2003
Sé el plan de Dios
junio de 2003


Tiempo para compartir

Sé el plan de Dios

“Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).

¿Dónde vives? ¿En la ciudad? ¿En el campo? ¿En una zona residencial de las afueras? ¿Vives en una isla? ¿En medio del desierto? ¿Puedes ver las montañas desde tu casa? ¿Un océano? ¿Un bosque?

¿Quién vive contigo? ¿Eres hijo único o tienes muchos hermanos y hermanas? ¿Viven contigo tus padres, abuelos, tíos o tías?

¿Sabes que antes de venir a vivir la tierra viviste en el cielo con nuestro Padre Celestial? Fue allí que, “con muchos otros, [recibiste tus] primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y [fuiste preparado] para venir [a la tierra] en el debido tiempo del Señor” (D. y C. 138:56).

Pero, mientras estuvimos en el cielo, hubo más que lecciones. El élder Gary J. Coleman, de los Setenta, dice: “El plan de Dios incluía nuestra existencia preterrenal, la creación de este mundo, el tiempo que Adán y Eva estarían en el jardín de Edén y la caída del hombre a la mortalidad” (“ ‘O How Great the Plan of Our God!’ ”, Ensign, febrero de 1996, pág. 15).

Nuestro Padre Celestial nos habló del gran plan de felicidad durante el concilio celestial. Dijo que se crearía una tierra, que se nos daría un Salvador, que tendríamos el albedrío, es decir, la libertad para escoger entre el bien y el mal.

Algunos seres preterrenales no quisieron seguir este plan y hubo una guerra en los cielos. Sin embargo, nosotros decidimos apoyar el plan de nuestro Padre Celestial, así que recibimos un cuerpo y se nos envió a diferentes lugares de la tierra para aprender sobre el Salvador y guardar los mandamientos.

Gracias a la Expiación de Jesucristo, si escogemos el bien, un día podremos regresar y vivir nuevamente con nuestro Padre Celestial y Jesucristo.

Visor del plan de felicidad

  1. Pega la página 4 en cartulina gruesa; luego recorta el rectángulo grande y la tira con las imágenes. Haz cortes en las líneas negras gruesas del rectángulo.

  2. Enrolla el rectángulo en forma de tubo, con los cortes en un extremo; pega el tubo.

  3. Inserta la tira por entre los cortes del tubo; mira a través del tubo para ver las imágenes que ilustran el plan de felicidad de nuestro Padre Celestial.

Ideas para el Tiempo para compartir

  1. 1. Cubra una lámina del Salvador con una hoja grande de papel recortada en forma de piezas de un rompecabezas y rotule cada pieza de una de las siguientes maneras: 1) pasajes que testifican de Cristo, como Mateo 3:17; José Smith—Historia 1:17; Juan 6:69; Mateo 16:15–16; 3 Nefi 11:9–10; Juan 4:25—26; 2) canciones o himnos sobre el Salvador; 3) párrafos de “El Cristo viviente: El testimonio de los Apóstoles” (véase Liahona , abril de 2000, págs. 2–3). Haga que los niños se turnen para escoger una pieza del rompecabezas y lean o canten la referencia que contenga. Desafíeles a pensar en maneras de ser como el Salvador. Comparta Moroni 7:48.

  2. 2. Explique que el conocimiento es una parte importante del albedrío. Prepare unos recortes de papel con instrucciones escritas con letras grandes. Las instrucciones podrían incluir: “Repite el primer Artículo de Fe”; “Canta un solo”; “Dirige a la Primaria en ‘Viví en los cielos’ ( Liahona, abril de 1999, A5)”; etc. Ponga los recortes de tal forma que se puedan leer con facilidad. Cubra los ojos a uno de los niños y pídale que tome un papel y luego complete la actividad. Invite a los demás niños a escoger un recorte, ya sea con los ojos tapados o permitiéndoles leer la actividad que deseen hacer. Comenten cómo tomaron buenas decisiones cuando sabían qué estaban escogiendo. Déles el desafío de escuchar a sus padres y líderes para aprender sobre las elecciones que les conducirán de nuevo a nuestro Padre Celestial.