesto, algo totalmente nuevo para mí es la obra del templo con sus muchas ordenanzas sagradas, y el tener familias unidas para siempre. Todo esto se recibió por revelación al profeta José Smith”.

Carmen Reich, mi querida suegra, falleció en el año 2000, a los ochenta y tres años.

Una identidad femenina singular

La vida de las mujeres de la Iglesia es un fuerte testimonio de que los dones espirituales, las promesas y las bendiciones del Señor son para todos los que sean dignos de ellos, “para que se beneficien todos” (D. y C. 46:9; véanse los versículos 9–26). Las doctrinas del Evangelio restaurado crean una maravillosa y “singular identidad femenina que alienta a la mujer a desarrollar sus aptitudes” como hija verdadera y literal de Dios3. Al prestar servicio en las organizaciones de la Sociedad de Socorro, las Mujeres Jóvenes y la Primaria, sin mencionar sus actos privados de amor y servicio, la mujer siempre ha tenido y siempre tendrá una función importante para ayudar a “sacar a luz y establecer la causa de Sión” (D. y C. 6:6); cuida del pobre y del necesitado, cumple misiones proselitistas, de bienestar, humanitarias y de otros tipos; enseña a los niños, jóvenes y adultos; y contribuye de muchas otras maneras al bienestar temporal y espiritual de los santos.

Por ser tan grande su potencial para el bien y sus dones tan diversos, es posible que la mujer se encuentre cumpliendo funciones que varíen según las circunstancias de la vida; de hecho, algunas deben desempeñar varias al mismo tiempo. Debido a esto, se alienta a la mujer Santo de los Últimos Días a obtener una preparación académica y capacitación que la califiquen tanto para atender sus labores domésticas y criar una familia recta como para ganarse el sustento fuera de su hogar si la situación así lo exigiera.

Vivimos en una época grandiosa para todas las mujeres de la Iglesia. Hermanas, ustedes son una parte esencial del plan de nuestro Padre Celestial para la felicidad eterna y se les ha investido con un patrimonio divino. Dondequiera que vivan son las verdaderas edificadoras de naciones, porque un hogar fuerte donde reinen el amor y la paz es lo que brinda seguridad a cualquier nación. Espero que ustedes entiendan eso y que los hombres de la Iglesia también lo comprendan.

Lo que ustedes hagan hoy, hermanas, determinará la forma en que los principios del Evangelio restaurado influirán mañana en las naciones de la tierra; determinará cómo los rayos divinos del Evangelio alumbrarán toda nación en el futuro4.

Aun cuando muchas veces hablamos de la influencia de la mujer en las generaciones futuras, les pido que no subestimen la que ustedes pueden ejercer en la actualidad. El presidente David O. McKay (1873–1970) dijo que la razón principal por la que se organizó la Iglesia es para “que hoy la vida sea agradable, para que hoy se regocije el corazón, para traer salvación hoy …

“Algunos tenemos la expectativa puesta en un tiempo futuro, la salvación y la exaltación en el mundo venidero, pero el hoy es parte de la eternidad”5.

Bendiciones que no podemos siquiera imaginar

Si viven de acuerdo con esa misión, sean cuales sean las circunstancias de la vida en que se hallen —esposa, madre casada, madre sola, mujer divorciada, viuda o soltera—, el Señor nuestro Dios les presentará responsabilidades y bendiciones que superarán lo que puedan imaginar.

Las invito a elevarse a la altura del gran potencial que llevan en su interior; pero no traten de alcanzar más allá de su capacidad; no se fijen metas que estén por encima de su habilidad para alcanzarlas; no se sientan culpables ni sigan pensando en el fracaso; no se comparen con otras personas. Hagan todo lo posible y el Señor proveerá el resto; tengan fe y confianza en Él, y verán que en su vida y la de sus seres queridos ocurren milagros. La virtud de su vida será una luz para los que se encuentren en tinieblas, porque ustedes son un testimonio viviente de la plenitud del Evangelio (véase D. y C. 45:28). Doquiera que se las haya colocado en esta tierra nuestra, hermosa pero a menudo turbulenta, cada una de ustedes puede ser la que “socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece las rodillas debilitadas” (D. y C. 81:5).

Mis queridas hermanas, en su vida cotidiana, con todas las bendiciones y dificultades que trae aparejadas, permítanme asegurarles que el Señor las ama; Él las conoce, escucha sus oraciones y contesta esas oraciones, sea cual sea el lugar del mundo donde se encuentren. Él desea que tengan éxito en esta vida y en la eternidad.

Hermanos, ruego que nosotros, los poseedores del sacerdocio —los esposos, padres, hijos, hermanos y amigos de estas mujeres elegidas—, las veamos como el Señor las ve, como hijas de Dios con un potencial ilimitado de influir en el mundo para bien.

Al principio de la Restauración, el Señor habló a Emma Smith por medio de su esposo, el profeta José Smith, y le dio instrucciones y bendiciones: “…si eres fiel y andas por las sendas de la virtud delante de mí… no tienes por qué temer… desecharás las cosas de este mundo y buscarás las de uno mejor… eleva tu corazón y regocíjate… y recibirás una corona de justicia” (D. y C. 25:2, 9, 10, 13, 15).

Respecto a esa revelación, el Señor dijo: “…ésta es mi voz a todos” (versículo 16).

Más adelante, el profeta José Smith dijo a las hermanas de la Iglesia: “Si viven de acuerdo con estos privilegios, no se podrá impedir que los ángeles las acompañen”6.

Testifico de estas verdades y, como Apóstol de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo, les extiendo mi amor y mi bendición.

Notas

  1. Heber J. Grant, Gospel Standards [“Normas del Evangelio”], comp. por G. Homer Dirham, 1941, pág. 151.

  2. Gordon B. Hinckley, “El permanecer firmes e inquebrantables” Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, 10 de enero de 2004, pág. 21. 

  3. “Women, Roles of: Historical and Sociological Development” [El papel de la mujer en el desarrollo histórico y sociológico”], citado por Daniel H. Ludlow, ed., en Encyclopedia of Mormonism, 5 tomos,1992, 4:1574.

  4. Véase “La luz de la verdad”, Himnos, N° 171.

  5. David O. McKay, Pathways to Happiness [“Los caminos hacia la felicidad”], comp. por Llewelyn R. McKay, 1957, págs. 291–292.

  6. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 483.

Oré por esta criatura, por Elspeth Young; fondo © Getty Images

Ilustraciones fotográficas por Matthew Reier; recuadro: El pan de vida , por Julie Rogers

Recuadro: La semilla de la fe, por Jay Bryant Ward