Historia de la Iglesia
“Así podemos recuperarnos […] juntos”


“‘Así podemos recuperarnos […] juntos’”, Historias mundiales: Filipinas, 2019

“‘Así podemos recuperarnos […] juntos’”, Historias mundiales: Filipinas

“Así podemos recuperarnos […] juntos”

En noviembre de 2013, Henry Patalinghug estaba trabajando junto con otros carpinteros voluntarios Santos de los Últimos Días para ayudar a la gente de la isla de Bohol a reconstruir después de un devastador terremoto. Mientras estaban allí, se enteraron de que un potente tifón se dirigía directamente a las Filipinas. Se proyectaba que la tormenta, conocida como Yolanda en Filipinas y como Haiyan a nivel internacional, sería una de las más devastadoras en la historia del país.

Los Santos de los Últimos Días rápidamente se pusieron a trabajar a fin de prepararse para el desastre. Más de 14 000 personas buscaron refugio en 200 centros de reuniones a lo largo de la trayectoria proyectada de la tormenta, pero incluso entre los miembros de la Iglesia fue difícil prevenir a todas las personas. En Tacloban, Analyn Esperas todavía estaba en casa aguardando que su esposo, Gemmer, regresara del trabajo cuando azotó el tifón. El viento y el agua destrozaron la casa y arrastraron a Analyn y a su hija de seis años, Annammer, a un arrozal. A pesar de los intentos desesperados de Analyn por asir fuertemente a su hija, el agua se llevó a la niña.

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Estaca Tacloban, Filipinas, ayudando en la limpieza

Santos de los Últimos Días de la Estaca Tacloban, Filipinas, ayudan en la limpieza luego del devastador tifón Haiyan en 2013.

Más tarde, Gemmer registró el área en el que una vez estuvo su casa y encontró el cuerpo de su hija. Después de sepultarla, reunió láminas sueltas de metal corrugado para un refugio improvisado, pero los huecos en el metal los dejaban expuestos al viento y a la lluvia. No pudieron dormir en toda la noche hasta que Joy Operio, un consejero del obispado de su barrio, los encontró y los dirigió al centro de reuniones para que pudiesen refugiarse.

Las familias desplazadas como los Esperas se unieron a otros miembros de la Iglesia en los esfuerzos de socorro. Gemmer se inscribió rápidamente en un programa de la Iglesia para capacitarse bajo la instrucción de carpinteros hábiles mientras que, con materiales donados, reconstruía su propia casa, además de nueve casas para otras personas. Al completar el programa, obtuvo un certificado de carpintería que le permitió encontrar empleo en los esfuerzos ininterrumpidos de reconstrucción. Jenalyn Barantes, cuya casa también había sido destruida, dijo: “Aprendí a trabajar aquí junto a aquellos que también tienen necesidades, así podemos recuperarnos […] juntos”. Otros también ayudaron: voluntarios de Manos Mormonas que Ayudan en Filipinas, como la esposa de Henry Patalinghug, Russel, empacaron kits de suministros para las personas desplazadas por la tormenta. La Iglesia compró suministros de ayuda, en la mayor cantidad posible dentro de Filipinas, y los envió a las áreas afectadas.

Además del costo físico de la tormenta, los miembros de la Iglesia se esforzaron para superar la devastación emocional que había dejado. Mientras cursaba el programa de carpintería, Gemmer aceptó un llamamiento de la Iglesia para servir a los jóvenes de su barrio durante ese difícil período. Con el tiempo, él y Analyn también viajaron al Templo de Ciudad de Cebú, Filipinas, donde fueron sellados a su hija. “Me hizo llorar mucho”, dijo Gemmer, “el saber que algún día estaremos juntos con Annammer”. Durante el sellamiento, Analyn sintió que la presencia de su hija estaba en la sala con ellos y por fin encontró paz después de la tormenta. La experiencia, dijo, “disipó las pesadillas de mi vida”.