Solo para versión digital: Jóvenes adultos
La hipoxia espiritual y la importancia de los buenos amigos
La autora vive en Australia Occidental, Australia.
A lo largo de mi juventud, asistí a muchas charlas fogoneras. Admito que no recuerdo todo, pero hay un discurso que siempre he recordado. Uno de mis líderes, que anteriormente había sido piloto de la Fuerza Aérea, compartió la experiencia que tuvo con la hipoxia: la falta de oxígeno en el cuerpo de una persona, la cual afecta al cerebro.
El líder explicó que los pilotos de la Fuerza Aérea tienen el riesgo de verse afectados por la hipoxia, por lo que se someten a un entrenamiento en el que son expuestos a ella. En una sesión de entrenamiento, se le indicó que se quitara la máscara de oxígeno y que luego se la pusiera de nuevo cuando sintiera que estaba hipóxico, pero nunca se volvió a poner la máscara; sus amigos tuvieron que ponérsela.
Después del entrenamiento, sus amigos le explicaron que lo vieron sufrir todos los indicios de la hipoxia: malas decisiones, hablar incoherencias y confusión. Él dijo que no había sentido ninguno de los síntomas y pensó que había estado actuando normalmente, aun cuando sus amigos podían ver que estaba en peligro.
En la vida quizá a veces nos hallemos dirigiéndonos por el sendero incorrecto sin reconocer que lo que estamos haciendo está mal. Quizá tomemos malas decisiones, actuemos de manera diferente y estemos completamente confundidos con la vida, tal como sucede con la hipoxia. El camino a la vida eterna es un camino del que fácilmente podemos alejarnos si quienes nos rodean no están dedicados también a seguirlo (véanse 1 Nefi 8:23, 28; 3 Nefi 14:13–14). Es entonces cuando los malos amigos pueden ser perjudiciales para nuestro estado que ya es hipóxico. Por supuesto, los malos amigos no son necesariamente malas personas. Estoy hablando de los amigos que no les volverán a poner la máscara de oxígeno y que posiblemente son los que les estén guiando hacia un estado de peligro espiritual.
Como crecí en Australia, me he visto expuesta a una diversidad de amistades, dentro y fuera de la Iglesia, y algunas no fueron influencias positivas. He afrontado situaciones en las que me sentía segura de poder mantenerme en el sendero estrecho y angosto, pero debido a la influencia de algunos malos amigos, sus actos llegaron a ser la norma para mí y empecé a seguirlos.
Lo que me ayudó a entrar en razón fue escuchar a mis padres y a los líderes de la Iglesia. Sabía que ellos deseaban lo mejor para mi vida y que siempre podían ver con más claridad que yo que estaba cayendo en un estado de hipoxia espiritual. Siempre procuré mantenerme en lugares santos; asistía a las actividades para jóvenes adultos y a la Iglesia, e incluso cuando pasaba gran parte de mi tiempo en la universidad y en el trabajo, encontré buenos amigos. He forjado muchas amistades con personas que no son miembros de la Iglesia, pero que escogen lo correcto y que son buenos modelos a seguir. Por ejemplo, conocí a una de mis mejores amigas en la escuela secundaria. Siempre se estaba esforzando por ser una mejor persona y, aunque no es miembro de la Iglesia, me ayudó a reconocer cuando no estaba siguiendo el camino correcto. Eso es lo que hace un gran amigo.
En Proverbios 13:20 dice: “El que anda entre sabios será sabio, pero el que se junta con necios sufrirá el mal”. Estoy completamente de acuerdo; los amigos de los que uno más se rodea son las personas a las que uno finalmente seguirá. De la misma manera en que yo no me di cuenta, quizá ustedes no se den cuenta cuando estén llegando a estar espiritualmente hipóxicos y siguiendo el camino incorrecto o a las personas equivocadas. Es importante escuchar a quienes les aman y ponerse en lugares que atraigan a buenas personas y también al Espíritu. Cuando yo lo hice, me hallé rodeada de mejores amigos cada día, amigos que me apoyan en mis decisiones de rectitud.
Se encuentren donde se encuentren en el mundo, pueden hallar amigos que siempre les vuelvan a poner la máscara de oxígeno cuando tengan dificultades para hacerlo ustedes mismos. Pueden hallar amigos que les ayuden a salir del estado espiritualmente hipóxico en el que pudieran encontrarse. Los amigos tienen una influencia mucho mayor en la vida de lo que uno se imagina, así que procuren la compañía de personas que escojan lo correcto. Yo lo hice, y esto me cambió a mí y mi futuro para siempre.