¿Piensas más en recibir o en dar?
¿Te has detenido a pensar en por qué prestas servicio a los demás y guardas los mandamientos? Este mes sería una buena ocasión para pensar en ello mientras aprendes en tus clases de la Iglesia sobre cómo edificar el Reino de Dios. Puedes preguntarte: ¿me motiva más lo que puedo recibir o lo que puedo dar?
Las preguntas que ves arriba te ayudarán a determinar si tiendes a mirar hacia adentro (a pensar en ti) o hacia afuera (a pensar en los demás).
¿Cuánto reconocimiento recibiré al servir en este llamamiento?
¿En qué forma se me bendecirá al pagar diezmos y ofrendas?
¿En qué me beneficiará el ser honesta?
¿Qué ganaré al asistir a la Iglesia?
¿De qué manera me ayudará el servir en una misión?
¿Qué bendiciones recibiré por casarme en el templo?
¿De qué forma mi llamamiento me permite fortalecer a los demás?
¿Cómo ayudarán mis diezmos y ofrendas a edificar el Reino?
¿De qué modo mi honestidad puede bendecir a los demás?
¿En qué forma el asistir a la Iglesia demuestra mi devoción al Señor?
¿De qué maneras podré servir a los demás en mi misión?
¿Qué oportunidades me brindará el matrimonio en el templo para servir a mi cónyuge y a mis hijos?
No está mal pensar en las bendiciones que recibirás, pero si descubres que tiendes más a mirar hacia ti que hacia los demás, intenta elevar la vista. El presidente Thomas S. Monson nos ha enseñado: “Recuerden que esta obra no es de ustedes ni mía solamente. Podemos alzar la mirada y pedir la ayuda divina” (“Cumple tu deber: Eso es lo mejor”, Liahona, noviembre de 2005, pág. 58).