2020
Las manos que ayudan de Eli
Junio de 2020


Las manos que ayudan de Eli

La autora vive en Utah, EE. UU.

“[C]uántas cosas podrán mis manitas hacer” (Canciones para los niños, pág. 126).

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Elis Helping Hands

Era sábado por la mañana y Eli estaba en posición de alerta en la portería, listo para detener el balón. Saltó y se lanzó por el balón, haciendo todo lo posible por mantenerlo fuera de la red. Pero era difícil, y justo antes del final del partido, el balón se le escurrió de las manos. ¡El equipo contrario había marcado! El equipo de Eli había perdido, y él estaba muy triste.

Al día siguiente, en la Iglesia, Eli se dirigió lentamente a su clase de la Primaria. Todavía se sentía abatido.

Afuera de la clase, Eli vio a su amiga Kate. La mamá de Kate empujó la silla de ruedas rosa de su hijita hacia el interior del aula y abrazó a Kate antes de irse a su propia clase.

“Hola, Kate”, saludó Eli.

Kate no podía responder ni devolver el saludo, pero siempre miraba fijamente a los ojos de Eli, así que sabía que ella lo escuchaba.

Normalmente Kate sonreía cuando Eli la saludaba, pero ese día no. ¿Estará triste?, se preguntó Eli. Yo sé lo que se siente. Él todavía se sentía triste por no haber podido evitar que el otro equipo marcara el gol de la victoria.

Eli se sentó junto a Juan y Makell mientras la hermana Young comenzaba la clase. Entonces Kate gimoteó. A veces era difícil para Kate guardar silencio, porque le dolía el cuerpo.

“Kate, ¿te duele mucho?”, preguntó la hermana Young.

Kate empezó a llorar.

“Puede que una canción de la Primaria ayude”, dijo la hermana Young.

Los niños comenzaron a cantar. A Kate le encantaba la música. Normalmente cantaba con los demás emitiendo alegres sonidos, pero ese día solamente lloraba.

¿Cómo podemos ayudar a Kate a sentirse mejor?, se preguntó Eli.

De pronto se le ocurrió una idea. “¡Ya sé!”. Eli le dijo a la hermana Young: “Empujaré un poco la silla de ruedas de Kate”.

Eli había visto que la mamá de Kate empujaba suavemente la silla de su hijita cuando esta necesitaba sentirse mejor. Corrió hacia Kate y comenzó a balancear lentamente la silla de ruedas hacia adelante y hacia atrás.

Kate dejó de llorar.

“¿Puedo hacerlo ahora yo?”, preguntó Juan.

“¡Yo también!”, añadió Makell.

Mientras la hermana Young enseñaba la lección, Eli y sus amigos se turnaron para empujar la silla de ruedas de Kate. Ella sonreía, y el aula entera pareció llenarse de luz.

Al final de la clase, todos sonreían.

“Ayudar a Kate me hace feliz”, dijo Eli.

“Me alegro”, respondió la hermana Young. “Al Padre Celestial también le hace feliz. Él ama a Kate y desea que se sienta mejor. Nosotros a veces podemos ser Sus ayudantes”.

Eli miró a Kate. “Tú también me ayudas”, le dijo. “Cada vez que sonríes”.

Kate le sonrió.

Al volver a casa después de las reuniones de la Iglesia, Eli sentía una calidez como la de un campo de fútbol en un soleado día de verano. Quizás no pueda atrapar todos los balones, pensó, pero siempre puedo utilizar mis manos para ayudar a otras personas.

Ilustraciones por Melissa Manwill.