“9: ¿Cómo encuentro personas para enseñar?” Predicad mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2018, págs. 167–188
“9 Encontrar personas”, Predicad Mi Evangelio, págs. 167–188
9
¿Cómo encuentro personas para enseñar?
Considere esto
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¿Qué significa “hall[ar] a quienes os reciban” (Doctrina y Convenios 42:8)?
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¿Cómo puedo incrementar mi fe para encontrar personas para enseñar?
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¿Por qué es importante la participación de los miembros para encontrar personas para enseñar?
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¿Qué función desempeñan las referencias generadas por los miembros, los misioneros y las que se reciben de las Oficinas Generales de la Iglesia?
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¿Qué relación existe entre el encontrar y el enseñar?
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¿Qué ideas para encontrar personas para enseñar no he utilizado aún?
El cultivar la fe para encontrar personas para enseñar
La doctrina y los principios de este capítulo fortalecerán su fe en que el Señor está preparando personas para recibirle a usted y para recibir el Evangelio restaurado, y Él lo conducirá a esas personas o las conducirá a ellas hasta usted. La manera de encontrar personas para enseñar es diferente en distintas partes del mundo y los misioneros y los presidentes de misión deben adaptarse a las circunstancias; no obstante, a pesar de esas diferencias, los principios en los que se basa el encontrar personas para enseñar son universales.
La familia de Dios. Todas las personas de la tierra fueron miembros de la familia de Dios en la vida preterrenal (véase Hechos 17:26–29; Hebreos 12:9). En esta vida también somos parte de Su familia y podremos disfrutar de bendiciones aún mayores como miembros de Su familia en la vida venidera. Todos somos hermanos y hermanas en la familia de Dios. Ese conocimiento nos da un sentido de identidad y pertenencia, y un motivo para abrigar la esperanza de la vida eterna en la presencia de Dios. Es por motivo de la Restauración que entendemos esas verdades básicas. Usted tiene la responsabilidad y la bendición de enseñar esas verdades restauradas a sus hermanos y hermanas. Al igual que Alma, cuando quiso ayudar a los zoramitas apóstatas, usted puede pedir en oración: “¡Oh Señor, concédenos lograr el éxito al traerlos nuevamente a ti en Cristo! ¡He aquí, sus almas son preciosas, oh Señor… por tanto, danos, oh Señor, poder y sabiduría para que podamos traer a estos, nuestros hermanos, nuevamente a ti!” (Alma 31:34–35).
“Hall[ar] a quienes os reciban”. Usted debe hallar “a quienes [le] reciban” (Doctrina y Convenios 42:8) a fin de edificar la Iglesia. Esas personas reconocerán que usted es un siervo del Señor y estarán dispuestas a actuar de acuerdo con su mensaje. Muchas de esas personas no han llegado “a la verdad solo porque no saben dónde hallarla” (Doctrina y Convenios 123:12).
Por lo general, usted no sabrá quiénes son esas personas. Es posible que ellas de inmediato no lo reconozcan a usted como siervo del Señor ni entiendan que recibirán mayor paz, dirección y propósito en la vida a través del Evangelio restaurado que por cualquier otro medio. A menudo no entienden que están buscando el Evangelio restaurado sino hasta que ya lo han encontrado. Por ejemplo, un converso dijo: “Cuando oí el Evangelio, este llenó un vacío en mi corazón que yo no sabía que existía”. Otro dijo: “Ya terminé la búsqueda que no sabía que había emprendido”.
Dondequiera que se le asigne servir, recuerde que el Señor le ha “permitido venir a este lugar; pues así… era conveniente [para Él] para la salvación de almas”. Esfuércese en forma eficaz por “[alzar su] voz a este pueblo; [y por expresar] los pensamientos que [el Señor pondrá] en [su] corazón”. Si lo hace, recibirá la promesa de que “no [será confundido] delante de los hombres” y “[le] será dado… en el momento preciso, lo que [ha] de decir” (Doctrina y Convenios 100:4–6). El encontrar por el Espíritu es tan importante como el enseñar por el Espíritu. Al igual que en la enseñanza, sus esfuerzos por encontrar a personas serán eficaces si se deja guiar por el Espíritu. Tenga fe en que sabrá qué enseñar y qué hacer para encontrar a las personas que le recibirán.
Actividad: Estudio con el compañero
Muchos de los miembros a los que usted visite pueden ser conversos a la Iglesia. Pregúnteles cómo llegaron a tener contacto con la Iglesia y cómo llegaron a reconocer que los misioneros estaban predicándoles la verdad. Haga un resumen de las experiencias que ellos mencionen en su diario de estudio.
Estudio de las Escrituras
¿Cómo son preparados y guiados al Evangelio restaurado los hijos de Dios?
Hable con todos
El profeta José Smith viajaba con un grupo de misioneros por el río Misuri cuando el Señor reveló: “… no es menester que… mis élderes viaje[n] con prisa… mientras los habitantes de ambos lados perecen en la incredulidad” (Doctrina y Convenios 61:3). Al apresurarse hacia las actividades planificadas, ore para tener la habilidad de reconocer las oportunidades no planificadas de servir y de enseñar a los que tal vez “perecen en la incredulidad”. Ore para ser espiritualmente sensible a fin de reconocer las oportunidades que se presenten. Se dará cuenta de que Dios colocará en su sendero a los hijos de Él a los que esté preparando para recibir el Evangelio restaurado.
No ocurre nada en la obra misional sino hasta que se encuentre a una persona para enseñar. Cada día hable con cuantas personas le sea posible. Es natural sentirse un poco temeroso de hablar con la gente, pero puede pedir, en oración, fe y fuerza para ser más valiente a la hora de abrir la boca para proclamar el Evangelio restaurado. Trate de poner en práctica las siguientes ideas al esforzarse por hablar con todas las personas con las que se encuentre:
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Confíe en que el Espíritu depositará en su corazón y en su mente lo que ha de enseñar.
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Escuche sinceramente lo que las personas le digan.
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Sea amable, sincero, amigable y alegre. Ofrezca su ayuda.
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Hable con las personas acerca de sus familias. Ayúdelas a entender por qué el Evangelio restaurado puede ser una bendición para su familia.
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Ofrézcase para ayudarlas a encontrar los nombres de sus abuelos, bisabuelos y otros antepasados. Obtenga el apoyo de los consultores de templo e historia familiar del barrio.
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Invite a todas las personas a aprender acerca del Evangelio restaurado.
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Ofrezca tarjetas de obsequio.
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Pida a las personas que le den los nombres de conocidos que podrían tener interés en el mensaje.
Al leer el siguiente relato verídico, fíjese en la forma en la que este hombre fue preparado para recibir a los misioneros y cómo se valieron los misioneros de una oportunidad no planeada para enseñarle el Evangelio.
Cuando era niño, nunca se me enseñó a leer la Biblia. Iba a la Iglesia los domingos, pero no contribuía con nada ni sentía nada a cambio. Estaba desilusionado… Busqué… a Dios, con el deseo de saber si realmente existía. Tenía sed de conocerle y de conocer Sus palabras, pero no podía encontrar lo que buscaba.
Hubo momentos en los que estuve cerca de calmar mi sed. Cuando tuve por primera vez entre mis brazos a mi primera hija, sentí que Dios realmente existía. Muchos años más tarde, cuando nació su hermana, tuve el mismo sentimiento… No obstante, la mayoría del tiempo sentía un inexplicable cansancio en mi alma. Estaba espiritualmente sediento y no encontraba un lugar donde saciar mi sed.
En abril de 1994 estaba viviendo en la ciudad de Monterrey, México, ganándome la vida como taxista. Un día había llovido desde hacía varias horas y el agua caía de las laderas de las montañas. Después de conducir bajo la lluvia durante horas, me encontraba en un pueblo pequeño a unos ocho kilómetros de Monterrey. [Era]… casi la hora de irme a casa, cuando de repente vi a dos jóvenes caminando. Llevaban pantalones oscuros y camisa blanca y estaban empapados de pies a cabeza.
Abrí la puerta del taxi y les grité: “¡Suban! Voy a Monterrey”.
El más alto… respondió: “No tenemos dinero”.
“No les cobraré”, repliqué.
[Se subieron rápidamente al taxi].
Al conducir, conversamos. Me preguntaron si podían compartir conmigo un mensaje acerca de Jesucristo. Acepté y les di mi dirección.
Cuando llegué a casa, desperté a mi esposa y le hablé de los dos jóvenes. “Qué coincidencia”, le dije. “Uno es mexicano y el otro norteamericano, y los dos se llaman Élder”.
“Élder quiere decir misionero”, me contestó mi esposa, que sabía un poco acerca de la Iglesia.
Sentí que algo pasaba dentro de mí. Esos jóvenes habían dejado un sentimiento de exquisita maravilla en mi corazón. Sentí que estaba a punto de encontrar el agua que calmaría mi sed.
Los misioneros fueron a nuestra casa el 5 de junio y me sentí feliz al escucharlos. Dos semanas después, el 19 de junio, me bauticé. Mi esposa se bautizó cuatro meses más tarde, en octubre [al igual que mi hija].
En diciembre de 1995 nos sellamos como familia en el Templo de la Ciudad de México, D. F., México, por esta vida y por la eternidad. Ahora mi familia disfruta de armonía, paz y felicidad. Sabemos a quién adoramos, de dónde vinimos y a dónde vamos. Amamos la palabra sagrada de Dios, particularmente el Libro de Mormón, y amamos Su Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Mediante estos dones hemos encontrado la fuente de agua viva de la que el Salvador le habló a la mujer samaritana: “… el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que brote para vida eterna” (Juan 4:14). [Víctor Manuel Cabrera, “Sediento del agua viva”, Liahona, agosto de 2001, págs. 43–44].
© 2001 Simon Dewey. Prohibida la reproducción.
Actividad: Estudio personal y con el compañero
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¿Cómo había sido preparado ese hombre para recibir el Evangelio restaurado?
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¿Qué habría sucedido si los élderes nunca hubieran abierto la boca para compartir el mensaje del Evangelio?
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Repase lo que hizo ayer. ¿Habló con todas las personas con las que pudo haber hablado? Si no fue así, haga planes y fije metas para hacerlo hoy.
Estudio de las Escrituras
¿Qué dice el Señor acerca de abrir la boca? ¿Qué debe enseñar? ¿Qué se le ha prometido?
Enseñe al encontrar, y encuentre al enseñar
Las actividades de encontrar y de enseñar a las personas están relacionadas entre sí. Cuando usted conozca a una persona, esté preparado para enseñar resúmenes breves de la verdad restaurada a fin de que el Espíritu Santo dé testimonio de que ustedes son siervos del Señor. En muchas situaciones, será necesario que pueda presentar un mensaje en un minuto o menos, pero las personas están acostumbradas a escuchar aseveraciones cortas y poderosas. Por ejemplo, podría testificar del mensaje de la Restauración con tan solo dos o tres oraciones:
Después de que las verdades originales de Dios estuvieron perdidas durante muchos siglos, nuestro amoroso Dios las ha restaurado (el evangelio de Jesucristo) por conducto de un profeta viviente. Tenemos evidencia de ello, la cual usted puede tomar entre las manos, meditar en su corazón y orar al respecto para saber por usted mismo que es verdad. ¿Nos permitiría…?
Si tiene un poco más de tiempo, podría decir más:
Nuestro mensaje es sencillo. Dios es nuestro Padre; nosotros somos Sus hijos; formamos parte de Su familia y Él nos ama. Desde el principio del mundo, Él ha seguido un modelo de amor y preocupación. En muchas ocasiones ha extendido la mano con amor para revelar el evangelio de Jesucristo para que Sus hijos sepan cómo regresar a Su lado. Lo reveló a profetas como Adán, Noé, Abraham y Moisés. Pero la gente ha elegido una y otra vez rechazar ese Evangelio. Hace dos mil años, Jesucristo mismo enseñó Su Evangelio. Aunque parezca increíble, la gente también rechazó a Jesús. Siempre que la gente desprecia o tergiversa la doctrina y las ordenanzas verdaderas, Dios retira Su autoridad para administrar la Iglesia.
La invitación que le hacemos es que aumente las verdades que ya atesora. Considere las evidencias que nosotros tenemos de que nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo de nuevo han extendido Su mano con amor hacia Sus hijos y han revelado la plenitud de Evangelio a un profeta. El nombre de ese profeta es José Smith. La evidencia de esa gloriosa verdad se encuentra en un libro, el Libro de Mormón. Usted puede tener este libro, leerlo y meditar en su mente y corazón las verdades que contiene.
Desarrolle el hábito de comenzar a enseñar y testificar de inmediato cuando conozca a personas. Cuando testifique y permita que las personas sientan el poder del Espíritu Santo, encontrará a más personas para enseñar.
Cualquiera que sea su método inicial, refiérase rápida y sencillamente a la restauración del Evangelio, porque ese es nuestro mensaje singular al mundo. Las personas a las que enseña a menudo tienen amigos o parientes que están preparados para recibir el Evangelio restaurado. En todas las situaciones de enseñanza, por ejemplo, al encontrar, al enseñar a las personas y al trabajar con los miembros, pregunte: “¿A quién conoce que pudiera interesarse en este mensaje y beneficiarse de él?”. Después de recibir una referencia, pregunte: “¿Quién más podría beneficiarse de nuestro mensaje?”. No titubee en hacer esa pregunta una y otra vez al encontrarse posteriormente con las mismas personas. A medida que experimenten las bendiciones del Evangelio, las personas a las que enseñe sentirán crecer en el corazón el deseo de compartir el mensaje con otras personas (véase 1 Nefi 8:12); a menudo formarán nuevas amistades mientras aprenden el Evangelio. Los misioneros que pongan en práctica este principio usualmente tendrán muchas personas para enseñar.
Actividad: Estudio con el compañero
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Prepare un mensaje de un minuto de duración basado en una de las lecciones. Piense en la forma de enseñar esa lección al encontrar personas para enseñar.
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Determine cuán rápidamente puede relacionar ese mensaje con la Restauración.
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Comparta el mensaje con su compañero.
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Póngase la meta de enseñar ese mensaje en un momento oportuno hoy a fin de agregar a alguien nuevo al grupo de personas para enseñar.
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Repase la lista de personas a las que esté enseñando actualmente. Haga una lista de las personas a las que les haya pedido referencias y otra de las personas a las que no se las haya pedido. Practique la forma en que invitará a las personas de cada grupo a que le den referencias. En la agenda diaria, escriba una nota de hacer esa invitación en las próximas visitas.
Cómo tratar la importancia de la familia
La restauración del evangelio de Jesucristo bendice a las familias y a las personas en forma individual. Al vivir los principios del Evangelio restaurado, las familias y las personas en forma individual son fortalecidas y pueden experimentar paz, gozo y un sentimiento acogedor y de identidad.
El hablar de la importancia de la familia con las personas que encuentre cada día le ayudará a encontrar personas para enseñar. La mayoría de las personas tienen un interés natural en las familias. En muchas situaciones de encontrar personas, puede relacionar rápidamente lo que la mayoría de las personas saben acerca de las familias con el mensaje de la Restauración. Al encontrar personas para enseñar, podría decir algo así:
No hay nada más importante para nosotros que las familias. Por medio de la familia, establecemos lazos unos con otros, recibimos un nombre y nos sentimos amados y que se nos necesita. De la familia heredamos ciertos rasgos de la personalidad, atributos y características físicas, lo cual nos da una identidad singular.
El tener una familia fuerte y feliz es la más alta prioridad de muchas personas en el mundo, pero a menudo es difícil alcanzar esa meta. En el mundo de hoy, el matrimonio y la crianza de los hijos pueden parecernos casi imposibles en ocasiones al ver la iniquidad que nos rodea.
Entonces podría hacer una transición al mensaje de la Restauración:
Los sentimientos de amor y de preocupación que tenemos por nuestra familia son eternos y están profundamente arraigados en nuestra alma. Se centran en nuestra relación con Dios. Usted ha formado parte de la familia de Dios desde antes de nacer. Él es nuestro Padre y, por eso, nosotros somos hermanos y hermanas. Nuestro Padre Celestial quiere que regresemos a vivir con Él como parte de Su familia. Las familias de la tierra son un enlace con la familia de Dios. Después de esta vida, las familias pueden vivir juntas para siempre; eso lo sabemos porque, después de haber estado perdidas durante muchos siglos, nuestro amoroso Padre Celestial ha restaurado a la tierra, a través de un profeta de nuestros días, la doctrina y las ordenanzas verdaderas tales como el bautismo por inmersión. Esas verdades restauradas no solo nos ayudan a entender nuestro lugar en la familia de Dios, sino que son la mayor esperanza que tenemos de tener una familia fuerte y feliz en esta vida. ¿Nos permite enseñarle más acerca de…?
Se puede hacer lo mismo con otros temas, como por ejemplo, la felicidad, la adversidad, el propósito de la vida y la muerte. Cualquiera que sea su método para encontrar personas para enseñar, acuérdese de relacionarlo rápidamente con nuestro mensaje singular al mundo.
La importancia de los miembros
Trabaje con los miembros de la Iglesia a fin de encontrar personas para enseñar. La situación ideal es que los miembros inviten a otras personas a recibir la enseñanza y que estén presentes durante la misma. Cuando eso ocurre, más personas se bautizan y permanecen activas en la Iglesia. Relacionarse con los miembros es importante porque ablanda el corazón de las personas y, a menudo, las lleva a aprender más acerca del Evangelio restaurado. Eso con frecuencia significa que llegan a formar parte de un círculo de amigos que son miembros de la Iglesia, incluso miembros activos y miembros que están regresando, conversos recientes y familias en las que no todos son miembros.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Muchos de entre nosotros consideran que la obra misional es simplemente repartir folletos. Todo aquel que está familiarizado con esta obra sabe que hay una mejor manera. Esa manera es por medio de los miembros de la Iglesia. Doquiera que haya un miembro que presente a una persona, de inmediato se pone en juego un sistema de apoyo. El miembro da su testimonio en cuanto a la veracidad de la obra; anhela contribuir a la felicidad de su amigo… y se regocija a medida que este avanza en su conocimiento del Evangelio.
“Los misioneros de tiempo completo pueden encargarse de enseñarle, pero el miembro, siempre que sea posible, respalda la enseñanza al ofrecer su hogar para que este servicio misional se lleve a cabo. Dará un sincero testimonio de la divinidad de esta obra. Estará presente para contestar preguntas en ausencia de los misioneros, y ofrecerá su amistad al converso, quien está realizando una transformación grande y con frecuencia difícil… El proceso de traer gente nueva a la Iglesia no es responsabilidad exclusiva de los misioneros. El éxito de los misioneros es mayor cuando los miembros se convierten en la fuente de recursos donde se encuentran nuevas personas” (véase “Apacienta mis ovejas”, Liahona, julio de 1999, págs. 119–120).
El punto de partida para establecer relaciones firmes con los miembros es el obispo. Ofrezca ayudarle y servirle en cualquier forma recta que él le pida. Pregúntese con regularidad: “¿Soy una bendición o una carga para el obispo?”. Cultive la actitud que se ve reflejada en la pregunta: “¿En qué le puedo servir?”. Si busca oportunidades de amar, servir y enseñar, es muy probable que el obispo y los miembros del barrio les confíen a los miembros de su familia y a sus amigos.
Considere el siguiente segmento de una carta escrita por un misionero a su presidente de misión:
Estimado presidente:
Hoy llamaron los asistentes para informarme que me van a trasladar. Quise escribirle para darle las gracias por haberme enviado a esta área. Parece que fue ayer que me habló de los desafíos que tenía por delante.
El primer domingo, confirmé lo que me había dicho. Los miembros no nos recibieron con mucho entusiasmo en el barrio, y el único rayo de esperanza ese primer domingo fue Scott, el nuevo líder misional del barrio. Lo habían trasladado a la base de la Fuerza Aérea un mes antes y llevaba apenas dos semanas como líder misional del barrio. Scott nos invitó a su casa a cenar ese primer domingo para hablar de lo que se podía hacer para echar a andar la obra. Después de cenar, nos arrodillamos a pedir en oración la guía de nuestro Padre Celestial y, al hacerlo, recibimos un sentimiento de paz y determinación. Decidimos que la mejor manera de impulsar la obra era ganarnos la confianza de los miembros. Decidimos seguir el ejemplo de Ammón y servirles.
Comenzamos con el obispo. Debido a la falta de bautismos en el área y al poco esfuerzo por parte de los misioneros anteriores, era de esperarse que no le entusiasmara reunirse con nosotros a petición nuestra. Con el tiempo nos invitó a su casa a cenar. Nos dimos cuenta de que el obispo se estaba preparando para quitar la alfombra que tenía en la sala y restaurar el piso de madera que estaba debajo de la alfombra. Nos ofrecimos para ayudarle, y aceptó. Al concluir el proyecto, el obispo nos pidió que discursáramos en la reunión sacramental. Eso nos indicó que estaba empezando a confiar en nosotros.
Al ir conociendo a los miembros, seguíamos el mismo plan de prestarles servicio. Encontramos oportunidades de ayudarles de varias maneras muy sencillas. Cuando no estábamos con los miembros, estábamos golpeando puertas y hablando con cuantas personas podíamos acerca del Evangelio restaurado. Recibimos la bendición de encontrar a muchas personas para enseñar y los miembros vieron que llevábamos gente a la Iglesia que habíamos encontrado por iniciativa propia. Comenzó a cambiar toda la actitud del barrio. Hubo un nuevo entusiasmo por la obra misional, y una vez que los miembros confiaron en nosotros, la obra se apresuró. Tuvimos muchos bautismos.
Muchos miembros de la Iglesia sienten temor de tomar parte en la obra misional porque no saben por dónde comenzar ni qué decir, o porque temen que perderán a sus amigos cercanos si intentan compartir con ellos el Evangelio. Hay muchas formas de ayudar a los miembros. Por ejemplo, ayúdeles a aumentar su fe enseñándoles el mensaje de la Restauración u otro principio doctrinal de las lecciones. Ayúdeles a sentir el Espíritu y el poder de nuestro mensaje. Fortalecer la comprensión de las personas en cuanto a la doctrina de Cristo tendrá mayor efecto para aumentar la confianza que tengan en usted y para incrementar la motivación de ellas por la obra misional que cualquier otra cosa que usted pueda hacer. Ayúdelas a comprender que ofrecer el Evangelio restaurado saldrá de una manera más natural cuando se trate de relaciones en las que busquen amar y servir a sus familiares y amigos. Enséñeles los principios de la sección “Andar haciendo bienes” (véase el capítulo 1). Inste a los miembros a “uni[rse] en ayuno y ferviente oración por el bien de las almas de aquellos que no cono[zcan] a Dios” (Alma 6:6). En todo lo que haga con los miembros, esfuércese por elevar y edificar la fe de ellos para así ayudarles a hacer la obra misional.
Además de trabajar con los miembros activos, trate de encontrar personas para enseñar entre las familias donde no todos son miembros, los futuros élderes, los miembros que están volviendo y los nuevos miembros. Es muy probable que esas personas tengan amigos de otras religiones y que reciban bendiciones al compartir el Evangelio restaurado con sus familiares y amigos.
En cada una de sus visitas a los miembros, haga todo lo posible por instarlos a hacer lo siguiente:
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Orar y seguir al Espíritu.
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Prestar servicio.
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Cultivar amistades.
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Abrir la boca para compartir el Evangelio restaurado.
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Invitar a otras personas a hacer aquello que fortalezca su fe en Cristo.
Debe tratar como algo preciado todas las referencias que reciba de un miembro. Cuando este le dé el nombre de un amigo al cual desea que usted llame o visite, responda rápidamente e informe de los resultados al miembro. Invite al miembro a ayudarle a usted a enseñar.
Ideas para ayudar a los miembros
Hay muchas maneras de instar a los miembros a participar más en la obra misional. Tome en cuenta estas ideas:
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Busque la guía del obispo y de otros líderes del barrio. Si desea ayuda adicional al respecto, vea el capítulo 13.
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Enseñe el mensaje de la Restauración y otras lecciones a los líderes de la Iglesia y a otros miembros.
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Enséñeles a amar y a servir a sus vecinos, amigos y comunidades. Ellos pueden hallar oportunidades de servicio en JustServe.org.
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Anímelos a ayunar y orar por oportunidades misionales.
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Ínstelos a visitar a conocidos que recientemente hayan vivido algo impactante (un nacimiento, una muerte en la familia, un casamiento o una mudanza).
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Invítelos a ayudarle a usted a enseñar. La situación ideal es que le acompañe un miembro de la Iglesia que anteriormente haya pertenecido a la misma Iglesia que la persona que está enseñando.
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Ayúdeles a fijar fechas en que invitarán a sus amigos a aprender acerca del mensaje de la Restauración.
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Muéstreles artículos que puedan regalar, como ejemplares del Libro de Mormón, videos y tarjetas de obsequio.
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Anímelos a invitar a sus amigos a asistir a la Iglesia o a una noche de hogar, a ver un video producido por la Iglesia o a participar en una conversación acerca del Evangelio.
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Ayúdeles a practicar lo que podrían decirles a sus amigos.
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Ayúdeles a saber qué decir en las redes sociales que pudiera dar pie a una conversación acerca del Evangelio.
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Ayúdeles a comprender que al referir amigos a los misioneros, ellos pueden participar en las lecciones bien sea en persona o a través de la tecnología. Consulte el sitio web de la Iglesia para obtener más información.
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Enséñeles por qué es importante compartir el Evangelio, sin importar cuál sea el resultado.
Hay muchas otras maneras de ayudar a los miembros a tener mayor participación. Procure agregar ideas a esta lista en el transcurso de su misión y comparta sus ideas con otros misioneros.
Actividad: Estudio con el compañero
Repase con su compañero lo que haya hecho para servir y ayudar al obispo y a otros líderes y miembros durante el mes pasado. Analice y planifique lo que puede hacer durante el próximo mes para establecer una mejor relación con ellos.
Repase las ideas de la lista “Ideas para ayudar a los miembros”. Seleccione algunas ideas que aún no hayan usado. Al utilizar la agenda diaria o las herramientas digitales, haga planes para poner en práctica algunas de las ideas durante la próxima semana.
Referencias de los miembros, los misioneros y las Oficinas Generales de la Iglesia
Las referencias son otro recurso importante para encontrar a las personas que están preparadas para recibir el Evangelio restaurado. Las referencias pueden provenir de los miembros, de otros misioneros o de las Oficinas Generales de la Iglesia. La Iglesia procura activamente llegar a los hijos de Dios a través de mucho medios, como los anuncios publicitarios, los centros de visitantes, los sitios históricos, las ayudas de bienestar y de servicio humanitario, e internet.
Cuando reciba una referencia, póngase en contacto con el miembro o los misioneros que se la enviaron para saber cómo ayudar a esa persona. Usted podría invitar al miembro o a los misioneros (con permiso del presidente de misión) a participar en la enseñanza de la persona a través de la tecnología disponible.
Cuando usted conozca a alguien que esté interesado en aprender más pero viva fuera de su área asignada, dele una introducción al Evangelio y ayúdele a prepararse para reunirse con miembros y misioneros en la zona donde resida. Cuando haya enviado una referencia, trabaje con los misioneros que reciban la referencia para ayudarles a comenzar la enseñanza. Con el permiso de su presidente de misión, usted puede seguir apoyando y hermanando a las personas que usted refiera, a fin de ayudarlas a recibir el Evangelio.
Usted puede, además, ayudar a los miembros a compartir el Evangelio con personas que ellos conocen. A medida que los miembros preparen e inviten a sus amigos a reunirse con los misioneros, muéstreles cómo pueden enviar una referencia, contactar a los misioneros y participar en la enseñanza a fin de asegurarse de que la persona cuya referencia hayan dado tenga una buena experiencia.
La mayoría de las personas que responden a las campañas de la Iglesia en los diversos medios de comunicación están de acuerdo en que las visiten representantes de la Iglesia y compartan con ellas más información sobre el Evangelio. Usted debe considerar esas oportunidades de enseñanza como una responsabilidad sagrada.
En algunos casos, las referencias le guiarán a otras personas a las que Dios está preparando. Si las personas a las que usted contacte no están interesadas, pregúnteles si conocen a alguien que pudiera tener interés. Hable también con otros miembros de la familia y con los vecinos. Pregunte a cada uno de ellos quién más podría tener interés en su mensaje. Tal vez se le haya dirigido a esa persona porque otra persona de esa casa o de ese vecindario está preparada para recibir el Evangelio.
Al trabajar con las referencias, recuerde hacer lo siguiente:
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Comuníquese con el miembro o los misioneros que envían la referencia para saber más sobre cómo ayudar a esa persona. Puede que el miembro o los misioneros que envían la referencia (con el permiso de su presidente de misión) quieran deliberar con usted o ayudar con la enseñanza por medio de la tecnología.
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Procure establecer un primer contacto con la persona de la referencia mediante una llamada, un mensaje de texto, un correo electrónico o cualquier otro medio de comunicación. Fije una visita tan pronto como sea posible. Si la persona no responde, deje un mensaje y vuelva a intentarlo más tarde.
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Fije una hora para reunirse en persona o mediante la tecnología.
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Entregue los artículos solicitados.
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Procure conocer los desafíos, las necesidades y los intereses de esa persona, y determine cómo el Evangelio puede ayudarle a cubrir esas necesidades.
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Comparta las verdades del Evangelio basándose en las lecciones misionales.
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Extienda invitaciones que fortalezcan la fe de esa persona en Cristo.
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Pida referencias.
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Fije una cita para volver.
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Si una cita con una persona no se da, trabaje en los alrededores del lugar. No mencione la cita ni el nombre de la persona de la referencia cuando converse con los vecinos del lugar.
Actividad: Estudio con el compañero
Localice todas las referencias recibidas en su área en el transcurso del último mes. Seleccione a cualquier persona con la que no haya tenido contacto y visítela. De las personas con las que ha tenido contacto, decida a quiénes de ellas debe visitar nuevamente.
La historia familiar y las ordenanzas del templo
La historia familiar, o genealogía, proporciona otro medio de encontrar personas para enseñar, ya que la historia familiar es ahora uno de los pasatiempos más extendidos del mundo. Lo que nosotros llamamos a veces el espíritu de Elías es la “singular influencia del Espíritu Santo [que] impulsa a las personas a buscar los datos, documentar y valorar a sus antepasados y parientes, tanto pasados como presentes” (David A. Bednar, “El corazón de los hijos se volverá”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 25; véase también Russell M. Nelson, “Un nuevo tiempo para la cosecha”, Liahona, julio de 1998, pág. 36). El espíritu de Elías está influyendo en millones de personas por todo el mundo para que busquen a sus antepasados. A menudo, las personas pueden sentir el Espíritu cuando conversan sobre sus familias. Muchas personas desean tener un vínculo más fuerte con sus familiares, y eso las puede llevar a sentir el deseo de buscar una conexión y una identidad con la familia de Dios. Los antepasados que están deseosos por sus ordenanzas están orando por su posteridad en la tierra, para que ellos acepten las enseñanzas que usted imparte y efectúen vicariamente las ordenanzas por ellos en el templo.
Determine qué tipos de recursos de historia familiar existen en su área; por ejemplo, entregar el cuadernillo Mi familia a las personas a las que enseña, o presentarles a un consultor de templo e historia familiar o a algún miembro que pueda ayudarlas a aprender acerca de FamilySearch.org. Pida la participación de los miembros para que las personas a las que enseña conozcan a personas que puedan extenderles una mano de amistad. Explíqueles que los servicios de FamilySearch.org se ofrecen gratuitamente.
Para muchas personas, la historia familiar consiste en descubrir y recoger relatos y fotos familiares y registrar las fechas de los acontecimientos importantes de la vida. Usted puede ayudar a las personas a las que enseña a registrar esa información en FamilySearch.org o en el cuadernillo Mi familia. También es una buena idea que usted comparta, cuando sea apropiado, las historias y fotos de su familia con las personas con las que establece contacto o a quienes enseña.
Al pedirle a las personas que compartan recuerdos de sus seres queridos, ellas podrían sentir el Espíritu Santo testificarles acerca de la importancia de la familia en el plan de Dios. Esos momentos pueden llevar a conversaciones naturales acerca del propósito de la vida, el plan de felicidad de Dios y la función del Salvador en el plan.
Para comenzar, considere hacer lo siguiente:
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Conversar con el obispo y con el consejo del barrio acerca del deseo que tiene de ofrecer su ayuda con la historia familiar a las personas a las que conozca día a día.
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Analizar con los líderes del barrio la mejor manera de coordinar ese esfuerzo:
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¿Está de acuerdo el obispo en que usted ofrezca la ayuda de los miembros del barrio?
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¿Qué miembros del barrio sirven como consultores de templo e historia familiar?
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¿Cuál es la mejor manera de pedir la ayuda de esos miembros?
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Si existe un centro de Historia Familiar en su área, familiarícese con los miembros que allí sirven y conozca cuál es la mejor forma de utilizar el centro en su labor.
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Asegúrese de tener su propia cuenta en FamilySearch.org y familiarícese con su propia historia familiar.
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Ofrezca ayuda a las personas para comenzar a saber más de sus historias familiares, registrar sus relatos o memorias familiares y organizar su información y fotos valiéndose de los recursos gratuitos en FamilySearch.org.
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Utilice el cuadernillo Mi familia, sus fotos familiares o los recursos de FamilySearch.org para encontrar personas para enseñar.
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Donde sea posible, enseñe una clase de historia familiar en un espacio público u ofrezca consultas personales.
Lea el siguiente caso relatado por un misionero mayor. Tome nota de la función que desempeñó la historia familiar en la conversión de la pareja.
Mildred Schultz era miembro devoto de su iglesia. No es de sorprenderse que, cuando los misioneros llamaron a su puerta, los haya invitado a pasar para enseñarles a ellos la “verdad”. Mientras los misioneros le enseñaban, la conmovieron las verdades del Evangelio restaurado y fue bautizada; pero su esposo Frank había preferido no escuchar mientras ella recibía la enseñanza del Evangelio.
He allí donde yo intervine. Los élderes nos presentaron a la hermana Schultz; nosotros la ayudamos a comenzar su árbol familiar y luego la invitamos a reunirse con nosotros en el centro de historia familiar. Llegó el día de nuestra reunión y Frank preguntó si él podía ir para buscar también a sus antepasados. Claro que a ella le entusiasmó la idea y salieron rumbo al centro.
Los élderes habían planeado reunirse allí con nosotros más tarde ese mismo día, pero antes de su llegada, les mostramos la biblioteca a Frank y a Mildred, y les presentamos a la hermana Wright, la especialista en historia familiar, quien se ofreció para ayudar a encontrar información acerca del padre de Frank. Encontró el nombre en un libro y también le dio a Frank un mapa de Alemania que indicaba la ubicación del lugar de nacimiento del padre. Estaba tan emocionado con esos descubrimientos que cuando llegaron los élderes, los invitó a cenar para mostrarles fotografías y compartir su historia familiar. El espíritu de Elías había conmovido y ablandado su corazón y había abierto una puerta para que el Evangelio llenara su vida.
Esa noche, Mildred se preguntaba qué podría decir para ayudar a Frank a interesarse más en el Evangelio, y se le ocurrió una pregunta: “Frank —le dijo—, ¿quieres estar conmigo para siempre, aún después que termine esta vida? ¿Quieres tener una familia eterna?”. Él rápidamente respondió: “Oh, Mildred, claro que sí. ¿Qué tengo que hacer para lograrlo?”. Esa era la pregunta por la cual Mildred había estado orando. “Escucha a los misioneros”, le respondió, y él accedió. Mientras los élderes enseñaban, la calidez del mensaje de la Restauración derritió sus dudas y sus temores. Aceptó fácilmente las verdades que los misioneros compartieron con él y aceptó la invitación de los misioneros de ser bautizado. A partir de entonces, Frank y Mildred han sido fuertes y activos en la Iglesia.
Frank y Mildred trabajaron arduamente para completar la obra a fin de que se pudieran efectuar las ordenanzas salvadoras a favor de su familia. Fue un día emocionante cuando fueron bautizados a favor de miembros de su familia. En el proceso de realizar la obra del templo, el hermano Schultz tuvo un sueño acerca de su padre. Lo vio en la finca donde él se había criado. Su padre estaba de pie junto a la mecedora del patio, vestido de blanco y extendiendo los brazos hacia su hijo. Frank despertó del sueño llorando. Supo que su padre había aceptado la obra que habían realizado.
Actividad: Estudio con el compañero
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¿Qué influyó en Frank para que tomara la decisión de permitir que los misioneros le enseñaran?
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¿Qué puede hacer para enlazar mejor la obra de historia familiar con el plan de Dios para la familia?
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¿De qué manera está valiéndose de la historia familiar para encontrar personas para enseñar?
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¿Cómo puede brindar información acerca de la historia familiar a las personas con las que se encuentre cada día? Haga planes para comenzar a emplear la historia familiar como un medio de mayor importancia en sus esfuerzos por encontrar personas para enseñar.
La historia familiar es un recurso muy valioso para encontrar a las personas que el Señor está preparando para recibir el Evangelio restaurado. Ore para darse cuenta de oportunidades para usar la historia familiar en sus esfuerzos por encontrar personas para enseñar. Las personas, por lo general, tienen sentimientos espirituales al hablar acerca de la familia, y también sienten el Espíritu cuando se les enseña la doctrina que explica por qué hacemos la obra de historia familiar. Además, la retención de los conversos aumenta cuando los miembros nuevos pueden buscar sus raíces familiares y realizar las ordenanzas sagradas a favor de sus antepasados.
Estudio de las Escrituras
¿Qué ha restaurado el Señor en la tierra a través de Elías el profeta?
Actividad: Estudio personal y con el compañero
Haga arreglos para conversar con un miembro que tenga experiencia en la historia familiar. Averigüe qué tipo de servicios hay disponibles por medio de los consultores de templo e historia familiares locales.
Practique la forma en que se ofrecerá para ayudar en la historia familiar a las personas con las que hable. Haga planes de ofrecer ayuda en la historia familiar como parte de su esfuerzo por encontrar personas para enseñar.
Lea y analice el cuadernillo Las familias y los templos para obtener una mayor comprensión del servicio de la historia familiar. Escriba en su diario de estudio lo que aprenda.
Personas a las que se ha enseñado anteriormente
Las personas a las que se les ha enseñado anteriormente son un recurso valioso para encontrar personas para enseñar. Existen muchas razones por las cuales las personas dejan de reunirse con los misioneros. Entre ellas que los misioneros son trasladados, las personas salen de vacaciones, los misioneros dejan de visitarlas aun cuando las personas todavía esperan más visitas o las personas creen que los misioneros no tienen nada nuevo que enseñarles. Muchas personas a las que se ha enseñado anteriormente dicen que aceptarían reunirse de nuevo con los misioneros.
Repase a menudo la carpeta de área para localizar a las personas a las que se ha enseñado anteriormente. Reflexione con espíritu de oración en la información que contiene esa carpeta en cuanto a la forma en que cada persona haya tenido su primer contacto con la Iglesia, lo que se les haya enseñado, cómo hayan respondido y por qué han dejado de recibir las lecciones. Si los miembros han participado en la enseñanza y en el hermanamiento de personas a las que se ha enseñado anteriormente, pregúnteles lo que recuerdan de la experiencia. Basándose en esa información, haga planes para comunicarse de nuevo con las personas.
Si una persona a la que está enseñando decide dejar de aprender sobre el Evangelio, registre en la carpeta de área la información que les sea útil a los misioneros que se comuniquen con ella en el futuro.
Al leer la siguiente experiencia, considere el poder que tiene el comunicarse con las personas a las que se ha enseñado anteriormente.
Para mi asombro, fui llamada a trabajar en la misma misión donde años antes había servido mi hermana mayor. Después de unos meses en la misión, fui a una de las áreas donde ella había servido. Al saber de mi traslado, mi hermana me escribió y me pidió que visitara a una familia a la que habían enseñado ella y su compañera. Me expresó el amor y la estrecha relación que tenía con la familia Norman y lo desilusionada que se había sentido cuando dejaron de investigar la Iglesia.
Mi compañera y yo localizamos a la familia Norman, y ellos nos recibieron calurosamente en su hogar y aceptaron la invitación de escuchar de nuevo el Evangelio restaurado. No sé por qué fue diferente esta vez, pero finalmente estaban listos para aceptar nuestro mensaje, y toda la familia fue bautizada y confirmada.
Después de esa experiencia, me pregunté con qué otras personas había trabajado mi hermana. Pensé: “Si funcionó con la familia Norman, tal vez funcione también con otras personas a las que enseñó”. Decidí escribirle a mi hermana acerca de mi idea de comunicarme con otras personas a las que ella había enseñado. Ella revisó su diario y me envió los nombres de otras personas de esa área.
Mi compañera y yo pasamos la siguiente semana comunicándonos con esas personas. Para deleite nuestro, casi la mitad aceptó la invitación de escuchar de nuevo el Evangelio restaurado, y varias personas de ese grupo fueron bautizadas y confirmadas. Al reunirnos con esas personas, también les pedimos referencias de sus amigos y conocidos que pudieran interesarse en nuestro mensaje y, como resultado, encontramos más personas para enseñar. Fue la época más ocupada de toda mi misión.
Actividad: Estudio con el compañero
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Fíjese en todas las personas a las que se ha enseñado anteriormente que encuentre en la carpeta de área.
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Haga planes para comunicarse con ellas tan pronto como le sea posible.
El encontrar por iniciativa propia
Procure fortalecer su fe en que Dios está preparando a Sus hijos para recibir el mensaje de la Restauración. Al hacer todo lo posible, con la guía del Espíritu Santo, por encontrar personas para enseñar, el Señor pondrá a esas personas en su camino.
Hay muchas maneras honorables de encontrar a las personas a las que Dios está preparando para el Evangelio restaurado. Usted debe hacer todo lo posible por encontrarse en el sendero de las personas que están siendo preparadas. Los misioneros se han dado cuenta de que las siguientes ideas les han sido útiles para encontrar por iniciativa propia a personas para enseñar. Al estudiar la lista, haga planes de poner en práctica algunas de las ideas que sean nuevas para usted. La lista también puede servirle como punto de partida para pensar en otras maneras honorables de encontrar personas para enseñar.
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Con la ayuda del obispo y del consejo del barrio, averigüe qué personas recientemente hayan tenido un bebé, se hayan mudado al área o hayan tenido una muerte en la familia, y comuníquese con ellas.
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Busque oportunidades de ofrecerles un servicio sencillo.
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Enseñe el mensaje de la Restauración a los miembros, incluso a los miembros activos, a los miembros que regresan, a los conversos recientes y a familias en las que no todos son miembros. Pídales que le presenten a personas a las que pueda enseñar.
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Disponga lo necesario para realizar devocionales con los miembros a los que ellos puedan llevar a sus amigos o en los que usted pueda enseñar el Evangelio y pedir referencias.
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Ofrézcase para enseñar a las personas cómo llevar a cabo la noche de hogar para la familia.
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Ofrézcase para llevar a las personas a las que conozca a hacer un recorrido del centro de reuniones local.
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Ofrézcase para convenir una reunión con el obispo.
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Invite a las personas a visitar los sitios web aprobados de la Iglesia y los recursos en línea.
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Organice una clase para estudiar las Escrituras.
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Enseñe el inglés como segundo idioma.
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Invite a las personas de la edad indicada a asistir a Seminario o a Instituto.
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Vaya de casa en casa o hable con las personas en la calle.
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Utilice los recursos impresos y digitales aprobados de la Iglesia, incluso contenidos multimedia edificantes.
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Pida referencias a las personas que enseña actualmente, a las que se ha enseñado anteriormente, a los miembros que regresan, a las familias en las que no todos son miembros, a los futuros élderes y a todas las personas que conozca.
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Invite a las personas a asistir a reuniones, actividades y programas de puertas abiertas de la Iglesia.
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Invite a las personas a asistir a los servicios bautismales, los cuales proporcionan una excelente introducción a la Iglesia y brindan buenas oportunidades para que las personas sientan la influencia del Espíritu.
No se desperdicia ningún esfuerzo
Cuando las personas deciden que no quieren saber más del Evangelio restaurado, el trabajo de usted no se ha desperdiciado. Los esfuerzos constantes que usted hace por servir y enseñar a cuantas personas pueda es una de las formas en las que Dios prepara a Sus hijos para recibir a Sus siervos posteriormente. A menudo usted es el medio del que Dios se vale para ayudar a Sus hijos. Aun cuando las personas no acepten la oportunidad de aprender el Evangelio, el servicio que usted presta y sus palabras son evidencia del amor que Dios siente por ellas y posiblemente siembren semillas que los misioneros y los miembros de la Iglesia puedan cosechar en el futuro.
Cuando las personas no acepten el Evangelio, no se desanime. Usted ha alzado la voz de amonestación y les ha dado una clara opción. Los discípulos de Cristo sienten dolor cuando las personas deciden no arrepentirse, pero esos discípulos mantienen la visión de lo que son y de lo que hacen, y continúan avanzando con diligencia.
Recuerde esto
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Edifique la Iglesia buscando a “quienes [lo] reciban” (Doctrina y Convenios 42:8).
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Procure y siga al Espíritu para encontrar personas para enseñar.
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Hay personas en su área a las que Dios está preparando para recibir el Evangelio restaurado.
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Los miembros de la Iglesia —entre ellos los activos, los miembros que regresan, los futuros élderes, las familias en las que no todos son miembros y los conversos recientes— son su mejor recurso para encontrar personas para enseñar, bautizar y confirmar.
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Cultive una relación estrecha con el obispo y con los miembros.
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Esté al tanto de oportunidades no planeadas de encontrar personas para enseñar.
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Ore pidiendo oportunidades de hacer el bien y de predicar el mensaje de la restauración del evangelio de Jesucristo.
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Hay muchas maneras de encontrar personas para enseñar. Evite utilizar solo uno o dos métodos.
Ideas para el estudio y la práctica
Estudio personal
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Lea la siguiente carta de una misionera a sus padres: “Hoy en el autobús enseñé a una mujer maravillosa. Regresábamos a casa del consejo de distrito y era el único asiento disponible, así que me senté y comencé a revisar mi correo. Claro que la primera carta que leí fue la de ustedes, con las fotografías de bebé de Evan. Me di cuenta de que la persona junto a mí también estaba mirando las fotografías, y al volverme a verla, me di cuenta de que era una mujer mayor. Ella medio me sonrió y desvió la mirada hacia la ventana. Después cerró los ojos como si se fuera a dormir. Entonces oré: ‘Padre Celestial, quiero hablar con ella. Ayúdame, por favor’. Un minuto después abrió los ojos y se sentó muy derechita. En seguida le pregunté: ‘Es muy lindo, ¿verdad?’. Le mostré las fotos de Evan y empecé a hablarle de las familias. Cuando le pregunté acerca de sus hijos, se le llenaron los ojos de lágrimas y me contó que su hija la odiaba y no quería saber nada de ella. Ella lloró y yo también lloré con ella. Le hablé del plan de salvación y le dije que nuestro Padre Celestial la amaba y sabía los problemas por los que estaba pasando. Lloré y le dije que yo sabía que su hija la amaba porque yo era hija de una madre que me amaba, y yo la amaba a ella. Le expliqué que a veces las personas toman malas decisiones y que su hija tenía su albedrío. Ella me dijo, sonriendo: ‘Me imagino que su mamá realmente la extraña y, cuando la vuelva a ver, no la dejará ir más’. Me dio las gracias por hablar con ella y me dio su dirección para que fuésemos a compartir el Evangelio con ella. Cuando se levantó para bajarse del autobús, me dijo: ‘Me subí al autobús que no era el que deseaba, pero no me bajé. Nadie se sentó junto a mí hasta que llegó usted… y mire lo que sucedió’. ¡El plan de Dios es perfecto!”.
De los principios que se mencionan en este capítulo, ¿cuáles de ellos pudo detectar en ese relato? Repase el capítulo y anótelos en su diario de estudio. De esos principios, ¿cuáles puede tratar de poner en práctica hoy mismo?
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Lea Juan 15:12–13; 21:15–17; 1 Tesalonicenses 2 y Mosíah 18:8–10. ¿Cuán bien está cumpliendo con su responsabilidad de amar y servir a los demás? ¿Cómo podría mejorar? Anote su respuesta en su diario de estudio.
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¿Cómo sabrán las personas que usted es un siervo del Señor? Al meditar en esa pregunta, estudie Moroni 7:3–5; Mateo 7:20 y Juan 13:34–35. Escriba sus pensamientos en su diario de estudio.
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Lea 3 Nefi 18:31–32; Alma 8:16; Alma 24:7–8 y Alma 32:41. Reflexione en lo que estos versículos le enseñan acerca de trabajar con las personas a las que se enseñó anteriormente. Escriba en su diario de estudio lo que aprenda y enséñeselo a su compañero.
Estudio con el compañero
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Al utilizar la agenda diaria, haga planes de reunirse con conversos recientes. Pídales que compartan con usted cómo fueron preparados para recibir el Evangelio. Haga preguntas como estas: ¿Cuándo fue la primera vez que tuvieron algún contacto con la Iglesia? ¿Qué les inspiró a reunirse con los misioneros? Anote en su diario de estudio lo que aprenda.
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Repase cada uno de los temas que figuran a continuación y, basándose en las lecciones, prepare un método sencillo para encontrar personas para enseñar. Practique cómo enseñar a alguien que encuentre en diversas situaciones, y practique cómo relacionar rápidamente cada tema con la Restauración.
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Sentir la necesidad de mayor guía y propósito en la vida.
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Desear acercarse más a Dios.
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Necesitar ayuda con respecto a decisiones importantes.
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Vea uno de los videos de capacitación de FamilySearch.org. Prepare un breve mensaje sobre la obra de historia familiar y compártalo con su compañero(a).
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Imagínese que usted y su compañero son trasladados a una nueva área. Encuentran la carpeta de área en buenas condiciones, pero no tienen personas a quienes enseñar. ¿Qué harían para añadir personas al grupo de enseñanza lo más pronto posible? Haga planes para poner en práctica algunas de esas ideas hoy mismo.
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La siguiente idea ha tenido éxito para muchos misioneros y miembros. Léala y estúdiela con su compañero.
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Ayude a los miembros a hacer una lista de amigos, parientes y conocidos con los que pudieran ellos compartir el Evangelio. Repase la lista con los miembros y ayúdeles a seleccionar mediante la oración a una persona a la que les gustaría preparar para oír el Evangelio.
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Ayúdeles a fijar una fecha para la cual harán lo siguiente: (a) esforzarse por tener a la persona o a la familia preparada para recibir a los misioneros en su hogar o (b) realizar alguna otra actividad de hermanamiento para prepararlas. El poner una fecha les da una meta a los miembros y les ayuda a ejercer la fe.
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Ayúdeles a planificar lo que harán de aquí a la fecha que hayan fijado.
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Verifique su progreso constantemente para demostrar su apoyo y para animarlos. Invítelos a compartir su éxito y sus dudas.
Analice cómo pueden poner en práctica esta idea en el área donde está sirviendo.
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Consejo de distrito, conferencias de zona y consejo de líderes de la misión
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Lean y analicen la sección “El encontrar por iniciativa propia”.
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Analicen cómo esas ideas han ayudado a los misioneros a encontrar personas para enseñar.
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En la pizarra, anote más ideas en cuanto a cómo encontrar personas para enseñar. Invite a los misioneros a demostrar sus ideas.
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Invite a los misioneros a fijar metas personales para mejorar su esfuerzo por encontrar personas para enseñar.
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Elaboren una lista de situaciones en las que se encuentren personas para enseñar.
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Asigne una de las situaciones a cada misionero. Dé a cada misionero cinco minutos para preparar la forma en que enseñaría el mensaje de la Restauración. Si es necesario, pídales que consulten la lección “El mensaje de la restauración del evangelio de Jesucristo”.
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Recalque la importancia de que el tiempo que dure el mensaje sea apropiado para la situación; por ejemplo, los misioneros podrían dedicar más tiempo a la enseñanza que dan en el hogar de un miembro que a la que imparten en una tienda o almacén.
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Permita que el mayor número de misioneros que sea posible, según el tiempo de que se disponga, enseñen el mensaje de la Restauración en su situación asignada.
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Enseñe los principios de la sección “Enseñe al encontrar y encuentre al enseñar”.
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Asigne a cada misionero que prepare un mensaje de un minuto de duración que pudiera compartir en una situación de encontrar personas. Dichos mensajes deben basarse en la doctrina que se encuentra en las lecciones misionales.
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Invite a los misioneros a practicar el compartir entre sí su mensaje de un minuto. Si lo desea, puede establecer varias situaciones de encontrar personas; por ejemplo: enseñar en el hogar de un miembro, enseñar en la entrada de la vivienda, enseñar en la calle o contactar con una referencia. Pida a los misioneros que practiquen un método de enseñanza para cada una de esas situaciones.
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Presidente de misión, su esposa y sus consejeros
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Dé el ejemplo en su familia de ser un miembro-misionero. Comparta sus experiencias con los misioneros y con los miembros.
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Consulte con los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares en cuanto a la mejor manera de encontrar personas para enseñar en su misión.
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Organice devocionales misionales en los que usted pueda hablar a las personas a las que se enseña en su misión. Coordine los devocionales con los líderes locales del sacerdocio para que sean a un horario conveniente para los miembros, quienes podrán invitar a sus amigos a asistir con ellos. Como parte de estos devocionales, y antes de que usted dirija la palabra, pida a conversos recientes que expresen su testimonio y relaten la historia de su conversión. Concentre sus comentarios en el mensaje de la Restauración.
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Comparta con los misioneros su árbol familiar, sus fotos familiares y las historias de su familia, y explíqueles cómo usa estos recursos para encontrar personas para enseñar.
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De vez en cuando, acompañe a los misioneros para ayudarles a encontrar personas para enseñar.