Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Cómo fortalecer a la familia en la noche de hogar


Capítulo 39

Cómo fortalecer a la familia en la noche de hogar

Las noches de hogar fortalecen el amor de la familia y la fe en el corazón de cada uno de sus miembros.

De la vida de Joseph F. Smith

Para el presidente Joseph F. Smith, su familia era preciosa, de inapreciable valor. Muchas veces hablaba elocuentemente del “hogar, divinamente ordenado”, diciendo que “el cimiento mismo del Reino de Dios, de la rectitud, del progreso, del desarrollo” se establece en el hogar1.

En 1915, el presidente Smith y sus consejeros presentaron a la Iglesia un programa semanal de noches de hogar, exhortando a los padres a utilizar ese tiempo para enseñar a sus hijos la palabra de Dios. Más adelante, cuando describió ese programa, el presidente Smith instó a las familias a “pasar juntas una hora o más con actitud de devoción, cantando himnos y canciones, orando, leyendo las Escrituras y otros libros buenos, tocando o escuchando música instrumental y hablando de temas de interés familiar; a dar instrucción específica sobre principios del Evangelio y problemas éticos de la vida, así como sobre los deberes y obligaciones de los hijos hacia los padres, el hogar, la Iglesia, la sociedad y la nación”2.

Este programa de la noche de hogar representaba la ferviente convicción del presidente Smith de que “a este pueblo se ha encomendado el grande e importante deber de enseñar a sus hijos, desde la cuna hasta que se conviertan en hombres y mujeres, todo principio del Evangelio, y esforzarse lo más posible como padres por infundirles en el corazón el amor a Dios, la verdad, la virtud, la honestidad, el honor y la integridad en todo lo que sea bueno”3.

En 1917, el presidente Smith anunció a los santos que “muchas familias están realizando [noches de hogar] y pasando ratos muy interesantes y provechosos”4. Actualmente, la Iglesia continúa recalcando muchos de los aspectos esenciales del programa establecido por el presidente Smith.

Enseñanzas de Joseph F. Smith

Enseñen a su familia a amar a Dios y a apreciar los principios del Evangelio.

En el hogar divinamente ordenado se establece el cimiento mismo del Reino de Dios, de la rectitud, el progreso, el desarrollo, la vida eterna y el progreso eterno en el Reino de Dios5.

El típico hogar “mormón” es el templo de la familia, el lugar donde los de la casa se reúnen por la mañana y por la noche para ofrecer oraciones y alabanzas a Dios en el nombre de Jesucristo… Ahí se enseñan y con ternura se hacen cumplir los preceptos morales y las verdades religiosas que, en conjunto, forman esa rectitud que enaltece a la nación y aparta el pecado que es una deshonra para cualquier persona6.

Enseñen a sus hijos a amar a Dios. Enséñenles a apreciar los principios del Evangelio de Jesucristo. Enséñenles a amar a sus semejantes, y especialmente a sus hermanos miembros de la Iglesia, para que sean leales a la hermandad con el pueblo de Dios. Enséñenles a honrar el sacerdocio, a honrar la autoridad que Dios ha conferido a Su Iglesia para gobernarla apropiadamente. La casa de Dios es una casa de orden y no de confusión. …Ninguna casa puede ser una casa de orden si no está organizada en forma apropiada como lo está La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días7.

En el hogar son muy limitados la devoción religiosa, el amor y el temor de Dios; la mundanería, el egoísmo, la indiferencia y la falta de reverencia en la familia son excesivos; de lo contrario, no existirían tan abundantemente alrededor. De manera que es el hogar lo que debe reformarse… Hagan que abunden en su familia el amor y la paz, el Espíritu del Señor, la bondad, la caridad, el sacrificio en bien de los demás. Desechen las palabras ásperas, la envidia, el odio, la maledicencia, el lenguaje obsceno, las insinuaciones y la blasfemia, y dejen que el Espíritu de Dios tome posesión de su corazón. Enseñen a sus hijos estas cosas con espíritu y con fuerza, sostenidos y fortalecidos por la práctica personal; háganles ver que son sinceros y que practican lo que predican. No dejen a sus hijos en manos de especialistas que les enseñen estas cosas, sino instrúyanlos por su propio precepto y ejemplo, en el seno de su propio hogar. Sean ustedes mismos especialistas de la verdad. Hagan que las reuniones, la escuela y las organizaciones sean el suplemento de las enseñanzas y la capacitación del hogar, en lugar de ser el único o el principal maestro8.

En las noches de hogar, enseñen a su familia a andar rectamente delante del Señor.

Aconsejamos a los Santos de los Últimos Días que observen más estrictamente el mandamiento que el Señor dio en la sección 68 de Doctrina y Convenios (25–28):

“Y además, si hay padres que tengan hijos en Sión o en cualquiera de sus estacas organizadas, y no les enseñen a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado será sobre la cabeza de los padres.

“Porque ésta será una ley para los habitantes de Sión, o en cualquiera de sus estacas que se hayan organizado.

“Y sus hijos serán bautizados para la remisión de sus pecados cuando tengan ocho años de edad, y recibirán la imposición de manos.

“Y también enseñarán a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor”.

Los hijos en Sión deben también observar más fielmente el mandamiento que el Señor dio al antiguo Israel y que ha reiterado a los Santos de los Últimos Días: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” [Éxodo 20:12].

Estas revelaciones se aplican con gran fuerza a los Santos de los Últimos Días, y se requiere que los padres en esta Iglesia enseñen y apliquen estos mandamientos en su hogar.

Con ese fin aconsejamos y exhortamos la iniciación de una “Noche de hogar” en toda la Iglesia, período en el cual los padres puedan reunir a los hijos a su alrededor en el hogar y enseñarles la palabra del Señor. De ese modo, podrán darse cuenta mejor de las necesidades y condiciones de su familia, al mismo tiempo que ellos y sus hijos se familiarizan más con los principios del Evangelio de Jesucristo. Esa “Noche de hogar” debe dedicarse a cantar himnos y canciones, a orar, a leer las Escrituras y otros libros buenos, a tocar o escuchar música instrumental, a hablar sobre temas de interés familiar, y a dar instrucción específica sobre principios del Evangelio y problemas éticos de la vida, así como sobre los deberes y obligaciones de los hijos hacia los padres, el hogar, la Iglesia, la sociedad y la nación. Para los niños pequeños, se pueden presentar recitados, canciones, relatos o juegos apropiados. Se puede servir un refrigerio de los que se preparan en el hogar.

Se debe dar especial atención a evitar la formalidad y el ambiente ceremonioso, y toda la familia debe participar en estas tertulias.

Esas reuniones darán oportunidades de desarrollar la confianza mutua entre padres e hijos y entre hermanos, así como de que los padres ofrezcan palabras de advertencia, de exhortación y de consejo a sus hijos. Ofrecerán también a los hijos la oportunidad de honrar al padre y a la madre y de demostrar el aprecio que sienten por las bendiciones del hogar, a fin de que la promesa que el Señor les ha hecho se cumpla plenamente y su vida se prolongue y sean felices…

Pedimos a todos los oficiales de las organizaciones auxiliares de toda la Iglesia que apoyen este programa y que animen a los jóvenes a quedarse en casa esa noche y a dedicar sus energías a lograr que sea instructivo, provechoso e interesante.

Si los santos obedecen este consejo, les prometemos grandes bendiciones como resultado; aumentarán el amor en el hogar y la obediencia a los padres; se desarrollará la fe en el corazón de los niños y jóvenes de Israel, y obtendrán fuerzas para combatir la mala influencia y las tentaciones que los acosan9.

A través de la Iglesia prevalece un espíritu de unidad, devoción y fe… La introducción de ese programa de reuniones hogareñas ha contribuido a ello. Una noche por semana… para recreación, mejoramiento y goce de la familia, dirigida con orden y con espíritu religioso, ha logrado el éxito en la dirección deseada y se debe recomendar con entusiasmo en todas partes10.

Debemos cumplir fielmente nuestros deberes como padres en Sión.

En Doctrina y Convenios leemos que se requiere que los padres enseñen a sus hijos a comprender “ la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años… Y también enseñarán a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor”. Y si no lo hacen, y los hijos se desvían y se apartan de la verdad, el Señor ha dicho que entonces el pecado estará sobre la cabeza de los padres [D. y C. 68: 25, 28]…

Debemos examinar muy bien nuestro comportamiento y cerciorarnos de cumplir fielmente nuestros deberes como padres en Sión. La mujer debe ser unida con su marido, y el marido con su esposa, al ejercer ambos, en la debida dirección, su influencia en los hijos… Mis hijos no deben contar, ni contarán, con mi consentimiento para desviarse. Si se desvían, debe ser a pesar de mis protestas y contrario a mi ejemplo. Suplicaré a mis hijos, me esforzaré con toda mi potestad porque sean tan verídicos y fieles a este Evangelio como a mí me sea posible serlo; porque si no los tuviera a todos en el Reino de Dios, pensaría que mi casa no era perfecta…

Quisiera que mis hijos y todos los niños y jóvenes de Sión supieran que no hay nada en este mundo que tenga tanto valor para ellos como el conocimiento del Evangelio tal como ha sido restaurado a la tierra en estos postreros días por medio del profeta José Smith; nada puede compensar su pérdida. No hay nada en la tierra que pueda compararse con la excelencia del conocimiento de Jesucristo. Por lo tanto, todos los padres de Sión deben ocuparse de velar por sus hijos, de enseñarles los principios del Evangelio y esforzarse en todo lo posible por lograr que cumplan su deber, no automáticamente porque se les inste a hacerlo, sino que deben tratar de inculcar en ellos el espíritu de verdad y un amor perdurable por el Evangelio, a fin de que cumplan su deber no sólo por complacer a los padres sino porque el hacerlo les complazca a ellos mismos11.

Mis queridos hermanos y hermanas, cuiden de sus hijos; enséñenles en la infancia los principios de la verdad; enséñenles a llevar una vida pura, a tener fe en Dios y a suplicar al Señor con fe para que obtengan una plenitud de hermandad con Él y sean herederos de la salvación en Su reino12.

Sugerencias para el estudio

  • ¿De qué maneras se establece en el hogar “el cimiento mismo del Reino de Dios”? ¿Qué principios importantes se deben enseñar en el hogar que puedan fortalecer a nuestra sociedad?

  • ¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos a amar a Dios y a otras personas? ¿Cómo podemos enseñarles a honrar el sacerdocio?

  • ¿Qué consejo dio el presidente Smith para aumentar la devoción religiosa en el hogar y reducir la mundanería? ¿Qué han hecho ustedes para lograr que los asuntos mundanos tengan un lugar secundario en su hogar?

  • ¿De qué manera puede la noche de hogar ayudar a los padres a cumplir los mandamientos del Señor que se encuentran en Doctrina y Convenios 68:25–28? ¿Cómo puede la noche de hogar ayudar a los hijos a cumplir el mandamiento de Éxodo 20:12?

  • ¿Qué prácticas les han resultado más eficaces para tener mejores noches de hogar? ¿Cuáles fueron las pautas que ofreció el presidente Smith para las noches de hogar?

  • ¿Qué bendiciones reciben los que tienen la noche de hogar con su familia? ¿Qué consecuencias pueden sobrevenir si no se llevan a cabo?

  • ¿Por qué no debemos nunca darnos por vencidos en cuanto a las responsabilidades que tenemos los padres de llevar a nuestra familia a la verdad? (Véase también 3 Juan 1:4; Mosíah 27:14.)

  • ¿Por qué deben el marido y la mujer ser unidos “al ejercer… su influencia en los hijos”? ¿Cómo pueden los cónyuges cultivar esa unidad?

Notas

  1. “Editorial Thoughts”, Juvenile Instructor, noviembre de 1916, pág. 739.

  2. En James R. Clark, compilador, Messages of the First Presidency of The Church of Jesus Christ of Latterday Saints, 6 tomos, 1965–1975, tomo V, pág. 89.

  3. Gospel Doctrine, quinta edición, 1939, pág. 292.

  4. En Messages of the First Presidency, tomo V, pág. 89.

  5. Gospel Doctrine, pág. 304.

  6. “An Address: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints to the World”, en “Conference Report”, abril de 1907, pág. 7.

  7. En “Conference Report”, abril de 1915, pág. 5.

  8. Gospel Doctrine, págs. 301–302.

  9. En Messages of the First Presidency, tomo IV, págs. 337–339.

  10. En Messages of the First Presidency, tomo IV, pág. 347.

  11. Deseret News: Semi-Weekly, 28 de junio de 1898, pág. 1; se agregaron párrafos.

  12. “Discourse by President Joseph F. Smith”, Millennial Star, 30 de agosto de 1906, págs. 545–546.