2014
Reemplazar mi temor con fe
Agosto de 2014


Hasta la próxima

Reemplazar mi temor con fe

La autora vive en Utah, EE. UU.

¿Y si nunca encontraba a alguien con quien salir y no me casaba?

Cuando me vio, mi mejor amiga supo de inmediato que ocurría algo. “Rompimos la relación”, le dije en voz baja. Yo llegaba a casa después de una larga conversación con el joven con el que había estado saliendo. Aunque nos entristecía separarnos, los dos estuvimos de acuerdo en que era lo correcto para nosotros.

Pero al pasar las semanas, me comencé a sentir insegura en cuanto a mi decisión. ¿Y si nunca encontraba a alguien con quien salir y no me casaba? ¿Habría puesto demasiado énfasis en nuestra incompatibilidad?

Me sentía tan sola e insegura que incluso consideré ver si él estaría dispuesto a darle otra oportunidad a nuestra relación. Estaba, como lo describió el élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, “[descontenta] con las circunstancias presentes y [tenía] sólo visiones sombrías del futuro”1.

Una noche, unas semanas después de terminar la relación, estaba leyendo en cuanto a la resurrección del Salvador. El evangelio de Lucas relata que al tercer día, después de que hubieron puesto al Salvador en el sepulcro, algunas fieles seguidoras fueron a ungir Su cuerpo con especias. Sin embargo, encontraron que la piedra que cubría la tumba se había quitado y el cuerpo no estaba. Entonces, dos ángeles se les aparecieron y les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5–6).

De pronto, la pregunta de los ángeles me impactó con mucha fuerza. Nunca había pensado en cómo se debieron haber sentido quienes visitaron la tumba de Jesús al darse cuenta de que estaban buscando al Salvador en el lugar equivocado. Nunca había pensado en el desafío que debió haber sido para ellas creer que Jesús había dejado atrás la corrupción de la tumba y se había levantado en gloria.

La Escritura hablaba de una gentil reprimenda. Me di cuenta de que, como las seguidoras del Salvador, yo estaba buscando consuelo en el lugar equivocado. El sumirme en el pasado y “anhelar el ayer en vano”2 no me estaban consolando ni motivando a actuar de manera productiva. Me di cuenta de que debía dejar de buscar en la tumba de experiencias pasadas; debía remplazar mi temor con fe, y confiar en que el Salvador podía crear vida de las experiencias de mi pasado.

Pienso en ese pasaje a menudo cuando me encuentro arrepintiéndome de decisiones que he tomado, o al desear regresar a momentos del pasado. Gracias al Salvador, podemos volver a empezar. Gracias al Salvador, podemos “mirar atrás para reclamar las brasas de las experiencias brillantes, pero no las cenizas” sabiendo que “debemos aprender del pasado, pero no vivir en él”3. En lugar de perder el tiempo con remordimiento, podemos mirar hacia el futuro con fe.

Notas

  1. Jeffrey R. Holland, “Remember Lot’s Wife”, (devocional en la Universidad Brigham Young, 13 de enero de 2009), pág. 3; speeches.byu.edu.

  2. Jeffrey R. Holland, “Remember Lot’s Wife”, pág. 2.

  3. Jeffrey R. Holland, “Remember Lot’s Wife”, pág. 2.