2003
Enriquezcamos nuestra vida mediante la noche de hogar
junio de 2003


Mensaje de la Primera Presidencia

Enriquezcamos nuestra vida mediante la noche de hogar

Cuando era joven, escuché al presidente J. Reuben Clark (1871–1961), miembro de la Primera Presidencia, implorar una y otra vez que hubiera unidad en la Iglesia. Frecuentemente citaba el mensaje del Señor: “Yo os digo: Sed uno; y si no sois uno, no sois míos” (D. y C. 38:27). La unidad de la Iglesia siempre será un reflejo de la unidad que existe en nuestros hogares. Una de las formas más importantes de fomentar la unidad en el hogar es efectuar la noche de hogar con regularidad. Ya seamos jóvenes o mayores, solteros o casados, ya sea que tengamos hijos en casa o seamos una pareja que ya no los tenga más en casa, la noche de hogar puede incrementar la unidad y el amor en nuestros hogares. La noche de hogar es para todos.

Familias fuertes y estables

Uno se pregunta por qué hay tantos hogares que se están debilitando y por qué tantas familias están desintegrándose. Las razones son complejas y sin duda alguna tienen mucho que ver con los problemas sociales de la época. Todos nos vemos sujetos a la falsa propaganda que se presenta de forma centelleante y provocativa. En todas partes se exhibe la violencia de manera sumamente gráfica. En nuestra sociedad prevalece la idea de que el egoísmo y la satisfacción personal instantánea son aceptables o que incluso son características de una conducta respetable. Las trágicas consecuencias del alcoholismo han explosionado y se han incrementado debido a otras formas de abuso de drogas. La revolución sexual ha debilitado la salud espiritual, mental y física de las familias.

¿Por qué unas familias son fuertes y otras débiles? Aunque los motivos son infinitamente complejos, existen respuestas. Hay suficiente evidencia que demuestra que la presencia de un padre amoroso y firme en el hogar va a producir hijos más responsables y más obedientes a la ley que un hogar donde el padre no está presente o que, cuando lo está, no cumple con sus responsabilidades como tal. En cualquier caso, el padre ineficaz deposita una doble carga sobre la madre.

La presencia de un padre activo en el hogar —y el que uno o ambos padres sean activos en 1a Iglesia, junto con un hogar donde reine la disciplina— parecen dar como resultado familias estables y fuertes.

Cuando me entero de que una familia se está desmoronando, me pregunto si en ese hogar se han llevado a cabo las noches de hogar y se ha orado con regularidad. No hay duda de que el ingrediente más importante para producir la felicidad en el hogar de los miembros de la Iglesia es una profunda dedicación religiosa a Dios y Su Evangelio. Esta dedicación se puede fomentar en los hijos durante la noche de hogar, gracias a la supervisión de padres sabios y maduros. Las parejas pueden fortalecerse y sostenerse mutuamente al vivir y entender los principios del Evangelio. Los miembros solteros pueden reunirse en grupos pequeños bajo la dirección de sus líderes del sacerdocio para tener conversaciones sobre el Evangelio y actividades adecuadas. La devoción a Dios que se desarrolla en estos entornos parece fijar las amarras espirituales y la estabilidad que permite a las familias y a las personas hacer frente a las complejidades de la vida. Es probable que algunas personas digan que esto es una simplificación excesiva de un problema muy complejo, pero, aun así, creo que las respuestas residen en el marco del Evangelio restaurado de Jesucristo.

La noche de hogar contribuye a la unidad

Permítanme sugerir algunas formas de fortalecer nuestra dedicación a Dios y edificar la unidad y el amor durante nuestras noches de hogar:

  1. 1. Oren. La fuente de nuestra enorme fortaleza personal y familiar no es misterio alguno: es una investidura de Dios. No tenemos que consumir los componentes químicos adictivos que hay en las drogas y el alcohol para ser capaces de hacer frente a los problemas de la vida. Sólo precisamos aferrarnos constantemente a la fuente divina de poder mediante la humilde oración.

    Con frecuencia hace falta un esfuerzo aparentemente sobrehumano para reunir a toda la familia en la noche de hogar. Puede que a veces no tengan deseos de orar cuando por fin logren reunirlos a todos pero, si perseveran, los resultados rendirán grandes recompensas.

  2. 2. Canten o escuchen música sagrada. Los himnos de la Iglesia y las canciones de los niños invitan al Espíritu Santo a la noche de hogar. El Señor ha dicho que “la canción de los justos es una oración para mí, y será contestada con una bendición sobre su cabeza” (D. y C. 25:12).

  3. 3. Estudien las Escrituras. Todos necesitamos la fortaleza procedente de la lectura de las Escrituras. Los padres deben obtener un conocimiento de los libros canónicos para enseñarlos a sus hijos. Los que dirijan las lecciones de la noche de hogar deben estar adecuadamente preparados para emplear las Escrituras en la lección. El niño que ha sido instruido en las Escrituras posee un legado de gran valor. Todos nos fortalecemos cuando nos familiarizamos con los héroes y los relatos de las Escrituras, como los de Daniel en el foso de los leones, David y Goliat, Nefi, Helamán y sus dos mil hijos, y muchos más.

  4. 4. Trabajen en unión y sírvanse unos a otros. Los niños deben aprender a trabajar. En todo hogar hay ciertas tareas diarias y rutinarias de las que ellos pueden hacerse responsables. Mediante las noches de hogar se puede rendir un importante servicio a través de proyectos de trabajo bien planeados para el hogar o la comunidad.

  5. 5. Céntrense en el desarrollo de la disciplina y de la obediencia. Si los padres no disciplinan a sus hijos ni les enseñan a obedecer, es probable que la sociedad tenga que disciplinarlos de modo que ni a los padres ni a los hijos les agradará. Si los adultos no se autodisciplinan, dando con ello un buen ejemplo a los demás, las consecuencias pueden ser devastadoras para ellos mismos y para la sociedad. Sin disciplina ni obediencia en el hogar ni en nuestra vida la unidad familiar se viene abajo.

  6. 6. Den precedencia a la lealtad mutua. En el diccionario se define la palabra leal de la siguiente manera: “Que guarda a personas o cosas la debida fidelidad”1. Si los miembros de la familia no son leales los unos a los otros, no pueden ser leales a sí mismos.

  7. 7. Edifiquen el valor propio. Uno de los problemas principales de la sociedad actual es que cada vez pasamos menos tiempo juntos. Hay quienes, aun cuando están juntos, pasan gran cantidad de tiempo frente al televisor, lo cual les roba el tiempo que podrían dedicar a fortalecer su autoestima. Las noches de hogar dan a las personas y a las familias tiempo importante para hablar y escuchar como padres e hijos, hermanos y hermanas, cónyuges y amigos. El tiempo que se pasa en compañía de los demás es valioso, es un tiempo que se necesita para dar ánimo y mostrar cómo se hacen las cosas. El dedicar menos tiempo a estar juntos puede causar soledad, lo cual produce a su vez sentimientos de falta de apoyo y de aprecio, y de ineptitud.

  8. 8. Desarrollen tradiciones. Algunos de los puntos fuertes de las familias se hallan en las tradiciones que éstas han establecido. Entre dichas tradiciones se pueden incluir el convertir en ocasiones especiales la bendición de los niños, los bautismos, las ordenaciones al sacerdocio o los cumpleaños. Las actividades tradicionales, como el irse de pesca o hacer teatrillos navideños, contribuyen a crear gratos recuerdos del tiempo que se pasa juntos. Las noches de hogar semanales pueden ser también ocasiones para establecer tradiciones. Las personas que efectúan la noche de hogar en grupo pueden, de igual modo, establecer tradiciones por medio de las actividades que decidan continuar con regularidad y por la forma de celebrar ocasiones especiales y determinados logros.

  9. 9. Hagan todo con un espíritu de amor. El élder LeGrand Richards (1886–1983), del Quórum de los Doce Apóstoles, compartió un tierno momento que vivió con su padre. “Entré en el apartamento de mi padre cuando él tenía casi 90 años… y al abrir la puerta él se puso en pie, caminó hacia mí, me abrazó y me besó. Siempre lo hacía… Tomándome entre sus brazos, y llamándome por mi apodo de niño, me decía: ‘Grandy, hijo mío, te quiero’ ”2.

Algunos padres tienen dificultad para expresar su amor a través de las palabras o los hechos. Yo no recuerdo que mi padre jamás me haya dicho: “Hijo, te quiero”, pero lo demostró de mil maneras mucho más elocuentes que las palabras. Raras veces no le fue posible asistir a un entrenamiento, un partido, una carrera o cualquier otra actividad en la que participaran sus hijos.

El toque y el tiempo que una madre pone en el hogar lo convierte en un lugar acogedor, cómodo y agradable. Las esposas y las madres merecen el apoyo especial de sus esposos e hijos. El presidente George Albert Smith (1870–1951) dijo, al dirigirse a los esposos y a los padres: “Algunos parecen pensar que la responsabilidad de la mujer es cuidar del hogar y de todo lo demás mientras el varón asiste a sus reuniones. Quiero decirles que la responsabilidad principal de ustedes está en su propio hogar”3.

La noche de hogar es un tiempo para el desarrollo de la paciencia y del respeto mutuo. No permitamos que haya rencor ni ira entre padres e hijos, esposos y esposas, hermanos y hermanas, y otros familiares. Permitamos que haya unidad y amor entre todos los miembros del barrio o de la rama. Los sentimientos prolongados de heridas o desacuerdos se deben solucionar de inmediato. Ruego que las ricas características humanas de una vida familiar afectuosa y llena de amor prevalezcan en todas nuestras relaciones.

Para todos

Me pregunto si el llevar a cabo noches de hogar imprevistas e infrecuentes bastará para fortalecernos a nosotros y a nuestros hijos con la fuerza moral suficiente para hacer frente a los retos de nuestra época. El estudio infrecuente de las Escrituras tal vez no sea del todo eficaz para armarnos nosotros y a nuestros hijos con la virtud necesaria para soportar la decadencia moral del entorno en el que vivimos. ¿Dónde si no en el hogar aprenderemos la castidad, la integridad, la honradez y la decencia humana básicas? Claro está que estos valores se afirmarán en las reuniones de la Iglesia, pero el enseñarlos en la noche de hogar puede ser particularmente coherente y eficaz. Necesitamos la fortaleza que emana de la noche de hogar para combatir las influencias malignas del mundo.

La Primera Presidencia declaró en 1976:

“La noche de hogar es para todos; es para familias con padres e hijos, para familias con un solo padre, y para padres que no tienen hijos en casa. Es para grupos de adultos solteros y para aquellos que viven solos o que tienen compañeros de cuarto…

“La participación regular en la noche de hogar contribuirá al aumento de la estima personal, de la unidad familiar, del amor por nuestro prójimo y de la confianza en nuestro Padre Celestial. Les prometemos que se derramarán grandes bendiciones sobre todos aquellos que, conscientemente, planeen y lleven a cabo cada semana las noches de hogar”4. Testifico que esto es tan cierto hoy como lo era hace casi treinta años.

Si seguimos adelante con nuestras noches de hogar, nuestros hogares se verán enriquecidos, los barrios y las ramas crecerán y prosperarán, nuestras vidas serán purificadas y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de nosotros.

Ideas Para los Maestros Orientadores

Una vez que se prepare por medio de la oración, comparta este mensaje empleando un método que fomente la participación de las personas a las que enseñe. A continuación se encuentran algunos ejemplos:

  1. Hable de una noche de hogar favorita en la que participó. Invite a las personas que enseña a hacer lo mismo. Repasen juntos las nueve pautas del presidente Faust. Ayude a las personas a las que enseña a identificar maneras de hacer que sus noches de hogar tengan más éxito y qué cosas les gustaría mejorar al respecto.

  2. Escriba “La noche de hogar es para todos” en una hoja y muéstrela a los miembros de la familia. Lean juntos el mensaje del presidente Faust y busquen los motivos por los que todos debieran participar en una noche de hogar. Testifique de las bendiciones que ha recibido gracias a la noche de hogar.

  3. Quizás desee señalar y comentar otros artículos de este ejemplar que estén relacionados con la noche de hogar.

Notas

  1. Diccionario de la Real Academia de la Lengua, 1992, versión electrónica.

  2. En Conference Report, octubre de 1967, págs. 111–112.

  3. Conferencia de setentas y misioneros de estaca, 4 de octubre de 1941, pág. 8.

  4. Family Home Evening: Happiness through Faith in Jesus Christ, 1976, pág. 3.