Hermanos y hermanas, ¿cuánto tiempo aguardaremos para recibir alivio de las tribulaciones que nos sobrevienen? ¿Y cómo podemos sobrellevar las pruebas individuales mientras esperamos y esperamos, y la ayuda parece tan lenta en llegar? ¿Por qué esta demora, cuando las cargas parecen ser más de lo que podemos soportar?

Habrá momentos en la vida en los que aun nuestro máximo y más sincero esfuerzo espiritual y nuestras oraciones y súplicas fervientes no produzcan las victorias que hayamos anhelado, ya sea en cuanto a las grandes cuestiones globales o a las pequeñas cuestiones personales. De modo que, mientras trabajamos y esperamos juntos las respuestas a algunas de nuestras oraciones, les ofrezco mi promesa apostólica de que estas son escuchadas y contestadas.

Aquel que jamás se adormece ni duerme se preocupa por la dicha y la exaltación postrera de Sus hijos por encima de todo lo demás que un ser divino tenga que hacer. Él es el amor puro personificado de manera gloriosa, y Su nombre es Padre misericordioso.

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