2014
Job
Agosto de 2014


Profetas del Antiguo Testamento

Job

“No hay nada que los miembros de la Iglesia necesiten más que la convicción y la perseverancia de Job”1. —Élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Quórum de los Doce Apóstoles.

Imagen
Job and his family depicted sitting and eating. A woman is standing beside Job and is handing Job bread from a basket.

Se me conoció como un hombre temeroso de Dios y apartado del mal2. El Señor me bendijo con siete hijos y tres hijas, y me concedió gran riqueza material, incluso “siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientas yuntas de bueyes, y quinientas asnas, y muchísimos criados”3.

Satanás creyó que dejaría de ser justo y que blasfemaría contra el Señor si dejaba de prosperar temporalmente. El Señor permitió que Satanás me probara, pero sin que me causara daño físico. Satanás hizo que robaran y aniquilaran mi ganado, y envió un gran viento que azotó mi casa, matando a mis diez hijos que se encontraban dentro. En lugar de blasfemar contra el Señor, “[rasgué mi] manto, y [rapé mi] cabeza, y [me postré] en tierra y [adoré]” al Señor4.

Cuando Satanás vio que no blasfemaba contra el Señor, quiso probarme físicamente. El Señor permitió que Satanás lo hiciera, pero sin que me quitara la vida. Satanás me afligió con una “sarna maligna desde la planta de [mi] pie hasta [mi] coronilla”5. Aún así, retuve mi integridad, negándome a blasfemar contra el Señor; y mis amigos se condolían de mí.

Mis amigos me decían que mi propia maldad causó mi sufrimiento y que debía arrepentirme, pero yo sabía que era un hombre justo6. Más adelante, el Señor ordenó a mis amigos que se arrepintieran y se les dijo que ofrecieran un holocausto y que yo oraría por ellos7.

Después de ver mi fidelidad, el Señor hizo cesar mi gran sufrimiento y me bendijo aumentando al “doble todas las cosas que [yo] había tenido antes”8. Ahora tenía “catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil yuntas de bueyes y mil asnas”, así como otros siete hijos y otras tres hijas9. El Señor verdaderamente me recompensó en abundancia por mi fe y paciencia.

He visto la mano del Señor en mi vida, tanto en mis aflicciones como en mi prosperidad. Con audacia testifiqué: “Yo sé que mi Redentor vive, y que al final se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha ésta mi piel, aún he de ver en mi carne a Dios”10.