Conferencia General
El poder para sellar
Conferencia General de octubre de 2023


El poder para sellar

El poder para sellar hace que la salvación individual y la exaltación familiar estén universalmente al alcance de los hijos de Dios.

Se ha profetizado, al menos desde los tiempos de Isaías1, que en los últimos días, el antiguo pueblo del convenio del Señor, la casa de Israel, debía ser “[congregado] de su larga dispersión, desde las islas del mar y desde las cuatro partes de la tierra”2 y restaurado a “las tierras de su herencia”3. El presidente Russell M. Nelson ha hablado con frecuencia y con poder acerca de este recogimiento, designándolo como “lo más importante que se está llevando a cabo hoy en la tierra”4.

¿Cuál es el propósito de este recogimiento?

Mediante revelación al profeta José Smith, el Señor explicó que uno de los propósitos es proteger al pueblo del convenio: “El recogimiento en la tierra de Sion y sus estacas se[rá] para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira, cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra”5. En este contexto, “ira” podría entenderse como las consecuencias naturales de una desobediencia generalizada a las leyes y los mandamientos de Dios.

Más importante aún es que el recogimiento tiene el propósito de brindar todas las bendiciones de salvación y exaltación a todas las personas que deseen recibirlas. Es la manera en que se cumplen las promesas del convenio hechas a Abraham. El Señor le dijo a Abraham que en su descendencia y sacerdocio “ser[ía]n bendecidas todas las familias de la tierra, sí, con las bendiciones del evangelio, que son las bendiciones de salvación, sí, de vida eterna”6. El presidente Nelson lo expresó de esta manera: “Cuando aceptamos el Evangelio y somos bautizados, tomamos sobre nosotros el sagrado nombre de Jesucristo. El bautismo es la puerta que conduce a que lleguemos a ser coherederos de todas las promesas que el Señor extendió en la antigüedad a Abraham, Isaac, Jacob y su posteridad”7.

En 1836, Moisés se apareció al profeta José Smith en el Templo de Kirtland y le “entregó las llaves del recogimiento de Israel de las cuatro partes de la tierra”8. En esa misma ocasión, se apareció Elías y “entregó la dispensación del evangelio de Abraham, diciendo que en nosotros y en nuestra descendencia serían bendecidas todas las generaciones después de nosotros”9. Con esa autoridad, nosotros ahora llevamos el Evangelio de Jesucristo —las buenas nuevas de redención por medio de Él— a todas partes y a todos los pueblos de la tierra, y recogemos en el convenio del Evangelio a todos cuantos lo deseen. Ellos llegan a ser “la descendencia de Abraham, y la iglesia y reino, y los elegidos de Dios”10.

En esa misma ocasión en el Templo de Kirtland, un tercer mensajero celestial se apareció a José Smith y a Oliver Cowdery. Me refiero a Elías el Profeta, y hoy deseo hablarles sobre la autoridad y las llaves que él restauró11. El poder que da validez a todas las ordenanzas del sacerdocio y las hace vinculantes tanto en la tierra como en el cielo —el poder para sellar— es crucial para el recogimiento y para preparar a un pueblo del convenio en ambos lados del velo.

Unos años antes, Moroni había explicado a José Smith que Elías el Profeta traería una autoridad del sacerdocio esencial: “Yo os revelaré el sacerdocio, por conducto de Elías el Profeta”12. Más adelante, José Smith explicó: “¿Por qué enviar a Elías? Porque él tiene las llaves de la autoridad para administrar todas las ordenanzas del sacerdocio; y [a no ser que] esa autoridad se dé, las ordenanzas no se podrían administrar en justicia”13, es decir, las ordenanzas no serían válidas ni por el tiempo ni la eternidad14.

En una enseñanza que está ahora canonizada en un pasaje de las Escrituras en Doctrina y Convenios, el Profeta afirmó: “A algunos les parecerá muy atrevida esta doctrina que discutimos: un poder que registra o ata en la tierra y también en los cielos. Sin embargo, en todas las edades del mundo, cada vez que el Señor ha dado una dispensación del sacerdocio a un hombre o grupo de hombres, por revelación efectiva, siempre se ha dado este poder. De manera que, todo cuanto esos hombres hicieron con autoridad, en el nombre del Señor, y lo hicieron verdadera y fielmente, y llevaron un registro adecuado y fiel de ello, esto llegó a ser una ley en la tierra y en los cielos, y, de acuerdo con los decretos del gran Jehová, no podía anularse”15.

Tendemos a pensar en la autoridad para sellar como algo que solo se refiere a ciertas ordenanzas del templo, pero esa autoridad es necesaria para hacer que cualquier ordenanza sea válida y vinculante más allá de la muerte16. El poder para sellar confiere un sello de legitimidad sobre su bautismo, por ejemplo, para que este sea reconocido aquí y en el cielo. En definitiva, todas las ordenanzas del sacerdocio se efectúan bajo las llaves del Presidente de la Iglesia y, como explicó el presidente Joseph Fielding Smith: “Él [el Presidente de la Iglesia] ha puesto el poder para sellar en nuestro sacerdocio porque él posee esas llaves”17.

Existe otro propósito vital en el recogimiento de Israel que tiene un significado especial cuando hablamos de sellar en la tierra y en el cielo: es la edificación y el funcionamiento de los templos. El profeta José Smith enseñó: “¿Cuál era el objeto del recogimiento del […] pueblo de Dios en cualquier época del mundo? […]. El objeto principal era edificar una casa al Señor en la cual Él pudiera revelar a Su pueblo las ordenanzas de Su casa y las glorias de Su reino, y enseñar a la gente el camino de la salvación; porque hay ciertas ordenanzas y principios que, para poder enseñarse y practicarse, deben efectuarse en un lugar o casa edificada para tal propósito”18.

La validez que el poder para sellar otorga a las ordenanzas del sacerdocio abarca, desde luego, las ordenanzas vicarias efectuadas en el lugar designado por el Señor: Su templo. Aquí vemos la majestuosidad y la santidad del poder para sellar: este hace que la salvación individual y la exaltación familiar estén universalmente al alcance de los hijos de Dios, donde sea y cuando sea que hayan vivido en la tierra. No existe otra teología ni filosofía ni autoridad que se comparen con esta oportunidad que incluye a todos. Este poder para sellar es una manifestación perfecta de la justicia, de la misericordia y del amor de Dios.

Teniendo acceso al poder para sellar, nuestros corazones se vuelven naturalmente hacia quienes nos han antecedido. El recogimiento de los últimos días en el convenio traspasa el velo. En el orden perfecto de Dios, los vivos no pueden experimentar la vida eterna en su plenitud sin forjar vínculos perdurables con “los padres”, nuestros antepasados. Asimismo, el progreso de quienes ya se hallan al otro lado y de quienes aún puede que crucen el velo de la muerte sin el beneficio de los sellamientos no es completo sin las ordenanzas vicarias que los unen a nosotros, sus descendientes, y nosotros a ellos en el orden divino19. El compromiso de ayudarnos unos a otros a través del velo se puede catalogar como una promesa del convenio y forma parte del nuevo y sempiterno convenio. En palabras de José Smith, nosotros deseamos “sell[ar] a nuestros muertos para que salgan [con nosotros] en la primera resurrección”20.

La manifestación más elevada y santa del poder para sellar está en la unión eterna de un hombre y una mujer en matrimonio y en la unión de toda la humanidad a través de todas sus generaciones. Debido a que la autoridad para oficiar en estas ordenanzas es tan sagrada, el Presidente de la Iglesia supervisa personalmente su delegación a otras personas. El presidente Gordon B. Hinckley dijo en una ocasión: “He dicho muchas veces que si de todo el pesar, las tribulaciones y el dolor de la Restauración no resultara nada más que el poder para sellar del santo sacerdocio para unir a las familias para siempre, entonces habrá valido la pena todo lo que ha costado”21.

Sin los sellamientos que crean familias eternas y unen generaciones aquí y en el más allá, quedaríamos sin raíces y sin ramas por la eternidad; es decir, sin antepasados ni posteridad. Lo que frustraría el propósito mismo de la creación de la tierra y de nuestra experiencia terrenal es este estado de individuos desconectados, flotando libremente, por un lado, o las conexiones que desafían las relaciones familiares y el matrimonio que Dios ha señalado22, por otro lado. Si esto se convirtiera en la norma, equivaldría a que la tierra sería herida con maldición o “totalmente asolada” a la venida del Señor23.

Podemos ver por qué “el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos”24. Al mismo tiempo, reconocemos que en el imperfecto presente, esta no es la realidad o siquiera una posibilidad realista para algunas personas, pero tenemos esperanza en Cristo. Mientras esperamos en el Señor, el presidente M. Russell Ballard nos recuerda que “las Escrituras y los profetas de los últimos días confirman que toda persona que sea fiel en guardar los convenios del Evangelio tendrá la oportunidad de ser exaltada”25.

Algunas personas han experimentado circunstancias infelices y perjudiciales en sus familias y sienten pocos deseos de tener una relación familiar eterna. El élder David A. Bednar hizo esta observación: “A ustedes que han experimentado la angustia de un divorcio en su familia o han sentido la agonía de ser defraudados, ¡por favor, recuerden que [el modelo de Dios para las familias] comienza de nuevo con ustedes! Quizás se haya roto un eslabón en la cadena de sus generaciones, pero los otros eslabones rectos y lo que queda de la cadena son eternamente importantes. Ustedes pueden reforzar su cadena e incluso ayudar a restaurar los eslabones rotos. Esa labor se logrará uno por uno”26.

En el funeral de la hermana Pat Holland, la esposa del élder Jeffrey R. Holland, el pasado mes de julio, el presidente Russell M. Nelson enseñó: “Al final, Patricia y Jeffrey serán unidos nuevamente. Posteriormente se les unirán sus hijos y su posteridad que guarden el convenio para experimentar la plenitud de gozo que Dios tiene reservada para Sus hijos fieles. Sabiendo esto, entendemos que la fecha más importante en la vida de Patricia no fue su fecha de nacimiento ni su fecha de defunción. Su fecha más importante fue el 7 de junio de 1963, cuando ella y Jeff fueron sellados en el Templo de St. George […]. ¿Por qué es tan importante eso? Porque la razón misma por la que fue creada la tierra es que se pudieran formar familias y fueran selladas unas a otras. La salvación es un asunto individual, pero la exaltación es un asunto familiar. Nadie puede ser exaltado solo”.

Hace poco, mi esposa y yo acompañamos a una querida amiga a una sala de sellamientos en el Templo de Bountiful, Utah. La conocí en Córdoba, Argentina, cuando ella era niña. Mi compañero de la misión y yo estábamos contactando personas en un vecindario cercano a la oficina de la misión y ella abrió la puerta cuando tocamos a su vivienda. A su debido tiempo, su madre, ella y sus hermanos se unieron a la Iglesia y se han mantenido fieles. Ella es ahora una mujer encantadora y estuvimos ese día en el templo para sellar a sus difuntos padres y, luego, sellar a mi amiga a ellos.

Una pareja que, con los años, se han vuelto amigos muy cercanos, representó a los padres en el altar. Fue un momento muy emotivo que fue aún más dulce cuando nuestra amiga argentina fue sellada a sus padres. Solo había seis personas presentes en esa tarde apacible, alejados del mundo y, no obstante, estaba ocurriendo una de las cosas más importantes sobre la tierra. Fue gratificante para mí ver que se completaba el ciclo de mi función y relación con ellos, desde que toqué a su puerta siendo un joven misionero hasta ahora, muchos años más tarde, cuando efectué las ordenanzas de sellamiento que la unieron a ella a sus padres y a las generaciones anteriores.

Esta escena se repite constantemente en todos los templos del mundo. Es el paso final del recogimiento del pueblo del convenio. Es el privilegio supremo de ser miembro de la Iglesia de Jesucristo. Les prometo que conforme procuren fielmente ese privilegio, en el tiempo o la eternidad, con toda seguridad lo tendrán.

Testifico que el poder y la autoridad para sellar, restaurados a la tierra por medio de José Smith, son reales; que lo que por ellos se ata en la tierra ciertamente es atado en el cielo. Testifico que el presidente Russell M. Nelson, como Presidente de la Iglesia, es el único hombre en la tierra hoy en día que, por medio de sus llaves, dirige el uso de este poder celestial. Testifico que la Expiación de Jesucristo ha hecho que la inmortalidad sea una certeza y que la posibilidad de las relaciones familiares exaltadas sea una realidad. En el nombre de Jesucristo. Amén.