2015
Un regalo que cambia vidas de la tienda de segunda mano
Diciembre de 2015


Un regalo que cambia vidas proveniente de la tienda de artículos de segunda mano

El autor vive en Arizona, EE. UU.

Yo no tenía mucho dinero para comprarle un regalo a mi padrastro, de modo que ofrecí una oración antes de ir de compras.

Imagen
illustration of a boy and a store clerk at a cash register

Ilustración por J. Beth Jepson.

Un año, no teníamos mucho dinero para la Navidad, de modo que oré pidiendo ayuda para poder comprar un regalo para mi padrastro Adrian (a quien mi hermana y yo llamamos Weegee). Entre mi hermana y yo apenas reunimos dos dólares para gastar en regalos.

Cuando mi mamá dijo que íbamos a comprar los regalos de Navidad a una tienda de artículos de segunda mano que estaba en las cercanías, fui corriendo a mi habitación y oré pidiendo ayuda: “Por favor, ayúdanos a encontrar un regalo de dos dólares”.

En la tienda, Elaina y yo buscamos entre los libros y encontramos una combinación triple que parecía nueva. Cuando la encontramos, estábamos muy contentos. La sostuve firmemente mientras corríamos por los pasillos hasta donde estaba nuestra madre. Dando saltos, le dijimos: “¡Encontramos un regalo para Weegee!”. Al llegar a la caja, mi madre preguntó: “¿Cuánto cuesta esto?”. La cajera respondió. “Dos dólares”. Mi oración había sido contestada.

En aquel entonces mi padrastro no era miembro de la Iglesia. A él no le gustaban los mormones, no creía en el “libro mormón” y no le gustaba que los miembros nos pasaran a buscar para llevarnos a las actividades de Hombres Jóvenes y de Mujeres Jóvenes; incluso llegó a negarles la entrada a los élderes a nuestra casa. Pero los miembros del barrio y los misioneros no se dieron por vencidos.

El día de Navidad reservamos su regalo para el final. Elaina y yo dijimos: “¡Este es el mejor regalo que alguien podría darte. Te va a hacer feliz!”. Weegee intentó adivinar un par de veces, y nosotros nos reíamos de sus propuestas. Le dijimos: “¡Es un regalo maravilloso! Te va a cambiar la vida, como cambió la nuestra”.

Nuestra madre estaba preocupada de que él se enojara por nuestro regalo, pero Elaina y yo sabíamos que estábamos haciendo lo correcto.

Al abrirlo, nos dio las gracias por el regalo y dijo que iba a leerlo.

Puesto que amamos a Weegee, deseábamos que él aprendiera acerca de Jesucristo y del don de Su expiación. Queríamos que él creyera como nosotros creíamos, que orara y se arrepintiera y tuviera el Evangelio en su vida.

Él leyó el Libro de Mormón y oró al respecto; y con la ayuda de los élderes y los miembros del barrio, fue bautizado y actualmente es miembro de la Iglesia. Tuvimos la dicha de sellarnos en el templo, y sabemos que estaremos juntos como familia por siempre.