2014
Misioneros del pan de plátanos
Agosto de 2014


Misioneros del pan de plátano

Para estos jóvenes, compartir una rebanada de pan ha sido una bendición en la vida de muchas personas, incluso la de ellos.

Imagen
Missionaries

Fotografías del barrio, cortesía de Nolfo Zambrano.

Si alguien te ofreciera una rebanada de un delicioso pan de plátano [banana], ¿cómo reaccionarías? Para los jóvenes de un barrio de Ecuador, ésa es la mejor manera de iniciar conversaciones sobre el Evangelio.

Cada dos meses llevan a cabo un día misional en el cual realizan programas de puertas abiertas en diferentes zonas de su barrio de la Iglesia. Se dividen en varios equipos, cada uno compuesto de un joven, un misionero de tiempo completo o uno que acaba de terminar la misión, y un élder o sumo sacerdote. Algunos grupos trabajan bajo un toldo, otros van a contactar personas en el parque y los demás van de puerta en puerta.

Al hablar con alguien, le ofrecen una rebanada de pan de plátano. Cuando la persona la acepta, le dicen que aunque el pan es delicioso y bueno para el cuerpo, los misioneros tienen un mensaje que les nutrirá el alma. Los jóvenes y sus compañeros entonces invitan a la persona a reunirse con los misioneros. De esa manera, han logrado obtener entre 40 y 50 referencias para los misioneros en un par de horas.

Los hombres jóvenes también hermanan a los miembros de su propio quórum. Los sábados se reúnen para una actividad de Hombres Jóvenes y para trabajar en Mi Deber a Dios. Después, visitan a los miembros menos activos del quórum, los animan a asistir a la Iglesia y los invitan a regresar para jugar algún deporte o participar en otra actividad.

De ésa y muchas otras formas, estos jóvenes se están preparando para ser misioneros de toda la vida. Dos de ellos (a la derecha) comparten la manera en que se sienten fortalecidos e inspirados por sus experiencias.

Un cambio gracias al Evangelio

Imagen
Banana Bread Missionaries

He sido miembro de la Iglesia cinco años. Mis padres no son miembros, pero mi tío Jorge es el presidente de Hombres Jóvenes y ha sido un gran apoyo. También me siento agradecido con mi obispo por su constante apoyo y aliento.

Decidí acercarme a la Iglesia después de uno de los días misionales que efectuaron en el barrio. Fue una de mis primeras experiencias que me motivó a unirme a la Iglesia. Como diácono, maestro y ahora presbítero, mis líderes siempre me han apoyado y animado a participar en todas las actividades de la obra misional. Me encantan los programas de puertas abiertas, donde tengo la oportunidad de compartir con los demás las bendiciones del ser miembro de la Iglesia de Cristo. Lo que me inspira más son las actividades de servicio, donde tengo la oportunidad de prestar servicio a mi prójimo, tal como Jesús nos enseñó.

Hace un año, mis hermanos menores, Luis, de 15 años, e Israel, de 12, se unieron a la Iglesia. Hemos estado trabajando juntos en los proyectos de Mi Deber a Dios, y desde su bautismo hemos compartido experiencias maravillosas. Todos los jóvenes del barrio tenemos una relación estrecha y nos apoyamos mutuamente.

Sé que el bautismo es la puerta para entrar al reino de los cielos. Cuando estamos al servicio de nuestros semejantes, estamos al servicio de Dios (véase Mosíah 2:17). La obra misional bendice a las familias, y sé que mi vida ha cambiado gracias al Evangelio.

Álvaro T., 17 años

Aprender mis responsabilidades

Imagen
Young Men on the stand holding pamphlets

Cuando era diácono, aprendí mis responsabilidades gracias al apoyo de mis padres y líderes y al trabajar con las metas del librito Mi Deber a Dios. Cuando era maestro, aprendí más al ir a hacer las visitas de maestro orientador, al participar en los programas de puertas abiertas en los días misionales, al compartir el pan de plátano, al asistir a la mutual y al participar en actividades de barrio y de estaca.

Ahora, como presbítero, puedo concentrarme más en la obra misional. Al trabajar con el presidente de los Hombres Jóvenes y como asistente del obispo, he aprendido mucho más sobre mis responsabilidades como poseedor del sacerdocio.

Nuestros líderes nos invitan constantemente a ir con ellos y con los misioneros de tiempo completo para que nos familiaricemos con la obra misional. También nos exhortan a leer las Escrituras, especialmente el Libro de Mormón. Todas esas experiencias me motivan y me preparan para recibir el sacerdocio mayor y para servir en una misión de tiempo completo.

Isaac G., 17 años