2005
Regocijémonos en la obra misional
julio de 2005


Mensaje de las maestras visitantes

Regocijémonos en la obra misional

Por medio de la oración, seleccione y lea de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

El profeta José Smith: “¿Qué sucedería si todo el mundo abrazara este evangelio? Verían ojo a ojo, y las bendiciones de Dios se derramarían sobre todo pueblo, y ése es el deseo de toda mi alma” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 337).

¿Por qué sentimos gozo al compartir el Evangelio?

Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles: “El Evangelio restaurado de Jesucristo tiene en sí el poder de aportar una felicidad profunda y estable al alma del hombre, algo que se valorará y apreciará por el resto del tiempo y de la eternidad. No sólo estamos intentando traer más gente a la Iglesia, sino que estamos compartiendo la plenitud del Evangelio restaurado de Jesucristo” (“El papel esencial de los miembros en la obra misional”, Liahona, mayo de 2003, pág. 40).

Presidente Gordon B. Hinckley: “Nunca se pueden predecir las consecuencias de lo que hacemos al hablar de la Iglesia con otras personas… Inténtenlo. Experimenten el dulce y maravilloso gozo de compartir su testimonio de esta obra con los demás” (Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, págs. 373–374).

¿Cómo puedo preparar el camino para hablar del Evangelio?

Alma 17:11: “…Id… para que les déis buenos ejemplos en mí; y os haré instrumentos en mis manos, para la salvación de muchas almas”.

Presidente James E. Faust, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “Hermanas, sean cuales sean las circunstancias que les toque vivir, la influencia que ejerzan será prodigiosamente amplia. Creo que algunas de ustedes tienden a subestimar su enorme capacidad para ser una bendición para los demás. La mayoría de las veces lo son, no diremos en manifestaciones públicas, sino mediante su ejemplo de rectitud y sus innumerables y discretos actos de amor y de bondad que realizan con tan buena voluntad y muy a menudo en forma individual” (“Todas son enviadas del cielo,” Liahona, noviembre de 2002, págs. 111–112).

Élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles: “[Oremos] a diario por nuestras propias experiencias misionales. Oren para que bajo la guía divina de tales cosas, la oportunidad misional que ustedes desean ya esté siendo preparada en el corazón de alguna persona que añora y busca lo que ustedes tienen” (“Me seréis testigos”, Liahona, julio de 2001, pág. 16).

Bonnie D. Parkin, presidenta general de la Sociedad de Socorro: “Con demasiada frecuencia, permitimos que las inhibiciones y los temores, los obstáculos inesperados, la incertidumbre, las distracciones tenaces, las personas mal informadas —la lista es interminable— nos impidan compartir las verdades que son tan preciadas para nosotras… [Pero] podemos tener presente que todos los que perdamos la vida por causa de Jesús la hallaremos” (“Bearing Record: Nothing Compares to It”, en Ye Shall Bear Record of Me: Talks from the 2001 BYU Women’s Conference, 2002, págs. 21–22).