2003
Los consejos familiares: una conversación con el élder y la hermana Ballard
junio de 2003


Los consejos familiares: una conversación con el élder y la hermana Ballard

El élder M. Russell Ballard y su esposa, Barbara, hablan sobre cómo los consejos pueden ayudar a las familias a crecer espiritualmente, a lograr más unión y desempeñar sus tareas con éxito.

El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó en un discurso de la conferencia de abril de 1994: “Antes de que me llamaran como Autoridad General, yo trabajaba en la industria automovilística, como lo había hecho mi padre. A través de los años, aprendí a apreciar el sonido y el buen funcionamiento de un motor bien afinado. Es como música para mis oídos escuchar tanto el suave susurro de un motor encendido como el vibrante rugido de un motor a toda marcha. El poder que denotan esos sonidos es más emocionante aún…

“Por el contrario, no hay nada más deprimente que un automóvil que no funcione bien. Aunque la pintura esté impecable y el interior sea comodísimo, si el motor no funciona como debe, el auto no cumple con su finalidad. Puede marchar aunque parte de los cilindros falle, pero no corre tan aprisa ni llega tan lejos como si estuviera bien afinado”.

El élder Ballard luego comparó un automóvil debidamente afinado a un barrio o una estaca que funciona bien e instó a los miembros de la Iglesia a que “aprovechen y canalicen la fortaleza espiritual por medio de los consejos”1.

Algunos editores de las revistas de la Iglesia se reunieron recientemente con el élder Ballard y su esposa, Barbara, para hablar en cuanto a la forma en que el sistema de consejos se puede aplicar a las familias, algunas de las cuales, según el propio élder Ballard, funcionan con sólo un par de cilindros.

Pregunta: ¿Por qué consideran que los consejos familiares son tan importantes?

Élder Ballard: Nunca ha habido una época en la que el mundo tuviera mayor necesidad de la fortaleza y la seguridad que se cultivan mejor en la tierra honda y fértil del amor familiar. La familia está siendo fuertemente atacada por antagonistas decididos a extinguir esta poderosa fuente de luz en un mundo que va oscureciendo. Las familias de éxito disponen de una variedad de instrumentos, siendo el consejo familiar uno de los más útiles.

Pregunta: ¿En qué se diferencia un consejo familiar de una noche de hogar?

Élder Ballard: La noche de hogar es un tiempo para actividades sociales y la enseñanza. En un consejo familiar se habla de las necesidades de la familia y de los miembros individuales de la misma. Es un tiempo para resolver problemas, tomar decisiones familiares y planear metas y actividades familiares diarias y de largo alcance. Es una ocasión para llevar las cargas y los gozos los unos de los otros, de consultarse mutuamente y de mantener a cada miembro de la familia espiritualmente en el camino correcto. Es el momento para hablar de cuestiones familiares, del mismo modo que el obispo o el presidente de rama habla con los líderes del barrio o de la rama. Es la ocasión en que los padres utilizan los tremendos poderes del sistema de consejos. Un consejo familiar bien podría formar parte de una noche de hogar, pero también podría llevarse a cabo en cualquier otro momento.

Hermana Ballard: La crianza de nuestros siete hijos ha sido maravillosa, pero hemos tenido inquietudes y preocupaciones, y hemos pasado por las ansiedades y los problemas habituales. Ésa es la razón por la que necesitábamos los consejos familiares y por la que tuvimos tantas charlas y oraciones. Por ejemplo, cuando se llamó a mi marido a servir como presidente de misión en Toronto, Canadá, a algunos de nuestros hijos no les agradó la idea de irse a vivir allí.

Élder Ballard: Lloraron durante todo el viaje a Toronto; hasta lloraron durante dos meses después de nuestra llegada.

Hermana Ballard: Sí, pero fueron buenos a pesar de todo. Fue más difícil para los que eran adolescentes, pero hablamos sobre sus sentimientos en muchos consejos familiares y, con el tiempo, se dieron cuenta de que era una oportunidad maravillosa.

Pregunta: ¿Cómo definirían un consejo familiar?

Élder Ballard: Siempre que dos o más miembros de una familia estén reunidos y conversando, ¡ahí tenemos un consejo! Los consejos familiares se pueden llevar a cabo a modo de charlas entre padre e hijo o entre ambos padres y varios hijos. Cuando un marido y su esposa hablan el uno con el otro, están llevando a cabo un consejo familiar.

Pienso en la definición tradicional que dice que un consejo familiar es el momento en el que un padre y una madre se sientan para tratar una lista de tareas y objeciones con sus hijos. Jamás pude hacer que funcionara de esa manera. Descubrí que en cuanto sacaba la lista, los hijos dejaban de escuchar. Así que decidí presentar un problema concreto —como la necesidad de arreglar el jardín— y entonces no hacía más que preguntar a la familia: “¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Qué ideas tienen?”.

El consejo tiene lugar cuando ambos padres permiten que sus hijos colaboren en la solución del problema. Si todos coinciden en una solución, cada uno tomará responsabilidad del problema. Si le digo a mi familia “Vayan y saquen las hierbas”, puede que haya quejas y sentimientos heridos; pero si logro que se digan a sí mismos: “Todos llegamos a este acuerdo”, entonces el consejo familiar funciona de verdad. En breves momentos, los miembros de la familia se estarán organizando y dirán: “Tú haz esto y yo haré aquello”. Ahí reside el poder de un consejo.

Pregunta: ¿Qué pueden empezar a hacer los padres para que los consejos familiares funcionen?

Élder Ballard: En primer lugar, los padres tienen que incluir a sus hijos en el proceso de la solución del problema al escucharles. Por ejemplo, a veces regresé a casa y encontré que mis hijos no habían limpiado sus cuartos ni hecho las cosas que se suponía que debían hacer. Mi esposa estaba muy atareada al tener que criar siete hijos, así que llamé a los siete a un breve consejo familiar. Hablamos de lo que era necesario hacer y decidimos un plan de acción. La diferencia estriba en el plan de acción. Si se recibe como un mandato o una orden, por lo general habrá resistencia. Pero si los padres establecen un ambiente en el que se sientan libres de expresar sus opiniones, en el que toda persona es importante y toda opinión se valora, pueden crear una especie de sinergia espiritual en el hogar, donde la acción combinada o la cooperación que resulta de ello es mayor que lo que podrían lograr varias personas trabajando por separado.

Hermana Ballard: La comunicación informal entre padres e hijos es crucial. Si los hijos son lo bastante mayores para expresarse, debemos mostrarles nuestro interés mediante la atención que les prestemos. Hay que preguntarles cómo se sienten y qué cosas cambiarían de sus vidas. Parece que uno de los mejores momentos para tener un consejo familiar es justo antes de que los hijos se vayan a acostar. Puede que consista únicamente de un hijo con su padre o su madre, pero puede ser un consejo familiar sumamente importante. No hay que tener sentados a todos juntos para poder tener un consejo familiar.

Élder Ballard: Mi impresión es que cuanto más flexible, menos amenazador y más natural sea el consejo familiar, más eficaz será. Permitan a los hijos compartir su percepción de lo que tiene que suceder. Indiquen por qué se sienten ustedes como se sienten. Entonces podrán empezar a comunicarse y enseñar. Sin embargo, este intercambio no puede ser falso ni estar fabricado. En caso de que lo esté, el sistema de consejos no funciona. La comunicación debe ser abierta y sincera.

Pregunta: ¿Cómo podrían un padre y una madre trabajar juntos en los consejos familiares?

Élder Ballard: El padre, que es el poseedor del sacerdocio y el patriarca en el hogar, tiene la responsabilidad de tomar decisiones, y recalco el término responsabilidad y no el término autoridad . Sin embargo, es mucho mejor si esas decisiones se toman en un Espíritu de unidad y propósito, con todos trabajando juntos como familia.

Creo que la madre es probablemente la clave del funcionamiento de los consejos familiares. Digo esto porque con frecuencia ella suele ser más sensible y moderada que su esposo.

Recuerdo una vez en la que una de nuestras hijas llegó a casa y tuve una conversación con ella. No recuerdo el tema, pero después ella se fue a su cuarto. Pasado un rato, la hermana Ballard se acercó y me dijo amorosamente: “No creo que te has dado cuenta del impacto que le causaron tus palabras. Has herido sus sentimientos”.

Le dije: “¿De veras? ¿Cómo?”. No tenía ni idea, y la hermana Ballard me lo explicó.

Subí a la habitación y me senté con mi pequeña. Ella estaba en la cama, llorando. Tuvimos otro consejo familiar y le pedí que me perdonara. Fue un gran momento para ambos y se realizó debido a que nos sentamos en consejo.

Mi esposa ha contribuido mucho a que aun los consejos familiares formales fueran más relajados y entretenidos.

Hermana Ballard: Mi marido y yo hicimos un trato hace mucho tiempo. Si el discrepa conmigo, o yo con él, hablamos de ello, no importa de qué se trate.

Élder Ballard: Yo creo que el que esté a cargo de un consejo debe tener alguna idea del resultado esperado —por ejemplo, un cambio de comportamiento— antes de comenzar a conversar. Entonces, ambos padres precisan trabajar con sus hijos hasta que las cosas cambien para bien.

Pregunta: ¿Y en cuanto a los padres solteros? ¿Tienen algún consejo para ellos?

Hermana Ballard: Siento compasión por las madres y los padres solteros. No sé cómo son capaces de hacer todo lo que tienen que hacer.

Élder Ballard: Los padres solteros suelen llegar a casa cansados tras la jornada laboral y entonces tienen que preparar la cena y ayudar a los niños con los deberes escolares. Se exigen emocionalmente hasta el punto de que tal vez no tengan la energía ni el tiempo para sentarse y llevar a cabo un consejo familiar de un modo formal. Pero cuanta más tensión haya en la familia, más importantes son los consejos familiares.

La clave para el padre soltero, así como para los demás padres, es aprovechar las oportunidades informales de aconsejar a un hijo. Puede que sea mientras conducen, mientras lavan los platos o justo antes de hacer la oración de la mañana o de la noche. A pesar de lo cansado que puedan estar, es prudente dedicar el tiempo y la atención necesarios para establecer una comunicación eficaz con sus hijos. Es mucho mejor comunicarse amorosamente al principio, mientras son pequeños, que tratar de hacerlo a la fuerza más tarde, cuando el comportamiento cambia más lentamente.

Pregunta: ¿Qué nos puede decir de los consejos que incluyan a otros familiares?

Élder Ballard: Espero que los padres no desaprovechen el poderoso recurso que pueden ser los abuelos. Se les puede invitar y escuchar tanto en consejos formales como en ocasiones informales. Ellos tienen una ventaja en la vida de 30 años o más, superior a los demás miembros del consejo. Aun si viven lejos, los nietos pueden llamarles por teléfono o mandarles un correo electrónico. Nuestros nietos lo hacen. Es posible que un padre soltero tenga este recurso pero que no lo utilice. Los abuelos son una ayuda tremenda.

Pregunta: ¿Qué otros factores contribuyen al éxito de un consejo familiar?

Élder Ballard: Debemos entender las circunstancias de los integrantes de la familia; cada hijo es diferente. Todo el consejo del mundo no será capaz de resolver un problema si hay una dificultad médica. Por ejemplo, uno de nuestros hijos ha padecido un desorden de déficit de atención. Cuando éramos más jóvenes no sabíamos qué era eso, nadie lo sabía. Tenemos nietos disléxicos, algo que puede resultar muy duro para un niño. Los padres deben deliberar en consejo sobre esos asuntos y luego llevar a cabo un consejo familiar para hablar en cuanto a la mejor manera de tratar la situación. No basta con decirles: “Puedes hacerlo; esfuérzate más”. También puede ser necesario obtener ayuda externa adicional.

Los hermanos pueden ser una gran ayuda. Los hijos mayores pueden ser una especie de mentores, un recurso enorme, si el padre y la madre utilizan el sistema de consejos. En este sentido, una familia se asemeja mucho a un barrio. Si un obispo sabe cómo hacer partícipe a la Sociedad de Socorro, el quórum de élderes y la presidenta de las Mujeres Jóvenes, éstos marcarán la diferencia a la hora de llevar a cabo el trabajo en el barrio. El padre y la madre deben ver a sus hijos como mentores los unos de los otros. De esa forma, se pone en marcha el poder del consejo familiar.

Pregunta: La relación entre marido y mujer es vital para el éxito de los consejos familiares, ¿verdad?

Hermana Ballard: Me siento muy afortunada por contar con un marido con el que podía hablar. Criar una familia ya es de por sí bastante duro cuando los padres se llevan bien. Si un padre y una madre discrepan todo el tiempo, los hijos aprenden a enfrentar a un padre contra el otro para sacar partido. Las parejas tienen que pasar tiempo juntos sin los niños. Cuando nuestros hijos eran pequeños y mi marido servía como obispo, pagábamos a un persona para que cuidara a los niños y salíamos una vez a la semana; no era nada extravagante, pero pasábamos algún tiempo juntos. Nos sentábamos e intentábamos hablar objetivamente de nuestras vidas. Yo le preguntaba: “¿Cómo piensas que nos va?”.

Élder Ballard: Y yo le preguntaba qué era lo que yo debía hacer. Fueron unos concilios magníficos.

Hermana Ballard: Aún recuerdo esos tiempos. Todas las parejas deben aprovechar esas oportunidades. No habrá muchas sorpresas, pero puede que de vez en cuando haya algunas.

Élder Ballard: Permítanme compartir el consejo que doy a los matrimonios cuando efectúo algún sellamiento en el templo: jamás se vayan a acostar sin arrodillarse juntos, tomarse de la mano y decir sus oraciones; y esas oraciones deben ser de gratitud. Algo pasa si se arrodillan al fin del día y oran juntos, aun cuando el esposo y la esposa estén enfadados. Aconsejo a muchas personas que tienen problemas en sus matrimonios y siempre les pregunto: “¿Se arrodillan y se toman de la mano al final de cada día y ruegan que nuestro Padre Celestial bendiga su hogar?”. Ninguno de los matrimonios que tiene problemas hace esto, así que les mando a casa y les digo: “¿Qué tal si lo hacen durante 30 días y luego pasan a verme?”. Casi siempre vuelven y comentan: “Élder Ballard, vamos a lograrlo, vamos a solucionarlo”. Cuando se interrumpe la comunicación con nuestro Padre Celestial, también se interrumpe la comunicación entre los cónyuges. Nuestro Padre Celestial no interferirá; por lo general no se mete donde no le llaman. Pero si pedimos, recibiremos grandes bendiciones.

Pregunta: ¿Alguna última idea?

Élder Ballard: Déjenme decir que el liderazgo que se basa en el amor conlleva un poder increíble2. En estos tiempos peligrosos necesitamos los esfuerzos colectivos de padres e hijos porque a todos se les requiere estar alerta.

Dios nunca dispuso que Sus hijos estuvieran solos. Tenemos el Evangelio, las Escrituras, los profetas y apóstoles vivientes y el Espíritu Santo para ayudarnos. Ésta no es la obra del hombre ni de la mujer; es la obra de Dios, la cual se centra en la Expiación de Jesucristo.

Rogamos que Dios nos bendiga para encontrar un consenso inspirado al deliberar en consejo familiar. Únicamente al hacer esto, nuestras familias podrán acercarse a su pleno potencial.

Notas

  1. “Los consejos de la Iglesia”, Liahona, julio de 1994, págs. 28, 29.

  2. “Fortalezcamos los consejos”, Liahona, enero de 1994, págs. 89–92.