Historia de la Iglesia
El servicio y el apoyo en las primeras ramas


El servicio y el apoyo en las primeras ramas

Justo después de que se abriera la primera rama en Ambato en 1969, los miembros de las ramas de Ambato, Otavalo y Quito se reunieron para escuchar al élder Gordon B. Hinckley, del Cuórum de los Doce Apóstoles, en una conferencia de distrito. A pesar de vivir a varias horas de distancia, los nuevos miembros experimentaron un profundo sentimiento de unión entre ellos y forjaron amistades. Más adelante, las hermanas de la Sociedad de Socorro planificaron actividades y proyectos de servicio para enriquecer las conferencias y los Santos de los Últimos Días estrecharon cada vez más su relación.

Poco tiempo después, la tragedia golpeó a la Rama Ambato. Mientras una madre y sus hijos asistían a una actividad para los jóvenes, su esposo y un tío de la familia fueron atacados en su casa, donde los asaltantes los dieron por muertos. El tío falleció a causa de las heridas que sufrió durante el ataque y los asaltantes escaparon llevándose las pertenencias de la familia, incluyendo su ropa. En cuanto escucharon la noticia, los miembros de Quito, a 150 kilómetros de distancia (unas 93 millas), organizaron una colecta para juntar ropa y dinero. “Con esta ayuda”, registró un secretario de rama, “la [familia] no ha tenido que padecer necesidades temporales”.

Ese mismo espíritu de preocupación por otros santos, en los buenos y en los malos tiempos, se extendió por el país. Los miembros de las ramas de Guayaquil, la ciudad más grande de Ecuador, y de Quevedo realizaban con frecuencia actividades, desde bailes y bazares de la Sociedad de Socorro hasta programas de noche de hogar en grupo. Antes de que pasara mucho tiempo, la comunidad creciente de Santos de los Últimos Días obtuvo una reputación positiva entre sus vecinos, quienes con frecuencia se las arreglaban en medio de la pobreza. “En muchas ocasiones la etiqueta de ‘mormón’ abre puertas”, observó Claudina Valarezo, de Guayaquil, “a causa de la reputación que tienen los mormones de ser honestos y tener principios morales”.

En 1975, los líderes de Quevedo notaron que más del noventa por ciento de los miembros nuevos habían conocido la Iglesia gracias a invitaciones directas, particularmente para asistir a actividades de la noche de hogar.