2018
Brillando en la República Checa
Octubre de 2018


Haz que brille tu luz

Brillando en la República Checa

Compilado por Sharon Goodrich, revistas de la Iglesia

Imagen
Shining Bright in the Czech Republic

Somos niños de la Primaria en la República Checa. Así es como brillamos en nuestro país.

Una vez perdí mi guante favorito. Estaba muy triste. Mi madre y yo oramos pero no lo encontramos. Traté de tener fe. ¡Una semana después, mi hermano menor encontró mi guante en la calle! Dios contesta nuestras oraciones. Lo amo y sé que Él vive

Andre W., 9 años

Tengo amigos en la escuela que no son miembros de la Iglesia, pero aun así respetan mis normas. Una vez dije que debíamos orar, ¡y ellos estuvieron de acuerdo! Me sentí muy feliz.

Ivana A., 11 años

Mis amigos y yo íbamos abajo. Cuando llegamos al ascensor, tuve un sentimiento incómodo y le pedí a mis amigos que no lo utilizaran. Decidieron hacerlo de todos modos. Yo fui por las escaleras. Cuando llegué abajo, mis amigos no estaban ahí. ¡El ascensor se había atascado! Demoró un rato sacarlos. Me alegré de que nada serio les ocurrió. También me sentí bien de haber seguido el Espíritu Santo.

Amalie N., 10 años

En la playa, el cielo empezó a oscurecerse. El viento soplaba y ¡comenzó a hacer olas grandes! Hubo truenos, relámpagos y granizo. Todos corrieron a buscar refugio. La tormenta no nos hizo daño. De camino a casa vimos tres arcoíris. Sabemos que Dios nos ayudó y nos protegió.

Jakub B., 10 años

En la escuela tengo una amiga con la que nadie quiere ser amiga. Otros chicos comenzaron a decirle cosas hirientes que la hicieron sentirse fea. Le dije a mi maestra e invité a mi amiga a que jugara conmigo. ¡Mi amiga se sintió feliz!

Ludmila V., 8 años

Me enojé con mamá porque no quería bañarme e ir a dormir. Al siguiente día me sentía triste por mi mala elección. Mamá dijo que podíamos orar y pedir al Padre Celestial que nos perdonase. Nos arrodillamos y oramos. Me sentí mejor. Aprendí que podemos arrepentirnos, y que gracias a Jesucristo, podemos ser perdonados.

Samuel H., 5 años

Compartí mi testimonio en la Iglesia. ¡Requirió valor! Desde entonces he sentido el Espíritu.

Eliska K., 11 años

Cuando mi mascota, un conejillo de indias, estaba enfermo, oré por ella. Estoy agradecida a mi Padre Celestial por su ayuda.

Aneta P., 10 años