Conferencia General
Dar testimonio de Jesucristo en palabra y obra
Conferencia General de octubre de 2023


Dar testimonio de Jesucristo en palabra y obra

Al esforzarnos por vivir en armonía con el Evangelio de Jesucristo, nuestra conducta será un testimonio viviente de nuestro Redentor.

Al bautizarnos, una de las promesas que hacemos es que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo. Mi propósito hoy es que recordemos que podemos mostrar a Dios que tomamos el nombre de Su Hijo sobre nosotros al dar testimonio de que Jesús es el Cristo en palabra y en obra, tan a menudo como podamos.

Cuando ministró y enseñó al pueblo de las Américas luego de Su resurrección, el Salvador declaró:

“¿No han leído las Escrituras que dicen que debéis tomar sobre vosotros el nombre de Cristo, que es mi nombre? Porque por este nombre seréis llamados en el postrer día;

“y el que tome sobre sí mi nombre, y persevere hasta el fin, este se salvará en el postrer día”1.

El presidente Russell M. Nelson nos ha enseñado que “tomar sobre nosotros el nombre del Salvador incluye declarar y testificar a otras personas —mediante nuestras acciones y nuestras palabras— que Jesús es el Cristo”2.

Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos la bendición y el privilegio de ser testigos del Señor y de Su nombre en todo lugar en que estemos3. Al esforzarnos por vivir en armonía con el Evangelio de Jesucristo, nuestra conducta será un testimonio viviente de nuestro Redentor y de Su nombre. Además, testificamos de Cristo en palabra al compartir con los demás lo que creemos, sentimos o sabemos de Jesucristo.

Cuando compartimos nuestro testimonio del Señor con humildad mediante nuestras palabras y acciones, el Espíritu Santo confirma4 a quienes tienen verdadera intención, el corazón abierto y la mente bien dispuesta, que Jesús es verdaderamente el Cristo5.

Me gustaría compartir dos ejemplos recientes e inspiradores de miembros que muestran a Dios que toman sobre sí el nombre de Jesucristo al hablar de Él y dar testimonio puro del Señor en las reuniones de la Iglesia.

Primer ejemplo: Cuando mi esposa, Elaine, y yo fuimos a España en 2022, asistimos a las reuniones dominicales en una pequeña unidad de la Iglesia allí. Mientras me sentaba en el estrado y mi esposa entre la congregación, noté que estaba sentada junto a una mujer mayor. Cuando terminó la reunión sacramental, caminé hasta Elaine y le pedí que me presentara a su nueva amiga. Así lo hizo e indicó que la mujer, que no era miembro de la Iglesia, llevaba aproximadamente dos años visitando la Iglesia. Cuando oí eso, pregunté a aquella mujer temerosa de Dios qué le había hecho volver y asistir a nuestras reuniones durante tanto tiempo. La mujer respondió amorosamente: “Me gusta venir aquí porque ustedes hablan de Jesucristo en sus reuniones”.

Claramente, los miembros de la Iglesia de esa unidad de España hablaban, enseñaban y testificaban de Cristo en sus reuniones.

Segundo ejemplo: Después de servir en el Área Brasil, recibí una nueva asignación de servir en las Oficinas Generales de la Iglesia. Cuando nos mudamos a Salt Lake City, a finales de julio de este año, asistimos a las reuniones dominicales en nuestro nuevo y maravilloso barrio; una de ellas fue una reunión de ayuno y testimonio. Después de tomar reverentemente la Santa Cena, los miembros se pusieron de pie y, uno tras otro, dieron testimonio sincero del Salvador. La reunión se centró en Jesucristo y pudimos sentir el Espíritu de forma palpable. Fuimos edificados y se fortaleció nuestra fe. Si en esa reunión hubiera habido amigos de la Iglesia que buscaran la verdad sinceramente, habrían reconocido que esta es la Iglesia de Jesucristo.

Qué bendición es ver que nuestras reuniones de la Iglesia son magníficas oportunidades para que testifiquemos de Cristo y manifestemos a Dios que nos regocijamos de tomar el nombre de Su Hijo sobre nosotros.

Ahora permítanme mencionar un elocuente ejemplo de tomar el nombre de Jesucristo sobre nosotros al dar testimonio de Él mediante acciones.

En agosto pasado, acompañé al élder Jonathan S. Schmitt al programa de puertas abiertas del Templo Feather River, California, en Yuba City. Allí tuve la bendición de guiar a algunos grupos en recorridos del templo. Entre uno de los grupos se hallaba un miembro de la Iglesia, Virgil Atkinson, y siete amigos de otras religiones. Hacia el final de la visita, en una sala de sellamiento del templo, el hermano Atkinson se emocionó al expresar su afecto por sus amigos que habían ido al templo ese día. Casi inmediatamente después de que lo hubiera hecho, una mujer del grupo se puso de pie y dijo: “Todos queremos a Virgil; nunca nos ha impuesto sus creencias, pero tampoco es tímido al respecto. Simplemente vive lo que cree”.

Con el paso de los años, la vida del hermano Atkinson a semejanza de la de Cristo actuó como un potente testimonio para sus amigos. Su ejemplo es firme evidencia de que ha tomado sobre sí el nombre de Cristo.

En conclusión, permítanme compartir la lección que aprendí sobre cómo tomar sobre nosotros el nombre de Cristo y testificar de Él al usar el nombre correcto de la Iglesia.

El presidente Nelson, el profeta viviente de Dios, dijo lo siguiente en un discurso de una conferencia general de 2018 titulado “El nombre correcto de la Iglesia”: “Es una corrección. Es el mandamiento del Señor. José Smith no dio nombre a la Iglesia que se restauró mediante él; ni tampoco lo hizo Mormón. Fue el Salvador mismo quien dijo: ‘Porque así se llamará mi iglesia en los postreros días, a saber, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días’ [Doctrina y Convenios 115:4]”6.

Ese día, todos salimos de la conferencia general comprometidos y determinados a seguir al profeta y usar el nombre revelado de la Iglesia de allí en adelante. Puse mucha atención en asegurarme de usar el nombre correcto de la Iglesia. Las primeras veces tenía que prestar mucha atención y no permitirme volver a las viejas costumbres. Después de los primeros intentos, me sentí más cómodo usando el nombre revelado de la Iglesia. Admito que muchas veces decía el nombre de la Iglesia con rapidez; me preocupaba que las personas no prestaran atención al nombre completo de la Iglesia y que pensaran que era un poco largo.

Sin embargo, luego comprendí que decir el nombre completo de la Iglesia con toda intención me daba valiosas oportunidades de pronunciar el nombre de Jesucristo y, de hecho, de dar testimonio del Salvador al declarar Su nombre en el nombre de Su Iglesia. También noté que cuando decía el nombre correcto de la Iglesia a otras personas, recordaba a Jesucristo más frecuentemente y sentía Su influencia en mi vida.

Al seguir al profeta, todos podemos aprender a testificar más de Jesucristo conforme usemos el nombre correcto de la Iglesia, tomando así sobre nosotros el nombre del Señor más plenamente.

Esta mañana de domingo, testifico con alegría que el presidente Nelson es el profeta viviente de Dios y que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la Iglesia restaurada de Cristo. Testifico humildemente del Hijo de Dios y de Su divinidad. Él es el Hijo Primogénito y el Unigénito de Dios, nuestro Salvador y Redentor, Emanuel7. En el nombre de Jesucristo. Amén.