2015
Vivir como testigo en Alemania
Diciembre de 2015


Perfiles de jóvenes adultos

Vivir como testigo en Alemania

La autora vive en Alemania.

El defender sus creencias hace que compartirlas sea fácil.

Imagen
Photo of a young adult woman, Esther Graf, in a field of flowers in Germany.

Fotografías cortesía de Esther Graf.

A solo treinta minutos en tren desde la metrópolis de Hannover, y cómodamente enclavada entre acres de campos llenos de flores primaverales, se encuentra la pequeña ciudad alemana de Stadthagen. Es allí donde Esther Graf, de diecinueve años, se crió. Es un lugar donde se puede llegar a todas partes caminando o en bicicleta, donde hay una abundancia de panaderías y heladerías, y donde los mercados de entre semana llenan la plaza de la ciudad.

Stadthagen es también el hogar de una próspera comunidad Santo de los Últimos Días.

Aunque la ciudad es pequeña, Stadthagen cuenta con un barrio grande; lo que es algo inusual en Alemania, donde hay menos de cinco miembros por cada diez mil alemanes. Pero para Esther ha sido el lugar perfecto donde aprender a vivir los principios del evangelio de Jesucristo y de utilizar dichos principios para prestar servicio y bendecir a los demás.

Cuando Esther tenía 14 años, recibió su bendición patriarcal, lo cual la llevó a darse cuenta de algo muy importante. “Supe claramente cuán importante realmente soy para el Padre Celestial”, dice ella. “Supe lo importante que todos somos para Él”.

Ella toma ese conocimiento y lo aplica a la relación que tiene con los demás.

En su llamamiento en el consejo de jóvenes adultos solteros de la estaca, por ejemplo, es responsable de asegurarse de que todos sientan que forman parte del grupo. “Estoy aprendiendo a no juzgar a los demás, sino, más bien, llegar a conocerlos”.

También mantiene eso en mente cuando está en el colegio. “Muy a menudo me hacen preguntas sobre mi religión, pero yo no considero de ninguna manera que eso sea malo”, dice ella. “De alguna manera siempre me hace feliz, porque entonces sencillamente me recuerdo a mí misma cuánto me ayuda y todo lo que aporta a mi vida. Por medio del Evangelio es mucho lo que sé.

“Siempre habrá personas que se burlen de nuestra religión y que no la entiendan”, dice, “pero en realidad la situación no es tan mala cuando defendemos lo que creemos”.

El amor que Esther siente por Dios y la confianza que tiene en Él es lo que más la ayuda a vivir y compartir el Evangelio.

“Antes de preocuparte”, dice ella, “confía primero en Dios. Cuando lo hago y tengo fe, todo lo demás es sencillo. Cuando confiamos en Dios, podemos seguir adelante en la vida con fe y confianza en el futuro; al hacerlo, podemos ser testigos de Dios”.