2009
Búsqueda y rescate
marzo de 2009


Búsqueda Y rescate

¿Qué significa para ti el estar preparado para emergencias? En la República Dominicana, significa que estos jovencitos y jovencitas están listos para dar una mano.

Ellos ayudan a las personas que hayan resultado heridas en accidentes automovilísticos; rescatan a nadadores que se estén ahogando y buscan a senderistas o a exploradores de cuevas que se hayan perdido o lastimado. Durante las vacaciones, operan las cabinas que se encuentran en las aceras y ayudan a las personas que tengan algún problema; ayudan con los programas de vacunación comunitarios y saben qué hacer en caso de terremoto, huracán u otro tipo de desastre natural.

Están capacitados en primeros auxilios básicos y avanzados, rescate en el agua, rescate en espacios reducidos, cómo responder en caso de catástrofes y técnicas de supervivencia; conocen los manuales de capacitación y los ejercicios que se realizan en clase, pero también reciben capacitación al aire libre, realizando caminatas por las montañas y cuevas donde llevan a cabo simulacros de peligros verdaderos. Después, se encargan de las emergencias reales.

Desde que se organizaron en el año 2003, han ayudado a más de trescientas personas, muchas de ellas con heridas graves o que ponen en riesgo la vida. Además, han sacado a muchos adolescentes de las problemáticas calles para que formaran parte de su organización y les han enseñado acerca de la disciplina y del amor.

Con la mira puesta en el servicio

Se trata del Comité de Emergencias Santo de los Últimos Días, un grupo de voluntarios que recibe a todos aquellos que estén dispuestos a seguir sus reglas de cortesía y servicio. El núcleo de la organización son jóvenes adolescentes Santos de los Últimos Días dirigidos por adultos dedicados. Desde su comienzo, han participado en el programa más de doscientos jóvenes.

“Supe del comité cuando asistí a un servicio bautismal un sábado”, cuenta Junior Rivera. “En otro salón, vi a muchos jovencitos como yo, vestidos de negro, con una insignia en sus camisetas y en sus gorros; ellos estaban aprendiendo primeros auxilios. Lo que me llevó a interesarme realmente fue el enterarme de que se estaban preparando para ayudar a otras personas. Lo veía como una manera de hacer algo bueno, lo cual forma parte de las enseñanzas de la Iglesia: ponernos a disposición de las personas que nos rodean y ayudarlas”.

Onel Rodríguez explica que el grupo aprende procedimientos que son similares a los principios del Evangelio. “Por ejemplo”, dice, “aprendemos que, en una emergencia, debemos ocuparnos primeramente de nuestra familia. Eso es lo que la Iglesia enseña acerca del bienestar: cuida de tu propia familia; después, ayuda a los demás”.

Franklin de los Santos dice que el trabajar para estar preparados en caso de catástrofes le ha servido para darse cuenta de que, a veces, la búsqueda y el rescate espiritual son tan importantes como el cuidado físico. Él dice: “Algunas personas necesitan una mano bondadosa o una palabra amable o que alguien comparta con ellos su testimonio para ayudarlos a ser fuertes. Si vivimos el Evangelio, debemos preocuparnos por otras personas y fortalecerlas espiritualmente también”.

Con la mira en la puesta en práctica

Omar Rodríguez señala que muchas de las actividades del comité se han utilizado para cumplir con los requisitos de Mi deber a Dios y se han planificado en coordinación con las actividades del Sacerdocio Aarónico y de la Mutual.

José Núñez, segundo consejero del obispado del Barrio La Caleta, dice que, si bien los jóvenes aprenden el Evangelio en las clases y en los quórumes, el comité los ayuda a llevar a la práctica en la vida cotidiana lo que aprenden. “Cuando están en la calle y tienen contacto directo con personas necesitadas es cuando realmente aprenden lo que significa amarse los unos a los otros”, dice él. “Aprenden a amar a las personas que los rodean y, además, aprenden a amarse a sí mismos, ya que aprenden a disciplinarse, lo cual les da la confianza para actuar de manera apropiada, sin importar el lugar en donde se encuentren”.

El hermano Núñez también señala que el comité no reemplaza a las actividades normales de la Iglesia. “Las complementa”, dice. “En los quórumes del sacerdocio y en las clases de las Mujeres Jóvenes, por ejemplo, a ellos se les enseñan los principios del Evangelio; pero durante las actividades que se relacionan con el Evangelio, como el comité y otros proyectos de servicio, tienen la oportunidad de practicar lo que han aprendido”. Él dice que ésa es una de las formas en que pueden llegar a ser “hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores” (Santiago 1:22).

Con la mira puesta en la comunidad

Omar dice que, con frecuencia, al comité se le pide ayudar en programas comunitarios como la vacunación contra el sarampión. “Queremos estar presentes dondequiera que se necesite ayuda”, dice, “y la comunidad lo sabe. Confían en nosotros, porque saben que nos preparamos bien”. De hecho, el comité, fundado por los miembros de la Iglesia Basilio Cabrera y Domingo Peralta, utiliza las mismas técnicas que la Cruz Roja y las unidades de defensa civil. El Departamento de salud pública ha otorgado al grupo patrocinado por la Iglesia un reconocimiento especial; además, el gobierno de la ciudad y el gobierno de la provincia le han entregado también algunos premios.

El hermano Núñez explica que el comité diseña planes para actuar en caso de emergencia de acuerdo con un estudio de las zonas más críticas de Santo Domingo y de otras comunidades cercanas. Él dice: “Ante una emergencia, vamos a esas zonas y determinamos si hay miembros de la Iglesia que necesitan ayuda. Al mismo tiempo, evaluamos las necesidades de todas las personas que se encuentran dentro de esa área y damos un informe a las autoridades. Hemos investigado y ahora sabemos qué lugares serían los que correrían más peligro en caso de un ciclón, un terremoto, una inundación o algo parecido. Sabemos qué zonas necesitarían evacuarse inmediatamente; hasta sabemos dónde se deberían cortar las ramas de los árboles para evitar daños en caso de que hubiera vientos fuertes. Éstas son algunas de las asignaciones que tienen estos jóvenes”.

Los integrantes del comité también renuncian a parte de su tiempo de festejo durante Navidad y Pascua de Resurrección a fin de que, bajo la supervisión de adultos, puedan realizar guardias de veinticuatro horas. “Lo hacemos porque sabemos que ésos son días en los que muchas personas tienen accidentes o problemas a causa de la bebida”, dice el hermano Núñez. Esto les ha enseñado a los integrantes del comité, de una manera muy práctica, acerca de la importancia de vivir la Palabra de Sabiduría (véase D. y C. 89).

Preparados, dispuestos, motivados

Pero, ¿por qué los integrantes del comité dan de su tiempo para servir? ¿Por qué tienen que recibir toda esa capacitación?

Omar dice que, a pesar de que el participar implica tiempo y esfuerzo, vale la pena. Él se siente muy bien por poder ayudar a otras personas, algo sobre lo cual aprendió mucho después de la tormenta tropical Noel. “Nuestro deber era ayudar a los necesitados a conseguir ropa y alimentos”, dice. “Vi a personas que sufrían, y el poder llevarles algo de ropa, algo para comer y luego ver su satisfacción, fue algo que me hizo sentir muy bien”.

Osiris Rodríguez dice que aprecia la unidad que siente en el comité. Dice que la ve como una extensión de la unidad que siente en su quórum y entre los jóvenes de la Iglesia en general.

Junior Batista, quien se unió a la Iglesia hace varios meses, dijo que cuando se enteró de la existencia del comité de emergencia, estaba ansioso por formar parte de él. Y no se ha desilusionado. “Nos sentimos bien porque estamos cumpliendo con el mandamiento que dice que debemos amarnos los unos a los otros. Estamos juntos como hermanos y hermanas, hijos e hijas de Dios”.

Cuando te sientas así con respecto al servicio, entonces seguirás sirviendo.

Fotografías por Richard M. Romney.

Osiris Rodríguez

Junior Rivera

Junior Batista

José Núñez