2020
“No renunciaré a mi fe”
Junio de 2020


“No renunciaré a mi fe”

Edouard Ngindu, Katoka, República Democrática del Congo

Me convertí en objeto de burla y desprecio en el trabajo. ¿Por qué me aferraba a un trabajo que se había convertido en un peligro para mi bienestar espiritual?

Imagen
man reading scriptures

Ilustración por Greg Stevenson.

Poco después de haber sido contratado como subdirector de una gran biblioteca, mi equipo y yo comenzamos un ambicioso proyecto para digitalizar 37 000 libros. Un día mi supervisor me llamó a su oficina.

“Edouard”, dijo, “me han invitado a presentar nuestro proyecto de digitalización de libros en Estados Unidos y a solicitar algunas nuevas adquisiciones. Me han pedido que lleve conmigo a un compañero de trabajo de confianza. Confío en ti pero no en tu iglesia. Si renuncias a tu fe, puedes venir conmigo”.

Antes de que pudiera decir nada, me dijo que lo pensara y que me retirara.

Esa noche, le conté a mi esposa lo que había sucedido. Ella me animó a tener fe. Al día siguiente, le dije a mi supervisor que mantendría mi fe. Se enojó y dijo que viajaría solo.

Un año después, tuve la oportunidad de viajar a Francia para recibir capacitación en financiamiento, adquisiciones y administración de bibliotecas; solo necesitaba la aprobación de mi supervisor. Dijo que lo aprobaría solamente si renunciaba a mi fe. De nuevo me negué a hacerlo. Luego rompió el documento y me lo arrojó a la cara. Un tiempo después, mi supervisor se me volvió a acercar.

“Estoy a punto de salir en otro viaje”, dijo; “puedes acompañarme, pero la condición sigue siendo la misma. Nunca viajaré con un miembro de tu iglesia”.

“No renunciaré a mi fe”, dije. Se fue sin decir una palabra. Al poco tiempo comenzó a hablarles a mis colegas sobre mí.

“Le he ofrecido oportunidades”, decía, “pero las ha echado a perder todas por su fe ciega. Es un necio”.

A partir de ese momento, me convertí en objeto de burla y desprecio en el trabajo. Me sentía abatido. Una noche, preocupado por ese problema, abrí la Biblia y leí: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mateo 5:29).

Si el Señor dice que debemos deshacernos de algo para salvarnos a nosotros mismos, ¿por qué me aferraba a un trabajo que se había convertido en un peligro para mi bienestar espiritual? Al día siguiente, entregué mi carta de renuncia.

Hoy, me regocijo por esa decisión. Con valor y fe en Jesucristo, me enfrenté a la humillación en el trabajo y a quedar desempleado temporalmente. Mi nuevo trabajo me brinda oportunidades que antes no habían estado a mi alcance. El Señor me ha bendecido, y le agradezco Su bondad y Su amor por mí.